En
tiempos de reivindicaciones hasta los bebés de juguete se rebelan. Y como un
Pinocho moderno parece adquirir vida para protestar. Habrá alguien que lo
considere un muñeco diabólico e incluso que le infunda miedo, pero lo que realmente
causa pavor es su clarividencia. ¿Qué futuro estamos construyendo para aquellos
que vienen detrás? ¿Qué legado vamos a ofrecer a nuestros hijos?
A
los recortes económicos, que amparados en la crisis se utilizan sin pudor para
desmantelar el denominado Estado del Bienestar, se une una involución de
valores e ideas. Y en esa marcha atrás, con pasos de cangrejo, debilitamos la
esperanza y amenazamos la capacidad de soñar; de modo que hasta navegar en un
barquito de papel y construir una casa de cartón se convierten en quimeras.
Si
les privamos de lo material y de lo inmaterial ¿Qué les queda? ¿Qué les
dejamos? Conviene despertar y abrir bien los ojos, porque de no ser así puede
que ya sea demasiado tarde cuando descubramos que el bebé del escaparate está
más vivo que nosotros.
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