viernes, 31 de marzo de 2017

La foto

Ahora que asistimos al regreso de las sombras del pasado como garantes del futuro conviene recordar aquello de que el que se mueve no sale en la foto.
En esto de salir en la foto los políticos no han tenido pudor. De hecho hay más de uno que solo vive para la foto, aunque en la mayoría de las ocasiones en lugar de gestionar se dedique a la venta de humo. 
A mí me ha llamado la atención la foto de la semana pasada en la que se veía al alcalde de Jaén y a varios de sus concejales con el director general del grupo Alvores y otros responsables de esta empresa que promueve la construcción del centro comercial “Jaén Plaza”. 
No voy a hablar de que la empresa adjudicataria para su construcción sea OHL, la de Villar Mir; sí, la que aparece en los papeles de Bárcenas. Ni tampoco de que el supuesto comienzo de las obras no sea más que una limpieza del terreno, a la espera del proyecto de urbanización y la correspondiente licencia de obras. 
Lo que me llama la atención de la foto es la masiva representación, con el alcalde a la cabeza, del equipo de gobierno municipal. Y no me cuenten que tiene que ver con el programa electoral. 
Por cierto, he echado de menos en la misma a alguno de los concejales no adscritos, los tránsfugas de Ciudadanos, para cerrar el círculo. 
Es curioso este despliegue con los responsables de una empresa privada y la ausencia de munícipes en otros actos y en otras fotos. Por ejemplo, les he puesto falta en la reapertura de la sede de la Federación de Asociaciones de Vecinos “OCO”. 
Tras ese extraño embargo de hace dos meses, con error de domicilio y la dudosa actuación municipal, hubiera sido tranquilizador ver al alcalde y a algún concejal fotografiándose en la puerta de la sede con los representantes vecinales. 
También es gracioso que uno de los concejales, presente en la foto de Alvores y habitual en otras muchas poses, acuse a la oposición de tener mucho interés en “hacerse la foto” en el casco histórico, gran mercado de humo. Que me tiznas le dice la sartén al cazo. 
Solo falta que la próxima foto del alcalde y sus concejales con empresarios privados se haga a las puertas del ayuntamiento. Podríamos errar y pensar que en lugar de captar inversores para realizar proyectos en la ciudad se ha colgado el cartel de “se vende” o que Jaén es oscuro objeto de deseo de los filántropos.

Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 30 de marzo de 2017.

miércoles, 22 de marzo de 2017

El juego del engaño

Recuerdan aquello de que el algodón no engaña. Pues con los datos pasa lo mismo, nos arrojan la verdad a la cara, que Jaén sigue siendo la última de la fila. 
A primeros de marzo nos enterábamos de que el paro en la provincia había subido un 9,97 por ciento, es decir que 52.703 jiennenses de nacimiento o adopción carecen de laboro. 
Y ahora nos enteramos de que también estamos en la cola de inversiones en obra pública en Andalucía. En 2016 solo se invirtieron en Jaén 42,7 millones de euros. 
Así es fácil entender porqué nuestras autovías siguen cortitas de kilómetros, nuestros raíles huérfanos de trenes o porqué las obras de museos, templos o pabellones deportivos son protagonistas de nuestra particular historia interminable. 
Abran las ventanas y griten los voceros que es culpa de los otros, que esto con los míos no pasaba. Y sigamos fingiendo y jugando al engaño. 
La verdad, según el Círculo de Empresas Andaluzas de la Construcción, Consultoría y Obra Pública (CEACOP) en su Informe Anual de Adjudicaciones, es que en 2016 se ha invertido un 43 por ciento menos en obra pública en Andalucía respecto al año anterior. 
El gobierno central, el de Rajoy, que era la administración más inversora desde 2010, un 71 por ciento menos. Y la Junta de Andalucía, la de Susana Díaz, un 17 por ciento menos. Mientras que las diputaciones se sitúan como la última administración en inversiones de este penoso ránking. 
Solo se salvan los ayuntamientos, que han invertido un 31,9 por ciento, 228,5 millones de euros. Una cifra insuficiente para acabar con los desequilibrios, fundamentalmente en infraestructuras, frente a otros territorios. 
Podemos mirar a otro lado, seguir lamentándonos, jalear a nuestros gobernantes y en función de nuestras coincidencias ideológicas aplaudir sus viajes a ninguna parte o dar un paso adelante y salir a la calle a reclamar lo que por derecho nos corresponde. No solo por nosotros, sino por los que vienen detrás. 
Y cuando hablo de salir a la calle me refiero a hacerlo como ciudadanos, no escudados en plataformas o grupos de opacos intereses. 
Es el tiempo de abrir las grandes alamedas, en el caso de Jaén, nuestros olivares, y que pasen los hombres libres.

