Me
llegó la pregunta a través del grupo Bloggers
y periodistas de una red social ¿Cuál es la temática de tu blog? Y realicé
el habitual ejercicio de responder en mi cabeza a la cuestión. Al cabo de unos
días decidí contestar por escrito a la cuestión de forma somera. Explicando lo
que he contado en alguna ocasión sobre qué me llevó a abrir un blog, la url del
mismo y poco más, salvo una promesa, que espero cumplir, de no bufar.
Pero
la pregunta sigue bullendo en mi cabeza, quizás porque no he sabido
contestármela a mí mismo o quizás porque me lleva a una reflexión más amplia; que
en algunos aspectos es gratificante al leer el comentario de otros miembros de
ese grupo sobre su motivación para abrir un blog.
La
verdad es que en lo primero en que pensé al leer la pregunta fue en aquellas
personas que escriben un blog para hallar notoriedad; aquellas personas que de
forma concienzuda han planificado diseño, nombre y contenido para hacerse un
hueco en la red. Y también en aquellas que conciben el blog como una extensión
de su trabajo y por tanto éste no es más que otra herramienta laboral (luego
descubrí que algunos de estos blogueros tienen también un blog personal, lo que
probablemente no les reconcilia con el mundo pero a mí me hace contemplarlos
con una mirada más amable. Por mis prejuicios, evidentemente, no por la
legitimidad de sus actos).
Pensé
en las personas que escriben un blog por la necesidad de expresarse. Y en
aquellas otras que lo hacen porque necesitan comunicarse, bien por evadirse de
la soledad, bien por su imposibilidad para relacionarse con otras personas con
la misma libertad que lo hacen a través de sus escritos. Sí, también pensé en
aquellos que abren un blog para ayudar y orientar a los demás por sus
conocimientos o experiencias sobre distintos temas. Y en aquellos que piensan
que su blog es el espejo de la madrastra de Blancanieves, cuya única finalidad
es alimentar su insaciable narcisismo. Y en aquellos que abren un blog como la
antesala de su sueño, no para alcanzar el éxito sino para lograr aquello que
desearon ser o hacer siempre.
Por
supuesto pensé en los conceptos y herramientas de medición, tan del gusto de
muchos: seguidores, páginas vistas, comentarios, números de visitas, tiempo de permanencia....
y eso que también gusta a muchos otros de reputación digital, influencia… Pero
tampoco voy a engañar a nadie, creo que a estas alturas es conocido, y por otra
parte obvio, el poco o nulo interés que estos aspectos tienen para mí. No en
cuestiones de laboro, pero sí en la esfera personal.
Es
curioso todo lo que soy capaz de pensar sobre muchas cosas y lo poco que pensé
al abrir mi blog. Pero aún incompleta, la respuesta válida es la que escribí,
la que siempre, con mayor o menor extensión, me he dado y he dado: “Mi blog es
una tabla en el océano. El clavo ardiendo al que me agarré en un momento de mi
vida para no sucumbir. No tiene mucho misterio, busco en el baúl de las
palabras, escojo las que creo más adecuadas para cada post y las ordeno de
manera que sean legibles y en la medida de lo posible inviten a la reflexión.
Comparto el resultado de esa búsqueda con la inclusión de algunos artículos
periodísticos (una vez han sido publicadas o emitidos por los medios a los que
estaban destinados). Está abierto a cualquiera que quiera deambular por él,
solo prometo no bufar”.
Mi
blog es mi cuaderno de bitácora en ese océano en el que de una forma u otra, a
pesar de que la vida me sonrió con un golpe de fortuna en forma de laboro,
permanezco. Logré no sucumbir, algo que en función de la perspectiva puede ser
un triunfo o el mayor de los fracasos. Naufrago. Zozobro. Voy a la deriva, a la
espera del viento que impulse la nave; hacia adelante, pero sin rumbo cierto. A
la espera de un puerto, aunque cualquier puerto en medio del mar parece
inalcanzable.
Y
recuerdo aquello que siempre dice un amigo, somos lo que escribimos. Algo que
he oído a otras personas y que no comparto, porque tan solo somos una parte de
lo que escribimos, como una gota de agua es una pequeña porción del océano.
Aun
así, al margen de las motivaciones de cada autor de un blog, me quedo con el
hecho de que todos ellos utilizan la palabra, incluso aquellos que dan
predominio a la imagen. Y eso me hace sonreír.
Si alguien me preguntara a mí de que va tu blog le respondería sin dudar que va de “momentos”, pero no de momentos cualesquiera, sino de aquellos producidos por instantes que por causa-efecto invitan después de leer, a echar una mirada a nuestro yo interior.
ResponderEliminarPor qué escribes y mantienes tu blog es otra cuestión.
Sin duda no escribes para demostrar tu valía como escrito y creo que tampoco para demostrar nada como profesional de la prensa. Sin ser poeta, eres sin embargo bardo. Crees en causa y las defiendes, y eso me gusta aunque a veces siento (para mí) que en algunos temas estás equivocado. Pero en esto de errar, la que más se equivoca (porque tengo boca y soy medio zopenca) soy yo, así que mejor por ahí no sigo. Es, sin embargo, bonito discernir para constatar y conceptuar pensamiento e ideas porque abre la mente.
Por otro lado, yo tampoco comulgo con eso de que somos lo que escribimos. Sí lo creyera no escribiría lo que escribo y menos aún haría comentarios del tipo que hago.
Tú te muestras siempre sensato, muy correcto, comedido y cabal, al contrario que yo. Y lo entiendo.
Yo me muestro diferente. Truculenta. Bestiaparda, a veces. Pero muy probablemente soy más cabal, bien cimentada con los pies en la tierra que muchos.
Mola tener un “amigo” como tú. Mola sentir que en este océano tan aséptico encuentras una tabla para hace surf. Y mola poder meterme contigo porque sabes que soy Ophelia, Ophi, ya sabes, la loca eau.
Tengo una brújula, que como todos esos artilugios me señalan un rumbo.
Saludos desde el noroeste.
PD: Mi ego siente la necesidad de saber de por tu curiosidad sobre me él, ¿Se lo satisfaces? :)
Of course. Es la curiosidad del gato. La que le mata. Un bico.
ResponderEliminarQue decepcion, gato. Te libero del agua.
ResponderEliminarVaya, siento decepcionarte. Solo era broma, ya sabes que no me gusta hablar en serio, aunque te parezca cabal, sensato, correcto y comedido (que son solo momentáneas percepciones). También sabes que a los gatos no les gusta el agua, aunque yo sea una excepción. Un bico.
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