lunes, 30 de abril de 2012

Clarividente

En tiempos de reivindicaciones hasta los bebés de juguete se rebelan. Y como un Pinocho moderno parece adquirir vida para protestar. Habrá alguien que lo considere un muñeco diabólico e incluso que le infunda miedo, pero lo que realmente causa pavor es su clarividencia. ¿Qué futuro estamos construyendo para aquellos que vienen detrás? ¿Qué legado vamos a ofrecer a nuestros hijos?
A los recortes económicos, que amparados en la crisis se utilizan sin pudor para desmantelar el denominado Estado del Bienestar, se une una involución de valores e ideas. Y en esa marcha atrás, con pasos de cangrejo, debilitamos la esperanza y amenazamos la capacidad de soñar; de modo que hasta navegar en un barquito de papel y construir una casa de cartón se convierten en quimeras.
Si les privamos de lo material y de lo inmaterial ¿Qué les queda? ¿Qué les dejamos? Conviene despertar y abrir bien los ojos, porque de no ser así puede que ya sea demasiado tarde cuando descubramos que el bebé del escaparate está más vivo que nosotros.

domingo, 29 de abril de 2012

La nueva criatura de Rakel

El jueves tocó presentación literaria en la ciudad que habito. Rakel Rodríguez mostró su nueva criatura, la última publicación de Ediciones RaRo, de la que es autora; un compendio de relatos bajo el título “Personajes que caminan por mis sueños”, ilustrado por Manuel Manzano y Thomas Donner.
El escenario elegido el Café del Consuelo y como maestro de ceremonia, el escritor Jesús Tíscar; que estuvo magnífico, dejando que el corazón se sume a la cabeza e incluso que la supere y que el humor con unas gotas ácidas, provocador de sonrisas o carcajadas, se aliara con ambos.
Hay quien piensa que la presentación de un libro debe rodearse de cierta solemnidad y además debe realizarse en un escenario acorde a tal solemnidad, con lo que hacer ésta en bares, tabernas o garitos de buen vivir y mejor beber sería casi un sacrilegio.
Desconocedores probablemente de que lo importante es el libro y de que es un verdadero placer saborear una presentación junto a una rubia con espuma o una copa de vino y poder compartir el alumbramiento de la obra con amigos y conocidos en un ambiente relajado.
No es la primera, ni la última vez, que asisto a la presentación de un libro en un bar. Y por supuesto, tampoco es la primera vez que esa presentación corresponde a una obra publicada por Ediciones RaRo, que es lo mismo que decir, publicada por Rakel; sea ella o no la autora de la obra presentada.
Ya he escrito con anterioridad sobre Rakel, de su amistad y por encima de todo, de su amor a los libros, como editora y como autora, y de esa labor casi romántica y mística de su aventura editorial, ya edite libros o revistas.
De su faceta como autora destacan sus libros de poesía, a los que se une en esporádicas ocasiones alguna incursión en el mundo del relato. Ésta ha sido una de esas ocasiones y ha parido una serie de relatos que despiertan la sonrisa, porque como ella dice cuando le asaltaba la mala leche, dejaba de escribir, porque prefería reservar esa mala leche para sus poesías. Así que la criatura, premeditadamente, busca alegrarnos en estos tiempos malsanos y hacernos caminar por el mundo de los sueños. Más bien adentrarnos en él, a través de esos personajes, algunos de los cuales pueden parecer exagerados y grotescos y que sin embargo, como reconoce su propia autora, son reales. Eso sí, pasados por el tamiz de su pluma y de su talento, para abandonar sus sueños y pasar a formar parte de los nuestros.
Se empeña en decir que no tiene hijos, pero yo he perdido la cuenta de su prole de tinta y papel. Y nadie podrá discutir que su maternidad nos sienta a todos muy bien.

Nota: el libro vale 10 euros y si alguien quiere adquirirlo puede solicitar su envío en: edicionesraro@yahoo.es.

