lunes, 30 de mayo de 2011

Elogio del abandono

Se despertó del sueño de ser presidente. Era domingo. Pero seguía allí, en La Moncloa. Condenado a vagar por aquellos pasillos y estancias, apareciéndose esporádicamente en el Congreso y presentándose en algún acto institucional, para retornar a su residencia y esperar que las urnas le liberen de su prisión y de su nueva condición fantasmagórica.
Abrió los ojos. Y recordó que el sábado también había despertado del sueño de la secretaría general. No había podido evitar mirar a Blanco y pensar en Julio César y su “tú también, Bruto”. También vagaría por Ferraz. La soledad y la derrota se dibujaban en la cara de Bambi, cuando sin convicción anunciaba el nombre del sucesor.
La vieja guardia había actuado sin contemplaciones y sin complejos. Había adoptados los modos de sus antagonistas y renunciaba a sus democráticas señas de identidad, alojadas en alguna cápsula del tiempo, para optar por la designación a dedo. A semejanza de un consejo de administración no había dudado en desembarazarse de su presidente, manteniéndolo unos meses más al frente como un hombre de paja y evidenciado que lo primordial era evitar la hemorragia del descenso de la cotización en la “Casa de los Leones”. Las franquicias asumirán la decisión de la empresa matriz. Por si alguien aún tenía dudas, se había renunciado a la ideología. Una vez más, se hurtaba el debate de las ideas y el proyecto se reducía al cartel de la persona.
Como complemento del esperpento, la candidata que no fue tal convocaba a final de semana y a hora intempestiva y con urgencia una rueda de prensa para anunciar que no sería lo que nunca llegó a ser. De modo que mañana martes, el día del anuncio de su participación en las primarias, tampoco será el día que debía haber sido.
Tras la patética y compungida comparecencia, con rostro cariacontecido como si fuera nueva o inmaculada en tareas de gobierno y partido, recibía los elogios de la joven y la vieja guardia, haciéndole creer que en lugar de cavar su tumba y probablemente la fosa común de los hijos de la rosa está escribiendo la intrahistoria del futuro. Paradójico que sitúe a su ahora candidato en el pasado, quien ni siquiera ha querido ser presente.
Cerró de nuevo los ojos. Aterrado descubrió que al despertar de sus sueños, había roto también los sueños de otros. Continuó vagando, a sabiendas de que no es sincero el elogio del abandono.

jueves, 26 de mayo de 2011

La inocencia de Brotat

Esperando los brotes verdes topamos con cactus, sin flores y con afiladas espinas. Ante la aridez del paisaje busco un vergel. Lo hallo entre las pinturas de Joan Brotat y su exposición “La lucha por la inocencia, 1946-1966”. Por un instante pienso de nuevo en los cactus y en como su irrupción contribuirá a la pérdida de la inocencia y podría ser la llamada para la lucha.
Como casi siempre, la Sala de Exposiciones está vacía. Contemplo un cuadro a la vez que ojeo el catálogo de la muestra. Los nombres de Cesáreo Rodríguez-Aguilera, Guinovart, Picasso o Zabaleta aparecen ante mis ojos al pasar las páginas y como una invitación a la reproducción de las pinturas y cerámicas de Brotat. También como casi siempre el catálogo incluye una muestra más amplia del artista que las paredes de la Sala.
Cierro el catálogo y retrocedo sobre mis pasos para ver la exposición desde su inicio. Las figuras hieráticas, de rostros adustos y severos me observan con sus ojos de óleo. Evidencian la influencia del románico en el artista, pero a mí la severidad de esos rostros y las miradas planas me llevan de nuevo a reflexionar sobre la pérdida de la inocencia, sobre los costes y los precios reales e imaginarios que debemos pagar voluntaria u obligadamente no para alcanzar lo deseado, sino simplemente para seguir avanzando o para reaccionar.
Accedo al espacio central de la Sala. Los dos primeros cuadros reproducen el mismo esquema y posición de las figuras románicas. Son cuadros de familia de payeses y molineros. Uno de mis peques me llama para que vea el cuadro colgado en el centro de la Sala. Es un estallido de color, cazadores, palmeras y leones. De dimensiones superiores al resto y de influencia naïf es el preámbulo de la desaparición de los rostros adustos y severos. Pinturas de artistas de circo y de la feria, cuadros de un palomar y un faro, platos de cerámica, alfombras y tapices coloridos dibujan una sonrisa en mi cara e iluminan mi mirada. Por un momento recupero la inocencia, la misma que perdura en mis peques, ajenos a cactus y espinas. Unos metros más adelante me espera una pequeña escultura de hierro, inequívocamente picassiana.
Como si de un déjà vu se tratara me encuentro de nuevo ante el primer cuadro que contemplé al pasar a la Sala. Retornan los rostros severos y adustos. Afloran las figuras rectas y alargadas; igual que cactus. Abandono el vergel, y en la aridez del paisaje no hay rastro de la inocencia.


