martes, 25 de marzo de 2014

Cambio de modelo

Suárez ha muerto. Su muerte es el final de la denominada Transición Española; un proceso no tan modélico para algunos, pero eficaz en aquella época. La desaparición de Carrillo y Suárez, los dos principales actores de aquel proceso, supone el fin de una generación y probablemente, de un modelo. Agotada la Corona y carentes de proyecto y cada vez más alejados de los ciudadanos los dos grandes partidos, PP y PSOE, es la hora de un nuevo impulso. Si aceptamos que hoy la política es mentira, igual que la simulada crisis económica, y además en España, es sinónimo de corrupción, necesitamos de otro engaño para al menos los próximos 20 años.
Es el momento de cambiar el modelo y las reglas del juego. Necesitamos participación ciudadana real, listas abiertas, mandatos limitados… más democracia. Es decir, lo contrario de lo que imponen y defienden los dos grandes pero hoy pequeños partidos, preocupados de mantener el poder y el control a cualquier precio.
En Andalucía no se ha entendido la importancia del momento y de ese cambio generacional. Y han confundido lo anecdótico con lo esencial. Primero fue el PSOE con Susana Díaz, poniendo el énfasis en la edad y en el género y olvidando el fondo y las formas, es decir, proyecto y democracia. Y ahora le ha tocado al PP, históricamente sin proyecto para Andalucía y carente de mecanismos democráticos en sus decisiones orgánicas, que ha optado por la edad y un supuesto pedigrí popular de su nuevo candidato, Juan Manuel Moreno Bonilla; un catalán desconocido en Andalucía que ha irrumpido como elefante en cacharrería, presentando como credenciales un currículum falseado que le habría inhabilitado para acceder a cualquier puesto de trabajo y evidenciando la profunda división del PP andaluz y los tejemanejes de Génova, con Arenas entre bastidores.
Hasta los más entusiastas ya dan por perdedor al PP sin bajarse del autobús y como el columnista Antonio Burgos, felicitan a Díaz por su futuro triunfo electoral. La realidad es que ese futuro de Andalucía está en manos de dos candidatos que no han trabajado en su vida, que viven y han vivido de la política y que su única formación, más allá de los currículums y títulos a medida, es la de la intriga y servidumbre de Palacio. Políticos, ambos, de escaso o nulo fuste, de manual a pie y juntillas y devotos del argumentario del partido. Pobre Andalucía.
Y en Jaén, de esos lodos estos barros. Tras un fin de semana marcado por la dignidad en forma de marchas que confluían el 22-M en Madrid, el alcalde de la capital deshoja la margarita como muestra de que en esto de la dignidad los políticos andan cortitos. Tras sus reiterados intentos de coger la maleta y correr hacia Sevilla o Madrid con mando en plaza, la amarga victoria que le ha infringido su propio partido con un cargo menor en la nueva ejecutiva regional casi le obliga a permanecer en la Alcaldía jiennense y lo que parece peor, hasta pueden imponerle que repita como candidato. Apostó por Sanz, presionó a Bonilla para ser número 2 y se ha quedado en la segunda fila.
En el PSOE continúa la puesta en escena del futuro candidato a la Alcaldía, pero la sombra de los EREs es como la del ciprés, larga. Parecen los ERES el Guadalquivir, que se muestra esplendoroso en Sevilla pero nace en Jaén. Y con la juez Alaya, engrosando las cifras de las fianzas para que no desmerezcan un titular, cualquiera se fía. Lo del muñidor Lanzas no tiene fin y Zarrías siempre aparece en la orilla.
Claro, que dirán algunos, peor están en Málaga.