domingo, 22 de abril de 2012

Acuarelas en verso

Descubro en un libro sobre Miguel Hernández (“La luz que no cesa. Miguel Hernández: su obra y su singular proceso de creación”, publicado por la UNIA y coordinado por el Colectivo Surcos de Poesía) las acuarelas de Ángeles de la Torre.
Una obra en la que predominan los colores azul y tierra. Pigmentos añil y terrosos que me llevan a ambas orillas del Mediterráneo, a la costa andaluza y al otro lado del Estrecho, y me traen recuerdos de enclaves en la costa tunecina.
Y sin embargo, el contenido de estas acuarelas, más allá de esa gama cromática, se adentra en el universo poético de Miguel Hernández y nos lleva, como los versos del poeta, tierra adentro.
Árboles, palomas, espigas de trigo, fósiles, cuerpos desnudos y también lunas, toros, casas y reptiles dibujan las palabras del poeta. Acuarelas que van más allá de la ilustración para convertirse en poemas visuales. La semilla de las letras floreciendo en imágenes.
No es fácil recrear el proceso creativo, el camino recorrido del verso al pincel. Un itinerario paralelo o divergente que nace y muere en el papel y que transforma la grafía por medio de la pintura en un mundo propio e íntimo de la acuarelista, pero inequívocamente ligado y complementario a ese otro mundo también propio e íntimo del malogrado poeta de Orihuela.
El añil es lágrimas, agua, cielo, y la tierra, origen y fin; como el papel en blanco, en el que las palabras son el lazarillo que nos abre la puerta y nos guía por ese mundo y las acuarelas, una forma de recrearlo. Y ambas, palabras y acuarelas, nos recuerdan el doble valor de algunos libros como continente y por lo que albergan sus páginas.

lunes, 16 de abril de 2012

El lector del futuro


Su soporte no será el papel. Son de otra generación, marcada por lo electrónico, por las nuevas tecnologías. Pero con 6 años me pide el periódico y eso me hace pensar que hay esperanza.
Desconocerá lo que es el olor y la mancha en los dedos de la tinta fresca de un periódico al salir de la rotativa. Tan sólo será un recuerdo de su padre que hará suyo por eso de haberlo escuchado seguramente en más de una ocasión de aquí a que sea mayor. Y le costará entender el proceso de elaboración de un periódico a costa de pasar horas y horas en una redacción, porque en su época ese proceso pasará en muy poco tiempo de la “mesa” del redactor a la pantalla de un dispositivo móvil. Una inmediatez en la distribución que no deberá acompañarse de la precipitación en la elaboración.
Ignoro si en ese momento quedará algún diario en papel, como elemento diferenciador del resto de periódicos o como última aventura para románticos y nostálgicos. Pero imagino que no, que se habrá impuesto la electrónica y los árboles habrán ganado una inesperada batalla.
Pero hoy, verlo con un diario de papel en las manos me lleva a pensar que hay futuro para el periodismo, porque mientras existan lectores, existirán periódicos y mientras haya periódicos, se necesitarán periodistas que garanticen la calidad de sus contenidos.

viernes, 13 de abril de 2012

Mentiras "intrascendentes"

Nos merecemos políticos que no nos mientan. Y sin embargo, seguimos votando a aquellos políticos que nos mienten. Aceptamos la mentira como parte del discurso político y como un elemento propio del ejercicio de la política. La conjugación perfecta entre el poder de la mentira y las mentiras del poder político.
Damos por buena aquella frase pronunciada por el profesor y ex alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván, de que “los programas electorales se hacen para no ser cumplidos”. Una aseveración muy criticada en su día y que incluso fue calificada por algunos de cínica, que los años han demostrado como un análisis certero de la realidad política española y que no hace más que constatar la capacidad de reflexión del viejo profesor y su visión de aquel presente y del posterior futuro. Y por supuesto, su ironía, que algunos confundieron y siguen confundiendo con el cinismo.
Y a tal extremo hemos llegado en esa aceptación que incluso admitimos programas electorales, no ya que no se vayan a cumplir, sino que ni siquiera existen como tales y luego, cuando se alcanza el gobierno se hace y deshace sin reparos y se justifica cualquier actuación con un manido “estaba en nuestro programa electoral”, confiados en que siempre habrá quien admita ver burros volando.
El catálogo de la mentira política es generoso en amplitud y variedad. Y como es evidente abarca tanto el ámbito doméstico como el mundial. Sin duda en este último y en la memoria colectiva se sitúan las palabras de Bush padre sobre la subida de impuestos: “Yo soy el que no subirá los impuestos. Mi oponente dice que los subirá como último recurso, o como tercer recurso. Pero cuando un político habla así, sabes que es un recurso que estudiará. Mi oponente no descartará subir los impuestos. Pero yo lo haré. Y el Congreso me empujará a subir los impuestos y yo diré que no. Y me empujará de nuevo, y todo lo que les puedo decir es “Lean mis labios: Impuestos nuevos no.” (“Read my lips: No new taxes”), pronunciadas en el Discurso de aceptación de la candidatura a la presidencia por el Partido Republicano el 18 de agosto de 1988. Mentira que se encargaría el mismo de descubrir siendo ya presidente de Estados Unidos.
El actual presidente de España, Mariano Rajoy, se ha mostrado como alumno aventajado de Bush padre y no ha dudado en emular sus pasos; afirmando que no subiría los impuestos, para una vez elegido presidente desvelar también su mentira y subirlos.
Pero si hubiera que destacar dos temas en la historia reciente sobre los que se ha mentido desde la esfera política sin importar las consecuencias y la voluntad ciudadana, dejando a un lado los lamentables casos protagonizados también (¡qué curioso!) por presidentes estadounidenses como son las mentiras de Nixon sobre el Watergate y las de Clinton en el ‘caso Lewinsky’, serían la guerra de Irak y los atentados del 11-M en Madrid.

