viernes, 22 de diciembre de 2017

Contra el olvido

Miles de jiennenses salieron el domingo a la calle y no fue por el fútbol. Fue para reclamar a las administraciones que Jaén no permanezca en el olvido. ¿Muchas? ¿Pocas? ¿Suficientes? ¿Insuficientes? Depende del cristal con que se mire. 
Algunos dirán que teniendo en cuenta la población la cifra no es significativa. Otros dirán que lo importante no es el número, sino el hecho de que la gente se movilice y la ciudad despierte. Y habrá quién se cuestione la validez de esta movilización. 
Lo cierto es que la gente salió a la calle cargada de motivos, porque está cansada de que las inversiones vengan con cuentagotas, de que los proyectos se demoren sin justificación aparente, de los continuos enfrentamientos entre esas administraciones que acaba pagando el ciudadano y de que perdamos no ya el tren o el tranvía del futuro sino del presente. 
No es menos cierto que detrás de estas legítimas demandas hay un variopinto mosaico de asociaciones, colectivos sociales y ciudadanos y que aunque lo parezca, no todos reman en la misma dirección. 
Desde el principio está Plataforma “Jaén Merece +” me pareció un caramelo para abrir una vía paralela y utilizarse como el embrión de una candidatura independiente al Ayuntamiento en las próximas Elecciones Municipales o el trampolín para sumarse a alguna candidatura de uno de los partidos existentes. Esto como saben ya ha ocurrido. No digo, es obvio, que todos los que la integran defiendan intereses espurios. Conozco a muchas de las personas que forman parte de las asociaciones unidas a la Plataforma, algunas incluso son amigos, y llevan años partiéndose la cara por Jaén de forma desinteresada; sumando frustración y desengaños (ahí están la cantera de la Fuente de la Peña o la iglesia de Santo Domingo). 
Es cierto que la vida reúne a extraños compañeros de viaje y que el proceso me recuerda al inicio del movimiento del 15-M, cuando muchos se agregaron convencidos de que era contra el otro y al descubrir que iba contra todos, recularon y pasaron a demonizarlo. 
Por eso no es de extrañar que el alcalde Javier Márquez, como otros, quiera sumarse a un uso interesado de la Plataforma y de actos como la manifestación del domingo y se presente en la misma sin pudor, como si no fuera responsable, primero como concejal y ahora como alcalde, de muchos de los males de esta ciudad y de la falta de soluciones a los mismos. Ha asistido a “título personal” se proclama eufemísticamente, como si pudiera dejar en casa su condición de alcalde y como si no fuera una parte del problema o de la falta de respuesta por acción u omisión. 
No conviene abusar de la buena fe y de la credulidad de muchas de esas miles de personas que han salido a la calle, mirándose en el espejo de Granada, para evitar que nos cuelguen el cartel de “cerrado por derribo”. 
Me quedo con lo positivo, Jaén se despereza para dejar de ser territorio del olvido. Se reivindica un presente y un futuro. Y aviso a aventureros, Jaén no merece más cruces, ni nostálgicos cruzados.

Mi artículo para SER Jaén, "La Colmena", del 21 de diciembre de 2017.

viernes, 8 de diciembre de 2017

Por amor al arte

Supongo que ya lo saben, el próximo lunes 11 de diciembre abrirá sus puertas el Museo Íbero de Jaén. Un proyecto cuyo origen se remonta dos décadas, con unas obras que comenzaron en 2009, que acabarían en 2012, luego en 2015 y hasta hoy; más de 11.000 metros cuadrados para seis siglos de historia y una inversión cercana a los 30 millones de euros.
Tras años de demora y a pesar de ser considerado un museo único se abre sin estar acabado y se anuncia que será inaugurado por el Borbón, cuya presencia en Jaén no nos traerá más que unos minutos televisivos en las cadenas nacionales y algo de bochorno al contemplar a más de uno de nuestros políticos de andar por casa haciéndose hueco para aparecer en la foto. Auguro momento de codos y caderas. Y espero reconocimiento público y lugar de honor para la Asociación de Amigos de los Íberos, los verdaderos padres de la criatura. 
Ya he comentado en anteriores ocasiones que esto de las inauguraciones de la obra pública me parece anacrónico, anticuado e impropio de regímenes democráticos y que cuando lo que se inaugura se hace con tanto retraso sería mejor abrirlo al público sin más. 
Pero si se trata de inaugurar, mejor con un erudito en la materia de renombre internacional o puestos a pedir, con la mismísima Dama de Elche. Se podía haber pedido su cesión al Museo Arqueológico Nacional por un tiempo determinado para exponerla en Jaén en el nuevo Museo. Ese sí hubiera sido un buen reclamo y una buena excusa para viajar a Jaén. 
Aún así, espero que este Museo Íbero se convierta en ese referente que necesitan la ciudad y la provincia y que las dote de esa singularidad que no hemos sido capaces de alcanzar con nuestra riqueza patrimonial, tanto cultural como natural, o con nuestro aceite de oliva. El Museo lo merece porque es cierto que su contenido es excepcional y Jaén alguna vez se tendrá que levantar sobre piedras, cruces y cadenas, aunque luego vuelva a la siesta y al ronquido. 
Por cierto y hablando de arte, ahora que a nuestros gobernantes les aflora lo artístico y el Ayuntamiento con el alcalde a la cabeza restituye merecidamente al artista José Ríos después del maltrato a su obra, no estaría de más que ese repentino amor al arte se rubrique con la recuperación de las obras extraviadas del propio Ríos y de otras como “Inercias”, del desaparecido David Padilla. La estructura como muchos sabemos se arrumbó en un almacén municipal, pero las aguadas como sospechaba el propio David colgarán de alguna pared. Seguro que más de un concejal y ex concejal saben de lo que hablo.

Mi artículo para SER Jaén, "La Colmena", del 7 de diciembre de 2017.

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Los trenes perdidos

Los trenes pasan de largo por Jaén. Los que van sobre raíles, que muestran el aislamiento de la provincia y el olvido en el ámbito de las comunicaciones; y los otros, esos que vienen del Norte con las arcas llenas y que son sinónimo de inversiones y por tanto, de futuro. 
Estos últimos duelen más, porque abren la brecha con otros territorios cercanos y nos condenan a recibir las migajas o ni eso. Y siempre hay excusa, que no se había realizado la solicitud a tiempo, que no cumplimos los requisitos o que fulanito, con mando en plaza, ha dicho que aquí sí y allí no. 
El último episodio ha sido la Inversión Territorial Integrada (ITI). Unos millones de euros que, como anticipo de la Lotería de Navidad, anuncian Estado y Junta de Andalucía que caen en Linares y su comarca. Como si ese dinero fuera a cegar ese pozo sin fondo que ha supuesto Santana Motor para esa comarca y para el desarrollo del resto de la provincia. 
Ya conocen la cantinela, tanto PP como PSOE habían pedido los fondos para la provincia. Que si no vienen para el resto de la provincia y solo lo hacen para Linares, bien; pero que la culpa de que no vengan para todos es del otro. 
Dice el secretario de Estado de Economía y ex alcalde de Jaén, Fernández de Moya, a quien cualquier día nombrarán “persona non grata” por estos lares, que los fondos solo vienen a Linares y su comarca; que si Europa, que si así lo ha pedido la Junta…, y la delegada del Gobierno de la Junta, Ana Cobo, ni confirma, ni desmiente. 
Nos tratan como a niños o como a idiotas. O las dos cosas. Y nosotros respondemos como niños y como idiotas. Yendo a votar a uno cada cuatro años y echándole la culpa al otro. 
La realidad es que Jaén no tiene peso en los centros de toma de decisiones; ni en Madrid, ni en Sevilla. Exportamos figurones y figurantes y a cambio nos envían asientos de primera fila para ver pasar los trenes. 
Todo es una pose, un calculado rédito electoral que oscila diputado arriba o abajo pero que asegura el control de la provincia y lo fundamental, las riendas del partido correspondiente por participación directa o interpuesta. 
Así van pasando los años y Jaén se desangra. Los indicadores económicos nos siguen situando en los últimos puestos entre las provincias del resto de Andalucía y de España. 
Ocupamos el vagón de cola. Y para nuestra desgracia ni siquiera es el vagón de uno de esos trenes que vienen del Norte. Me temo que a nadie importa que ese vagón sea el de un tren que esté en marcha, que descarrile o siga parado en un andén perdido entre olivos sin estación de destino.
 
