lunes, 30 de abril de 2018

La bacteria fastidiosa

Como algunos de ustedes ya sabrán se ha detectado el primer caso de Xylella Fastidiosa (el nombrecito ya por sí solo se las trae) en un invernadero de El Ejido (Almería); lo que ha llevado a la Junta a declarar oficialmente la cuarentena en la zona el pasado viernes.
En Jaén tenemos 66 millones de olivos, es decir, 66 millones de potenciales afectados. Y una economía que se sustenta fundamentalmente en el monocultivo del olivar. Por ejemplo, del algo más de un millón de toneladas de aceite de oliva producido en Andalucía durante la campaña 2016/2017, 542.000 correspondían a nuestra provincia. No en vano somos el principal productor de aceite de oliva del mundo.
Imagino que ya conocen el remedio en caso de infección: tratamiento fitosanitario y posteriormente, eliminación de todos los vegetales especificados situados en la zona infectada.
Debemos evitar ser alarmistas, pero es indudable que estamos ante una de las mayores amenazas al olivar jiennense en décadas; por supuesto peor que las propuestas de recortes en las ayudas procedentes de Bruselas en forma de OCM y la proliferación de olivares en algunas zonas de campiña andaluzas, en Portugal, el Magreb o la misma China.
Habrá quien vea una oportunidad en la aparición de esta bacteria y por aquello de que ‘no hay mal que por bien no venga’, ‘mal que cien años dure’ y zarandajas similares piense que será la hora de cortar por lo sano y renunciar al monocultivo del olivar.
La realidad es que esta provincia hoy por hoy carece de alternativas a esa dependencia. Apenas tenemos industria y nuestro déficit en infraestructuras es histórico; nuestras comunicaciones por carretera y ferrocarril son inadecuadas e insuficientes tanto para el transporte de viajeros como para el de mercancías (la salida a Levante por autovía sigue siendo un viejo anhelo) y el aeropuerto, lo llamen como lo llamen, está en Granada.
De hecho, las iniciativas públicas y privadas para contribuir al desarrollo socioeconómico de la provincia tienen el olivar como referencia, con proyectos relacionados con el turismo y la gastronomía, con apuestas como el oleoturismo y la difusión del uso del aceite de oliva como un producto estrella en la alta cocina. Donde por cierto hay que reconocer la labor de la Diputación de Jaén.
No esperemos a que la bacteria infecte nuestros olivos. Exijamos medidas y soluciones. Y sobre todo, reclamemos las inversiones pendientes de Estado y Junta, vía presupuestos, y aprovechemos todas aquellas a las que podamos acceder de los fondos europeos.
Créanme, bastante fastidiados estamos ya para que ahora además venga una bacteria a darnos la puntilla. 

Mi artículo para SER Úbeda, del 30 de abril de 2018.


domingo, 29 de abril de 2018

El reflejo

Estaba de pie en el centro de la sala con una cerveza en la mano y golpeando el suelo con la punta del zapato al ritmo de la música. No le había visto nunca antes de aquella noche, pero lo que ninguna vez alcanzó a ver frente al espejo lo contempló con absoluta nitidez en aquel desconocido. Su propio reflejo. 
Se veía a sí mismo con unos años menos, pero insuficientes para dar cabida a las excusas. Imaginaba aquel trago frío y largo de cerveza resbalando por su propia garganta. Cerró los ojos y se dejó llevar por un instante por el riff de la guitarra. Los reabrió al momento. Pensó en aquella vida que le oprimía y de la cual no era capaz de escapar. No podía disimular que cada vez era más apremiante la necesidad de hallar placebos para poder afrontar la rutina del día a día. 
Vivía cuando no dormía, consciente de que necesitaba dormir para vivir. Siempre prefirió la noche al día. Aquel silencio general, pero no absoluto, roto por ruidos aislados que alcanzaban el nivel exacto de su sonoridad. 
Disfrutaba con los hielos deshaciéndose en el fondo del vaso. Le gustaban las sirenas de piernas largas y miradas perdidas acodadas en la barra. Y escuchar, casi de manera enfermiza, aquella canción que le ubicaba en un tiempo que se fue, cuando era lo que ya no puede ser. Repetía el estribillo como una letanía y escudriñaba alrededor en busca de una sonrisa o una mueca en otra cara que revelara esa complicidad intangible de los noctámbulos. 
Dirigió de nuevo su mirada al centro de la sala. Y sí, continuaba allí, de pie y con la cerveza en la mano. Recreó la imagen de un espejo roto, donde pervive el reflejo pero carente de uniformidad. Así que se observó a sí mismo como una suma de fragmentos atrapada en lágrimas de cristal. 
Los músicos anunciaron la interpretación de un tema nuevo. El primero de su próximo disco. Una canción inédita siempre genera expectación entre los seguidores de una banda. Si te gusta a la primera ¡Miau! La próxima vez que la escuches ya solo prestarás atención a los matices, la letra, los acordes… Ahora se dejaba llevar de nuevo por el sonido de la guitarra. ¡Cómo le gustaba aquel guitarreo! Parecía una conversación con la batería en la que se iba elevando sin estridencia el tono de la voz. 
Al tema inédito le siguió una versión del “Knockin’ on Heaven’s Door”, de Dylan. Sonaba a despedida, a fin del concierto. Y así fue. Cerró los ojos de nuevo. Los abrió para ver que ya no quedaba nadie y era él quien ahora ocupaba el centro de la sala. Sin cerveza en la mano y sin nadie en quien reflejarse.