Imagen: Obra, "Cazadores de leones", de Joan Brotat, tomada de http://alquimistasdelestablo.blogspot.com/2010/11/joan-brotat.html.

lunes, 23 de mayo de 2011

Resaca electoral

Esto es la democracia. Nuestra imperfecta democracia. En la que participan más votantes que demócratas. Y en la que cada uno es responsable, o debiera serlo, de su voto, en blanco o a cualquier opción política, o de su abstención.
No ha mucho éramos un país sociológicamente de izquierdas y ahora somos un país asustado, en el que el miedo y la incertidumbre nos vuelven conservadores. Aquello que creíamos nos pertenecía por derecho y la propia Constitución amparaba como el laboro, la vivienda… se convirtió de pronto en privilegio. Y un mal trabajo o una mala vivienda son mejor que nada. Aceptamos la “jibarización” de derechos y oportunidades y renunciamos a valores esenciales. Nos volvimos egoístas. De manera que difuminamos el pasado, perdimos el presente e hipotecamos el futuro.
Llegados a este punto y tras las Elecciones Municipales y Autonómicas (en algunos territorios) de ayer, hay quien descubre que sólo le gusta la democracia si ganan los “suyos” y hay quien demuestra que no sólo no es responsable de su voto, sino que además carece de criterio y de rigor y le da igual que gobiernen unos u otros. Y sin embargo, las encuestas esta vez acertaron y no ha habido lugar para la sorpresa. Salvo excepciones, el voto se ha emitido en clave de política nacional, relegando al olvido el municipalismo y en menor medida, las autonomías.
En las urnas se ha castigado la mala gestión de la crisis del partido en el gobierno de España, las medidas adoptadas por imperativo de los mercados, el incremento del desempleo y su renuncia a su ideología y sus señas de identidad. Y se ha premiado al principal partido de la oposición, obviando su deslealtad con el gobierno, y por tanto con los españoles, en la solución o el intento de solución de la crisis, su opacidad sobre las medidas (como mínimo tan impopulares y gravosas en materia económica y de empleo para los trabajadores como las aplicadas por el actual gobierno) que adoptará si gobierna tras las próximas Elecciones Generales y su apuesta por el desmantelamiento de los servicios públicos y el recorte en políticas y derechos sociales. Y lo más terrible y nauseabundo, es que se ha amparado electoralmente, no jurídicamente (conviene no olvidarlo), la corrupción y se ha respaldado con el voto la presencia de presuntos corruptos en las instituciones (Valencia, Castellón, Alicante o Alhaurín de la Torre.Y Córdoba). Además, hemos asistido al triunfo electoral de Bildu, gracias entre otros al impagable respaldo de la campaña de comunicación de la extrema derecha y sus medios de comunicación afines, con el ex ministro Mayor Oreja al frente. Premio y castigo han sido excesivos para los méritos y deméritos contraídos por unos y otros.
¿Y ahora qué? Ahora en pueblos y regiones toca esperar los recuentos electorales y los posibles pactos allá donde la aritmética lo permite y las coincidencias ideológicas lo aconsejan y logren imponerse a los antagonismos personales. En el ámbito estatal, la derecha seguirá emitiendo los cantos de sirena del adelanto electoral, como si de verdad tuviera soluciones para la crisis más allá del “modelo Cameron”; aunque la estabilidad y el futuro del actual gobierno dependen, una vez más, de los partidos nacionalistas; y la izquierda tendrá que volver a pisar la calle, escuchar a los ciudadanos y elegir entre el gobierno de las personas y los dictados de los mercados.
Ayer los ciudadanos hablamos en las urnas. Para placer de muchos y disgusto de no pocos. Lo bueno es que en democracia los aciertos y los errores de los gobernantes no han de prolongarse más de cuatro años. Salvo que los ciudadanos decidamos lo contrario.