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martes, 10 de abril de 2012

Atardeceres habaneros

Tuve una amiga que vivió una temporada en África, creo que era en Kenia, y afirmaba que no había atardeceres y amaneceres como los de allá, con la sabana al fondo.
Nunca discutiría a alguien un amanecer. Depende de los sueños con los que logras despertar, de quién amanezca junto a tí y de si esperas algo del día o te basta el momento. Pero un atardecer..., yo diría que no hay un atardecer como el de La Habana, con El Malecón a ras del suelo y el sol pintando agua y cielo de tonos anaranjados invitando a la noche para oscurecerlos a ambos.
El Sábado de Gloria (hay muchas formas y ocasiones de alcanzar la gloria) me ha devuelto esos atardeceres habaneros, con el Riviera recortando el cielo en una esquina del Malecón. Un almuerzo en casa de unos amigos se prolongó con una sobremesa de cine y un viaje desde el sofá a La Habana y Nueva York, por cortesía y talento de Fernando Trueba, Javier Mariscal y Bebo Valdés y su impagable Chico&Rita.
Para algunos no será más que una historia de amor entre dos personajes de dibujos animados (eso sí, cargada de sensualidad y emotividad). Pero es mucho más, una historia de amor a la música, a La Habana y Nueva York (azúcar y manteca, brother), a una época e incluso a una forma de hacer cine, que aúna maestría y honestidad.
Tal vez tanto amor exija demasiado corazón. O quizás el peso de los recuerdos exceda la carga que podamos soportar y convierta en real un atardecer que abandonó el papel para hallar refugio en la pantalla. Y aún así, seguiría convencido de que no hay un atardecer como el habanero y de que ese atardecer en La Habana, con el mar rompiendo en El Malecón y el sol pintando cielo y agua de tonos anaranjados, es una invitación a amanecer.

Imagen: Póster de la película (http://chicoandrita.com/wallpapers.html).

domingo, 1 de abril de 2012

El horizonte

El horizonte era una línea que dividía en desiguales partes el cielo y el suelo. Se contemplaba desde un punto lejano con los ojos abiertos o entreabiertos, para evitar el reflejo del sol o su luz directa de forma que no impidiera su contemplación y no tener que utilizar la mano a modo de visera.
Pero además el horizonte era el futuro. Algo que se contemplaba indistintamente con los ojos abiertos o cerrados. Una imagen que tenía que ver más con el mundo de los sueños que con la realidad, aunque en algunos casos ese sueño acabara convirtiéndose en el presente de los ensoñadores.
Aunque nunca faltó quien creyera en el destino y por tanto, en una existencia predestinada, siempre hubo muchos más que dejaron volar imaginación y deseo para soñar aquel tiempo venidero. Y como todo sueño, lo bueno era que cada día se podía vivir uno nuevo, de modo que el futuro estaba por escribir y en él podían imaginarse una y mil vidas o lo que es lo mismo, la posibilidad de desear cada día ser alguien distinto y alcanzar el éxito en tal consecución.
Como cualquier sueño el del futuro no podía ser arrebatado, porque aunque los años y el propio flujo de la vida nos deparara una realidad distinta a la soñada, nadie podía privarnos del momento en que el futuro era soñado.
Hasta hoy, en que los heraldos negros, los salvapatrias y demás especímenes indignos de mención han decidido borrar la línea del horizonte y privarnos de su contemplación con los ojos abiertos o cerrados. Cuando han lanzado una opa hostil desde oscuros y abstractos mercados a la capacidad de soñar y han optado por negarnos el pan y la sal que alimentan el espíritu, con la indisimulada esperanza de encadenar no sólo los cuerpos, sino también las mentes.Miramos sin ver el horizonte. Real o imaginario. Paralizados por el miedo, renunciamos a creer que tras el velo desplegado ante nosotros pueda permanecer ese horizonte tantas veces contemplado. E incluso negamos la posibilidad de que un soñador enarbole un pincel para dibujar una línea horizontal, que separe de nuevo cielo y suelo y nos permita ver, indistintamente, con los ojos abiertos o cerrados.

Imagen: Viñeta de El Roto, publicada el 31 de marzo de 2012 en El País.