Si
os pidiera que arrojéis al fuego lo peor de 2013, no albergo duda de que alguno
sucumbiría a la tentación de arrojar su vida a las llamas.
Entiendo
que la desesperanza golpe a golpe se va haciendo hueco en nuestras existencias
y que dibujamos la línea que creemos no seremos capaces de sobrepasar.
Comprendo
también que las palabras apenas pueden reconfortarnos un poco y que no nos
ofrecen certezas. Y aun así, sigo creyendo que merece la pena aferrarse a
ellas, que son cobijo, pese a la precariedad de los materiales y del edificio
que sustentan, y que son capaces de unirnos incluso en este salto hacia atrás
al que nos empujan.
No
vendo promesas envueltas en humo. Tan solo ofrezco las palabras que soy capaz
de enjaretar para formar frases y párrafos, con mayor o menor destreza, que
logren comunicar las islas que habitamos; las islas que en realidad la mayoría
somos, por voluntad o imposición.
Como
cada nuevo año, mis deseos para el venidero son los mejores, aunque pudieran parecer
inalcanzables por ese horizonte desdibujado que se intuye en la distancia y que
en la cercanía nos aleja del optimismo.
No
nos van a regalar nada. Es más, intentarán privarnos de lo poco que todavía no
han logrado arrebatarnos. Y habrá que alzar la voz. Y los brazos. No solo por
nosotros, también por los nuestros y por aquellos que nos rodean. Y por los que
vienen y vendrán.
Os
deseo fuerza, paciencia, voluntad y esperanza para no arrojar vida alguna al
fuego. Y desde la consciencia y con conciencia mantener viva la llama.
La
muerte de Germán Coppini nos ha cogido a la mayoría con el pie cambiado. Como
cualquier noticia inesperada. Pensaba que era de la quinta de Santiago Auserón
y ahora descubro que era apenas 4 años mayor que yo.
Eran
tiempos de sexo, drogas y rock and pop. Una época donde primaban las ganas de
divertirse, donde se abrió un espacio a la transgresión y donde confluyeron
gentes de diferentes talentos y una apreciable capacidad creativa en
disciplinas varias, aunque era la música y las bandas las que actuaban como
canalizadores.
Se
etiquetó cuando ya comenzaba a mutar con la denominación de La movida y el paso
del tiempo y los desmesurados manoseos la han desvirtuado hasta convertirla hoy
incluso en la excusa para crear una especie de tour nocturna por los lugares que
acogían conciertos y exposiciones y eran frecuentados por los protagonistas
directos e indirectos; entonces lugares casi malditos y hoy medio conventos.
Claro
que había templos. Rock Ola, como catedral, y luego iglesias y capillas como Caminos,
el Teatro Martín, El Salero, El Garaje Hermético, La Vía Láctea, El Pentagrama,
El Kwai o La Bovia. Y otros que vinieron más tarde para disfrute de los
feligreses.
El
centro era Madrid, pero acogió a bandas de distintas procedencias, Los
Ilegales, de Gijón; Loquillo y los Trogloditas, de Barna; Derribos Arias, de
Euskadi. Y desde Galicia llegó Coppini con Siniestro Total, el punk gamberro
que tanto nos hizo menear el bullarengue.
Lo
que vino después es conocido, Coppini abandonó Siniestro para formar Golpes
Bajos; del punk gamberro pasó a un pop elegante con letras menos frescas pero
más profundas. Por eso recibió el bautismo de la traición.
Demasiado
epíteto para un tipo que simplemente quiso probar otras veredas en la música y
que si existiera derecho para recriminarle, por cuestión de gustos, se le
podrían pedir cuentas por aquel disco infumable que editó con Nacho Cano. Poco
más.
Nunca
entendí la animadversión a Coppini. Aun gustándome más en aquella época
Siniestro Total, reconozco que Golpes Bajos era un grupo magnífico y que ambos
son parte de un legado que nos deleitó, y lo sigue haciendo, a muchos.
No
creo que se pueda, ni deba hablarse de traición; pero si existe alguien
merecedor de ese calificativo, hay otros con más papeletas, como, con permiso
de Fernando Márquez “El Zurdo”, la ‘Petarda del bótox’. E incluso en este caso
me parecería excesivo para alguien que a fin de cuentas ha suplido la falta de
talento con la largueza de morro.
