jueves, 22 de diciembre de 2016

Ruleta rusa

Los que son padres y tienen hijos en edad escolar ya lo saben. En los días previos a las vacaciones de Navidad se nos ha convocado en los colegios para informarnos sobre la vacunación de nuestros hijos. 
Y ¡sorpresa! No hay vacunas para todos. De modo que algunos peques no serán vacunados ahora. 
No es algo nuevo, ya en mayo del año pasado el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud comunicaba a los profesionales sanitarios que había “problemas en el suministro global” de algunos tipos de vacunas. 
Según los expertos del mencionado Consejo “dado que el objetivo de esta dosis es mantener la protección a largo plazo, no se considera que exista un incremento de riesgo por este retraso” en la vacunación. 
Yo me quedo más tranquilo; sobre todo porque mis hijos están vacunados y porque por la edad no son de los que se van a ver privados de esta dosis. Pero qué quieren que les diga, no me gustaría estar en otra piel y sin dudar de los expertos, prefiero ser yo quien decida si vacuno o no a mis hijos. 
Tampoco me gustaría estar en el pellejo de los directores y profesores de los colegios de Jaén, ni en el de los profesionales sanitarios, porque ellos en realidad no pueden responder a las dudas de los padres, ni mitigar angustias. 
El problema es de los laboratorios que elaboran las vacunas. Y ahí algo tendrán que decir y hacer las administraciones central y autonómica, el ministerio y la consejería, para que los laboratorios cumplan con el abastecimiento o para tomar medidas alternativas. 
Queda muy simpática esa manida frase de que Europa acaba en los Pirineos, pero viendo estas cosas parece cierta. Y uno tiende a pensar que en lugar de vivir en Jaén habitamos en un país tercermundista, donde medicamentos y alimentos se utilizan como instrumentos de poder. 
Cuando éramos pequeños nos decían aquello de que con las cosas de comer no se juega. Con la salud, tampoco. La realidad es que la falta de vacunas, como otras cuestiones relacionadas con carencias sanitarias, huele a recortes. Y siempre pagan los mismos. 
No se trata de generar alarma social, pero tampoco se puede permitir que la vacunación se convierta en el juego de la ruleta rusa. 
Ya saben, “prevenir es curar”.

  Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 22 de diciembre de 2016.

domingo, 18 de diciembre de 2016

Maniobra Final para Ceromaniacos

Si aceptamos que todo final es un principio podemos decir que estamos de suerte y ayer asistimos en Granada al final de la resurrección y al principio de la reencarnación. O lo que es lo mismo, que disfrutamos del último concierto de una gira de 091 tras 20 años de ausencia, pero ello no implica un nuevo adiós del grupo. En cualquier caso si ese adiós se produce solo nos queda dar las gracias y sentirnos afortunados por esta Maniobra de Resurrección. Y además estaremos de acuerdo en que los Cero fueron y siguen siendo una gran banda de rock y que como tal tiene un gran grupo de seguidores; y gracias a ellos, sobre todo, pero también a nosotros, los Ceromaniacos o Ceroinómanos, ha sido posible ese regreso triunfal dos décadas después. 
El principio y el cierre de Maniobra Final son el mejor ejemplo de esa comunión entre la banda y su público; ese vídeo resumen de la gira dando las gracias y el pabellón cantando “La canción del espantapájaros” antes de la salida de los Cero al escenario y esa despedida del grupo juntos y lanzando flores al público que tatareaba los coros de “Fuego en mi oficina”. 
Eso explica por sí solo la emoción de los músicos y de sus seguidores, la larga espera de 20 años y el reconocimiento y el éxito, tardíos pero certeros, ahora sí, de los Cero. Y también que El Pitos, con la voz muy tocada, aguantara las casi 3 horas de concierto, y además le sobrará aire para dirigirse en 3 ocasiones al público para agradecer y dejar la puerta entreabierta a la esperanza de una nueva resurrección. O que el maestro Lapido, otro poeta silencioso como Cohen, hablara (si le cuesta hacerlo hasta en sus conciertos en solitario) y dejara estas palabras para el recuerdo “Nos volveremos a encontrar. No sabemos cuándo, ni dónde, pero volverá a brillar el sol”. 
Ese mismo sol que brilló en el Palacio municipal de Deportes de Granada mientras fuera caía la lluvia y sus hijos seguían creciendo a nuestro alrededor y esas otras tormentas imaginarias rugían en nuestras cabezas mezcladas con el sonido de nuestras voces cantando todas y cada una de esas canciones que desde hace más de 20 años forman parte de la banda sonora de nuestras vidas. 
Ahora, dos décadas más viejos, muchos de nosotros padres y madres de familia, con sueños sin cumplir, con un presente que quizás no es aquel futuro imaginado pero conscientes de que este es nuestro tiempo y de que en ese tiempo siempre habrá un lugar para la música de los Cero; la misma música que ha envejecido con nosotros, quizás mejor que muchos de nosotros, porque de alguna forma es eterna en un alter ego de Dorian Gray, con ese Lapido que hunde la pluma en Wilde, en Kafka, en Whitman y en tantos otros para que por un instante creamos que somos capaces de oír crecer la hierba. 
Acordes y letras para un momento único en otra noche para alimentar mitos. La cuestión no es contar que estuvimos allí, lo importante es que en ese momento estábamos ahí. Y lo que vendrá después es accesorio, como ese paréntesis de una espera de 20 años. 
Tampoco nos engañemos, la del 17 de diciembre de 2016 es nuestra noche de aquel día. Yo pensé que era la del 14 de mayo, también en Granada, pero más tarde supe que no, que estaba errado y que la noche era ésta. Y así ha sido. Ignoro dónde y cuándo me zambullí en un baño de luna para agarrar esa sonrisa y exhibir esa cara de felicidad. Desconozco porqué ese entusiasmo y cosquilleo adolescente. Ese viaje atrás en el tiempo que ya noté en la previa al concierto en El bar de Eric. Esa conversión repentina en un nuevo Fausto que en unos segundos solo con mirar sus caras me permitía distinguir en la avenida que lleva al Palacio a otros como yo. Tan efímeros como yo, porque lo eterno ya son los Cero. 
Y sí, también ese anhelo cumplido de poder escuchar por fin en directo “Un minuto de silencio”, abrazar a esa “Venus” que mientras no se grabé seguirá pareciendo el reflejo de una partitura en el espejo, una canción perdida en busca de su propio camino que tiende de una u otra forma a ser el nuestro, el de 091 y sus seguidores. 
Al son de “Hurricane” me despido con un abrazo de otros Ceromaniacos hasta el próximo concierto de los Cero. Al cruzar la pista alzo la vista para contemplar esa pancarta con la leyenda “Larga vida a 091”. Y sé que es el tiempo de dar las gracias, por hacernos partícipes de esa Resurrección, por volver a emocionarnos, por poder compartirlo con nuestros piratas y por demostrarnos que siguen siendo esa gran banda de rock a la que nos enganchamos hace más de 20 años. 
Quiero creer que esta Maniobra Final es un nuevo comienzo. Y si no, pues siempre ¡Mucho Cero! La decisión es vuestra, pero si seguís, nosotros seguimos.
Gracias José Antonio García, José Ignacio y Víctor Lapido, Tacho González y Jacinto Ríos. Nos volveremos a encontrar en el rock and roll cuando brille el sol.



jueves, 8 de diciembre de 2016

¿Quién paga la "pena del Telediario"?

No pongo la mano en el fuego por los políticos. Y no porque crea que alguno no lo merece. Pero son ellos con su actitud y comportamiento quienes se han alejado de la sociedad y han provocado la desafección.
Con la justicia es cierto que también tendemos a generalizar. Pero algunas sentencias, el comportamiento de los jueces, su designación por los políticos para algunos cargos y la sensación de indefensión han contribuido a ello. De manera que ya tampoco creemos que alguien es inocente o culpable porque lo diga el juez. Respetamos, acatamos y en muchos casos, no compartimos. 
Aún así y mientras no se demuestre otra cosa lo que vale es la decisión de la justicia. En la denominada “Operación Paraíso”, ya saben la de unos contratos publicitarios de la Diputación de Jaén por la que se detuvo a dos empresarios y al delegado de Economía de la Junta, la juez ha decidido que no hay delito y ha archivado la causa. 
¿Y ahora qué? Los detenidos fueron retenidos una noche en los calabozos de la comisaría y fueron esposados y conducidos de esa guisa ante el juez para ilustrar el conocido como “paseíllo de la televisión", la "pena de los telediarios”. 
No imagino a ninguno de ellos resistiéndose a su detención y tampoco creo que existiese riesgo de fuga. La cuantía económica de los contratos, cincuenta y seis mil euros, es irrisoria y su fraccionamiento es habitual en las instituciones. Se les podía haber citado a declarar sin más. 
Y no deja de ser sospechoso que ocurriera cuando un concejal del PP, el heredero Contreras, tenía que declarar ante la juez por una permuta que atufaba. 
¿Quién devuelve ahora la dignidad de la que fueron desprovistos a Alejandro, José Ramón y al delegado Antonio de la Torre? ¿quién les devuelve las horas robadas en el calabozo? ¿quién va a desandarles el “paseíllo”? 
¿No hay responsables de esa innecesaria exposición en la plaza pública? ¿nadie va a investigar el comportamiento de algunos cargos públicos del PP, de algún juez o de algunos medios de comunicación? ¿nadie va a explicarnos quién dio las instrucciones, a quién y qué instrucciones se dieron? 
Da miedo pensarlo. Si hacen esto con quiénes se supone que tienen algún poder, ¿qué no se hará con otros ciudadanos? O al contrario, ¿está a salvo quién no tiene ficha en el tablero de la partida de los políticos? 
Nadie se atreve a cortar los hilos. Nadie amputa las manos que mecen la cuna.

 Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 8 de diciembre de 2016.


miércoles, 30 de noviembre de 2016

La ciudad que no despierta

Nunca he sentido especial predilección por hospitales y cementerios. Pero al regresar a Jaén y por circunstancias de la vida he tenido que visitar unos y otros con demasiada frecuencia. Hasta tal punto que hace unos años, cuando todavía estaba abierto, me encontré una mañana gris de primavera paseando por el viejo cementerio de San Eufrasio. Ya había nichos vacíos, como ojos ciegos en la pared; calles cortadas con vallas por peligro de derrumbamientos, lápidas hechas pedazos y panteones que mostraban su deterioro por la ausencia de mantenimiento. Pero el síntoma inequívoco del abandono fue aquella familia con su hija que estudiaba Medicina en Granada reclamando huesos a un operario; el mismo operario que al dirigirse a uno de los nichos vacíos y extraer del hueco un saco con huesos no pudo evitar que algunos de esos huesos abandonaran el saco en caída libre hasta el suelo. Creo que mi presencia pasó desapercibida y no me cobraron por el macabro espectáculo, pero imagino que medió entre ambas partes la correspondiente transacción, huesos a cambio de una propina.
El cementerio de San Eufrasio, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por la Junta de Andalucía en 2011, es un claro ejemplo de cómo se hacen las cosas en esta ciudad. O de cómo no se hacen. Hay para nuestra desgracia muchos más ejemplos. Y no es una cuestión de ideologías, aunque no falten los voceros, los pesebristas e incluso los ignorantes, que los hay, dispuestos a defender una postura o la contraria en función del color político de los gobernantes de las instituciones, llámense Ayuntamiento, Diputación provincial o Junta de Andalucía. 
Había un proyecto de Patmos e IUVENTA para transformar el viejo camposanto en un parque, un jardín al estilo del que existe en muchas ciudades europeas, que permitiría disfrutar de su patrimonio arquitectónico e histórico y sin duda, lo convertiría en un lugar a frecuentar por los jiennenses y por los visitantes de nuestra ciudad. Su destino ha sido el mismo que el de otros muchos proyectos, el extravío en el camino.
Dicen que no hay dinero. Siempre la misma justificación. Pero es una verdad a medias. Es cierto que hay menos dinero y sobre todo muchas carencias y por tanto, mucha demanda. Y también es seguro que mucho de ese dinero ha ido a parar a los bolsillos de nuestros representantes políticos y sus “amiguetes” a cambio de favores, adjudicación de proyectos y en concepto de sobresueldos, indemnizaciones por imaginarios expedientes reguladores... y siempre con la financiación de los partidos políticos de fondo. 
Hay dinero. Y malos gestores. Muy malos gestores. Incapaces de tomar decisiones o responsables de tomar la decisión equivocada. No siempre, por supuesto, pero en demasiadas ocasiones y habitualmente causando un perjuicio a la ciudad y a sus habitantes. Y también hay ciudadanos acomodados, una sociedad apática y conformista incapaz de reclamar sus derechos y defender sus demandas, que en algunos casos, cuando lo hace, asume los roles de los políticos y convierte su reivindicación en imposición. Inflexibles, hablamos y no escuchamos. Desdeñamos el diálogo y el acuerdo y contribuimos a la parálisis de la ciudad. Con menos culpa que nuestros gobernantes, obviamente, pero no exentos de responsabilidad. No podemos contentarnos con votar cada equis tiempo y pensar que con depositar un papelito en una caja de cristal o de plástico ya hemos cumplido. 
Muchos coincidimos en el diagnóstico sobre las patologías de esta ciudad. Discreparemos en las soluciones, pero no tiene sentido empecinarse en acabar en las manos del forense cuando el sanador es el cirujano. 
Jaén no se mueve. Es una ciudad dormida con habitantes que no quieren despertar. Hasta tal punto que parecemos cadáveres, como esos que ya ni descansan en San Eufrasio. Frente a aquella ciudad sin sueño de Federico García Lorca donde “No hay olvido, ni sueño: carne viva” es Jaén una ciudad sin memoria, dormida, carne muerta.

Artículo publicado en el blog "En Jaén donde resisto", el 23 de noviembre de 2016. 

martes, 29 de noviembre de 2016

El adiós de Fidel

Al final era un ‘viernes negro’. Y el sábado despertamos con la noticia de la muerte de Fidel. No tengo lágrimas para la muerte de dictador alguno, pero si hay tristeza en el corazón por el adiós del revolucionario. Aquel barbudo que con otros como él lideró desde Sierra Maestra una revolución, “la revolución más hermosa” en palabras de Vargas Llosa, que daba esperanza a un continente, incluso más allá. 
Decía Cabrera Infante que las revoluciones mueren cuando triunfan y que lo que viene después es otra cosa. Quizás tenga que ver con la esperanza truncada en decepción, con los sueños y la realidad. O con esas dos Cubas, una física, que es la Isla, y otra que es la que se lleva en el corazón.
Cuba siempre ríe y llora, de alegría y tristeza. Y sangra, se duele, grita… y vive. Porque hay en la Isla un canto a la vida, hasta en la muerte. A Cuba se la ama. Y no es por llevarle la contraria a Pablo Neruda, pero no se apagarán las guitarras, aunque la patria vuelva a estar de duelo y la tierra vuelva a oscurecerse. 
Esta vez no mandó parar Fidel, paró él; aunque la realidad es que llevaba desde 2006 parado, el tiempo en que ha tardado en morir el hombre para alimentar diez años más el mito. 
Murió Fidel y hay quien festeja desde el odio y desde el rencor, pero en el fondo es una celebración de dolor; los unos, por la pérdida del comandante, del compañero Fidel; y los otros, por el abandono de la Isla, por el no retorno, por la herencia de hombres sin tierra legada de padres a hijos. 
Y también hay hienas que nunca pisaron la Isla, que no saben ni quieren saber y ríen porque es su condición. Presos de su naturaleza como el escorpión de la fábula. Y levantan las copas de la ignorancia para brindar contra el muerto al que desconocen. 
A pesar de los detractores, le acompañarán las palabras de Martí hasta su tumba de Santa Ifigenia. Sin que ahora importe demasiado que pueda ser cierta su apropiación de la figura del Padre de la Patria. Ya saben “sin ser martiano, no se puede ser bolivariano; sin ser martiano y bolivariano, no se puede ser marxista y sin ser martiano, bolivariano y marxista no se puede ser antiimperialista”. 
“La muerte es la cosecha” y en algún cielo ya se dibuja una nueva revolución. Fidel Castro, el Che Guevara y Enrique Meneses se han reencontrado en una Sierra Maestra que no aparece en los mapas; una cordillera eterna de sueños, de ideales, de esperanzas. Y Meneses, una vez más, estará ahí con la cámara de fotos y la máquina de escribir. 
¡Socialismo o muerte! Siempre será 26 de julio. Nunca faltarán quince para luchar. Ni uno para contarlo.
¡Hasta la victoria, siempre!

