miércoles, 22 de abril de 2015

Los huesos de Cervantes

Anuncia el escritor Juan Goytisolo crítico discurso cuando recoja el Premio Cervantes con el que ha sido galardonado. Lo dedicará entre otros asuntos a las excavaciones e investigaciones realizadas durante los últimos meses en Madrid para hallar la tumba del autor de El Quijote.
Blandirá las palabras para reclamar que "dejen en paz" los cervantinos huesos; una búsqueda que denuncia "solo sirve para enriquecer la burocracia oficial". Y a esas palabras unirá entre otras las del poema de Luis Cernuda, "Vientres sentados", en cuyos versos se alerta sobre aquellos que "tienen en su puño la verdad bien apresada para que no escape" y emiten "como el antiguo oráculo henchidas necedades dictámenes que se escurren entre las rendijas como las ratas".
No es la de Goytisolo la única voz discordante con esta búsqueda de los restos de Cervantes. El académico y reconocido cervantino, Francisco Rico, la ha calificado de "tontería" y de ejemplo de "la cultura de la chequera".
Y eso sin olvidar que el presunto hallazgo de los restos del autor de El Quijote en el Convento de las Trinitarias del madrileño Barrio de las Letras carece, al menos para los legos, del rigor científico exigible. El responsable de esta búsqueda, el forense Francisco Etxebarria, ha manifestado que "es posible considerar que entre los fragmentos se encuentran algunos pertenecientes a Cervantes sin discrepancias". Pero no existe certeza porque no se han podido practicar las pruebas de ADN.
Los restos de Cervantes, los que deben despertar interés, se hallan en lugares tan conocidos y accesibles como librerías y bibliotecas. Los huesos son las letras que componen el esqueleto de las palabras; la sangre, la tinta que da vida a esas letras y la piel, los pergaminos y páginas que las alojan.
Para lograr el éxito no hay búsqueda alguna con mayor garantía que husmear en los volúmenes de "El Ingenioso Hidalgo de Don Quijote de La Mancha" o "La Galatea". Mejor escarbar en las estanterías que en el subsuelo.

domingo, 5 de abril de 2015

En nombre del padre


En el nombre del padre se maldice, se jura y se reniega. También se abomina y se cometen tropelías. Y aún así no hay nada más grande que un padre a los ojos de un hijo. Del mismo modo que el más terrible de los hombres es capaz de esbozar una mirada de ternura hacia un hijo. Es parte de la paradoja de la vida, que te da la oportunidad de ser hijo primero y padre después. 
No hay instrucciones ni manuales. En muchas ocasiones se yerra, por aplicar las enseñanzas recibidas o precisamente, por lo contrario. Se puede ser el mejor de los hijos y el peor de los padres. Ser el peor hijo y ser un excelente padre. Y cómo no, ser un mal hijo y un peor padre o buen hijo y buen padre. Y en cualquiera de esos casos no se deja de ser una cosa u otra, o ambas. 
Para un padre es difícil hallar algo en la vida que cause la misma satisfacción que la paternidad. Lo que no significa que aquel que no haya podido conocerla tenga una existencia incompleta o no disfrute de su periplo vital. Simplemente, su vida discurre por otra senda. 
Pero en el camino de los padres, lo mismo que siempre hay una sombra de inquietud emboscada existe la luz. Como si los hijos fueran luciérnagas cuyo revoloteo ilumina a sus progenitores. Puede ser solo un instante. En un recodo del camino. O puede ser una constante, aunque esto es más improbable. 
Cuando se produce uno de esos momentos la luz dota de brillo a la sonrisa y la mirada. Y fluye por las venas hasta llegar al corazón; o quizás sea al revés. Lo cierto es que el cuerpo se vuelve liviano, los pies se despegan del suelo y uno se instala en el firmamento como si fuera una estrella más, con la única finalidad de contemplar con los ojos muy abiertos a esas pequeñas o grandes criaturas que son los hijos. 
En marzo, y por partida doble, recibí una de esas dosis de luz. Yo que busco palabras, respiro palabras y me alimento de ellas, fui obsequiado precisamente con eso, con palabras. Tres sustantivos, tres adjetivos y tres verbos. Un regalo muy especial; de puño y letra de los piratas. Palabras para el padre. En nombre del hijo.