viernes, 30 de octubre de 2015

Ella y yo

La elegí porque la amaba. Con sus imperfecciones y las mías. Entonces probablemente yo no tenía ni idea de lo que significaba aquello de amar o simplemente tenía una percepción aproximada que estaba más lejos que cerca de la realidad. Aún así la elegí. 
Podía haber elegido a cualquier otra, pero la elegí a ella. No quería sentirme encorsetado, atrapado entre cuatro paredes tras una mesa, prisionero de una rutina que sabía sería para mí la peor de las condenas. No quería levantarme cada día y ver a un tipo derrotado en el espejo. No quería llegar a ese punto en el que vuelves la vista atrás y abominas de lo que has sido o sigues avanzando con una cínica sonrisa en el rostro. 
Han pasado casi tres décadas. Y me ha roto el corazón, me ha hecho sufrir, me ha quemado las entrañas como las brasas del desamor achicharran el estómago; me ha convertido en la puta y el yonqui que soy, con toda la dignidad que otorgan la necesidad y la adicción. 
Y aún así sigo sin dudar. Aunque a veces lo parezca y diga que ya no me gusta, que ya no la quiero. Aunque haya días que me plantee abandonarla, sé que no voy a dejarla; porque ella es única. Sigue siendo la única, la que por llevarme la contraria y sin aviso o preaviso me proporciona esa dosis que me hace revivir. Justo cuando se abrían las puertas del infierno y me arrastraba por el suelo de la vida preguntándome si esta vez sería capaz de levantarme y sobre todo, cuestionándome si merecía la pena levantarse. 
Es mi Madame Heroine. El rock que pone orden en mi vida. La estrofa del estribillo que está siempre por escribir pero cuyas notas no dejan lugar a la duda. 
Soy periodista porque esa fue mi elección. La necesidad y la adicción surgieron luego. Treinta años después, aquí seguimos los dos. Mi jodida, pero querida, profesión y yo.

sábado, 24 de octubre de 2015

Putney bridge

Algo se barruntaba en los últimos tiempos en Granada. Como el murmullo que precede al agua. Y los ecos llegaron hasta aquí. Pero no era más que eso, el runrún. El ruido que no ahoga el silencio. No había confirmación. Hasta ahora, cuando primero el Ideal y después El Independiente de Granada anuncian el regreso de 091. 
El retorno del grupo que pudo ser. El que cosechó menos de lo que merecía, a pesar de ser una de las grandes bandas de rock de España. 
Vuelven tras 20 años de su disolución y habiéndonos dejado en herencia a Lagartija Nick o la carrera en solitario de José Ignacio Lapido. 
Y ese regreso nos pilla también con dos décadas más a nuestras espaldas. Es en cierto modo, como aquella novia que tienes a los veinte y que el tiempo te devuelve años más tarde, siendo la misma chica pero convertida en otra persona. Los años han pasado por los dos, pero tú miras a la chica de ahora esperando ver a la de entonces. Quizás perdiendo la perspectiva de que tú tampoco eres ya aquel tipo que movía los pies en un concierto de los 091 con la vida por delante, cuando Granada-Jaén-Madrid estaban más cerca que ahora, las barras de bar eran hospitalarias, las noches no morían hasta el amanecer y esa vida tenía una banda sonora. 
Ahora, como Borges, darías cualquier cosa por saber qué se ve en el espejo. Consciente de que siempre es menos arriesgado enfrentarse a lo que está tras el cristal y por supuesto, que a través de él se contempla la vida con una cómoda distancia. 
La otra tarde la pasé laborando y escuchando a los 091. Puede que tuviera algo de premonitorio, pero también e innegablemente es una forma de volver a lo vivido. Como un ejercicio de recuperación de lo conocido, a sabiendas de que la memoria te devuelve una recreación tramposa. 
No todo está mal. Burning celebra sus 40 años en los escenarios, aunque aún no hayamos logrado descifrar que hacía una chica como aquella en un lugar como ese. Los Ilegales de Jorge Martínez presentaron nuevo disco. Y se anuncia el retorno de 091. 
Pero nos falta Strummer. Y solo nos queda subir a la Torre de la Vela o dejar Putney bridge atrás. 

