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lunes, 23 de mayo de 2011

Resaca electoral

Esto es la democracia. Nuestra imperfecta democracia. En la que participan más votantes que demócratas. Y en la que cada uno es responsable, o debiera serlo, de su voto, en blanco o a cualquier opción política, o de su abstención.
No ha mucho éramos un país sociológicamente de izquierdas y ahora somos un país asustado, en el que el miedo y la incertidumbre nos vuelven conservadores. Aquello que creíamos nos pertenecía por derecho y la propia Constitución amparaba como el laboro, la vivienda… se convirtió de pronto en privilegio. Y un mal trabajo o una mala vivienda son mejor que nada. Aceptamos la “jibarización” de derechos y oportunidades y renunciamos a valores esenciales. Nos volvimos egoístas. De manera que difuminamos el pasado, perdimos el presente e hipotecamos el futuro.
Llegados a este punto y tras las Elecciones Municipales y Autonómicas (en algunos territorios) de ayer, hay quien descubre que sólo le gusta la democracia si ganan los “suyos” y hay quien demuestra que no sólo no es responsable de su voto, sino que además carece de criterio y de rigor y le da igual que gobiernen unos u otros. Y sin embargo, las encuestas esta vez acertaron y no ha habido lugar para la sorpresa. Salvo excepciones, el voto se ha emitido en clave de política nacional, relegando al olvido el municipalismo y en menor medida, las autonomías.
En las urnas se ha castigado la mala gestión de la crisis del partido en el gobierno de España, las medidas adoptadas por imperativo de los mercados, el incremento del desempleo y su renuncia a su ideología y sus señas de identidad. Y se ha premiado al principal partido de la oposición, obviando su deslealtad con el gobierno, y por tanto con los españoles, en la solución o el intento de solución de la crisis, su opacidad sobre las medidas (como mínimo tan impopulares y gravosas en materia económica y de empleo para los trabajadores como las aplicadas por el actual gobierno) que adoptará si gobierna tras las próximas Elecciones Generales y su apuesta por el desmantelamiento de los servicios públicos y el recorte en políticas y derechos sociales. Y lo más terrible y nauseabundo, es que se ha amparado electoralmente, no jurídicamente (conviene no olvidarlo), la corrupción y se ha respaldado con el voto la presencia de presuntos corruptos en las instituciones (Valencia, Castellón, Alicante o Alhaurín de la Torre.Y Córdoba). Además, hemos asistido al triunfo electoral de Bildu, gracias entre otros al impagable respaldo de la campaña de comunicación de la extrema derecha y sus medios de comunicación afines, con el ex ministro Mayor Oreja al frente. Premio y castigo han sido excesivos para los méritos y deméritos contraídos por unos y otros.
¿Y ahora qué? Ahora en pueblos y regiones toca esperar los recuentos electorales y los posibles pactos allá donde la aritmética lo permite y las coincidencias ideológicas lo aconsejan y logren imponerse a los antagonismos personales. En el ámbito estatal, la derecha seguirá emitiendo los cantos de sirena del adelanto electoral, como si de verdad tuviera soluciones para la crisis más allá del “modelo Cameron”; aunque la estabilidad y el futuro del actual gobierno dependen, una vez más, de los partidos nacionalistas; y la izquierda tendrá que volver a pisar la calle, escuchar a los ciudadanos y elegir entre el gobierno de las personas y los dictados de los mercados.
Ayer los ciudadanos hablamos en las urnas. Para placer de muchos y disgusto de no pocos. Lo bueno es que en democracia los aciertos y los errores de los gobernantes no han de prolongarse más de cuatro años. Salvo que los ciudadanos decidamos lo contrario.