Artículo emitido en SER Úbeda, el 20 de marzo de 2017.

martes, 21 de marzo de 2017

21 de marzo

Los jaramagos me anunciaban en los días previos que como cada año se acerca un 21 de marzo. No hay nada que celebrar. Y aunque la tristeza se asoma por la esquina, no es un día triste. Pero tampoco es un día sin más en la hoja del calendario. 
Es uno de esos días en los que se ganan unos palmos de tierra a la parcela del olvido. Uno de esos en los que la memoria reverdece como el tallo del jaramago. Uno de esos en los que la cabeza y el corazón se agitan. 
Es el mismo 21 de marzo en que como en años anteriores no descolgaré el teléfono, no habrá llamada, no habrá voz al otro lado. Solo la ausencia. La presencia de la pérdida. El silencio. 
También es el día en que llega la primavera. El día en que de repente recordamos que existen los poetas. El día en que despertamos a los versos y los soltamos al aire como si fueran el hilo que ata la cometa. 
Es el día que anuncia días más largos, cuando ya no queda tiempo; días de luz, cuando ya se hizo la noche, y días de sol, cuando ya ni el frío calienta. 
Y a pesar de eso o por eso sigue siendo uno de los días más hermosos del año. El día que florece el jaramago.

lunes, 20 de marzo de 2017

"Cosas"

Hay cosas y cosas. Y luego están las “Cosas” de mi amigo Javier Martínez escritas con el talento de Pedro Lendínez. 
Con los amigos uno tiende a ser parcial, de modo que digas lo que digas se entiende en clave de amistad y eso muchas veces, casi siempre, se malinterpreta y el que escucha, salvo excepciones, es proclive a creer que alabamos la creación de un amigo por encima de su valor real. 
Es posible, por eso como en tantos otros ámbitos de la vida lo mejor es verlo con los propios ojos y a partir de ahí calibrar si lo visto merece la pena o por el contrario es prescindible.
Dicen que a la tercera va la vencida y aunque no siempre se cumpla, no es menos cierto que en esta ocasión fue así. Las dos anteriores representaciones por cuestiones de fecha se quedaron en un intento, pero no más. 
Así que tenía apuntada la fecha en el calendario de la siguiente representación en la Sala Señora Ciempiés, pequeño gran local de Jaén que por desgracia exhibe el cartel de “Se vende”. Por si eso fuera poco el mismo día de la representación me encontré con Javier por la mañana, así que ese lunes era el día. Y lo fue. 
Una hora de reloj. Una hora en la que al talento en el texto de Pedro se sumó el talento interpretativo de Javier. No voy a destripar nada y menos ahora que anuncian gira fuera de los límites provinciales. Solo les diré que me pareció fascinante la variedad de registros y el hilo de palabras que la hacían posible. 
Y añadiré que disfruté viendo a Javier al fondo de la sala frente al público, en el que más de uno éramos amigos, cierto, en el que más de uno repetía, cierto también, y en el que ninguno creo se sintió defraudado. 
Conocíamos las cosas de la vida, las cosas del querer, las pequeñas cosas e incluso el lado oscuro de las cosas pero éramos ajenos a estos 60 minutos de otras “Cosas”, las de Pedro y Javier, que ahora son también un poco nuestras cosas. 
Puede que ya lo fueran, porque forman parte de lo cotidiano, de nuestro entorno, de nuestra forma de relacionarlos con los demás y por supuesto, de cómo somos o cómo nos hacen ser las cosas que nos pasan y las que nosotros hacemos que pasen. 
“Cosas”, a secas, como el pan de Chukri.