Foto: Fidel Castro, por Enrique Meneses. Fundación Enrique Meneses.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Hasta en la cerveza

Como ya sabrán un año más se ha presentado la cerveza de navidad. Me enteré por las redes sociales y cuál no fue mi sorpresa al ver la foto que acompañaba la información, foto que se repetía al día siguiente en algunos periódicos locales, en la que el humorista Santi Rodríguez aparecía rodeado por políticos de distintas instituciones que le comían el terreno. 
Por desgracia es algo demasiado habitual. Los políticos nos representan en las instituciones, a pesar de que no podamos elegirlos en listas abiertas. Y a pesar de que tengamos que tragar con un simulacro de elección directa, cuando en realidad no elegimos a quien desempeñará la Presidencia del gobierno o de la comunidad autónoma. Ni siquiera a quien ocupa el sillón de la Alcaldía. Nos dan el paquete completo y cerrado en forma de papeleta y eso es lo que hay. 
Pero fuera de las instituciones los políticos no nos representan. De hecho, muchos de ellos ya ni siquiera lo hacen en las instituciones. Y su presencia e intervenciones nos causan vergüenza. 
Algunos se han apropiado de parte de nuestro dinero, con o sin sobres. La mayoría nos ha arrebatado la ilusión y por si eso fuera poco, ahora se presentan con nuestra cerveza. 
Y eso sí que no. Aunque la Cruzcampo de navidad no sea exactamente nuestra cerveza. La nuestra era la Alcázar, aquella de la que estábamos orgullosos, con la que nos sentíamos identificados y con la que teníamos una cita cada navidad. Era y siempre será nuestra rubia con espuma. 
Esa misma rubia con espuma a la que rinden homenaje con “Artcázar” los artistas Arturo Molero, Juan Carlos Contreras, Elena Ortega y ‘el Creata’. Y a título póstumo nuestro añorado ausente, David Padilla.
Qué falta de vista. Qué oportunidad perdida. No se me ocurre mejor compañía para Santi Rodríguez en esa presentación cervecera que estos creadores ‘made in Jaén’ con algunas de sus obras. 
Ahí lo dejo. Quizás el año que viene nos sorprendan y cuenten con ellos o con otros como ellos. También podían presentarnos a los maestros cerveceros que transforman el agua de Jaén en rubia con espuma y a todos los que hacen posible esta alquimia. Seguro que no nos decepcionan.
A quién corresponda, y que cunda el ejemplo, abran paso a la sociedad civil y dejen a los políticos en las instituciones; es allí donde deben cumplir su función. Porque los teníamos en la sopa y ahora, hasta en la cerveza.

 Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 24 de noviembre de 2016.

lunes, 21 de noviembre de 2016

Persecución


Siempre pregunto que porqué correr si nadie te persigue. La realidad es que sé de lo inútil de correr porque hay cosas de las que no se puede escapar. Todos en mayor o menor medida estamos sumidos en una persecución. A mí me persigue una canción: “En cualquier fiesta”, de La Mode. 
Decían que fue premonitoria de lo que pasaría con aquello denominado “Movida madrileña”. No lo sé. A mí siempre me pareció una canción de despedida, un adiós irrevocable. 
Pero siempre vuelve. Puede que porque en el fondo no se acaba de ir, no termina de sonar y está en bucle en algún lugar de mi existencia. Quizás tenga que ver con aquella ‘Persistencia del tiempo’ que plasmara en lienzo el genio Salvador Dalí. Quizás sea ese tiempo perdido sin ser gastado, en letra de Fernando Márquez “El Zurdo”. Quizás sea la derrota sin memoria. O solo la búsqueda sin acierto de respuestas a demasiadas preguntas, de aquel otro tiempo perdido ‘proustiano’ o de aquel destinado a llegar. 
Quizás solo quede la certeza de las cicatrices como mapa contra el olvido en una tierra partida. Y en uno de sus pliegues se oculte una oportunidad para aquellos a los que se les negó una y otra vez el giro de los pies en la pista de baile. 
Recuerdo que en mi casa contaban que cuando era pequeño daba vueltas sin parar cuando oía la música. Como un derviche girando sobre sí mismo con los brazos por encima de la cabeza en busca del éxtasis.
A lo mejor la vida es un baile inconcluso a la espera de una noche cualquiera y una fiesta. Aunque es probable que nunca te inviten a la fiesta y también que si lo hacen no seas más que el convidado de piedra. O el maniquí. Ahí reside el engaño.

¨Las fiestas se dan sobre todo para aquellos a quienes no se invita”, Etienne de Beaumont.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Un museo sin mangas

Nunca he entendido muy bien eso de las inauguraciones de la obra pública. Como norma general siempre me ha parecido algo anticuado, anacrónico e impropio de regímenes democráticos. 
Y todavía entiendo menos eso de inaugurar a trozos. Ya sé que es una mera cuestión de propaganda y boato, pero es ridículo. No tiene sentido inaugurar autovías tramo a tramo cuando su construcción acumula veinte años de retraso. 
Ahora nos anuncian la apertura parcial del Museo Íbero de Jaén a mediados de 2017. 
Un proyecto que nació hace 20 años. Cuyas obras comenzaron en 2009 para finalizar en 2012, aunque después el plazo se amplió a finales de 2015; y hasta hoy. Y cuyo presupuesto ha pasado de 18 millones de euros a casi 30 millones. 
Años de demora y mayor coste para decirnos ahora que el Museo Íbero se abrirá sin estar terminado. Algo así como si encargamos al sastre un traje y nos lo entrega sin una pernera, sin una manga y sin botones. Y nos dice, te lo pones y si eso más adelante vuelves y lo termino. En román paladino, qué cuando tengas dinero para pagarme, lo acabo. 
No me parece bien. Una cosa es una obra de ampliación o de remodelación que no impida el uso de un edificio, y por tanto, permita mantenerlo abierto aunque sea de forma parcial, y otra cosa es que un proyecto de nueva creación después de un considerable retraso se presente como si fuese un retal. 
Imagino que muchos pensarán que mejor eso que nada. Que se abra ya. Pero no es serio. Uno tiene la sensación de que casi todo en esta ciudad se hace tarde, mal o nunca. Y es absurdo. 
Según el catedrático de la Universidad de Jaén, Arturo Ruiz, es “el único museo que va a existir en el mundo de este tipo”. Porqué no empezamos por creerlo, asumirlo y tratarlo como se merece desde un principio.
¿Es qué todavía no hemos aprendido que como con el aceite de oliva, de poco o nada nos sirve tener un gran producto si luego no lo ‘vestimos’ bien y lo vendemos en una garrafa de plástico? 
Porqué no renunciamos a la propaganda y apostamos por el conocimiento.

 Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 10 de noviembre de 2016.



miércoles, 9 de noviembre de 2016

No era no

Ya no se lleva eso de una rosa y una sonrisa. Ahora es tiempo de espinas. De esas que brillan al amanecer y buscan teñirse de sangre en una asonada entre peleles, llámense Sánchez o Díaz, que no tendrá vencedores.
En el PSOE no supieron o no pudieron matar al padre y hoy FG es un viejo iracundo inmerso en una lucha frente al espejo, donde aparece la imagen de lo que fue o creyó ser. No puede evitar el riesgo del jarrón chino, acabar hecho pedazos, aunque en su caso los fragmentos de porcelana se incrusten en la carne de los militantes socialistas. 
Ahora quieren hacernos creer que llegará el viento del norte para restañar las heridas. López, la tercera vía. Cuando la realidad es que hace mucho tiempo el rumbo señala a Grecia y a Italia. PASOK y PSI. La deriva o la desaparición o el mal menor de la escisión. Catarsis y ave Fénix. 
En el sur, el sol nos niega la luz y cuando miramos la luna vemos el dedo. Desorientados, tuertos por aquello de que en el país de los ciegos se es reina o reyes, se hacen maletas ante un futuro con la inconsistencia del castillo de naipes. 
Si ella abandona Sevilla para ir a Madrid, ¿él abandona Jaén para ir a Sevilla? Los sucesores, aspirantes a la “autoridad soy yo”, esperan que la mano que mueve los hilos haga desplomarse las fichas del dominó y les aúpe al sillón. 
Pero ¡ojo a las conspiraciones! En el Paraíso Interior, Reyes ha sufrido en carne propia el aviso a navegantes y ha visto como hacían caer a su hombre de confianza, para algunos su delfín. 
Los adversarios tradicionales son ahora los aliados, infieles pero aliados. Pero, a qué se dedican los antaño amigos y compañeros de partido. ¿recuerdan aquello de “Él que se mueve no sale en la foto”? Pues no pierdan de vista al fotógrafo. 
En el sur se preparan las maletas en lo que parece una huida hacia adelante. Un viaje a ninguna parte. Se romperá el jarrón chino o el cántaro de la lechera, puede que ambos. Y los fragmentos no servirán ni para creer en el destino, ni para marcar el camino.