Artículo emitido en SER Úbeda el 25 de marzo de 2014.

miércoles, 19 de marzo de 2014

La Rabia de Rakel


Frente a los tiempos de alegría que jaleaba El Cigala, ahora corren tiempos de rabia. En algunos casos, contenida; en otros, mal disimulada, y en los menos, pese a las apariencias, a flor de piel.
Hay quien manifiesta esa rabia a gritos y también quien lo hace a golpes. Y hay quien recurre a la palabra, construyendo poemas para dar forma a aquella arma de futuro preconizada por el poeta.
Rakel Rodríguez opta por gritar y golpear recurriendo a la palabra. Construye una rabiosa poesía y una poesía de la rabia, la que le genera la realidad más cercana, pero también aquella distante por los kilómetros pero próxima por la conciencia. Y como el maestro Manuel Lombardo, lejos de esconder esa ira, que nace dentro fruto de lo externo, le da forma y la conduce por las líneas paralelas de las estrofas, para que no nos perdamos en los erróneos paralelismos de los lerdos.
Groenlandia, revista y editorial, ha apostado por Rakel y su rabia en versos y le ha editado ese poemario, Rabia, que navega por la Red para las cabezas inquietas y enrabietadas. También para el resto.

lunes, 17 de marzo de 2014

De qué va tu blog

Me llegó la pregunta a través del grupo Bloggers y periodistas de una red social ¿Cuál es la temática de tu blog? Y realicé el habitual ejercicio de responder en mi cabeza a la cuestión. Al cabo de unos días decidí contestar por escrito a la cuestión de forma somera. Explicando lo que he contado en alguna ocasión sobre qué me llevó a abrir un blog, la url del mismo y poco más, salvo una promesa, que espero cumplir, de no bufar.
Pero la pregunta sigue bullendo en mi cabeza, quizás porque no he sabido contestármela a mí mismo o quizás porque me lleva a una reflexión más amplia; que en algunos aspectos es gratificante al leer el comentario de otros miembros de ese grupo sobre su motivación para abrir un blog.
La verdad es que en lo primero en que pensé al leer la pregunta fue en aquellas personas que escriben un blog para hallar notoriedad; aquellas personas que de forma concienzuda han planificado diseño, nombre y contenido para hacerse un hueco en la red. Y también en aquellas que conciben el blog como una extensión de su trabajo y por tanto éste no es más que otra herramienta laboral (luego descubrí que algunos de estos blogueros tienen también un blog personal, lo que probablemente no les reconcilia con el mundo pero a mí me hace contemplarlos con una mirada más amable. Por mis prejuicios, evidentemente, no por la legitimidad de sus actos).
Pensé en las personas que escriben un blog por la necesidad de expresarse. Y en aquellas otras que lo hacen porque necesitan comunicarse, bien por evadirse de la soledad, bien por su imposibilidad para relacionarse con otras personas con la misma libertad que lo hacen a través de sus escritos. Sí, también pensé en aquellos que abren un blog para ayudar y orientar a los demás por sus conocimientos o experiencias sobre distintos temas. Y en aquellos que piensan que su blog es el espejo de la madrastra de Blancanieves, cuya única finalidad es alimentar su insaciable narcisismo. Y en aquellos que abren un blog como la antesala de su sueño, no para alcanzar el éxito sino para lograr aquello que desearon ser o hacer siempre.
Por supuesto pensé en los conceptos y herramientas de medición, tan del gusto de muchos: seguidores, páginas vistas, comentarios, números de visitas, tiempo de permanencia.... y eso que también gusta a muchos otros de reputación digital, influencia… Pero tampoco voy a engañar a nadie, creo que a estas alturas es conocido, y por otra parte obvio, el poco o nulo interés que estos aspectos tienen para mí. No en cuestiones de laboro, pero sí en la esfera personal.
Es curioso todo lo que soy capaz de pensar sobre muchas cosas y lo poco que pensé al abrir mi blog. Pero aún incompleta, la respuesta válida es la que escribí, la que siempre, con mayor o menor extensión, me he dado y he dado: “Mi blog es una tabla en el océano. El clavo ardiendo al que me agarré en un momento de mi vida para no sucumbir. No tiene mucho misterio, busco en el baúl de las palabras, escojo las que creo más adecuadas para cada post y las ordeno de manera que sean legibles y en la medida de lo posible inviten a la reflexión. Comparto el resultado de esa búsqueda con la inclusión de algunos artículos periodísticos (una vez han sido publicadas o emitidos por los medios a los que estaban destinados). Está abierto a cualquiera que quiera deambular por él, solo prometo no bufar”.
Mi blog es mi cuaderno de bitácora en ese océano en el que de una forma u otra, a pesar de que la vida me sonrió con un golpe de fortuna en forma de laboro, permanezco. Logré no sucumbir, algo que en función de la perspectiva puede ser un triunfo o el mayor de los fracasos. Naufrago. Zozobro. Voy a la deriva, a la espera del viento que impulse la nave; hacia adelante, pero sin rumbo cierto. A la espera de un puerto, aunque cualquier puerto en medio del mar parece inalcanzable.
Y recuerdo aquello que siempre dice un amigo, somos lo que escribimos. Algo que he oído a otras personas y que no comparto, porque tan solo somos una parte de lo que escribimos, como una gota de agua es una pequeña porción del océano.
Aun así, al margen de las motivaciones de cada autor de un blog, me quedo con el hecho de que todos ellos utilizan la palabra, incluso aquellos que dan predominio a la imagen. Y eso me hace sonreír.