Mi artículo para SER Úbeda, del 4 de diciembre de 2017.

viernes, 24 de noviembre de 2017

Barreras

¿No se lo han planteado alguna vez? Por curiosidad, porqué la vida te cambia en un instante sin avisar y lo que hoy es inimaginable mañana puede ser nuestro día a día o simplemente por empatía.
A priori no parece complicado, basta con que alguien te preste una silla de ruedas, ponerse un antifaz o tapones en los oídos y hacer lo que hacemos de forma habitual, tomar un café, comprar, recoger un paquete en Correos, realizar una gestión en cualquier administración, coger el autobús, asistir a un acto cultural, cruzar una calle, llevar a tu hijo al colegio, pasear… 
Percibiríamos la ciudad desde una perspectiva diferente y sobre todo descubriríamos que también se incumple la Ley de Accesibilidad. Supongo que la mayoría de ustedes lo ignora, pero el próximo 4 de diciembre se cumple el plazo para la eliminación de barreras arquitectónicas, es decir, para garantizar que los edificios públicos sean accesibles a las personas con discapacidad, como recoge el Real Decreto Legislativo 1/2013, de 29 de noviembre. 
Según la Federación Provincial de Asociaciones de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de Jaén (Fejidif) todavía hay edificios como el de Correos o el del Archivo Provincial que a día de hoy son inaccesibles. El resto, como el de Hacienda, un emblema de edificio hostil a las personas con discapacidad, está en proceso de reformas o ya es accesible. 
Pero la norma no solo afecta al acceso universal a los edificios, también incluye a los entornos, para que nos entendamos nuestras calles y plazas. Y ahí, sí cualquier ciudadano está expuesto diariamente a convertirse en protagonista de una yincana por los desperfectos en el acerado, las terrazas y veladores invasores de la vía pública, los socavones en el suelo, el mobiliario urbano y los objetos abandonados en cualquier esquina, imagínense lo que puede ser para una persona con discapacidad; un éxito salir de su casa y regresar a ella ilesa. 
Ahora que por fin se anuncia la eliminación de los tornos de los autobuses urbanos podemos plantearnos qué instrumento de tortura suponen para una persona con discapacidad; y ríanse de la Edad Media. Pues bien, la accesibilidad a los autobuses siguen sin estar garantizada, salvo que pongas muelles a la silla de rueda, porque el esfuerzo que exige salvar la distancia entre la parada y el autobús podría estudiarse como disciplina deportiva en las Paralimpiadas. Y aún salvando la distancia puedes encontrarte con que el autobús no es accesible.
Las personas con coches y sillas de bebés o con carrito de la compra también podrán testimoniar lo inaccesible de una ciudad que por sus dimensiones podría ser un ejemplo de ciudad habitable. Y por supuesto, accesible. 
La anunciada peatonalización del centro, la esperada puesta en marcha del tranvía, cuyas paradas y vagones por cierto cumplen las normas de accesibilidad, y la reparación de calles y plazas son una oportunidad para cambiar la dinámica de esta ciudad dormida y tratar a todos los ciudadanos por igual. Las personas con discapacidad no son ciudadanos de segunda, se les exige el cumplimiento de las normas, el pago de impuestos y tasas…; ellos cumplen con sus deberes, que menos que las administraciones hagan lo propio y les garanticen sus derechos. 
Se llama igualdad y es tarea de todos.
 
Mi artículo para SER Jaén, "La Colmena", del 23 de noviembre de 2017.

sábado, 18 de noviembre de 2017

Filosofía y música

He vuelto al Aula “Federico García Lorca” de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada. Es curioso cómo algunos lugares y en particular, algunas estancias, hallan hueco de manera insospechada en nuestras vidas. 
Rebobinaba y llegaba a la conclusión de que salvo en una ocasión mis visitas a esta Facultad han tenido como escenario esta Aula en memoria y homenaje al poeta granadino. 
La pisé por última vez el pasado mes de junio para ser testigo de la defensa de su tesis sobre cine de mi amigo Miguel.
Un acto académico y festivo que por cosas de la vida se convirtió en un día que nunca olvidaremos, aunque el paso del tiempo y la recuperación de mi amigo nos permite contemplarlo con cierto sentido humorístico, incluso jocoso por esa perspectiva que otorga el paso del tiempo. 
Resumiendo, por eso de no entrar en detalles, mi amigo no tuvo otra ocurrencia, a todas luces involuntaria, que sufrir un derrame cerebral en plena defensa de su tesis. Como es un tipo duro, andaluz pero medio vikingo por constitución, no perdió la consciencia y de hecho, se empecinó en continuar defendiendo su tesis, de modo que todos los presentes creímos que era víctima de una lipotimia y por supuesto, no pensamos que fuera algo grave. 
Luego vino el susto y la consecuente alarma. Pero como bicho malo aguanta lo que le echen, ahí sigue dando guerra para que familia, amigos y allegados sigamos ganándonos el paraíso, aunque sea uno imaginario. 
Ahora lo recuerdo casi 6 meses más tarde en el mismo escenario, pero en un acto distinto, al que también acudí el año pasado en estas mismas fechas, la presentación del Máster en Patrimonio Musical de la Universidad de Granada, la Universidad de Oviedo y la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), que alcanza su octava edición. 
Me veo aquí el año pasado escuchado a Miguel Ríos impartir una conferencia sobre la industria musical en España y ahora escucho otra conferencia, en esta ocasión sobre la recuperación, conservación y difusión del patrimonio musical, de boca de Rosario Álvarez, presidenta honorífica de la Sociedad Española de Musicología. También está presente, un año más, el decano de la Facultad, José Antonio Pérez Tapias, al que constató que es un lujo prestar atención cuando habla. 
Filosofía y música. Dos disciplinas que ineludiblemente están o deben estar en nuestras vidas. Y deberían estarlo obligatoriamente en las aulas de escuelas, institutos, universidades y cualquier otra clase de centro docente. 
Pienso en la unión de letras y música bajo la mirada, diría que atenta y aprobatoria, del desaparecido poeta granadino y universal que da nombre al aula. 
¡Ay, Federico, hasta eso nos quieren arrebatar! Sí, claro, los mismos que te arrebataron a tí.

viernes, 10 de noviembre de 2017

El amable cortijo de los muertos

Cada primero de noviembre mantenemos la tradición de acudir a los cementerios de la ciudad a platicar con los ausentes y llevarles un presente, mayoritariamente floral.
Yo curso visita en San Eufrasio, ese ejemplo de cementerio decimonónico que fuera en palabras del cronista Rafael Ortega y Sagrista, “amable cortijo de los muertos”. Una amabilidad que se ha convertido hoy en antipatía al contemplar el camposanto y descubrir un escenario más apropiado para el rodaje de una película bélica o apocalíptica que para el descanso de los que se fueron. 
Cada año transcurrido el deterioro es mayor. Y al riesgo que suponen los posibles desprendimientos, las lápidas rotas, las vallas colocadas para acotar esos posibles derrumbes o los panteones ruinosos se une la imagen desoladora de un espacio que al margen de las creencias religiosas debería ser un lugar que invitara al sosiego, al paseo lento, al recuerdo; en cierta medida, ese jardín de la memoria donde parar el tiempo y por un momento, hacerlo retroceder. 
Pero no se hagan ilusiones, aquí solo importan unos muertos, aquellos que sirven y pueden ser utilizados para obtener réditos electorales; los que se colocan encima de la mesa y se cuentan para exhibir la macabra suma. Antes eran los de la ETA y ahora son los del terrorismo yihadista. 
De los que esperan en las cunetas, en pozos o minas abandonados y convenientemente cegados, mejor no hablar. ¿Los de San Eufrasio? Esos quedan para sus familiares y allegados; salvo los de la Fosa 702, que son patrimonio universal y vestigio de la barbarie. 
Pero hay otros muertos, muy vivos por cierto, que son los que condenan a esta ciudad a su condición mortecina, los que la sepultan y bailan sobre su tumba. 
No es un asunto de ideología es dejadez, abandono, irresponsabilidad. Y por supuesto, la culpa siempre es de otro, del Obispado, porque es el propietario del cortijo; de la Junta de Andalucía, porque declaró BIC (Bien de Interés Cultural) el cementerio; y ahora, a lo que se ve, también de la Diputación provincial de Jaén, a la que se acusa de no haber gastado un euro en este recinto, imagino que en la partida de “Rodando por Jaén” o similar. 
Lo cierto es que el Ayuntamiento solo asume lo que denomina “tareas de emergencia”, que en el anterior mandato del PP, cuando el alcalde era Fernández de Moya, supuso una inversión de 37.000 euros. 
Esas “tareas de emergencia” se resumen en el actual mandato, con Javier Márquez en la Alcaldía, en arreglo y limpieza de los patios interiores, es decir, desbroce de la maleza y relleno de grietas, poda de unas palmeras quemadas y cura de hierbas. A los que se añade la rehabilitación de un arco, tras cuatro años de condena al riesgo de desplome, y la reposición de tejas en los tejados. 
La realidad es que San Eufrasio se muere con sus muertos. Y hoy el cementerio es la imagen de la catástrofe, a medio camino entre el paisaje después de la batalla de Sarajevo, Dubrovnik o Raqqa. O si prefieren viajar en el tiempo, Jaén, uno de abril de 1937, nuestro particular Guernica.