sábado, 18 de marzo de 2017

La memoria del subsuelo

De la tierra al cielo. Y entre medias Jaén. Ya saben que en pocos días hemos pasado sin sonrojo de la Atlántida a la lejana galaxia. 
Un documental protagonizado por el director de cine, James Cameron, también sin pudor, señalaba el yacimiento de Marroquíes Bajos, ese que enterraban las excavadoras de nuestros constructores ávidos por contribuir a la Historia, como el lugar donde se halla el mítico continente. 
Y como lo ha dicho la tele nos ha invadido tras años de desidia un no sé qué y la necesidad de recuperar nuestras memorias del subsuelo. Poco importa la ausencia de rigor científico, el desfase de milenios e incluso el valor real del yacimiento. 
Me acordé de aquel gallego que afirmaba, sin complejos, que el paraíso bíblico estaba en Galicia (el interior sabemos todos que está en Jaén y juega al fútbol sala) y que Cristóbal Colón era gallego.
Aquí con tal de obviar el presente volvemos atrás en el tiempo o miramos más allá de las estrellas. Postergamos la rebelión de las masas y abrazamos el imperio de los robots. 
Y como prolongación del Carnaval o como adelanto de la Semana Santa dejamos la calle para que procesionen las tropas de Star Wars y el mismísimo Darth Vader. Como si no supiéramos dónde está el lado oscuro y los agujeros negros. 
Podíamos poner los pies en el suelo. Ver la luz. En Granada ya han conseguido sus dos hospitales y ahora van a por el tren. Y aquí sacamos a la calle a las tropas del imperio o salimos a pedir la salvación del Real Jaén. Bueno, los que salen, porque yo salgo a comprar el periódico y al bar. Y de paso a contemplar la vida. 
En esa contemplación, escarbando y no excavando, me ha venido a la cabeza aquella leyenda urbana del epitafio de la tumba de Marx, Groucho, naturalmente, “perdonen que no me levante”. 
Yo sin epitafio, por ahora, les digo “disculpen que no me entusiasme” con la última plataforma reivindicativa de Jaén. Me huele a alcanfor. Como me dice un amigo tiene cierto tufillo y parece un equipo de viejas glorias. A un lado los mismos y al otro, los mesmos. 
También me dicen que huele a futura candidatura independiente para las municipales. Será por aquello de que todos merecemos más. El tiempo dirá. 
Media vida presumiendo de lagartos y ahora dudamos entre declararnos atlantes o dejarnos acompañar por la fuerza.

Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 16 de marzo de 2017.