Artículo emitido en SER Úbeda, el 8 de noviembre de 2016.

viernes, 28 de octubre de 2016

Chilindrinas, crónica vecinal con humor

Menos mal que veinte años no son nada, porque esos son los que tendrán en 2017 las chilindrinas, que en su decimonoveno cumpleaños, fieles a su cita de cada 18 de octubre, nos han traído esa mezcla de picante y humor para repasar principalmente lo que acontece en la ciudad, pero sin perder de vista lo de fuera.
Recurriendo al tópico diremos que los vecinos y amigos de la asociación “Arco del Consuelo” no dejan títere con cabeza. Se lo ponemos fácil, es cierto, pero hay que tener ganas, saber dibujar y una dosis de ingenio y maestría para hilar, que no coser, ese relato ácido de imágenes y palabras que lo mismo, casi siempre, nos arranca una sonrisa que nos hacer fruncir el ceño. 
Este año además nos han tocado el corazón con el recuerdo a Pepe Román y David Padilla y a los entrañables Vicente Oya y Rosario López; todos ellos tocados por las musas y ejemplo de generosidad y compromiso con Jaén.
También nos han sorprendido con la incorporación de un panel con fotografías para denunciar el lamentable estado del entorno de la Catedral. Sí, ese monumento que pretendemos sea reconocido como Patrimonio de la Humanidad y cuyas afueras y por la cercanía de esa fiesta importada de Jalogüín dan más para una de terror que para las chilindrinas. 
En estos tiempos en los que el periodismo hace aguas y frecuenta más el pesebre que la calle no debe sorprendernos que sea el humor la mejor herramienta de denuncia contra el poder. Y en ese ámbito, las chilindrinas son herederas de la tradición humorística gráfica española, de publicaciones como “La Codorniz” o “Hermano Lobo” o la más reciente y también desaparecida “El Churro Ilustrado”. 
Hace unos años escribí que las chilindrinas eran “un conciso anuario que arranca la sonrisa del viandante y evidencia la necesidad de tomarse con humor lo acontecido, lo presente y lo que esté por llegar”. 
En eso estamos, en no perder el humor, porque ya nos encargaremos entre unos y otros de acumular despropósitos para celebrar los veinte años de las chilindrinas por todo lo alto. 
Y para hacer boca, ya saben, el ayuntamiento ha aprobado que las lumbres y la carrera de San Antón se celebren en sábado los dos próximos años. Y después el señor alcalde hace saber que se consultará a los vecinos. La casa por el tejado. ¿Quién es capaz de defender que el orden de los factores no altera el producto? 
Pues eso, vamos a dar motivos para la chafaldita. Que si veinte años no son nada, uno pasa enseguida.

Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 27 de octubre de 2016.



lunes, 17 de octubre de 2016

Nuestro tiempo

Regresaban a Jaén, aunque en marzo habían actuado en Úbeda, y como ya dijo ‘El Pitos’ allí, igual que lo ha repetido Lapido en varias entrevistas, Jaén siempre fue su segunda casa; incluso, como recuerdan ambos y no se cansa de repetirme mi amigo Miguel Dávila, hace 20 años dieron más conciertos en Jaén que en su Granada. Mi Granada, nuestra Granada, porque siempre hemos sido de allí y de aquí y quizás por eso, ellos siempre fueron de los nuestros. Como los KGB o los TNT. Y como lo eran aquí Niñatos y Conservantes Adulterados. 
Han vuelto los Cero dos décadas después para recordarnos que “este es nuestro tiempo”. No somos lo que queríamos. No somos lo que creímos ser. Pero a pesar de los sueños incumplidos, de las esperanzas rotas y de los que se quedaron en el camino, seguimos siendo. Somos por nosotros y por ellos. 
Ahora más de 20 años más tarde, cuando le dan el Nobel a Dylan y eso me hace recordar a Lou Reed y pensar que aún hay una posibilidad para Leonard Cohen, el poeta silencioso que con 82 años estrena disco y afirma que “está preparado para morir”, defendemos que “este es nuestro tiempo”, con nuestros logros y nuestros fracasos, con nuestras virtudes y nuestras imperfecciones, frente a aquellos que nos empujan a la miseria social y moral. 
Puede que nosotros no estemos preparados para morir o que hayamos muerto un poco ya, pero si estamos listos para la resurrección. Porque sobrevivimos o no morimos del todo y porque ni siquiera esperamos ni pretendemos una resurrección eterna. Porque incluso los no creyentes necesitamos creer en algo; hasta que hay o hubo un dios y sigue estando de nuestro lado. También en esta ciudad dormida, que sin embargo no duerme, somos capaces de resucitar por una noche, en una maniobra que ya siempre permanecerá en nuestro recuerdo. Quizás en el mismo lugar donde rugen en nuestras cabezas las tormentas imaginarias. Allí dónde dejamos el siglo XX, casi 20 años atrás. 
Volvieron los Cero a Jaén. Con un público puesto en suerte por Lola Nos Quiere y el grrrock de El Gran Oso Blanco. Y como habían anunciado cambiaron un poco el repertorio respecto a otros conciertos, como los de Úbeda o Granada. También anunciaron hace dos décadas que no volverían y para deleite nuestro incumplieron ese anuncio. Y también, excepcionalmente, tocaron dos veces en un concierto el mismo tema ¿Qué fue del siglo XX?, con una versión acústica que ya nadie podrá arrebatarnos como hicieron con ese siglo para dejarnos a lomos del XXI. También para decepción de la mayoría, fundamentalmente de mis peques, las maracas no volaron al son de “La vida qué mala es”. En Úbeda se habían quedado con las ganas de hacerse con una porque cayó en las manos de un peque que había a su lado y aquí quedaron privados del vuelo y de obtener el anhelado botín. 
Con diez años mis peques pueden presumir de haber estado en dos conciertos de 091. Cantando sus canciones y moviendo los pies, aunque esto último aún les cuesta y porque de ello ya nos encargamos la banda de puretas que les rodeamos. Espero que dentro de unos años, cuando sea su tiempo, serán capaces de entender lo que significan estos conciertos, los otros a los que les hemos llevado y los que están aún por llegar. Que comprendan que es posible que en una canción habite la poesía, pero sobre todo que entiendan que la música, especialmente el punk y el rock, junto al cine y la literatura, nos dieron las alas de la rebeldía que te permiten soñar con volar. 
Y puede que 20 años más tarde no hayamos sabido aterrizar. Aprendimos a buscar la luna en el negro cielo, pero solo como gato supe encontrar el sol en el balcón. Entre tanta búsqueda, atentos a los filósofos y a los poetas, dejamos pendientes demasiadas respuestas. Olvidamos el destino y de tanto mirar y escarbar en nuestro interior acabamos inmersos en esa soledad alimentada por la nostalgia. 
Los 091 eran una banda de rock. Siguen siendo una banda de rock. Con sus miradas cruzadas, sus silencios y sus demonios. Pero si ellos han sido capaces de volver, nosotros que aprendimos a levantarnos después de caer, que aprendimos que el dolor es visible, estamos preparados para renacer. Todavía nos sumaremos a su baile, porque siempre será nuestro baile. Aunque nunca sepamos porqué se hace una canción.

viernes, 14 de octubre de 2016

Panem et circenses

¡Ya está aquí la feria! Se acabaron los problemas. Priman los lunares frente a los agujeros. Así que aquí no corremos túpidos velos, ni siquiera la cortina, directamente bajamos el telón.
Pan y circo.
¿No les parece que once días de feria son demasiados días?, dos fines de semana y dos festivos con un puente incluido. 
Entiendo que los caseteros y los feriantes tienen que obtener la máxima rentabilidad por su inversión y trabajo. Y también que en estas fechas siempre hay que mirar al cielo y esperar que no llueva, porque si no las previsiones económicas se quedan en eso, en previsiones.
Aún así, me parecen demasiados días. No creo que ni la ciudad, ni los bolsillos estén para excesos. Y creo que el calendario en esta ocasión ayudaba a comenzar el once y terminar el dieciocho, el día de San Lucas; lo que hubiera supuesto ocho días de feria, con un fin de semana, dos festivos y un puente. Que ya va bien servido.
El Ayuntamiento dice que esta edición de la feria no va a costar un euro a las arcas municipales. Lo que es de agradecer, sobre todo pensando en las nóminas de los trabajadores municipales. 
De nuestros bolsillos respondemos nosotros. Me consta que algunas entidades financieras se frotan las manos en estas fechas ante la petición de préstamos para mantener el tipo en el ferial. Eso sí, luego hay que devolverlos. Pero quién no sucumbe a esa tentación mágica de convertir la calabaza en carroza aunque solo sea por unos días. 
Pan y toros. 
Luego volveremos a la realidad de la ciudad dormida. Y descubriremos que “el neón de color rosa se hace cargo de las cosas”, porque hay “una mano para poner y quitar. Y así el círculo se cierra y la gente no se entera de lo que ha ocurrido ya”. 
Poco importa que el Parque de la Victoria conozca la derrota y que ni siquiera su traje nuevo de Concordia garantice la paz al contemplar esas aceras de albero rosa, tan inadecuadas para los niños. 
Son ya tantas las reformas fallidas y/o aplazadas. Y la justificación siempre es la misma, no hay dinero. Pero digo yo que estas reformas se pagarán y supongo que alguien les dará el visto bueno. Y que alguien supervisará los proyectos y tendrá capacidad para modificarlos. 
Nos ponemos las gafas de no ver en San Lucas. Pero el resto del año estaría bien abrir los ojos. Para que no nos cuenten medias verdades o mentiras completas. 
Pan a secas y feria.

Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 13 de octubre de 2016.


martes, 11 de octubre de 2016

El entrañable lector de periódicos

No faltó a su cita de lunes a viernes durante cuatro semanas. Cada día el mismo ritual, llegaba a media mañana cogía el periódico y buscaba un banco para sentarse y leerlo; a ser posible alguno de aquellos bancos a los que el sol no alcanzaba y que estaban más alejados de las aulas. Cuando terminaba de leer el diario se levantaba, volvía a ponerse el sombrero y las gafas de sol y se dirigía a la mesita en la esquina del patio del Palacio de Jabalquinto de donde lo había cogido para depositarlo allí de nuevo. Y se marchaba. Podía haberse llevado el periódico como hacían otros muchos. De hecho los periódicos estaban allí principalmente a disposición de alumnos y profesores para que pudieran leerlos y llevárselos si querían; tampoco se realizó nunca objeción alguna a aquellos que procedentes de lugares ajenos a la Universidad acudían a hacerse con un ejemplar ‘por la patilla’. Pero él nunca se lo llevó. 
Piedad y yo no tardamos en descubrirlo. Lo observábamos cada mañana, casi siempre con prisa mientras nos desplazábamos por las escaleras, el patio y la galería del Palacio para llegar a las puertas de las aulas en busca de directores y ponentes de los cursos para que fueran entrevistados. Como aquel empedernido lector, nosotros también teníamos un ritual diario; menos pausado que el suyo. Nos pareció entrañable. Y convertimos aquella escena en la imagen de los Cursos de Verano 2016 del Campus Antonio Machado de Baeza (Jaén) de la UNIA. 
Nunca intercambiamos una palabra con él. Simplemente, le observábamos. Uno de los últimos días al pasar, sin que él se percatara y desde el preámbulo de la inmortalizada escalera del Palacio le hice una foto con el móvil. Al regresar al despacho le pedí a Piedad que le hiciera alguna foto con la Canon, desde la distancia y la discreción que te permite el teleobjetivo. 
Hizo las fotografías en color y en blanco y negro. Y en ellas atrapó la ternura que le producía aquel lector de periódicos. Y también su fragilidad; aquella vulnerabilidad que se hacía más notoria al contemplar desde lejos esa figura empequeñecida al ocupar un extremo del banco, delante de aquellas fotos de grandes dimensiones de la exposición “Mujer”, junto a las columnas del patio y bajo sus arcadas y en comparación con el resto del propio patio con su fuente y sus naranjos en el centro. 
Si, aquel viejito era entrañable. No solo por regalarnos cada mañana esa imagen mezcla de ternura y vulnerabilidad, también por hacernos partícipes de su ritual y por permitirnos compartir ese instante en el que de alguna forma se producía una comunión entre nuestro trabajo como periodistas y su condición de lector del periódico. El origen y el fin de la noticia. 

Foto: Piedad Bejarano
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viernes, 7 de octubre de 2016

El Callejón de los Dientes

Es sabido que como gato me gustan los callejones más que los palacios. Aunque no desdeñe de vez en cuando la visita a algunos de estos últimos. Pero si me dan a elegir prefiero deambular por los callejones, en la mayoría de las ocasiones sin rumbo, sin prisa, dejando que el sol me acaricie el lomo y cuando amenaza con abrasarme refugiarme en la sombra. 
Conozco pues muchos callejones en distintas ciudades y pueblos. Otros por los que nunca he deambulado me han llamado la atención por su nombre, por su ubicación, por sus construcciones, su trazado o cualquier otra característica. 
Ese es el caso del Callejón de los Dientes en Baeza. Había pasado muchas veces por el acceso más cercano a la iglesia de Santa Cruz y siempre me había quedado mirando el nombre y esbozando una mueca, puede que media sonrisa. Pero nunca me había aventurado por su interior. 
Hasta el jueves, cuando junto a dos compañeros lo recorrimos de principio a fin para atajar. Muere en la Plaza Santa Clara, porque a diferencia de los callejones cubanos, que son ciegos, este Callejón de los Dientes, como muchos otros en España, tienen dos accesos, que se usan indistintamente como entrada o salida dependiendo de la dirección a la que el caminante dirige sus pasos. 
Llama la atención por su nombre. No solo a mí, a cualquiera que pase por alguno de sus extremos y contemple la placa con su denominación. De hecho recuerdo que durante el Congreso conmemorativo del centenario de la llegada de Antonio Machado a Baeza, el ya desaparecido Manuel Urbano, tras un paseo por el casco histórico, dedicó un artículo a este callejón en Diario JAÉN.
Como buen callejón, el de los Dientes es estrecho y cuenta con una leve pendiente, casas de piedra o de paredes encaladas y hasta dibuja en su trazado un breve zigzag. 
Desconozco cuál es el origen de su nombre, pero me hizo recordar la Calle del Marfil en el centro de Madrid, tiempo después denominada Calle Pérez Galdós, y que recibía su nombre porque en ella vivían varios sacamuelas que tras prestar sus servicios arrojaban la pieza extraída a una corriente de agua que atravesaba la vía. Habría que depositar muchos dientes y muelas para cubrir aquel lecho de agua y transformar aquella calle en un manto blanco y brillante de marfil, de modo que supongo que sería más bien una escena grotesca donde los dientes desprovistos de bocas y maxilares y privados de la capacidad de morder salpicarían como guijarros blancos el agua, mezclada con la sangre escupida por aquellas mismas bocas desdentadas. 
Me gusta pensar que el Callejón de los Dientes recibe ese nombre porque en algún momento apareció ante el caminante como una boca profunda en la que las sombras perfilaban unos afilados dientes y adentrarse en él era como ser devorado por mitológicas bestias, por imaginarios seres de fauces sin fin y dientes como cordilleras que desgarraban la piel y llegaban hasta los mismos huesos. 
Claro que también podría ser un callejón de la felicidad, una especie de paraíso urbano donde los dientes brillasen para esbozar una sonrisa perenne. 
Me preguntó si habrá también un callejón de la boca, de la lengua o un callejón de labios ardientes.

jueves, 29 de septiembre de 2016

¡Qué viene el lobo!

¿Recuerdan aquella novela de García Márquez, “Crónica de una muerte anunciada”? Pues la situación económica del Ayuntamiento de Jaén está a caballo entre esta novela y el cuento de “Pedro y el lobo”.
Mentiría si dijera que el anuncio del alcalde de que no había dinero para pagar la nómina de septiembre de los trabajadores municipales me ha sorprendido. Aunque con los precedentes, uno tenía dudas de si esta vez era cierto. Ya saben, ¡qué viene el lobo! 
Hace unas semanas hablaba con un colega de profesión del estado de las arcas municipales y ambos coincidíamos en que era imposible voltear la situación con los actuales ingresos del ayuntamiento y sus gastos, fundamentalmente los del capítulo 1 y los intereses de la deuda; que obviamente superan a los ingresos. Por lo que solo una medida tomada desde fuera, como la creación de un fondo estatal o una quita de la deuda, podría ayudar a aliviar las cargas de este y otros ayuntamientos en similar estado de agonía pecuniaria. 
Pero que nadie dude, la bancarrota municipal es el resultado de una mala gestión. 
Es cierto que la culpa es compartida y que la gestión de los últimos mandatarios de la ciudad, de uno y otro partido (PP y PSOE), ha sido nefasta, pero no es menos cierto que unos tienen más culpa que otros. 
Me hace gracia que se quiera exonerar al actual alcalde. Como si no hubiera sido concejal durante el anterior mandato municipal y como si le hubieran obligado a ser alcalde y desconociera la situación económica del ayuntamiento, que ha sido incapaz de revertir. 
Ha primado el catetismo desilustrado de ser alcalde de mi pueblo frente a un reformismo ilustrado cada vez más necesario en Jaén y en el resto de España. 
No hay modelo de ciudad y no hay modelo para gestionar la ciudad. Se ha apostado por la generación de recursos atípicos, básicamente a través de convenios urbanísticos que en muchos casos han quedado en papel mojado, y se han desechado otras fórmulas, como la racionalidad del gasto o la gestión participativa que son eficaces en otras ciudades. 
A cambio hemos tenido sospechosas permutas de terrenos municipales, blindajes en contratos municipales, una plantilla municipal sobredimensionada, derroche económico en macroproyectos inacabados o en desuso, una escasa capacidad recaudatoria y un sinfín de desatinos para los que se busca justificación en lugar de responsables. 
Pues ya saben corderos, la muerte estaba anunciada ¡Qué viene el lobo! ¡Qué ruina!


Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 29 de septiembre de 2016.




sábado, 17 de septiembre de 2016

Los libros son también para el verano

Las bicicletas son para el verano. Primero fue una obra de teatro escrita por Fernando Fernán Gómez. Después pasó a la gran pantalla con la dirección de Jaime Chávarri. Y ha acabado convirtiéndose en una frase recurrente cada verano. 
No lo dudo, pero ya he olvidado el tiempo que ha transcurrido desde la última vez que monté en bicicleta. De hecho, ni recuerdo si era verano o cualquier otra estación del año. Y la verdad, es que tampoco me parece importante. 
Acepto que las bicicletas son para el verano. Y estoy convencido de que comparten estación con los libros. El verano es tiempo de lectura. Lo que no quiere decir que el resto del año no lo sea. Pero el tiempo libre y esos días largos con más horas de luz invitan a sumergirse en un libro detrás de otro. 
Estaba atascado con la lectura de “La larga marcha”, de Rafael Chirbes, editado por Anagrama, hasta que llegó el verano. Le habían precedido “Blanco nocturno, de Ricardo Piglia, también editado por Anagrama, que más que leído fue devorado, y “Cuando Herodes la tierra”, un ‘pequeño arlequín” del poeta amigo Miguel Agudo, editado por Siltolá Poesía. 
Y tras él llegaron “Tangerina”, la primera novela del periodista Javier Valenzuela, con edición de Martínez Roca; “Sueños sobre arenas movedizas”, primera novela del también amigo y periodista Juan Armenteros, editada por El ojo de Poe, y el poemario “República del aire”, del también amigo Joaquín Fabrellas, editado por La Isla de Siltolá. 
Me dejé encima de la mesa la última de Juan Marsé, “Esa puta tan distinguida”, editada por Lumen, y a la que he condenado a ser una lectura de otoño, que tampoco es mala época para leer. 
Un sacrificio relativo y cuya justificación se halla en el encuentro con una de esas joyas que publica Gallo Nero en su colección Piccola, a la que no pude resistirme, “Gotas de Sicilia”, de Andrea Camilleri, que administro en pequeñas dosis como si así pudiera evitar llegar a su fin. 
No pretendo epatar con esta lista, ni dármelas de nada, simplemente descubrí hace tiempo que el intercambio de listas de lectura es una invitación a leer y nos permite acceder a nuevas lecturas, en algunos casos de libros y autores desconocidos y en otros, conocidos, pero que ni siquiera nos habíamos planteado leer y el solo hecho de saber que lo lee alguien cuyo criterio tenemos en estima nos empuja a sus páginas. 
Y a fin de cuentas, la lectura sigue siendo una aventura, el punto de partida de un viaje y sin duda, la mejor escuela para la escritura. 
El verano es también una ocasión para perderse en las librerías de cualquier ciudad. Y sin prisa pasear frente a los estantes y mesas. Buscar esos libros que llevamos apuntados en la memoria, algunos desde tiempos pretéritos y que por unas causas u otras no hemos podido comprar; y dejar constancia sin disimulo de la euforia que nos produce toparnos con uno de esos volúmenes. Igual que descubrir libros cuya edición nos era desconocida o mantener una breve conversación con el librero sobre libros, autores y editoriales que siempre te lleva a nuevos descubrimientos. 
Los libros son contenidos y continente y las librerías, enormes cajas donde se guardan. A la espera de esa mano o esa mirada cómplice que los atrapa para llevarlos a otra caja donde siempre hallarán en mayor o menor medida a sus iguales y donde el verano o el invierno no son más que una anécdota.

jueves, 15 de septiembre de 2016

Enterradores

Bajamos el cierre del verano. Y contemplamos aburridos, sin esperanza y sin sobresalto un país que no funciona. El gobierno del desgobierno de los corruptos, presuntos por aquello de no vernos nosotros ante el juez. Un país en funciones y un gobierno en funciones con el cartel de cerrado por vacaciones. 
Jaén también estaba cerrada por vacaciones. Aunque aquí el desgobierno es producto de la disfunción. Están tan ocupados en señalar al de enfrente que se olvidan de a quién corresponde gobernar. De modo que en vez de gobernantes parecen enterradores. 
Y así vamos, de mal en peor. Al regreso de las vacaciones nos encontramos con la muerte del ciempiés. Y eso le viene bien a los enterradores. La cultura y la educación siguen siendo las asignaturas pendientes. Y es obvio que no habrá aprobado en septiembre. 
Jaén pierde pie con el cierre de la sala Señora Ciempiés. Siempre ha cojeado, pero con cien pies se notaba un poco menos. De ahí que ahora se produzca cierto estrépito en el mundo cultural y la pata de palo sea más visible y sonora. 
La sala se ubicó en el local de tejidos Los Andaluces, en la calle Cerón, en plena crisis. Una estética diferente y una apuesta clara por la cultura: teatro, cine, música, libros… pero las cuentas no han salido.
Claro que era un negocio privado. Claro que cierra por falta de rentabilidad. Y ahí los culpables somos todos. Quizás deberíamos haber ido más, quizás deberíamos haber consumido más, quizás, quizás, quizás… pero también es cierto que esa apuesta por la cultura no se ha visto respaldada desde la administración. 
No es nuevo. Pasó con la sala de teatro Xtremo y me consta que hay otros locales que no obtienen premio por su apuesta por una programación variada que impida que Jaén sea un erial en lo cultural. 
El cierre de la Señora Ciempiés debería hacernos reflexionar, a los ciudadanos y a la administración. Y aceptar que debe haber incentivos para aquellos que van más allá de la propuesta del jamón y el langostino. Y por eso otro, de que es necesario alimentar el cuerpo, pero también el espíritu. 
Si no se nos morirán las salas culturales, se nos morirán los promotores y se nos morirán los artistas y creadores, obligados a marcharse fuera de esta tierra, que es otra forma de morir. 
Los enterradores estarán encantados cavando tantas sepulturas. Pero me temo que no seamos conscientes de que una de ellas es para Jaén y otra es la nuestra.

 Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 15 de septiembre de 2016.


lunes, 18 de julio de 2016

20 años de Etnosur


Ya lo decía Gardel en aquel tango “sentir que es un soplo la vida, que 20 años es nada”. Ya cantaba María Teresa Vera aquel bolero a ese amor de “veinte años atrás”. Y así entre otros sones y ritmos también hemos llegado a los 20 años de Etnosur, los Encuentros Étnicos de la Sierra Sur que parió el amigo Pedro Melguizo y que cada año nos hacen más viejos, este julio al menos dos décadas, pero que paradójicamente nos rejuvenecen. 
Siempre lo he dicho, para mí Etnosur es el Festival de la convivencia y el color. Podría decirse por tanto que es el Festival de la C. Entre otras cosas porque siempre se hace con, con música, con arte, con talento, con luz, con aroma, con esfuerzo, con generosidad, con participación, con los de aquí y con los de allá y con compromiso.  
Ya sé que me repito. Ya sé que no es la primera vez que escribo sobre Etnosur. Y tampoco será la última. Porque en esas dos décadas que ahora festejamos son muchos los viajes de ida y vuelta realizados, como esos sones que cruzaron el Atlántico en una y otra dirección, y porque espero que en los años venideros se produzcan nuevos viajes. Navegando por el mar de olivos entre Jaén y Alcalá la Real, tomando como referencia ese faro que es el castillo de La Mota y siguiendo ese haz de luz que invita a visitar, a conocer, a disfrutar, a convivir… y siempre, a soñar.
Insisto en la que cultura es un puente que conduce a la convivencia. Está abierto al tránsito y cualquiera pueda cruzarlo. No establece fronteras, no requiere pasaportes o visados y por supuesto carece de guardas uniformados y barreras. Pero demanda curiosidad, mentes abiertas y ganas de aprender. 
Ese puente se ha extendido los últimos 20 años durante 3 días en esta tierra fronteriza que no entiende de fronteras. Hemos disfrutado, hemos aprendido y hemos vivido. Hemos etnosureado. Porque mientras en otros lares engrasan los goznes y anhelan pesados cerrojos que conviertan puertas y pasos en infranqueables, aquí permanecen abiertas las ventanas para que fluya el aire de la sierra, un aire de palabras, de imágenes, de olores y de música. 
Estamos para otros 20, pero nos conformaremos con ir de uno en uno. En 2017, el 21. Y a seguir soplando velas. 