Mi artículo para SER Jaén, "La Colmena", del 9 de noviembre de 2017.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Sin retorno

Llevo unos días dándole vueltas a la cabeza sobre si comprarme el último disco del maestro Lapido en vinilo o adquirir el cd. Soy consciente de que en realidad no hay debate, pero en la ciudad que habito comprar un disco es cada vez más difícil y al final tienes que recurrir a la compra online. De hecho he acudido en dos ocasiones a esos grandes almacenes del triángulo verde, reconocibles por todos, y ni siquiera estaba el disco. 
A mí con los discos me pasa como con los periódicos y los libros, me gusta sentirlos entre los dedos, acariciarlos, y recorrerlos con la mirada sin prisa, deteniéndome en cualquier detalle, incluso recreándome, y luego llevármelo puesto tras pasar por caja. 
No hay debate porque prefiero el vinilo. Porque sigue habiendo algo de ritual en su desembalaje, al arrancar el celofán transparente, al separar el cartón para agarrar suavemente el disco y extraerlo, al sujetarlo con las dos manos y contemplarlo de frente antes de desprenderlo de su última cobertura de papel. 
Hay algo de liturgia en levantar la tapa del giradiscos, en colocar el disco en el plato y esperar a que el brazo caiga con suavidad sobre él y la aguja recorra los surcos para que comience a sonar el primer tema de la cara A del Long Play. Y también hay algo de hechizo en ese baile continuo del disco sobre el plato mientras suena la música. 
En esas vueltas a la cabeza se me ha colado la creencia de que en estos tiempos se prestan menos libros y discos. Será cosa mía, pero ahora es menos habitual que vaya a echar mano a un libro o un disco, de esos que estoy seguro de poseer, y me encuentre con que no está; es decir, que no lo encuentre, y tras nuevas vueltas a la cabeza logre recordar que el libro o el disco ya no está, porque hace tiempo se lo presté a alguien, que, y eso si era demasiado frecuente, no te lo ha devuelto. No había retorno. Tengo un amigo que recuerda los libros prestados y no devueltos por el hueco en su estantería. A veces no sabe en un primer vistazo cuál es el libro sin retorno, pero el vacío es testigo de la ausencia. 
Quizás los compact disc se prestan menos a ser prestados porque es más fácil grabar una copia y regalar la copia. Ahora además con las descargas online hasta puedes prescindir del disco como objeto. Y el transporte pasa de ser algo físico a convertirse en virtual. 
A mí me sigue gustando más el disco como objeto, continente y contenido. Y no hablo ya de esos discos que llevan décadas con uno; no solo aquellos a los que el paso del tiempo ha convertido en deseo de coleccionistas, me refiero a cualquiera de los que andan por casa, inmóviles pero andan, y con los que te tropiezas de vez en cuando para hacerte viajar en el tiempo y recuperar recuerdos a través de la funda y la música: una fiesta, una chica, unos amigos, un momento, el tiempo que creíamos que nunca volvería y que ahora retorna como el espejismo que desaparece al aproximarnos.
Me siguen gustando los discos de vinilo negro y sus fundas de colores, aunque el disco que nunca olvido es aquel Single de vinilo multicolor que narraba el cuento de Blancanieves. Ese lo conservo y creo que nunca le daré la opción de que retorne.

viernes, 27 de octubre de 2017

De criaturas devaluadas, programadores sin talento y futuros inciertos

Terminó la feria. Me refiero naturalmente a la de San Lucas, la otra continúa y parece no tener fin. Día tras día nos montan voluntaria o inconscientemente en la montaña rusa o el tiovivo, visitamos la barraca de los monstruos y nos adentramos en el laberinto de los espejos, donde lo peor no es dar vueltas sin hallar la salida si no mirar los espejos y en lugar de encontrar nuestra imagen contemplar el reflejo real o deformado, lo mismo da, de estos feriantes apoltronados en las instituciones. 
Vivimos tiempos en los que la realidad supera la ficción, por lo tanto no es de extrañar que los sueños se diluyan y se impongan las pesadillas. 
Ha terminado San Lucas y es el momento en el que los responsables del engendro deben pararse a analizar y reflexionar sobre su criatura, cada vez más cutre y devaluada. 
El año pasado fueron once días y este año, nueve. Me siguen pareciendo demasiados, sobre todo porque en las dos últimas ediciones el calendario abría otras posibilidades con puente, dos días festivos y fin de semana de por medio. 
Sin embargo, se siguen imponiendo los dos fines de semana sin más justificación que la coartada recaudatoria del Ayuntamiento para ofertar unos altos precios a los caseteros que solo contribuyen a la disminución de casetas y a la ausencia de colectivos locales y provinciales que tradicionalmente participaban en la feria. 
El resultado es evidente, saturación del ferial en días concretos y caos circulatorio propiciado por el enjaulamiento del entorno, la escasez de accesos y un transporte público ineficaz, aunque esto último y por desgracia no es en la ciudad patrimonio de los días de feria. Los días restantes, un páramo. No hay bolsillo ni cuerpo que aguante una feria tan larga. 
Por cierto y por el bien de la ciudad, al responsable de programar el concierto de Bertín Osborne, hay que recordarle lo que decía aquel ministro de la patada en la puerta, los experimentos en casa y con gaseosa. No tengo dudas de que esa contratación tenía más que ver con los vientos que algunos hacen soplar últimamente y con el aluvión de banderas en los balcones que con una oferta cultural y de entretenimiento adecuada a los gustos y demanda de la mayoría de los ciudadanos, como ha demostrado la ‘exitosa’ venta de entradas que ha llevado a su cancelación. 
Imagino que no solo hay un responsable y que el asunto ha pasado por varias manos y cabezas que se empeñan en demostrarnos una y otra vez que no hay un proyecto de ciudad, tampoco en lo cultural; que casi siempre y no sé porqué, o sí, causa cierta aprensión entre nuestros gobernantes. 
Ahora que se vuelve a hablar de los anacrónicos y sempiternos tornos en los autobuses públicos, piensen que peor aun son los retornos.

Mi artículo para SER Jaén, "La Colmena", del 26 de octubre de 2017.

miércoles, 25 de octubre de 2017

El Día de la Biblioteca

No sé en muchos casos exactamente qué se festeja, pero ya hay día para casi todo y para casi todos. De hecho, cosa que ignoraba hasta hace unos meses, hasta hay un Día del Gato, ¡miau! 
Ayer le tocó el turno a las bibliotecas, era el Día de la Biblioteca. La idea surgió en 1997, a propuesta de la Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil, contó con el apoyo del Ministerio de Cultura y pretendía recordar la destrucción de la Biblioteca de Sarajevo, incendiada en 1992 durante el conflicto balcánico. Una destrucción de la que dejó constancia con una gran fotografía el no menos grande fotoperiodista Gervasio Sánchez. 
La desaparición de una biblioteca no solo supone la pérdida de un lugar donde conviven personas de distintas edades, variadas curiosidades y variopintas necesidades en torno a los libros, implica también y desgraciadamente la desaparición de numerosos volúmenes, algunos únicos y por tanto irrecuperables, que han alimentado fantasías y conocimiento. 
Inevitablemente asociamos la desaparición de los libros a su quema y muchos guardamos en la retina esas imágenes de grandes fuegos devoradores de libros que eran arrojados a las llamas por defensores de totalitarismos. 
Tampoco puede evitarse en lo concerniente a la quema de libros regresar a las páginas de El Quijote y a su autor Miguel de Cervantes y Saavedra que identificaba a los libros de caballería como el origen de la locura, bendita locura, del ingenioso hidalgo; y al más cercano en el tiempo Pepe Carvalho, esa criatura del desaparecido Manuel Vázquez Montalbán que utilizaba los libros leídos, a los que de esa manera negaba la opción de ser releídos, para encender la chimenea en su casa de Pedralbes. 
No voy a negar que algunos libros me parezcan merecedores de tal fin, pero yo prefiero alimentar el fuego con troncos de madera y acertar en la elección del libro para no desearle acabar en el infierno del que no debía haber salido nunca. Claro que eso no es responsabilidad del libro, siempre es cosa de su autor. 
Los libros son parte de nuestra memoria, individual y colectiva, por lo que de alguna manera las bibliotecas son depositarias de esa memoria. Algunas son espectaculares como nuestra Biblioteca Nacional o la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos y otras son más modestas, pero no por ello menos importantes y necesarias porque todas cumplen esa labor de preservar la memoria y conservar la magia que desprenden algunos libros. 
Festejemos pues esos días de todo y para casi todo, porque sin ir más lejos, gatos y bibliotecas, juntos o por separado, nunca serán una mala elección. Como muestra, permítanme esta recomendación de T. S. Eliot, “El libro de los gatos sensatos de la Vieja Zarigüeya”, publicado por Nørdicalibros; seguro que no desentona en cualquier biblioteca.