viernes, 3 de marzo de 2017

Más cultura, que lo demás es verdura

La cultura no tiene que ver con la ideología. Otra cosa es el uso que se hace de ella. La cultura tiene que ver con la sensibilidad, con la inquietud, con la curiosidad, con las ganas de aprender, con el conocimiento…, con tantas cosas. 
No imagino a la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, estremeciéndose ante “Las Meninas” de Velázquez; ni siquiera soy capaz de verla recorriendo El Prado. 
Pero si he visto al actual alcalde de Jaén, Javier Márquez, visitar la exposición fotográfica “Maridaje” en “Etnosur” y le he visto asistir al concierto de 091 en Jaén, desprovisto en ambos casos de sillón o bastón. De igual modo que vi al alcalde de Granada, el socialista Francisco Cuenca, en “Maniobra Final”, el último concierto de los Cero en su ciudad. 
Por eso me sorprende que Márquez firme un decreto municipal para privar a Jaén de las obras del pintor Alfonso Parras, Premio Nacional de Pintura y considerado como el más representativo de la Escuela Paisajística de Jaén. 
Se ha roto el convenio suscrito con la familia del artista jiennense alegando la incapacidad municipal para preservar el legado del pintor y se obliga a la familia de Parras a asumir los gastos del traslado de las pinturas. Ya saben aquello de además pagar la cama. 
Hay que ver el PP, que maña en obtener dinero para sobresueldos y que incapacidad para generar unos euros en lo público y asumir sus propios compromisos. 
Y por si fuera poco, el anuncio se realiza cuando se cumple un año de la manifestación del “Movimiento Abierto por la Cultura. En Jaén si hay”. ¿Recuerdan? Cuando creímos que en Jaén si había, porque siempre ha habido y hay talento y ganas de triunfar aquí sin marcharse, pero no hay voluntad, ni interés, ni sensibilidad como vemos con el legado de Parras. 
Y se anuncia cuando nace una nueva plataforma reivindicativa “Jaén merece más”. Una cosa es lo que se merece y otra lo que se tiene. Que dicho sea de paso, es lo que se vota. 
Sería deseable que la Diputación provincial, igual que ha hecho con el legado de Miguel Hernández, recuperara las obras de Alfonso Parras y las devolviera a la ciudad de Jaén. 
Recuerdo las palabras del amigo Cándido, proletario y poeta: “más cultura, que lo demás es verdura”.
Calabacines y ruécanos. Pero por aquí andamos sobrados de pepinicos. 
Ay, “esa España inferior que ora y bosteza”. Esa que hasta en tiempo de Don Carnal quiere imponer la Cuaresma.

Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 2 de marzo de 2017.

jueves, 2 de marzo de 2017

Garagatos

Llegamos en el último suspiro. Casi sin aliento. Cuando las agujas del reloj acortaban el espacio entre la una y media y las dos. El último día y en el penúltimo momento. Pero llegamos, ¡qué demonios!
Y mereció la pena contemplar esos dibujos de Sabina. Madonnas, cristos, toreros, princesas, Picasso, Matisse, Tamara de Lempicka… y peces y gatos. Qué para no cantar, hasta dibuja el maestro ubetense. 
Era pura curiosidad. No buscaba, ni esperaba, la excelencia artística, pero estaba convencido de encontrar ese hilo que une música, palabras e imágenes. Las de Sabina, of course. 
Si hay capacidad para ver una canción, porqué renunciar a oír la música de los dibujos colgados en la pared. Porqué no permitir que las palabras actúen como Celestinas y dejarse llevar por ellas de marco en marco, sumergiéndose entre esos ‘garagatos’ marcando el compás con los pies. 
No comparto eso de que somos lo que escribimos, aunque no niego que seamos o sintamos una parte de ello. De igual modo no seremos lo que dibujamos o lo que cantamos, pero algo de nosotros, a conciencia o sin ella, queda en el papel o en la canción. Así que es innegable que al menos parte de lo que cubren la camiseta de rayas y el bombín habita en los ‘garagatos’. 
Llegamos. Subiendo Los Caños casi sin aliento. Recuperando el resuello en Martínez Molina. Y respirando hondo en la Plaza del Pato frente a la puerta de los Baños Árabes. Cruzamos el umbral con la duda de si aún era el tiempo o por el contrario lo habíamos perdido. Llegamos para ver asomarse a un Sabina juguetón por una puerta entreabierta de ‘garagatería’, en una sala vacía pero vestida con sus dibujos. Llegamos para el desfile con parada de pared a pared. Y bailamos el vals de la contemplación. 
Más vale tarde que nunca. O ciento volando. Cara gato. "Garagatos".


"Como dibujo por matar el rato
 ayuno
del talento de Tiziano
a los bodrios que salen de
mis manos 
les llamo garagatos", Joaquín Sabina.