lunes, 2 de marzo de 2009

Espejos cóncavos y convexos

Iba a escribir sobre periodismo y literatura. Leí algo en Babelia de Andrés Trapiello sobre el periodista Manuel Chaves González y me iba a lanzar sobre el folio blanco. Sólo que no encontré el momento. Cambié de tema, y todo por que me indigné. Una indignación monumental.
Estaba siguiendo la información sobre las elecciones vascas y gallegas. Y lo hacía a través de las cinco cadenas estatales (la 1, Antena 3, Cuatro, Tele5 y la Sexta). Comencé a seguir la información antes del cierre de los colegios electorales, después, los sondeos y a continuación, los primeros resultados con votos escrutados.
En la 1 y en Cuatro, previa y posteriormente a la información, hubo una parte de análisis y opinión. En las tres restantes, en teoría, sólo información.
En las elecciones gallegas, tanto los sondeos como el escrutinio, coincidían en el triunfo del PP y en la obtención de mayoría absoluta para gobernar. Mientras que en el País Vasco, aunque era inapelable el triunfo del PNV, no era tan evidente qué partidos iban a sumar el número de escaños suficientes para lograr la mayoría absoluta y por tanto, para gobernar.
Y en éstas me hallaba, de cadena en cadena como en el juego de la oca, cuando puse Antena 3. Tras la información deportiva, la conductora del informativo del fin de semana, presupongo que periodista, vuelve a la noticia del día, las mentadas elecciones en Galicia y Euskadi. Anuncia, me parece que gustosa, el triunfo del PP en Galicia, mayoría absoluta para el candidato Feijóo. Y en el País Vasco, sin rubor y sin pudor, afirma que Ibarretxe gobernará de nuevo los próximos 4 años.
Y aquí me encendí. Me hirvió la sangre. En esos momentos, con alrededor del 70 por ciento de los votos escrutados, el PNV tenía 30 escaños, el PSE, 25 y el PP, 13. Estos datos se veían nítidamente en pantalla, con una anotación complementaria: mayoría absoluta = 38 escaños; es decir, la suma de los escaños del PSE y del PP en ese instante.
Con 3.000 periodistas en la calle en 2008 y la previsión de que en 2009 entre 3.000 y 4.000 correrán la misma suerte, no deberíamos aguantar esta zafiedad. ¿Qué tipo de periodismo es éste?
Entiendo que los medios de comunicación, incluidas las cadenas de televisión, tienen un sesgo ideológico. Entiendo que ese sesgo se refleje en sus informativos. Pero no entiendo cómo esta presunta periodista puede presentar la ¿información? de forma tan burda, exhibiendo tan mal gusto y peor estilo.
Y no. No es directriz de la cadena, es cosecha propia, porque al dar paso a la conexión con el periodista de Euskadi, de la misma cadena televisiva, éste destacaba también el triunfo del PNV, pero incidía en LA NOTICIA de ese momento, los escaños del PSE y PP sumaban mayoría absoluta.
El resultado de unas elecciones no admite dudas desde la aritmética. En una cámara de representantes hay X escaños y para lograr la mayoría absoluta se necesitan al menos X +1. Si un partido por si mismo no alcanza esa cifra, deberá sumar a sus escaños los necesarios para lograrla. Una obviedad, menos para esta periodista.
Desde el punto de vista político, salvo catástrofe, no se pierden las elecciones y se opta por un amplio abanico de recursos para justificar la bonanza de los resultados. Tales como el porcentaje de votos, el número de votos, la subida, el mantenimiento o la bajada imperceptible pese a…
Estos y otros factores como la participación, los resultados electorales anteriores, los candidatos, la situación nacional e internacional…, nutren los análisis postelectorales y las hipótesis, en ocasiones indemostrables, de cómo habrían variado estos resultados si los candidatos o sus formaciones políticas hubieran hecho esto o aquello.
A mi juicio, un análisis necesita de cierto distanciamiento temporal respecto a los hechos analizados. Si hablamos hoy de las elecciones gallegas es fácil destacar el triunfo del PP con un cartel de perfil moderado sustentado en las ‘redes’ de los viejos caciques territoriales (como bien saben Rajoy y Feijóo, los prohombres herederos de las ollas podridas pasan minuta por los votos prestados). Del mismo modo, es fácil achacar el fracaso de Touriño, Pepiño Blanco y el PSdeG al dislate económico del primero en el capítulo de gastos en bienes tangibles, visibles, y en tiempos de crisis, comparativamente sangrantes. Pese a comparaciones con los también excesivos gastos en los mismos bienes (coche oficial, mobiliario para el despacho) de otros políticos rivales, como Gallardón en la Alcaldía de Madrid.
Si nos centramos en las vascas, un escaño en el aire no varía lo fundamental, el triunfo de los partidos no nacionalistas vascos y la consolidación parlamentaria de una fuerza independentista, Aralar, que entre la palabra y la bomba o el tiro en la nuca elige la palabra, pero altera cualquier análisis. No es lo mismo para el PSOE alimentar al partido de Rosa Díez, la única no candidata que compareció ante los medios en vez de su candidato real a lehendakari, para restar apoyos al PP, que el partido de la exconsejera socialista de Turismo, en un gobierno de coalición con el PNV, tenga la llave para gobernar Euskadi los próximos 4 años. Es bien sabido que en política los oportunistas mezclan populismo y totalitarismo, obvian la aritmética y son proclives a confundir 1 con 38.
Hay tiempo para el análisis y para la información. El domingo por la noche buscaba información y encontré deformación por una mala praxis periodística.
En el callejón del gato de Valle-Inclán, un gallego de Vilanova da Arousa que paseaba con bufanda por Madrid, hay espejos cóncavos y convexos que deforman la imagen de los que se reflejan en ellos.
Ignoraba hasta ayer que a través de una periodista cóncava y convexa el esperpento y la deformación se habían asentado en el noticiero del fin de semana de Antena 3.