Foto: Biblioteca de Sarajevo, de Gervasio Sánchez. 

martes, 17 de octubre de 2017

El bando de las banderas

Tenemos un alcalde por accidente. Los ciudadanos ni le votamos ni le elegimos. En eso se parece al Rey de España. En eso y en haber desperdiciado la oportunidad que les brindaba la actualidad para desempeñar el papel de garantes de la convivencia. El Rey, probablemente porque no pudo o no le dejaron; el alcalde, probablemente porque no ha querido. 
Márquez ha optado por echar gasolina al fuego y ha emitido un bando propio de aquella España rancia que hoy reviven con indisimulado fervor algunos, incluso otros que durante años han esgrimido condición de demócratas y ahora se despojan de la máscara. 
Anima el alcalde a los jiennenses “a que engalanen sus balcones y ventanas con la bandera de España, como símbolo de la unidad que a todos nos representa, y que señala como nación soberana, democrática, plural e indivisible” (leer entonando con el estilo del NO-DO); a sabiendas de que por desgracia hoy la bandera no es símbolo de unidad, más bien lo contrario, porque los radicales se apoderaron de ella renunciando a esa unidad y prostituyéndola para convertirla en seña de identidad de ese pasado de ‘una, grande y libre’. Los demócratas no hemos sido capaces de revertir ese uso y el huevo de la serpiente sigue anidando en lo más profundo de una parte de esta sociedad, como de sobra saben el alcalde y sus acólitos. 
Afirma el ubetense Antonio Muñoz Molina que hay que “defender la cordura” y eso no se logra “esgrimiendo banderas en apariencia hostiles entre sí pero idénticas en su utilidad como armas arrojadizas”. 
Eso debería ser evidente hasta para el alcalde. ¿Qué le gustan las banderas?, pues coja la de la esperanza, la de la convivencia, la de un proyecto de ciudad..., la del futuro. Pero no, elige otra y esa no es una elección casual ni inocente, opta por ella de manera intencionada para ponerla una vez más al servicio de unos intereses determinados, que curiosamente siempre se inclinan hacia el mismo lado. 
Añade Muñoz Molina que “estamos a merced de la estupidez, del fanatismo, de la ceguera, del desbordamiento del odio, de las consecuencias imprevisibles y casi siempre desastrosas de la frivolidad”. 
Quería banderas en las calles. Ahí las tiene, señor alcalde; vaya a la plaza de las Palmeras y las verá portadas por neonazis. Los animadores de la Fiesta Nacional. Profetas de la unidad y apóstoles de la paz.

Mi artículo para SER Jaén, "La Colmena", del 12 de octubre de 2017.

lunes, 16 de octubre de 2017

Aquel tiempo

Aún se oye la voz en la calle, alejándose para perderse al doblar la esquina y ofertando sonrisas de esas que alegran el día; de esas que llenan la cara y se brindan al paseante con el que se cruzan los pasos. 
También anuncia un resto de sueños que ni se rompen ni se cumplen, pero se sueñan; una mirada limpia, a medio camino entre el suelo y las estrellas, y una retahíla de palabras que necesitan ser pronunciadas y escuchadas para tener utilidad. 
Como un buhonero anda y desanda las calles pregonando su mercancía. Sin fe pero sin perder la esperanza. 
Mira con la curiosidad de un niño y el conocimiento que dan los años, también con el desencanto que le trajo ese mismo tiempo. Ya no le sorprenden ni le asustan las puertas al cerrarse, ni las cortinas ocultando las siluetas en las ventanas. 
Tampoco le intimidan los pasos acelerados a su espalda, ni los rostros hoscos que contempla al avanzar. 
De vez en cuando mete una mano en su bolsillo y acaricia las tapas gastadas de un libro que guarda una historia cuyo recuerdo se desliza entre sus dedos como la arena en un reloj. Es de aquel mismo tiempo que ya pasó. 
No tiene prisa y el rumbo de sus pasos carece de importancia porque ya nadie le espera. Sin embargo, siempre encuentra la ocasión para detenerse en ese lugar desde donde se escuchan las palabras musicalizadas de aquel poeta que tornó en cantante para volver a ser poeta. 
Quizás…, pero ya no importa. Suena tan lejano y tan vacío ahora un quizás. Como hilo extraviado imposible de recuperar y por tanto, incapaz de enhebrar la aguja; ni siquiera la de la memoria. Aquella a la que a pesar de todo nunca ha renunciado, por no habitar la tierra del olvido, por no admitir la derrota o simplemente porque era la única opción para sobrevivir. 
Los rostros, los nombres, las direcciones y las fechas están ahí. Al menos una gran parte de ellos, pero eso ya también carece de importancia. Pertenecen a aquel mismo tiempo. 
Sin apenas darse cuenta, gastando las suelas de los zapatos, desemboca en una de las calles principales. Al pasar junto a un establecimiento se ve reflejado en el escaparate. Y ahí no hay engaño posible, porque se reconoce en este tiempo. 
Lo que daría por poder adquirir su propia mercancía.

jueves, 12 de octubre de 2017

La independencia

Los catalanes no nos odian. Ni nosotros odiamos a los catalanes. Lo que ocurre es que entre medias están los gobernantes, los malos gobernantes, y los cafres, que son pocos en relación al resto pero hacen mucho ruido.
Y ahí siempre hay sitio para los oportunistas. Pero no se asusten, eso se cura leyendo, viajando y utilizando la cabeza para pensar en lugar de para embestir. Y por supuesto, anteponiendo lo que nos une a lo que nos separa. 
Decía el humorista Gila que “el patriotismo es un invento de las clases poderosas” (“para que las clases económicamente inferiores defiendan los intereses de los poderosos para mantener su riqueza y, al mismo tiempo, convencer a la gente normal para que defienda los privilegios de los poderosos”) y el cineasta Oliver Stone que "nacionalismo y patriotismo son dos de las fuerzas más maléficas que hemos conocido en este siglo" (“causando más muertes y guerras y destruyendo al espíritu y muchas vidas humanas de manera más masiva que cualquier otra cosa”). 
A nosotros se nos han juntado el hambre con las ganas de comer, el nacionalismo centrífugo y el centrípeto y los patriotas de boquilla y pecho lata. Y algunos asistimos perplejos a esta guerra de banderas y de falta de valores. El relato, simplificando, ya lo conocen, se incumple la ley para montar un referéndum y la respuesta es el envío innecesario de las fuerzas de seguridad del Estado para ponerlas a los pies de los caballos. Los golpes reales y metafóricos sustituyen a las palabras y el resultado es la fractura social y el resurgir de un fascismo larvado. 
No espero que Rajoy, Puigdemont y Junqueras viren el rumbo o dimitan. En realidad no les importan España ni Cataluña, la situación que han creado les viene bien para sus intereses electorales y que no se hable de su pésima gestión y de la corrupción en sus partidos. 
Lo que cuesta entender es la falta de reflejos de partidos como el PSOE y en particular, su comportamiento en el Parlamento andaluz, votando junto al PP y Ciudadanos una moción de respaldo a Rajoy que los socialistas habían rechazado en el Congreso de los Diputados. 
Desde que fracasó en las primarias de su partido, Susana Díaz es un cadáver político de Despeñaperros para arriba. Ni está, ni la esperan, ni ya se habla de ella. 
La independencia es algo absurdo cuando se apuesta por Europa y su reconstrucción tras la crisis provocada por el “brexit” y desde la convicción de que España y Cataluña tienen encaje en un Estado federal. 
Pero en otro ámbito y desde una perspectiva provincial es defendible; alguien debería plantearse en el PSOE de Jaén la vuelta a los orígenes frente a Díaz e independizarse para no ser arrastrado en la caída. 
Recuerdan aquello de Borrell de matar al padre…

Artículo emitido en SER Úbeda, el 11 de septiembre de 2017.

jueves, 5 de octubre de 2017

Casa Leto

Hay garitos que de una forma u otra haces tuyos. Simplemente porque estás a gusto en ellos. Porque son como un oasis en medio de la urbe. Lugares en los que nunca te sientes extraño, en los que te fundes con los parroquianos como uno más para formar parte de un paisaje cotidiano. Y a los que vuelves, porque actúan como un ancla que te fijan momentáneamente a ellos.
No recuerdo bien la primera vez que entré a Casa Leto, tampoco si era verano o invierno. No he olvidado que entré a tomar un vermut y que repetí; y desde aquel día se convirtió en uno de esos lugares. 
Y vuelvo. Siempre que voy a Barcelona, vuelvo. Y aunque hayan transcurrido meses desde mi última visita, experimento ese “decíamos ayer”, de Fray Luis León, la relatividad del tiempo, su vaguedad. 
Franqueo la puerta, busco con la mirada un barril libre y un taburete para encaramarme a él, dejo el periódico, los móviles y las gafas y me acerco a la barra a pedirle a David o a su chica un vermut. De hecho a ella no necesito ya pedírselo, nada más verme entrar ya me pregunta risueña, ¿un vermut? 
Y ahí, en Casa Leto, el vermut se convirtió este verano en mi particular océano, atrapado en los muros de cristal del vaso, con su iceberg y una aceituna demandando ser rescatada. Un divertimento que me tuvo entretenido un par de semanas a la par que bebía vermut y que sin saberlo también causaba diversión a un buen puñado de amigos que seguían el relato de mis expediciones de salvamento por Facebook. 
Es cierto que en Casa Leto suena más la rumba que el rock, pero ‘nadie es perfecto’, como le decía Osgood Fielding III (Joe E. Brown) a Jack Lemmon en “Con faldas y a lo loco”. Y tanto, el que se iba con Marilyn Monroe era Tony Curtis. Y además, si por ejemplo en Casa Leto sonaran los 091, tendría que quedarme allí y estaría salvando aceitunas del mar de vermut como si fuera un héroe; dipsómano, of course. 
Ignoro cuánto tiempo tardaré en volver, pero sé que eso no es importante. Porque al franquear la puerta sabré que me espera un vermut, caras conocidas, la rumba y uno de esos garitos que he hecho mío sin importarme en que ciudad se halle. Estaré de nuevo en Horta en Casa Leto, un imprescindible.