jueves, 30 de junio de 2016

La voz de cera

Escucho la voz de cera derretirse y espero que el viento me traiga su flor blanca. No entierro semillas para que nada crezca y siempre revuelvo el cajón en busca de relojes que marcan el tiempo al revés, dibujando con sus manecillas la incertidumbre; el ángulo desde el que me debato entre darle cuerda o aplastarlo contra el suelo. 
Pinto con un trazo de fragilidad la línea indeleble que separa la cordura de eso que llaman locura. Marcando con la cabeza, a izquierda y a derecha, a derecha y a izquierda, el tic-tac de ese reloj que sigue marcando el tiempo al revés. 
Abro la garganta y brota la llama de una vela condenada a la oscuridad. Y siento como se extingue con el soplo del viento que aspira a apagar también la voz. 
Fluye la cera por esa garganta para modelar palabras, quejidos y suspiros, mientras esboza la sombra de la amenaza del silencio. 
No hay que saber leer las hojas del té, ni siquiera interpretar el vuelo de las aves para adivinar que la voz derretida nunca callará en lo más profundo, reservada solo a aquellos que logren traspasar la línea. Rotos. Sin esperanza. 
Hundidas las manos en la tierra, se sienten los gusanos deslizándose entre los dedos e imagino la sonrisa perpetua de la calavera de aquellos que nunca supieron reír. La última mueca es un guiño a la memoria. 
Y es la pérdida la que nos lleva al silencio, ahoga las voces y las encierra en la cabeza para convertirlas en un enigma. 
La cerilla al prender devuelve el brillo a la mirada por un instante y se agitan los demonios ante la perspectiva de ser derrotados en una batalla que no rehuyen y es eterna. 
Enmudecido, apenas exhalo por la boca entreabierta el humo que desprende la cera derritiendo la voz. El silencio es el vacío. La nada.

miércoles, 29 de junio de 2016

Ni Las Vegas

Si salimos a la calle y preguntamos a los vecinos, no sé cuántos de ellos acertarían con la cifra de centros comerciales y de ocio que se van a construir en distintos puntos de la ciudad.
Aquí pasamos del cero al infinito y del infinito a la nada en cuestión de meses. Qué digo meses. De la noche a la mañana. Si hiciéramos caso al entusiasmo de los gobernantes locales para anunciar nuevos proyectos y el desbloqueo de los viejos, no íbamos a disponer ni de tiempo ni de dinero para tamaño disfrute.
A los ya conocidos de Bogaris y Plaza se suma, otra vez, el de la empresa linarense Bowling con cines, bolera y tiendas en terrenos de los Maristas. Ni Las Vegas.
Millones de inversión, el caramelo de la creación de puestos de trabajo y un razonable plazo de ejecución de las obras. ¿Les suena? Pues, claro. Es la misma cantinela que llevamos oyendo tiempo con cualquier proyecto en esta ciudad, ya sea la construcción de una urbanización de lujo disfrazada de campo de golf o un centro comercial de película.
Luego los proyectos se realizarán o no. Pero ese es otro tema. Ya saben lo que ocurrió en Granada con el anterior alcalde y un proyecto de estas características, el “caso Serrallo”.
Aquí para no ser menos también tenemos un caso relacionado con el urbanismo que apesta, una permuta de terrenos autorizada en su día por el concejal Contreras que la Fiscalía ha llevado al juzgado .
El grupo municipal del PSOE se ha personado como acusación y ha pedido también la creación de una comisión de investigación en el ayuntamiento. Pero una comisión seria, no como la que se creó y que no pasó de la primera sesión de trámite por el nulo interés del alcalde del talante en afrontar responsabilidades con los comportamientos díscolos de sus concejales, ya sea el de Tráfico o el de Personal.
Lo de la permuta, insisto, apesta. Teniendo en cuenta además la trayectoria del concejal, que antes de edil fue gerente del PP en esos tiempos gloriosos de sobres y sobresueldos.
Claro que visto el resultado de las elecciones generales no creo que el PP esté muy preocupado, siguen pensando que los votos en las urnas eximen de la responsabilidad penal. Y si no, ahí está el ministro del Interior para lo que sea menester.
Lo dicho. Ni Las Vegas en sus mejores días.

 Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 29 de junio de 2016.



domingo, 19 de junio de 2016

Cosas del destino

Hace años un amiga comentó que mi convicción en el destino era la negación de Dios. Un Dios con mayúsculas, no un dios menor o cualquier dios. 
No lo dijo exactamente con esas palabras, más bien dijo algo así como que yo afirmaba que todo era obra del destino y por tanto, según ella, Dios era una mierda. Era un clase de Filosofía en el instituto. Y debíamos andar por los 17. 
Los años no han variado esa convicción sobre el destino. Sigo pensando que podemos modificar el camino o la forma de andarlo, pero el principio y el final no varían. 
En ese camino, se vacían y llenan las alforjas. Lo vivido aporta la experiencia y lo estudiado el conocimiento. Y la suma de ambos constituye el aprendizaje. Aunque en estos tiempos surgen teóricos o nuevos gurús que apuestan por desaprender como elemento imprescindible para alcanzar lo contrario. 
Conozco a pocas personas que bastante avanzado ese camino no se hayan planteado cómo hubiera sido su existencia de haber tomado otra decisión en un momento de su vida. 
Y lo curioso, lo que siempre me ha llamado la atención, es que la recreación de esa posible pero inexistente vida tiene que ver más con el envoltorio que con lo envuelto. Se presta más atención a cómo viviríamos que a la persona que seríamos. Es decir que prima la frustración sobre la introspección. 
He recordado esta anécdota al ver hoy en redes sociales una campaña a favor de que no desaparezca la Facultad de Filosofía y Letras. Y eso no es cosa del destino. Eso tiene que ver con el anhelo de aquellos que manejan los hilos de limitar la experiencia y reducir el conocimiento. Porque les va mejor con los inexpertos y los ignorantes. Y les da igual que vayan al frente del rebaño o entre los borregos. 
Creer que el destino está escrito o que un dios escribe con renglones torcidos es una cuestión de convicciones. Pero ser un borrego es una elección; en cualquier rebaño.

miércoles, 15 de junio de 2016

La papeleta de las vacaciones escolares

Una semana y los peques de la casa habrán terminado el cole. Los profes encantados y la mayoría de los padres temblando porque no saben qué hacer con ellos. 
Hay quien puede recurrir a la familia, hay quien puede pagar a alguien que los cuide o un centro lúdico donde los tengan entretenidos y hay quien puede elegir las vacaciones de forma que no falte en casa uno de los progenitores. 
Pero hay muchos padres y madres que se las ven y las desean para poder ocuparse de sus vástagos en verano. Hay familias monoparentales, hay quien no puede tirar ni de abuelos ni de billetera e incluso hay quien solo logra la opción de enviarlos a una escuela de verano o similar con horario de nueve a dos; fantástico para eso que llaman conciliación y que en realidad brilla por su ausencia. 
Hace unos años, siendo alcaldesa Carmen Peñalver, el Ayuntamiento de Jaén puso en marcha un proyecto de escuelas de verano que fue un éxito. Por un lado, resolvía la papeleta a no pocos padres y por otro, proporcionaba trabajo por unos meses a muchas personas que el resto del año estaban a verlas venir y que de esta forma aseguraban unos ingresos. 
Pero fue volver el PP a la Alcaldía y el proyecto se fue al garete. Se argumentó que las escuelas de verano no podían ser gratis. Y con el mal estilo de entonces se acusó a los padres de no querer pagar. Cuando la realidad es que nadie les preguntó y es obvio que se podían haber establecido tarifas proporcionales a la renta familiar y se podía haber asumido la gratuidad para aquellas personas con rentas bajas. 
Habrá quien con la lengua de la media verdad afirme hoy desde el ayuntamiento que las escuelas de verano siguen funcionando. A sabiendas de que solo mantienen el nombre, de que hay tan pocas plazas que cuando se abre el periodo de solicitud la web municipal se bloquea y se hacen colas desde la madrugada, como en aquellos tiempos de las cartillas de racionamiento de los que hablaban nuestros mayores. Se ve que algunos recrean sus nostalgias y condenan al resto a padecerlas. 
¿Tan difícil es buscar con tiempo y consenso una solución a una demanda de los ciudadanos que se repite cada año?¿No se pueden habilitar los colegios y otros centros públicos, como se hizo en su día, para garantizar la atención a los niños y la tranquilidad a sus padres?. 
Y ya de paso, como en otras ciudades, abrir los comedores escolares para ofrecer a los niños un almuerzo, con alimentos básicos para su desarrollo, que en muchos casos no les pueden dar en sus casas. 
Ahora que se acercan las elecciones es bueno recordar que para esto están también las instituciones y los gobernantes.

Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 15 de junio de 2016.

lunes, 6 de junio de 2016

La línea divisoria

Dónde está la delgada línea que separa el abismo de la tierra firme. Cuántos habrá que no hayan sentido nunca la necesidad de suspenderse en el aire, vencerse al impulso de saltar en pos de una libertad que no es en muchas ocasiones más que un minuto de calma. 
Qué envidia causa el equilibrista capaz de mantenerse sobre los acordes de la guitarra mientras suena un rock. El mismo equilibrista que flota sobre la espuma de una cerveza sin fin, ajeno al temor de que la copa sea como una bañera a la que basta con quitar el tapón para ser absorbido por el remolino. 
Es la imperfección del ser humano frente a la máquina, incapaz de hallar el interruptor de la pausa. El botón del respiro. 
No hay red para los que fracasan en la búsqueda de la luz. Y las sombras siempre acechan. Basta con estirar el brazo, alargar la mano, dejar caer la toalla y ya no hay cuenta atrás. Ya no hay que volver a besar la lona, ya poco importa levantarse o permanecer tumbado. No hay que apretar los dientes, ni siquiera para fingir una sonrisa o una mueca indescifrable. 
Simplemente no hay. Ya no hay. Y aún así, incluso en la oscuridad es tan fácil enredarse sin red. Perder el equilibrio y flotar. Sin lograr descifrar dónde demonios estaba la delgada línea que separaba el abismo de la tierra firme.

viernes, 3 de junio de 2016

Paracaidistas

Hubo un tiempo no muy lejano en el que en Jaén se criticaba al Partido Popular y al Partido Socialista porque era demasiado habitual que encabezará su lista un político ajeno a la provincia.
Eran los denominados cuneros o paracaidistas. A los que su partido garantizaba la obtención del escaño colocándolos de número uno o en puestos de salida sin importar que carecieran de vínculos con Jaén y que una vez elegidos su paso por esta tierra fuera testimonial.
Ahora son los partidos emergentes los que optan por traernos un cunero para encabezar su lista. Y lo hacen también evidenciando su desconocimiento de esta provincia y para satisfacer sus intereses.
Sin duda una de las aportaciones más destacadas de Podemos, y una de las que más molestaba a PP y PSOE, ha sido el término casta, que englobaba y definía un estatus político y una forma de actuar de espaldas a la calle.
Tengo la sensación de que Podemos, bajo los distintos nombres y confluencias con los que se presenta, acabará convirtiéndose en casta en su indiscutible objetivo de rebasar y sustituir al PSOE por la izquierda.
Ahora bien, no me parece que sea un acierto avanzar hacia ese objetivo con la elección/imposición de Diego Cañamero, dirigente del Sindicato Andaluz del Campo (SAT), repitiendo con matices la fórmula Bódalo, que en la práctica le ha aportado más ruido que nueces.
No dudo de que con este “dedazo” Podemos intenta atraer el voto rural, donde apenas tiene implantación electoral. Estrategia para la que también le sirve en la provincia el acuerdo con Izquierda Unida.
Pero Jaén no es solo Jódar. Y el aterrizaje de Cañamero responde más a estereotipos que a la situación actual del campo, cuya labor y reivindicaciones poco se parecen a aquellas del siglo XIX y principios del XX.
No veo a Cañamero, de igual modo que no veía a Bódalo, despertando pasiones en los núcleos urbanos, ni entre los jóvenes, ni entre los menos jóvenes, salvo los convencidos.
Podemos juega la carta de que para eso ya están los Iglesias y compañía y la televisión. Pero me temo que el resultado será que Jaén tendrá un diputado en el Congreso que mirará al campo y al cielo de donde cayó. Y lo que necesitamos aquí es representantes que pisen el suelo y miren al frente. Porque lo de atrás, ya nos lo sabemos.

 Artículo emitido en SER Úbeda, el 1 de junio de 2016.

miércoles, 1 de junio de 2016

La invasión de los veladores

Es una invasión en apariencia silenciosa. Estábamos tan pendientes de la amenaza amarilla, ya saben aquello de ‘cuando China despierte’, que apenas hemos opuesto resistencia a esta invasión real de la ciudad. 
No me malinterpreten, no tengo nada contra las terrazas, los denominados veladores de hostelería. Al contrario, me gustan. Son un agradable sitio de encuentro para tomar una rubia con espuma o un café, leer el periódico o conversar con amigos, familiares y conocidos. 
Pero, ¡ay, los peros! Visto lo visto, la normativa municipal que regula su instalación desde 2012 debe revisarse (con especial atención a sus artículos 11 y 12), porque las terrazas se han reproducido como setas, entre otras razones por la Ley antitabaco, y da la sensación de que se da prioridad a la recaudación en detrimento del uso del espacio público. 
Porque se trata de eso, de evitar que en cualquier esquina, en cualquier plaza o calle se instale una terraza invadiendo el espacio público, impidiendo la circulación de los peatones y convirtiendo la de camarero en una profesión más estresante que la de conductor de ambulancia. Y por supuesto, insuficientemente pagada, a juzgar por los equilibrios que deben hacer para llegar a buen puerto con la bandeja. 
Igual que los peatones, que por determinadas zonas de la ciudad deben ir en fila india y ojo avizor para no chocar con los camareros que atienden las terrazas. 
Según la ordenanza municipal un metro y medio de ancho es espacio suficiente para que convivan transeúntes y camareros. Pero la realidad es que unos y otros tienen que tener más reflejos que un piloto de Fórmula 1 para evitar la colisión. 
No se trata de ir con el metro en mano midiendo para ver quién cumple o incumple la normativa por unos centímetros más o menos. Es un tema, como tantos otros en esta ciudad, de sentido común. Si ya sé, el menos común de los sentidos, pero debía valer para revisar la ordenanza y contemplar otros aspectos, más allá del de hacer caja, antes de conceder la licencia. 
Hay espacios de la vía pública en los que es evidente que no puede ni debe instalarse un velador, ni nada que impida el paso a las personas. 
Y por si fuera poco, la normativa municipal en su artículo 29 permite también el almacenamiento de mesas y sillas en esa vía pública, cuando lo lógico es que se realizase en el interior de los establecimientos. 
Puede decirme alguien cuántos kioscos, cuántos veladores hay en los parques del Bulevar, el Seminario o la Alameda. 
Pues eso.
Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 1 de junio de 2016.

martes, 24 de mayo de 2016

El 'pequeño arlequín'

Lo bueno de tener amigos poetas es que te abren las puertas de sus libros y te invitan a entrar. Te dejan que recorras las páginas y que invadas sus poemas sin ni siquiera esperar un gesto de aprobación, pero sin duda satisfechos por la mirada cómplice que no necesita adornarse con palabras. 
Los poetas tienden puentes de estrofas y de versos para comunicar esas islas que somos todos, porque todos en alguna ocasión nos hemos sentido como la tierra solitaria y abandonada, incluso perdida, rodeada por el océano. 
Miguel Agudo, poeta, me ha regalado uno de esos puentes. Un ‘pequeño arlequín’ para el ‘disfrute’ que proviene de una isla que no existe, un islote de poesía llamado Siltolá. O tal vez sí exista, porque las islas no solo se encuentran en océanos y mares, también las hay en los mapas de la imaginación y como no, está la propia Siltolá que estos libros de poesía han convertido más que en isla en un archipiélago de letras, al que se llega por caminos de tierra y agua y a través de puentes siempre expuestos a desvanecerse y ser engullidos por el pensamiento. 
“CUANDO HERODES LA TIERRA” es el primer poemario publicado por Miguel Agudo, galardonado con un “Accésit del primer ‘Premio Fundación ECOEM de Poesía’, que descubrió la luz un 23 de abril de 2009, “con cubierta inspirada en la primera edición de las ‘Greguerías’ de Ramón Gómez de la Serna”. 
No es este ‘pequeño arlequín’ un puente nuevo y por tanto desconocido para mí, porque ya tuve la ocasión de recorrer el camino en “Amorexia”, otro poemario de Miguel, publicado también por La Isla de Siltolá, en su colección TIERRA, en 2014. 
Y además pude adentrarme en sus “Imágenes en cursiva” de su “Pliego de la Visión”, publicado en julio de 2015 por Grafi-Grau. Un puente de poesía visual que inevitablemente conduce a la sonrisa, que de alguna manera debe ser un preámbulo a la isla de la felicidad; esa tierra que solo se habita un instante pero cuyo recuerdo llevamos siempre con nosotros. 
Me detengo en el último poema de “CUANDO HERODES LA TIERRA”, ‘Qué heredaremos’, dedicado a la poeta polaca Wislawa Szymborska, y en su último verso “… todo menos la tierra”. 
Prosigamos pues tendiendo puentes.