sábado, 14 de mayo de 2011

El arte de escribir

Hay géneros periodísticos y secciones de periódicos desdeñados por los profesionales, por considerarlos de rango menor; una pérdida de tiempo que no les hará ganar el Pulitzer o les privará de participar en la galaxia televisiva con brillo propio y trato de supernova.
Como lector, alguno de esos sueltos, notas de sociedad u obituarios e incluso las cartas al director, que en algunos periódicos son redactadas por los integrantes de su redacción ante la escasez temporal, me parecen una fuente impagable de información y un deleite por su redacción.
Y como profesional, como alguien que se gana el sustento con las palabras, percibo estas “piezas menores” como una academia de acceso universal y gratuito, en la que sólo con leer y releer, algo de criterio y una pizca de voluntad está garantizado el aprendizaje.
Hoy sábado, el corresponsal de El País en La Habana, Mauricio Vicent, lejos de las páginas de Internacional, regala en la de Obituarios, con motivo del fallecimiento del periodista argentino Jorge Timossi, una de esas lecciones para alumnos voluntariosos y un goce para lectores aplicados.
Leyéndolo no he podido menos que recordar al protagonista de “Memoria de mis putas tristes”, de Gabriel García Márquez; un gacetillero nonagenario que también se había ganado su sustento con las palabras, inflador de cables en El Diario de La Paz y autor de su nota dominical.
Maestros, en la ficción o en la realidad, en el arte de escribir, cuyo magisterio pasa casi desapercibido ante los grandes titulares y los espacios de privilegio copados por las piezas consideradas de rango superior, aunque carezcan de interés informativo. Los condicionamientos de la jerarquía.
(http://www.elpais.com/articulo/Necrologicas/Jorge/Timossi/periodista/inspiro/Felipe/Mafalda/elpepinec/20110514elpepinec_1/TesI)

Sucedió en Lorca

Era una tarde de mayo. Como cualquier otra tarde, la del día anterior, la del día siguiente, la del mes pasado, la del mes que viene o las del año pasado o el anterior. Hasta que la madre tierra rugió. Entre las seis y las siete. La naturaleza resquebrajó la vasija de nuestra inmunidad, aquella donde creíamos a resguardo y empequeñecidos los miedos propios y extraños. Y esa tarde dejó de ser una más, y ese día se convierte en un 11 de mayo de 2011 que quedará marcado en las páginas de nuestra historia.
La globalización también era esto: descubrirse en el otro, en el contemplado como diferente. Y las mismas nuevas tecnologías que nos permitían desde nuestro universo abrir ventanas desde la televisión, el ordenador o el móvil al resto del mundo, nos sitúan ahora al otro lado del cristal. Lorca, un pequeño pueblo murciando desconocido para el resto del mundo, es hoy para ese resto del mundo aquel lugar lejano donde ocurren catástrofes que nunca pasan en nuestro hábitat.
Sucedió también otro 11-M, aquel once de marzo madrileño en que descubrimos nuestra vulnerabilidad. Cuando la masacre provocada por los fanáticos abandonó las ventanas tecnológicas, su apariencia virtual, para hacerse tangible entre nosotros. Nos despojó de nuestras convicciones de fortaleza y seguridad y quedamos desnudos, mostrando temores y fragilidad.
De repente, aquellos escenarios de ciudades derruidas, de humo y sangre dejan de estar distantes en kilómetros. Lo exótico deja paso a lo habitual. Las piedras desprendidas y agrietadas son nuestras piedras y los trenes de hierros retorcidos son nuestros trenes.
No somos inmunes. Nunca lo fuimos. Sólo mirábamos con la perspectiva errada.

martes, 3 de mayo de 2011

¿Justicia?