lunes, 2 de octubre de 2017

Bárbaros del Sur

Somos un pueblo sanguinario. Los bárbaros del Sur. Seguimos embistiendo, Don Antonio; no hemos aprendido nada. 
Queremos la sangre del otro. Disfrutamos con su apaleamiento. Y lo justificamos. La semilla del odio continúa germinando y no falta quien desde la consciencia o la inconsciencia la riegue. 
Incubamos aún el huevo de la serpiente, larvado en falsos demócratas que no pierden ocasión de mostrarnos aquello tan terrible que un día fuimos y por lo que sienten nostalgia. 
“...vieja y tahúr, zaragatera y triste; esa España inferior que ora y embiste”. 
El odio anida en los corazones no solo de aquellos que fueron, también de sus herederos. Los oligarcas se frotan las manos y mueven los hilos porque nunca faltarán voluntarios descerebrados para el papel de marionetas. 
No solo hemos fracasado en la extirpación de ese mal, además no hemos sido capaces de vacunar a las nuevas generaciones contra ese virus perverso. 
El nacionalismo centrífugo y centrípeto genera y aviva el odio entre los territorios y sus habitantes agitando banderas y reclamando fronteras en nombre de una entelequia denominada país. 
La sinrazón, Don Miguel. Siguen sin convencer y ya ni siquiera vencen. El acento se hurta a lo que une para acentuar la desunión. 
Siento tristeza y una profunda repugnancia. Y deseo que lo que pueda haber en mi interior de ese germen no aflore nunca, que haya sido expulsado o se haya disuelto sin salpicar a nadie. Espero que los libros y la vida me den la pausa, el conocimiento y la tolerancia que alimentan la reflexión. 
Es tarde. Aunque quiera pensar que no lo es. Se impone el debate hueco. Y entre la ley y el derecho se alzan los golpes frente a las palabras. 
Retrocedemos en el tiempo. De nuevo todo es gris. Las mentes se escarchan. 


Viñeta de El Roto, publicada en "El País, el lunes 2 de octubre de 2017.

jueves, 28 de septiembre de 2017

Un deseo llamado tranvía

He procurado hablar y escribir poco, muy poco, del tranvía de Jaén. Entre otras cosas me pasa como ahora con el tema de Cataluña, observo que casi todo el mundo opina y la mayoría lo hace desde el desconocimiento y no sé muy bien con qué intención. 
Algunos añaden a ese desconocimiento su identificación con una determinada ideología o con el planteamiento sobre el tema de un partido político en concreto. El resultado es el mismo, restar en lugar de sumar. 
Ahora con la puesta en marcha del metro de Granada el tranvía de Jaén vuelve a ser un tema recurrente. No voy a contarles lo que se dice en la calle, porque supongo que para muchos de ustedes no es desconocido e incluso alguno de ustedes habrá protagonizado alguna conversación sobre el particular. 
Pero sí me ha llamado la atención algo y es la creencia por parte de algunos jiennenses, ignoro si muchos o pocos, de que tendremos el tranvía funcionando para 2018 y que va a ser utilizado (de nuevo, digo yo) como baza para obtener votos en las próximas elecciones municipales. 
¿Y por qué partido?, me pregunto. No me sorprende el descaro de nuestros gobernantes y su facilidad para colgarse medallas, en especial por logros en los que no han tenido nada que ver, o para responsabilizar a otros de lo no logrado, incluso de sus propios incumplimientos. 
¿Qué nos van a contar a estas alturas del tranvía? A mí salvo su puesta en marcha, poco o nada me interesa ya. No voy a volver sobre obviedades como lo deficitario del transporte público, ya sea autobús o tranvía; sobre el monto de la inversión; sobre la falta de consenso para tomar decisiones en la ciudad y la apuesta por la imposición frente al diálogo, ya sea en el propio grupo municipal de gobierno o con el resto de grupos de la oposición; tampoco voy a hablar de la empresa Castillo y ese trato “amigo” que le da el Ayuntamiento desde hace décadas. 
El pasado está ahí. Conviene no perderlo de vista, sobre todo para construir el relato de lo acontecido. Pero interesa más el presente y particularmente, mirar al futuro. No es que tenga yo en gran consideración a los políticos municipales de Granada o Sevilla frente a los de Jaén, pero es evidente que en esta ciudades durante los últimos años y con distintos partidos gobernando se presentan proyectos, se aprueban y se realizan. Probablemente porque tienen un modelo de ciudad, mientras que en Jaén la moneda de cambio es el bloqueo y el retraso de los proyectos. 
Muchos ciudadanos tienen un deseo llamado tranvía; un anhelo de mejores infraestructuras, de futuro. Y otros tienen un presente que siempre es letargo. 
La solución no es que el aeropuerto de Granada sea el de Jaén y que los jiennenses que quieran montar en tranvía lo hagan en el metro en superficie granadino. 
Aquí no ha descarrilado un tranvía, se han estrellado una forma de hacer política y unos políticos que con su irresponsabilidad y nuestro voto no solo arrebatan el presente a la ciudad, también hipotecan su futuro.

Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 28 de septiembre de 2017.

martes, 26 de septiembre de 2017

Los días felices

Todavía sueña con los días felices. Recuerda la aguja recorriendo el vinilo y el sonido cercano de la voz del lejano Lou. Recuerda cuando al abrir la ventana los sueños volaban pero no llegaban a escapar. Y cuando no importaba el cuándo, el cómo o el porqué y el dónde era lo de menos. 
El sueño se tiñe de nostalgia. Y los recuerdos están tan manoseados y borrosos que no son más que la trampa en la que caer y volver a caer. 
Cree estar viendo aquel hilo de humo ascender acompañando la música de Bob, en aquella época que era Bob y no nos podía defraudar. Siente deslizarse en la garganta aquellos tragos largos como un preámbulo de los que vendrían después. Y contempla la habitación poblada con aquellos rostros que hoy no son más que vagos esbozos de quienes un día fueron y ahora no son. 
Suena la tercera de la cara B. Como le gustaba oír a Joe y su banda. Todavía los escucha, incluso ahora cuando Joe hace tiempo que se marchó. 
En su sueño hay chicas de porcelana y cintura de serpiente que ríen tras la última calada a un cigarro. Alguien abre el último número de Star. Las piernas dibujan un círculo en el suelo. Y fuera, en la terraza, se oyen las voces de la que será una última discusión que siempre acaba igual. 
De pronto suena el teléfono. Y es como si se parara el tiempo. Nunca podrá olvidar su cara. La música enmudece. Y ahora el único hilo que asciende en el aire es su voz. 
No podía ser, pero fue. El coche dio dos vueltas antes del impacto. No hubo supervivientes. 
Hoy solo quiere sentir uno de aquellos tragos deslizarse por la garganta, fumar un cigarro y volver a aquella habitación donde suena la música. 
Sueña con días felices. Con la convicción de que existieron alguna vez.

lunes, 18 de septiembre de 2017

Las líneas de la mano

Dicen que al doblar la esquina hay una sonrisa perdida de esas que te rompen el corazón. Que hay quien cree todavía que el amor se regala y no es objeto de venta. Y quien afirma que para viajar al cielo no es necesario pagar billete. 
Cuentan que algunos pierden sus propios pasos en el laberinto, presos de la inconsciencia de no aceptar que ya andaban perdidos tiempo atrás. 
Dicen y cuentan tantas cosas que se tiende a no discernir lo real de lo ficticio o lo ficticio de lo real. Así se alimentan creencias y leyendas. Y se abona el engaño en una partida de naipes marcados en la que sin embargo el trío siempre será más que la pareja o la doble pareja. En la que las cartas marcadas, el gesto impasible y el control de las pulsaciones forman parte de un artificio que no garantiza el triunfo. 
La dama de corazones solo gana al rey en las páginas de Alicia en el País de las Maravillas. Una jota está condenada a valer menos que nada y ni siquiera el as de trébol puede voltear el azar. 
Eso no impide que el territorio del crédulo se extienda y que donde se pierde la vista vea el principio cuando probablemente no sea más que el fin. 
La línea del horizonte no puede confundirse con las de la mano. Una es presente y las otras nunca dibujarán el futuro. Aunque es cierto que para atraparlas basta con cerrar los ojos y apretar el puño, a sabiendas de que al abrirlo no puedes dejarlas escapar. Ningunas son un camino de huida, ni siquiera de esperanza. Pero hay quien es capaz de practicar el funambulismo sobre ellas y no solo para mantenerse erguido sino para avanzar, consciente de que al final de la línea puede esperar un abismo.
Y vuelta a empezar. El abismo tiene forma de puerta que al franquearse te conduce al laberinto. Aquel en el que perdiste los pasos propios. 
Levantas la vista para buscar la línea del horizonte y solo logras ver las líneas de la mano. Otro camino para perderse. Otra esquina a doblar. Lo ficticio o lo real. Un futuro incierto.