sábado, 28 de abril de 2018

Tenderetes

La Carrera es una de las principales calles de Jaén. Convendrán conmigo que probablemente no será la más bonita, pero sin duda tiene una de las mejores vistas desde abajo y con la Catedral al fondo. Bien podría ser, salvando las distancias, nuestra Gran Vía. 
Recuerdo una foto del ‘compi’ fotógrafo Francis Cano, con un primer plano del trompetista Jerry González y la torre de la Catedral al fondo. Era allá por 2009, cuando los organizadores del desaparecido "Jazz entre Olivos" tuvieron la maravillosa idea de celebrar las actuaciones del festival en lugares emblemáticos de Jaén. Algunos recordarán haber disfrutado de jazzistas como Chano Domínguez, Jorge Pardo, Kike Perdomo o del mismísimo bluesman John Mayall en calles, plazas, patios, jardines o parques de la ciudad. 
Por cierto, un festival que nació en 1994 y como tantas cosas en esta ciudad murió o lo dejaron morir. En aquella ocasión Jerry González venía con la compañía del bailaor Juan de Juan y con Israel Suárez “Piraña”, a la percusión; Antonio Serrano, a la armónica, y el bajista Alain Pérez, habitual de las actuaciones de Paco de Lucía. No hace falta que diga ná. 
Ese tipo de cosas con calidad es lo que se hacía y se traía entonces a Jaén. Y miren ustedes, se celebró en la Carrera. Nada que ver con los 'tenderetes' que se montan ahora en esa misma calle. 
En Semana Santa, las tribunas con esos muros metálicos, soportes de publicidad que confirman la expulsión, al menos momentánea, de los mercaderes del templo. 
Y el resto del año, lo mismo vale para un roto que para un descosido. El caso es ocupar la vía, estropeando la vista y entorpeciendo el paso. Bisutería con etiqueta y precio de “colorao”. Pseudocultura y pseudoturismo al por mayor. 
No entiendo como la Universidad de Jaén ha accedido a instalar en este espacio una exposición conmemorativa de su 25 aniversario. La UJA tiene personas como José Ángel Marín, el que fuera secretario de Cesáreo Rodríguez-Aguilera, que sabe lo que es la Cultura con mayúsculas y tiene claros los conceptos, tanto en lo estético como en el contenido. 
Esa exposición, igual que otras del estilo, estarían mejor ubicadas en la explanada junto a El Corte Inglés, donde también hay paso de gente, donde no molestan y no contaminan visualmente. 
Peatonalizar es básicamente ofrecer más espacio a las personas y reducir la presencia de los vehículos. Cuando se hace, una Administración no necesita justificarse llenando la calle de chirimbolos o impidiendo el acceso con maceteros en mitad de la misma. 
Yo creo que no es necesario utilizar la Carrera para estas cosas. Hay plazas cercanas como la de la Constitución en las que si tendrían cabida. Ah no, perdón, que esas son para las terrazas de los bares. Manda el negocio, que la pela es la pela, aunque sea en euros.

 Mi artículo para SER Jaén, "La Colmena", del 26 de abril de 2018.

domingo, 15 de abril de 2018

Hundimiento

Jaén se rompe. Se cae a pedazos. Al menos una parte, el casco histórico. Una zona noble en otras ciudades que aquí se ha abandonado y se ha convertido poco a poco en el hábitat natural de la población más desfavorecida. 
Los informes de Cáritas y Cruz Roja o de los Servicios Sociales de Ayuntamiento y Junta de Andalucía certifican el deterioro de la zona y el incremento de familias en riesgo de exclusión social.
Los números muestran lo que se ve y se palpa, pero a la vez siguen sirviendo para que algunos se agarren a la estadística y se olviden de que hablamos de personas, del día a día de muchos hogares que sobreviven gracias a la labor de organizaciones humanitarias. Su horizonte se limita a la supervivencia. 
Como muestra un botón, “la calle Alegría da pena”, afirman los vecinos mientras contemplan como aumenta el número de solares convertidos en estercoleros o nidos de ratas y como se derrumban viviendas: tres con las últimas lluvias, en las calles Vicario, Alegría y Santiago. Ya ni siquiera está en vigor aquel cantecito flamenco que jaleaba “tiempos de alegría” y desterraba la melancolía. 
20 años después del PEPRI, el Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Conjunto Histórico, el fracaso es nítido y al abandono se le ha sumado el miedo. A todo lo que se mueve, incluidas las viviendas. También al presente y al futuro. 
Da igual que algún concejal saque pecho por el gasto de un millón de euros. En la Antigua Roma serían muchos sestercios, aquí la realidad es tozuda y evidencia que la inversión ha sido y es insuficiente. Si además creemos aquella historia que hace unos años circulaba por los mentideros de cómo se utilizó el dinero destinado a actuaciones en esta zona para contratar a un cantante mejicano de éxito, la gestión tampoco sale bien parada y deja a más de uno con las vergüenzas al aire. 
Al margen de la veracidad de esta historia, lo cierto es que el casco histórico no es una prioridad. Y como el resto de la ciudad carece de proyecto. El alcalde dice que el problema del casco histórico es la infravivienda, pero la empresa municipal del ramo, Somuvisa, ni está ni se le espera. Tiene más de Sociedad Municipal de Visa de concejal no adscrito (el legado de Ciudadanos) que de Empresa de la Vivienda. 
En este Ayuntamiento sigue faltando capitán y sobrando marineros. Como apunta el maestro Lapido: “Nadie estaba en su puesto en el momento del naufragio. La tripulación bebía y bailaba el capitán”.
Lo que viene siendo habitual. Un barco sin rumbo y nadie al timón. Nos tragará un mar de chapapote y olivos.

 Mi artículo para SER Jaén, "La Colmena", del 12 de abril de 2018.