En el teatro de nuestro Siglo de Oro era habitual la petición de justicia, individual o colectiva, al señor; quien despreciaba la ley en la misma cuantía e intensidad que apreciaba sus intereses. De modo que el agraviado acababa tomándose la justicia por su mano, individual o colectivamente.
Se ve que en esto, como en la matanza del mensajero, no hemos avanzado mucho a pesar de los siglos. Aunque ese tiempo transcurrido siembre al menos la duda sobre la distancia o el límite que separa la justicia de la venganza.
Desde ayer sólo oigo y leo referencias a la justicia, al fin de la rabia con la muerte del perro y al vivo o muerto de los carteles del Wanted del Far West.
Y quizás por influencia de esa literatura del Siglo de Oro con linchamientos o ajusticiamientos al margen de la ley, sea ésta justa o injusta, no veo justicia en la entrada en un país de fuerzas militares de élite de otro país para abatir una codiciada pieza, algo devaluada es cierto, de un tiro en la cabeza.
Quizás esa España de caballeros, pícaros y truhanes, justicieros y emboscados, me hace creer que la justicia hubiera consistido en capturar vivo al terrorista y llevarlo ante un tribunal internacional para ser juzgado por sus crímenes.
No voy a llorar la muerte de un terrorista, pero sigo defendiendo la necesidad de que impere la razón frente al instinto y que debemos evitar combatir al terrorismo con sus mismas armas, porque entonces tendemos a no diferenciarnos. Y la diferencia es obvia, nosotros respetamos la ley. Aunque a veces ni nos guste, ni la compartamos.

lunes, 2 de mayo de 2011

Información y propaganda

Lo de matar al mensajero viene de lejos, de tiempos de la antigua Grecia; así que desde entonces se ha ampliado el catálogo de la matanza y se han refinado las maneras, pero sin llegar a la consideración de las bellas artes.
No es extraño pues que hoy en este país algunos vividores de la cosa política pidan públicamente la cabeza del mensajero. Confunden información con propaganda, por lo que además de padecer alergia a la información veraz, sólo admiten, faltaría más, la difusión por cualquier medio de la propaganda propia.
Es evidente que entienden los medios de comunicación públicos como un instrumento al servicio de sus intereses y de su partido; de modo que la despolitización gubernamental de la principal televisión pública de este país, TVE, mayores atribuciones en la toma de decisiones profesionales a sus trabajadores y la elección de su máximo responsable por 2/3 del Congreso de los Diputados, les incomodan porque suponen en la práctica un impedimento a la difusión de la propaganda y a la manipulación informativa como las que realizan en las televisiones públicas de aquellos territorios en donde gobiernan.
El desprecio hacia la información veraz y al trabajo riguroso de los profesionales de la información (periodistas, cámaras, fotógrafos…), incluso a los propios profesionales, es tan patente, que ni lo disimulan. Y ante el plácet y la servidumbre de los propios medios de comunicación y la escasez de peso y de representación de las organizaciones profesionales realizan convocatorias de prensa negando a los periodistas el derecho a preguntar o impiden el acceso a los medios audiovisuales a actos supuestamente públicos de dirigentes políticos para facilitar a través del partido imágenes y discursos “enlatados” y homogeneizados.
No protestan, por supuesto, cuando una televisión pública como TVE nos agrede el sábado y el domingo a la hora del almuerzo, es decir, en la franja horaria de mayor audiencia de los informativos, confundiendo pluralidad con cuota de pantalla, “metiendo” en nuestros hogares a los políticos de guardia, tipos como José Blanco o Javier Arenas, que no tienen qué decir pero que nos castigan los fines de semana con sus frases huecas, u otros como Leire Pajín o Esteban González Pons, políticos papagayos, que repiten sin salirse del guión el argumentario aprendido de memoria y que sirve igual para una crisis mundial que para una catástrofe natural o el enésimo partido del siglo.
Tampoco les importa que se mezclen y confundan información y propaganda en época electoral y que la democracia informativa, la auténtica pluralidad, se niegue a la audiencia; ya que los denominados espacios electorales en las televisiones públicas están sujetos a un minutaje en función de los resultados obtenidos en los últimos comicios, es decir, por representación en las instituciones y no por concurrencia a las elecciones. De modo que un partido o una formación política que se presentan por vez primera a unas elecciones o aquellos que no obtuvieron representantes en ayuntamientos o parlamentos en las anteriores están condenados al silencio, a la discriminación en los medios de comunicación respecto a los partidos con representación, que nunca defenderán un minutaje igual para todas las formaciones y partidos políticos que concurren a un proceso electoral; las mismas oportunidades y las mismas reglas de juego para todos. Y por supuesto, que esos espacios electorales estén identificados visualmente para el espectador y fuera del cuerpo de los informativos.
Siglos después, la solución para algunos sigue siendo la muerte del mensajero. Para aquellos que rechazan la información veraz y apuestan por la propaganda como garantía de deformación y de desinformación. Los que no están dispuestos a dejar el periodismo en la pluma de los periodistas, ni la justicia en las togas de los jueces. Los que creen en la manipulación como excelsa arte.