jueves, 14 de septiembre de 2017

Entre el Déjà Vu y el espejismo

Cantaba Joaquín Sabina con Chavela Vargas que “el fin del mundo te pille bailando”. No es el fin del mundo, tan solo el fin del verano. Y no, ni uno ni otro nos pillan bailando en Jaén. Pasamos en unos días de ser una ciudad muerta a continuar siendo esa ciudad dormida, cómoda en su letargo. 
Pero ya saben, el verano es tiempo de descanso, incluso para algunos de reflexión, y hasta nuestros gobernantes vuelven con las pilas cargadas. Retornan como si hubieran encontrado una fórmula mágica capaz de sacar a la ciudad de su sempiterna modorra y como si hubieran bebido de la fuente que les dotara del conocimiento para gestionar. 
Es un espejismo. Se produce cada año en los primeros días de septiembre. Regresan como si quisieran solucionar los problemas de esta ciudad, hasta los creados por ellos; como si supieran solucionarlos. 
Anuncian a bombo y platillo el desbloqueo del Museo Íbero, el inicio de las obras en la calle Cataluña, los avances de uno de los futuribles centros comerciales y hasta que la Junta suavizará la norma para que la música vuelva a sonar en el interior de los garitos de Jaén. Vamos, que si se descuidan nos dan fecha para la puesta en marcha del tranvía y la apertura de la iglesia de Santo Domingo. ¿Por qué ahora sí, antes no y mañana puede? 
Ante tanto ruido y con tantos altavoces corremos el riesgo de dejarnos atrapar por el espejismo y abrazar la fe de los crédulos. Lo malo es que cuando se disipe el espejismo comprobaremos que seguimos en el mismo páramo. Nos golpearemos con la realidad, pero no se preocupen ni se hagan ilusiones; se les pasará pronto. A ellos y a nosotros. 
Y volveremos a la anormalidad, que es nuestra normalidad: los proyectos paralizados, las riñas de gatos, la ineficacia como testigo, la semilla de la desesperanza y la desafección, el desprecio a la cultura, el triunfo de la idiotez y el ascenso de los vivos. 
Entre lo merecido y lo desmerecido hay más de espejismos, cantos de sirena o cuentos chinos que de un futuro tangible para la ciudad. ¿Hasta cuándo podemos aguantar así? Lo ignoro, dicen que la capacidad de sufrimiento de algunas especies no es cuantificable. 
Pero alégrense, hoy comienza el Alligator Rockin' Festival. Cuatro días de rock en la ciudad del lagarto. Y aunque hay quien cree que esta música tiene algo de infernal y aunque admitamos que el diablo puede enredarse en las cuerdas de una guitarra, el rock es de lo poco en lo que todavía hoy se puede creer. 
Live rock.

Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 14 de septiembre de 2017.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

El contralibro

Leo que una reconocible periodista ha publicado su quinta novela. Y me quedo un poco perplejo. Ignoraba que escribía y como es evidente no he leído una sola de sus criaturas. Ignoro cuál es el criterio para publicar a algunos autores en este país, pero imagino que el apellido ayuda; cuando además quien lo portaba primero es también reconocible y durante años ha escrito al servicio y supongo que en cierta medida al dictado de algunas empresas de este país, incluidos esos grandes almacenes de conocimiento general. 
No voy a retomar esa manoseada relación del periodismo y la literatura, más que nada para no ofender a tipos como Mark Twain o Ernest Hemingway o a algunos más cercanos como Manuel Vázquez Montalbán o Javier Valenzuela, pero es constatable el elevado número de periodistas que en los últimos tiempos publican, y de forma reincidente, con escaso, digamos, acierto. 
Al hilo de ello pensaba que igual lo lógico sería escribir el contralibro; habría que definirlo previamente, claro. Pero no, la clave sigue siendo la misma, una buena elección tanto del autor como de la obra. Da igual que se editen o reediten muchos o pocos libros, estos o aquellos autores, lo importante es saber lo que uno quiere leer y hasta donde está dispuesto a arriesgarse. 
Probablemente resulta poco creíble y algo presuntuoso que escriba esto alguien que se caracteriza por lo que podríamos denominar un “anarquismo lector”. Ese mismo que me lleva a entretenerme leyendo-jugando con los poemas de Eduardo Scala a la vez que leo, no sin alguna pesadumbre, la historia de la familia Oesterheld, tras haber devorado la “Colección particular”, de Juan Marsé, editada por Lumen. 
En cualquier caso, se puede discutir la credibilidad, pero no la falta de criterio, aunque éste sea cuestionable y no compartido. Y admitiendo que esa elección, errónea o certera, me priva de leer algunas obras que sin duda merecen la pena. 
Puestos a cavilar, pensaba también que cuesta más escribir sobre la derrota que sobra la victoria. Y recordaba aquello escuchado a muchos actores que es más difícil hacer reír que hacer llorar. Y entre la cavilación y el recuerdo llego a la conclusión de que la mayoría de los autores escriben mejor desde el dolor, sin entrar en consideraciones sobre la cuantificación del mismo y asumiendo que ello no implica como resultado una escritura trágica o un relato dramático. 
Puede que no sea más que un estereotipo, que me deje llevar por esas vidas truncadas demasiado pronto y llenas de excesos, como las del poeta Rimbaud, la del pintor Modigliani o la de alguna estrella del rock, género en el que la lista es extensa. Ya conocen aquella fórmula maldita de vivir rápido y morir prematuramente. 
En fin, que lean lo que quieran, pero por lo menos algo que alimente.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Caleidoscopio

Quizás no lo percibimos de forma consciente pero el hecho de deslizar los pasos por el suelo en ocasiones implica algo más que pisar, con paso decidido o no. Hay vestigios en el enlosado que pertenecen a tiempos pretéritos, tiempos de la infancia en los que el suelo era un tablero de juego de formas geométricas y ensoñaciones infinitas. 
Ese mismo suelo que ahora evoca a Escher. Ese mismo suelo que nos recuerda el caleidoscopio que nos fascinaba mientras engañaba a nuestros ojos. 
Aquel cilindro que agitábamos para destruir una imagen y construir otra geometría fascinante y hasta cierto punto incomprensible. Es posible que aquella fuera nuestra primera deconstrucción, gestada desde la ignorancia más absoluta en términos conceptuales y artísticos. Era pura fascinación, aquella que aletarga y estimula los sentidos primarios y escondidos de los infantes inquietos y expectantes.
Ahora querrán convencerme de que nada es fortuito. Me hablarán de tendencias, modas y estilos. De diseños concienzudos y característicos de una época perdida, prendida en el recuerdo de quienes apenas conservan ya recuerdos. Y algún osado respirará hondo y sentenciará que el pasado siempre vuelve porque nunca se acaba de marchar y exclamará con el suficiente volumen para ser escuchado que nos movemos entre lo clásico y lo vintage. 
Y yo vuelvo a mirar con aquella mirada que creía perdida, esa que ya daba por olvidada. Y trato de reconstruir lo que ese suelo esconde en algún rincón de la memoria, aquellas baldosas que dibujaban falsas alfombras en una época ya pretérita. Los suelos que entonces eran tan familiares. Las desaparecidas casas de mis abuelas. Mis desaparecidas abuelas. Mi infancia. 
Y todo cabe en una baldosa. Todo se encierra en ese cuadrado, que sin embargo era infinito en una mente juguetona. 
Quisiera no pisar ese suelo, flotar en él. Y evocar aquel tiempo perdido, tan lejano y sin embargo siempre de una manera u otra presente. 
Y ahora sueño en el aula del poeta, donde impartía su docto magisterio de esa lengua asentada más allá de los Pirineos; en esta Baeza de alguna manera inesperada e improbable en este mar de olivos, que esta alfombra enlosada está engarzada con versos ocultos en la cabeza de Don Antonio y que las palabras jugaban nerviosas dibujando arasbescos mudos.

sábado, 22 de julio de 2017

Para pensantes

Si alguien me preguntara para qué sirve un libro la primera respuesta sería que para leer. Una obviedad, dirán. Pero qué es leer en realidad; no lo duden, mucho más que reconocer las letras engarzadas en palabras, descifrar las palabras enhebradas en frases y comprender el significado de las frases sosteniendo versos o construyendo relatos. Leer es también compartir, soñar, viajar, disfrutar, vivir... 
Si alguien me preguntara qué es “Parapensares” le diría que es un libro para leer. Y también un libro para pensar y para reír. 
Es la última criatura de mi amigo Miguel Agudo. Poeta y ahora ‘parapensador’. La ha editado “La Isla de Siltolá” en su colección “Aforismos”. No tiene que ver con sus otras criaturas editadas por la misma editorial, “Amorexia” y “CUANDO HERODES LA TIERRA”, su ‘pequeño arlequín’ de portada inspirada en la primera edición de “Greguerías”, de Don Ramón Goméz de la Serna; aunque quizás existiera algo de premonición en esa inspiración ramoniana, porque el propio autor reconoce que sus ‘parapensares” son aforismos a modo de greguerías. 
Son puro entretenimiento, pero como ya he advertido no buscan solo la risa fácil, son además una invitación para despertar a la mente, una provocación para ver si duerme y es por tanto un caso perdido o por el contrario, comprobar que está viva y acepta el juego. 
Porque también se trata de eso, de enredarse en los pensamientos, en los guiños y en los giros de las palabras y recorrer el camino que propone su creador para llegar a un destino diferente al que señala el punto de partida. Esa senda que solo puede trazarse con talento y con un profundo sentido del humor. 
Para pensar, para reír y sobre todo, para leer.