jueves, 22 de octubre de 2015

Un poemario de 20 años

Podría decirse que es un recién nacido. Fue parido hace casi 20 años, pero ve la luz ahora. Según su autor, el poeta Manuel Lombardo, no hubo quien quisiera publicarlo hace dos décadas. Así que durmió en el hueco de las maderas del cajón; por un lado, los poemas de Lombardo y por otro, el prólogo de José Viñals. Pero el largo letargo ha sido interrumpido, casi como un juego infantil. Piedra, papel... libros.
Me cuenta un amigo, un viejo y querido amigo, de fina ironía, aguda inteligencia y un profundo bagaje vital, que para él Manuel Lombardo es el poeta de las 4 enes: no, nadie, nada y nunca. Y puede que no esté exento de razón, porque en el propio título de libro se asoman dos de esas enes, “Nadie de nada”. Aunque a veces la nada parezca el todo y el todo no llegue a nada.
Esa misma nada en la que resiste el ser del filósofo negándose a desaparecer. Y esa nada donde se refugian ira y rabia para brotar en los versos del poeta y desde allí golpear al lector distraído, al pusilánime, al eterno degustador de merengues.
No voy a descubrir la poesía de Manuel Lombardo a quien haya tenido la fortuna de saborearla. Pero si me tomaré la libertad de invitar a su lectura a aquellos que la desconozcan. Por nada y por nadie.
Acaba de terminar la presentación del libro y espero a que apenas queden un par de personas en la larga fila que se ha formado para solicitarle una dedicatoria. Aguardo impaciente mi turno y me siento junto a él. Le veo bien, pero con los evidentes signos del paso del tiempo. Me explica que ha hablado con Rakel Rodríguez, de Ediciones RaRo, por teléfono. No ha podido venir, pero ambos sabemos de su aprecio por él y su obra. Desde que le conoció, le leyó y le editó “Miserable poesía”.
No pretendo ser malaje, pero especulo con la posibilidad de que este poemario sea el último. El poeta me dice que sigue escribiendo. No lo ves, reta a mi mirada mientras agita su poemario en el aire. Yo no miro al libro, le miro a él. Y callo. No le digo que este poemario no cuenta porque ya tiene 20 años. Y no puedo evitar pensar que bien pudiera ser que haya poetas del nunca y poetas del siempre. Y que entre ambos están los poetas del todavía. 

"Nadie de nada" ha sido editado por Piedra Papel Libros. Fue presentado por su editor, Juan Cruz López, y por su autor, Manuel Lombardo Duro, el 8 de octubre. 

miércoles, 21 de octubre de 2015

Parques de piedra

¿Qué quieren que les diga?¿Qué me gusta? Pues, no. No me gusta como han dejado el Parque de la Alameda. Por no gustarme, no me gusta ni el nombre, prefiero la Alameda, a secas, o la Alameda de Capuchinos. 
Ya sé que es una cuestión subjetiva. Como casi todo en la vida. Ya sé eso de que sobre gustos, colores, y demás. Pero no es solo una cuestión estética. También hay aspectos culturales y sociales. 
Se han gastado más de dos millones de euros de nuestro dinero, el mío y el de ustedes. Que no estaría mal que de una vez asumamos todos qué es el dinero público y de dónde procede. Y sobre todo en qué y cómo se gasta. Ya saben, esa transparencia, ejemplo de opacidad. 
Verán, modelos de jardines hay a patadas. Franceses, ingleses, italianos, japones y hasta los colgantes de Babilonia. La Alameda cuenta con un trazado propio, rectangular, y una marcada influencia francesa. Nada que no se pueda adaptar y mejorar en estos tiempos. 
Un espacio singular como éste, incluido en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, merecía como mínimo un trato en consonancia. Es decir, un concurso de ideas para la reforma, una exposición pública de los proyectos y la participación de los ciudadanos, que a fin de cuenta somos los usuarios del parque. Y claro, cumplir con las normas. 
Hemos tenido una demora injustificada en el plazo previsto de las obras porque el ayuntamiento no pagaba y las empresas paraban las máquinas. Y recuerdo que los alumnos del colegio “Jesús-María” corrían riesgo de accidente a diario, mientras se daba trato de favor para acceder a la plaza de toros y se anunciaba cada semana el reinicio de las obras. 
Y hemos obtenido un parque de piedra, con un mirador que parece un mausoleo, sin una sombra, y cuyas vistas son una mole de hormigón; un futuro aparcamiento al que no se adivina entrada y salida y que promete otra frustración colectiva y ser un recurrente tema de debate. 
Con las primeras lluvias, apenas una semana después de su reapertura, ya se aprecian los primeros desperfectos en el Parque de la Alameda. Y eso es un problema de gestión, de mala gestión que nadie asumirá. 
Además y para nuestra desgracia tenemos ejemplos contra el optimismo, como el Parque del Bulevar, un acierto del arquitecto José Antonio Toribio, que hoy es un espacio deteriorado y abandonado, y el ya desaparecido “Felipe Arche”, otro parque de piedra. 
Lo que cuesta pasear en Jaén.

Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 21 de octubre de 2015.