sábado, 1 de marzo de 2014

El pescador de iceberg

Se marchó cuando todavía necesitaba respirarla. Quedó solo y con una vida por delante. Pero cometió el error de pensar que ya no le quedaba vida. Así que penó con el destierro, que es la más fácil de las huidas. Se vio abocado a aprender a vivir consigo mismo y quedó preso del tiempo en el ángulo marcado por las manecillas del reloj.
Descubrió que ese tiempo no se detiene y que como creía el Genio hasta los relojes blandos marcan las horas y es el recuerdo el que como relojero paciente les da cuerda.
Ella volvió. Quizás porque nunca se había ido. Los años la convirtieron en río. Aparecía y desaparecía como las aguas y lo zarandeaba, lo sumergía en ellas, lo arrastraba, sobrepasando el cauce, para casi ahogarlo, y cuando volvía a ese cauce lo arrojaba a la orilla, dolorido, magullado.  También perdido. Y levantó un muro infranqueable e invisible entre sus mundos, pasado, presente y futuro.
Camina hacia adelante, pero vuelve la vista atrás. Consciente de que el adiós habita en un parque junto al canal, donde juegan los niños que mañana serán hombres y mujeres ajenos a los caprichos del destino; ese que cruza vidas entre la multitud con líneas tangentes y círculos concéntricos.
Escarbó en su herida y sobre las cicatrices trazó con sal un mapa de océanos, en el que aparecían islas sin nombre pero con un rostro de mujer desdibujado. Y soñó en construir puentes que unieran las islas. Los coloreó con la sangre que brotaba de la herida y no sin asombro contempló que era oscura y que los puentes carecían de fortaleza más allá de la otorgada por el deseo de las propias islas.
A veces derrama sus lágrimas en mi oído; a sabiendas de que apenas puedo ofrecerle mi hombro, pues no soy capaz de hallar palabras que mitiguen su pesar. Y tampoco puedo abrirle la puerta del olvido.
Ahora se ha convertido en pescador de iceberg en vasos de boca ancha. En ocasiones, cuando las sirenas abandonan el mar buscando el cobijo de la luna, le acompaño a pescar. Nos subimos a esa barca que parece taburetes de bar y remamos en la barra, sin llegar a parte alguna. Quizás busque la parca o una suerte de ballena blanca que dote de sentido a la existencia perdida, pero se contenta con almacenar esos trozos de hielo cerca del corazón.
Al regresar, surcando en zigzag los mares de ron con las luces del alba, me ofrece un puñado de sal. Y besa la arena como si fueran los labios de aquella mujer. La misma que una vez creyó volver a ver, sin percibir que era la proyección de la ausencia.