viernes, 7 de julio de 2017

Viento de ayer

Siempre sopla ese viento en sentido contrario a las agujas del reloj. Se cuela entre los dedos, arrastra los pedazos de la tormenta y muestra los jirones que el tiempo deja en la piel. 
No se ve, es incluso difícil escuchar las notas de la canción que susurra en los oídos entreabiertos; un rock para olvidar o un tango para recordar que “ayer escribí en el viento las cosas que hemos perdido, cosas que nunca cuento, cosas que nunca olvido”. 
El ayer siempre es hoy. Y ese viento ruge en silencio, agita el líquido pardo del fondo de la botella para despertar una tempestad. 
Los ojos brillan como luceros de fuego. La sangre golpea una puerta inexistente. Y solo pervive el sueño de abrir una ventana para escapar o para que el viento entre o salga, borre los surcos de la memoria y el vacío cree ese mundo de ficción que es la calma. 
Pero no hay tregua. La amenaza de la zozobra aumenta con cada rugido. El mar se embravece y la cresta de las olas despierta a los demonios dormidos. El rumbo se torna incierto. El naufragio parece inminente. Solo las velas mantienen el pulso con el viento para alejar la nave de las rocas. Hasta las sirenas duermen. Y la luz parece enredada en el mismo fondo de la botella donde nace la tempestad.
Es cuestión de tiempo. Y el relojero asiente, intentando descifrar el mecanismo de la máquina que mide el tiempo.

lunes, 26 de junio de 2017

Jaén no cuenta

¿Qué hemos hecho para merecer esto? Si ahora en Jaén hasta protestamos en la calle como los de Granada. 
Bueno, igual no. Aquí empezamos la casa por el tejado y se crea una plataforma de churras y merinas en la que todos quieren parecer lo mismo, pero en la que a algunos les asoma la patita. ¡Qué cruz! 
Jaén no cuenta. La lista de despropósitos es interminable ¿Lo último? El Estado niega ahora la cesión a la Junta del suelo donde ya se ha construido el Museo Íbero y rechaza aprobar una partida para arreglar la techumbre de la Catedral de Jaén. 
No tenemos interlocutores ni en Madrid ni en Sevilla. No hay quien dé la cara por Jaén. En el PP, ni el ministro Montoro ni Fernández de Moya, siempre más dispuestos a restar que a sumar para esta provincia. 
¿Y el PSOE? Estaba entretenido con el cuento de la lechera. Debían ser los únicos que no sabían que al final se rompe el cántaro. Y además, nos hemos tenido que quedar con la lechera. 
Ya saben que desde Ferraz, Sánchez renuncia a dar la batalla en el congreso regional y opta por mover los sillones en las provincias. En esa ofensiva, Jaén está en la diana y el objetivo no es otro que sumar partidarios para evitar que Susana Díaz repita como candidata a la Presidencia de la Junta de Andalucía. 
Las primarias del PSOE han demostrado que de Despeñaperros para arriba la presidenta andaluza no les vale ni a los militantes socialistas y ahora se abre el tiempo de saber cuántos en Andalucía piensan lo mismo y están dispuestos a apostar por el fin de esta etapa clientelar, en la que un voto es un cargo público, orgánico o ambos. 
Haría bien Paco Reyes (secretario general del PSOE de Jaén) en volver a los inicios y rebelarse contra una dirección regional que de Jaén solo espera votos y con la que no existe reciprocidad en proyectos e inversiones. 
El seguidismo nunca es una buena elección. Y al PSOE de Jaén ya no le da ni réditos personales.

Artículo emitido en SER Úbeda, el 26 de junio de 2017.

sábado, 24 de junio de 2017

Escuela de calor

Dice mi hijo de 11 años que “seguro que la delegada de Educación tiene aire acondicionado en su despacho”.
Claro. Igual que lo tiene su homólogo en la comunidad de Madrid. Ese lumbreras que receta abanicos de papel de fabricación artesanal y mano de obra colegial para combatir temperaturas de 40 grados durante las horas lectivas. 
Ya, ya sé que climatizar los centros escolares cuesta un dineral. Pero algo habrá que hacer. Y sobre todo, algo se podía haber hecho al construir los centros, orientación, materiales… 
A mis peques les han informado, a tres días del final del curso, de que a partir de las doce, si tienen calor, pueden marcharse a casa. A grandes males, grandes remedios. Es una opción, pero no es la solución. 
A lo mejor hay que replantearse el calendario escolar y evitar clases y exámenes en estas fechas, cuando el sol, pese al dicho, se aleja de la justicia, salvo para convertirse en condena. 
Es fácil comprobar que en el último trimestre baja el rendimiento escolar y que los exámenes de fin de curso son menos brillantes que los de anteriores evaluaciones. ¿No todo es culpa del calor? Por supuesto. Pero 35 grados a la sombra tampoco ayudan. 
Ahora que en Jaén algunos han descubierto su vocación reivindicativa, igual es el momento de solicitar inversiones para los centros escolares de la capital; para que por ejemplo no se repita lo de este invierno con la calefacción del colegio de San Andrés o para que los centros no parezcan cocederos. 
Porque desde luego a quienes llevan peleándolo muchos años, incluso en los tiempos difíciles y sin buscar proyecciones personales o comerciales, no les han hecho demasiado caso. Será por aquello de que contra el vicio de pedir está la virtud de no dar. 
Un político de esa misma vieja escuela de los tiempos difíciles me lo decía la otra tarde ¿y quién paga? La Junta no tiene dinero y el Ayuntamiento, menos. De competencias no hablamos. De voluntades, tampoco, para qué. 
Hay quien cree que Jaén merece una cruz. A fin de cuentas hay muchos dispuestos a cualquier cosa por alcanzar la cresta de la ola, aunque sea de calor. 
A mí me gustan más las olas del mar, con una rubia con espuma y los Beach Boys de fondo. Será porque entre los olivos no se puede surfear.

Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 22 de junio de 2017.

domingo, 11 de junio de 2017

Relojes de quita y pon

Muchos de ustedes ya sabrán que en los últimos días se han retirado esos artefactos ubicados en algunas zonas de la ciudad que marcaban la hora y la temperatura. Creo que los llaman relojes-termómetro, ¡que hasta el nombre es feo!. Descriptivo, pero feo. 
Si, esos mismos que cumplían cada año con el rito de acongojarnos en las noches de verano cuando se obstinaban en avanzar hacia los 40 y no precisamente para cantar en un juego de naipes. 
Hasta 12 de esos mamotretos teníamos en Jaén. Cuya retirada a lo que se ve causa cierto desconsuelo en algunos ciudadanos. Siempre protestando por lo importante. 
Si dijera que me asombra, mentiría. Aunque a mí lo que me desconsuela, entre otras muchas cosas, sea ese “artericidio”, practicado incluso por el propio ayuntamiento, contra obras de arte urbano, patrimonio de la ciudad y de sus habitantes. 
Les diré que no voy a echar de menos a esos armatostes; que para relojes, los de muñeca o bolsillo o los de las torres de las iglesias. Y que espero, que si el ayuntamiento vuelve a sacar a concurso su explotación, tenga en cuenta la estética y nos libere en el futuro de tamaños artilugios. 
No voy a hablar de los relojes de los políticos, a algunos les van los regalados por los servicios prestados y otros intuyo que son más de reloj de cuco. 
Lo curioso es que estos aparatos no solo marcaban la temperatura ambiente o la hora, han resultado ser unos inesperados medidores de la situación de las arcas públicas y de la gestión municipal. 
La Alcaldía, por decreto fechado el 17 de abril, ordenaba la retirada de estos relojes-termómetro como paso previo para poder liquidar la dolorosa a la empresa concesionaria. 
Una cuenta que llevaba varios años sin abonarse. De modo que el ayuntamiento no recibía el canon estipulado por reloj, ni ingresaba por publicidad. 
El equipo de gobierno y la oposición no se ponen de acuerdo sobre si el impago es desde 2011 o desde 2014, como si tres años más o menos fueran un atenuante de la mala gestión. 
El concejal de Hacienda anuncia que para finales de 2017, “todas las concesiones administrativas estarán regularizadas en cuanto a su cobro”. 
Y los ciudadanos, como narraba el trovador, “unidos en el desconcierto, prisioneros de la realidad”.

Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 8 de junio de 2017.


domingo, 28 de mayo de 2017

Sin fondos

Habrá quienes crean que nos ha mirado un tuerto y que por eso Jaén acaba de perder 15 millones de euros para proyectos en la ciudad. 
Esa es la cantidad que se van a llevar las otras 7 capitales andaluzas de los fondos FEDER al Desarrollo Urbano Sostenible e Integrado (DUSI), el antiguo Plan Urban. ¿Quién podrá estos nombrecitos y la correspondiente abreviatura? 
15 millones de euros para todas menos para Jaén. Salta a los ojos que no es una cuestión de vista, es pura incompetencia, incapacidad y el mínimo esfuerzo. Como los malos estudiantes renunciamos a la primera convocatoria y lo fiamos todo a la segunda. Y hemos suspendido. 
Según palabras del alcalde Javier Márquez cuando se solicitaron los fondos jugábamos “al todo o nada”. Ahora hemos pasado al “no es imprescindible, cualquier equipo de gobierno que se precie tiene dos planes”. 
La realidad es que no tenemos un equipo de gobierno que se precie y ha salido nada. El ayuntamiento es una ruina y además pinchamos en hueso con el gobierno de Madrid y con el ministerio de Cristóbal Montoro, ese jiennense que nos cambió por Sevilla. 
De una de sus secretarías de Estado no has venido la mala nueva. Y de nada le ha servido a Jaén que otra de ellas la ocupe el anterior alcalde de la ciudad, que a lo que se ve ni siquiera le ha explicado a sus ex concejales cómo rellenar los papeles. No hay peor cuña que la de la misma madera. 
Es cierto que Fernández de Moya ha sido un pésimo alcalde para Jaén, entre otras cosas porque nunca quiso ser alcalde y le quemaba el asiento. Pero al menos podía utilizar la Secretaría de Estado para algo más que venir de visita los fines de semana para hacer declaraciones inocuas y salir en la foto.
Quedan en el aire, entre otros, el proyecto de semipeatonalización del centro, la construcción de 800 plazas de aparcamiento, la puesta en servicio del tranvía, las inversiones en los barrios más vulnerables socialmente y la apuesta por energías limpias en los edificios municipales. 
Algún visionario bautizó al proyecto como “Jaén hábitat 2023”. Sería por aquello de la política ficción. Ahora con el anuncio del BOE la ciudad del futuro parece una precuela de la apocalíptica Mad Max. 
¡Al suelo, que vienen los nuestros!

Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 25 de mayo de 2017.

sábado, 20 de mayo de 2017

Miguel Hernández, una oportunidad para Jaén

La declaración de 2017 como Año Miguel Hernández, coincidiendo con el 75 aniversario de su muerte en la cárcel de Alicante, puede ser un punto de partida para impulsar la cultura en Jaén o puede ser otra oportunidad desaprovechada.
La presencia de Miguel Hernández en Jaén se reduce a su estancia de tres meses, de febrero a mayo de 1937, como comisario cultural para dirigir la revista de carácter bisemanal y adscripción comunista “Frente Sur”, editada por Altavoz del Frente y con domicilio en la calle Llana n.º 9 de la capital jiennense. 
Pero sus vínculos con esta tierra van más allá; su matrimonio con la quesadeña Josefina Manresa; su obra, por supuesto con el poema “Aceituneros” (publicado en el n.º 1 de “Frente Sur”), que ha terminado convirtiéndose con acierto en himno provincial, y con poemas como “Jornaleros” o “El incendio” (publicados en otros números de la misma revista) o por sus crónicas de guerra, entre las que destacan la del bombardeo de la capital jiennense por aviones alemanes e italianos, cumpliendo órdenes directas de Queipo de Llano y previo al universalmente conocido bombardeo de Guernica/Gernika (Jaén no tuvo la fortuna de que esta barbarie fuera inmortalizada por Picasso), y la del asalto al Santuario de la Cabeza¹.

Legado de Miguel Hernández 

Y como no, por su legado, unos 5.800 registros bibliográficos (primeras ediciones, manuscritos, folletos, partituras, prensa histórica o grabaciones, entre otros objetos) y 26.600 imágenes depositados en el Instituto de Estudios Giennenses (IEG) y que se han constituido en el embrión del Museo Miguel Hernández y Josefina Manresa, ubicado junto a la pinacoteca del pintor Rafael Zabaleta, en Quesada. 
Hay que reconocer y aplaudir el trabajo y los reflejos de la Diputación provincial de Jaén en 2012 y la implicación de su presidente, así como la del alcalde de Quesada, para negociar primero la cesión en forma de alquiler del legado de Miguel Hernández y después lograr su adquisición con el beneplácito de los herederos del poeta y ante el injustificable abandono y desidia por parte del Ayuntamiento y la Diputación provincial de Elche, gobernadas por el Partido Popular. 
Es una pena que hoy todavía siga vigente el sectarismo y haya políticos y formaciones políticas que antepongan la ideología de muertos y vivos a su contribución a la cultura, a la ciencia o a cualquier otra disciplina. Por cierto, el mismo sectarismo que en 2009 impidió en Sevilla impartir una conferencia sobre el escritor falangista Agustín de Foxá. 
También está en el haber de la Diputación Provincial, a través del IEG y con la editorial Espasa, la publicación de la obra “DE NOBEL A NOVEL. Epistolario inédito de Vicente Aleixandre a Miguel Hernández y Josefina Manresa”². Y la organización de jornadas, seminarios, exposiciones y otras actividades culturales relacionadas con el poeta y su legado.

Difusión y pedagogía 

Es una tarea fundamental y en este caso, bien hecha; pero es insuficiente. Hay que difundir el legado de Miguel Hernández, por supuesto, y también el de aquellos otros que nacieron en esta tierra o que como el de Orihuela pasaron por ella y dejaron huella, como Antonio Machado o San Juan de la Cruz, por poner dos relevantes ejemplos. Y esa difusión hay que hacerla para que nos conozcan en otros territorios y nos visiten y puedan acceder a esa riqueza cultural que alberga la provincia de Jaén, pero es imprescindible una labor pedagógica con los de aquí, especialmente con los más pequeños y más allá del proyecto ‘Semana Escolar con Miguel Hernández’ desarrollado desde 2014. 
En esa empresa es necesaria la implicación de la Administración, central y autonómica. Es cierto que tanto el presidente del gobierno de España como la presidenta de la Junta de Andalucía no se caracterizan precisamente por su inquietud cultural y desde luego se les recuerdan pocas intervenciones o actos con la cultura como prioridad; sirva como muestra el finalizado Año Cervantes en 2016. De hecho la cultura sufre el mismo maltrato gubernamental que la educación y la sanidad, pero al menos nuestros gobernantes no debieran ignorar su influencia en el ámbito económico, en aspectos como la dinamización turística y la generación de empleo. 
La Diputación provincial de Jaén carece de competencias en el ámbito educativo, pero sería deseable que de alguna forma influyera en las Consejerías de Educación y Cultura para que los centros educativos de la provincia cuenten con un itinerario cultural que les lleve a conocer ese legado, mayor y más variado de lo que muchos imaginan. 
Me parece fantástico que los escolares jiennenses visiten el Parque de las Ciencias de Granada, ¡faltaría más!, pero no es de recibo que se repita visita en detrimento de otros posibles destinos como los mencionados museos de Zabaleta y Miguel Hernández y Josefina Manresa en Quesada (incluida esa maravilla natural que es la Cueva del Agua); las ciudades patrimoniales de Úbeda y Baeza (con visitas al aula donde impartía clase Antonio Machado o a los talleres de los maestros ceramistas de la familia Tito); el propio Museo Provincial de Jaén o el de Francisco Cerezo en Villargordo; la muralla ciclópea de Ibros; el yacimiento de Cástulo o la casa-museo de Andrés Segovia en Linares; la Cámara de Toya en Peal de Becerro o las pinturas rupestres de Aldeaquemada o de la Sierra de Segura. ¿Cuántos de esos escolares sabrán quién es San Juan de la Cruz y que un manuscrito de “Cántico espiritual”, declarado Bien de Interés Cultural (BIC), se encuentra en el Convento de las Carmelitas Descalzas de Jaén?, ¿cuántos de esos escolares sabrán que la reina Isabel la Católica descansó varias jornadas en el convento de San Antonio de Baeza tras las Capitulaciones de Granada?, ¿cuántos de esos escolares sabrán…? 
La cultura es presente y futuro sin renunciar al pasado. Y Jaén no puede seguir perdiendo oportunidades. El Año y el legado del poeta son inmejorables cimientos para generar un proyecto y una oferta cultural que contribuyan a despertar a esta provincia. 
Como escribiera Pablo Neruda³ “recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra”. 
La estatua del poeta se levantará entre azahares. Y su legado ha de florecer entre olivos.



¹. Hernández, Miguel. “Crónicas de la Guerra Civil. Un poeta en el frente”. Editorial Sol 90 para Diario Público. 2009. 
². “DE NOBEL A NOVEL. Epistolario inédito de Vicente Aleixandre a Miguel Hernández y Josefina Manresa”. Edición de Jesucristo Riquelme. Espasa Libros, Instituto de Estudios Giennenses/Diputación Provincial de Jaén. 2015. 
³. Neruda, Pablo. “Mensaje para Miguel Hernández”. París, 1960. Reproducido en el n.º 575 de la revista “Triunfo”. Octubre de 1973. 

 
Artículo publicado en el blog "En Jaén donde resisto", el 17 de mayo de 2017.