 

miércoles, 7 de octubre de 2015

Ciudad con cine

No todo van a ser malas noticias en Jaén. Aunque no deja de ser curioso que sea noticia algo que es habitual en cualquier ciudad de España. Me refiero al hecho de que existan cines en el casco urbano de la ciudad, más allá de la oferta de grandes y periféricos centros comerciales. 
Ayer nos despertábamos en Jaén con una noticia en las redes sociales que se plasmó en la presentación de un proyecto por la tarde. El Foco Henri Langlois anunciaba su intención de recuperar los cines Alkázar para transformarlos en un pequeño centro cultural. Un espacio multiusos dedicado a la cultura, con una sala de proyecciones, apta también para montajes teatrales, presentaciones y conferencias; una librería, una cafetería-restaurante y oficinas. Un modelo cultural que ya se aplica con éxito en distintas capitales europeas, entre ellas Madrid y Barcelona, y se está haciendo realidad en pequeñas ciudades, como Santiago de Compostela. 
Una “locura lúcida” de seis jóvenes que provoca contagio y entusiasmo a partes iguales en una ciudad donde la cultura, en mayúsculas, responde a estereotipos y solo se abre a nuevas propuestas a través de la iniciativa privada. 
El proyecto está tasado en torno al millón de euros y sus impulsores reclaman el respaldo ciudadano y el de las tres administraciones: ayuntamiento, diputación provincial y Junta de Andalucía. Sería deseable el apoyo de las tres, de no ser así, como por desgracia suele ser habitual, por lo menos bastaría con que se apartasen a un lado y no molesten. 
La propuesta está encima de la mesa y se necesita financiación, ese millón de euros, y un plazo de tiempo razonable para llevar a cabo las obras de remodelación del edificio. De cumplirse ambos supuestos, pronto y ante la incredulidad general podremos decir de nuevo que Jaén tiene cine. 
Ahora bien, conviene no olvidar que las salas de cines como los Avenida, el Cervantes y los propios cines Alkázar se cerraron por falta de público. 
El vídeo no mató a la estrella de la radio. Al menos en Jaén. Aquí el vídeo acabó con las salas de cine.
Ahora podemos decir que el Alkázar renace, pero dependerá de todos, ciudadanos y administraciones, que esta aventura, esta “locura lúcida” de seis jóvenes se haga realidad. Más allá de postureos culturetas en la barra de bar y de políticos ávidos de salir en la foto. 
Jaén no es ciudad para el rock and roll, aunque de eso ya les hablaré otro día. Hagamos ahora que sea una ciudad con cine.

Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 7 de octubre de 2015.



martes, 6 de octubre de 2015

Sangre, fuego y plomo

No aprendemos o no queremos aprender. Seguimos pensando que para construir hay que destruir primero. La demolición como principio de la creación. Es curioso, renegamos en público o en privado, algunos en los dos ámbitos, de ciertas tradiciones y damos vigencia a las más crueles, a aquellas más distanciadas de la razón e incluso a las que se asientan en la sinrazón. 
Presumimos de principios. Rígidos e irrenunciables. Cuando la realidad es más cercana a aquello de “estos son mis principios, si no le gustan tengo otros”. Desdeñando siquiera la posibilidad de aceptar que la flexibilidad no implica renunciar a los principios y que es la inflexibilidad la que nos impide en la mayoría de las ocasiones avanzar. 
Por ello no es extraña la vigencia de la desafortunada sentencia de que el fin justifica los medios. De modo que damos prioridad a la meta justificando la elección del recorrido y sin importar como se ha hecho camino.
Ignoramos la historia, antigua y moderna, para no obtener enseñanza de ella y defendemos construir sobre cimientos de sangre, fuego y plomo. Nos escandalizamos del derecho a sentir, expresar y desear una independencia territorial, repudiamos a quienes defienden o atacan ese derecho según nos instalemos en una u otra trinchera, pero no nos importa que la construcción se haga sobre unos cimientos de ineficacia y corrupción. Miramos al pasado y asumimos que siempre ha sido así y por tanto, para qué cambiarlo. Para qué construir sobre la convicción pudiendo hacerlo desde la imposición. 
¿Es mejor aferrarse a las líneas que dibujan fronteras, a esas telas de colores a las que llamamos banderas o a esas notas musicales de himnos solemnes y aburridos? ¿Por qué preferimos permanecer presos por cadenas con o sin eslabones rotos frente a las manos entrelazadas? ¿Tan difícil es entender que la identidad nos da singularidad pero en esencia no nos hace diferentes? 
La libertad no es exclusión, nunca puede serlo, porque entonces es otra cosa. Otras muchas cosas. Y se asocia a otras muchas como la mentira, la manipulación, el miedo... 
Es tiempo de valientes. De hombres y mujeres generosos. De creadores que construyan sin cimientos de sangre, fuego y plomo. 
Y todo ello desde la consciencia de que el estiércol es mierda y aún así como abono hace brotar hermosos rosales.