Éramos
jóvenes y teníamos ganas de diversión. Unos eran los actores principales y el
resto los secundarios; pero sin unos y otros aquello no hubiera sido posible.
Hoy muchos de aquellos sitios ya no existen y los que perviven, no tienen mucho
que ver con lo que fueron. Tampoco nosotros.
Cuando
voy al Foro frecuento alguno de ellos. Como si quisiera o pudiera atraparlos
30 años más tarde. Quizás intentando revivir lo que ya no existe más allá de
unos discos, unas viejas grabaciones y fotografías y los recodos de la memoria.
De
vez en cuando ocurre algo que nos devuelve por un instante a aquellos años.
Como ahora la muerte de Coppini o en su día la de Enrique Sierra. Y nos hace
pensar que eso del cielo siempre quedó lejos para adoradores de la noche con
chupa de cuero, pero que no habrá cielo real o ficticio igual a aquel. Y que no es
momento para morir, pero puedes morir en cualquier momento.
Lo
de mirar atrás no es tan fácil. Y a pesar de ello, hay ocasiones en que
cualquiera siente la tentación de volver la mirada hacia el pasado para hacer
inventario, como si existiera la posibilidad de cambiar lo acontecido más allá
de recrearse en la hipótesis.
Aún
peor es vivir estigmatizado por el pasado, lastrando presente y futuro y con el
convencimiento de que cualquier tiempo pretérito fue mejor e incluso que es
recuperable.
Bien
pudiera ser fruto de la inestabilidad mental, social o de cualquier otra índole.
Pero lo cierto es que hay existencias hipotecadas por lo vivido; unas que
arrastran esa carga y otras, incapaces de sobreponerse a ella.
Transcurren
los años y lo vivido se idealiza. Algunas cosas se magnifican y otras se
minimizan. Así que pueden llevarse escritas en la frente o marcadas en el
corazón o haberse desprendido de ellas sin esfuerzo o con peaje. Da igual, la
cuestión se reduce a la creencia de cada uno y esa suele oscilar entre lo
inamovible y lo imperceptible.
Es
frecuente por tanto no prestar atención o hacer oídos sordos a consejos y
sugerencias que, desde la perspectiva y experiencia vital de quien las ofrece, tratan
de situar el pasado en su plano óptimo, es decir, donde suma y no resta; o lo
que es lo mismo, en donde mirar atrás no implica dificultad, porque para
realizar inventario solo hay que echar un vistazo a la mochila virtual de la
espalda.
Hay
quien quisiera que el peso de los recuerdos, tanto en lo positivo como en lo
negativo, fuera menor. Incluso inexistente. Renunciando, consciente o
inconscientemente, a una parte de lo vivido. Anhelando ser un pez o quedar
atrapado en el tiempo. Sin
lograr descifrar aún que pesa más un kilo de plomo o uno de paja (pero con la
convicción de que ha de ser el plomo porque si los recuerdos pesan como la paja
los dispersa el viento) y sin hallar la balanza que resuelva la duda.
“Ja soc aqui”, anunció Taradellas tras
volver del exilio para ser proclamado honorable president de la Generalitat de
Catalunya. Unas décadas más tarde, cuando los políticos no son honorables a los
ojos de los ciudadanos, Rubalcaba, secretario general del PSOE, afirma que los
socialistas han vuelto. Sin explicar de dónde y a dónde, y sobre todo para qué.
Cayo
Lara, de IU, un tipo que nunca fue a ninguna parte (con permiso de Sabina),
dice que para volver hay que haberse ido. El PP del presidente Rajoy, emplasmado
y en standby, entre Bárcenas y Aznar no sabe si va o viene. Y UPyD y Ciutadans
están en otras venidas. Más carnales. Según Rosa Díez, imposibles de alcanzar
por no hallarse en tiempo y espacio, de modo que apuestan por mantener el culto
político a Onán.
En
Andalucía, la presidenta que eligió Griñán, Susana Díaz, es ahora, a la búlgara,
secretaria general de los socialistas. Vende un PSOE unido, pero cada vez más
alejado de los ciudadanos y huérfano de proyectos.
Desde
Jaén se encabeza la renovación de los 'nuevos tiempos' con la designación de Micaela
Navarro como presidenta del PSOE-A, que nueva no es, y añade a la ejecutiva
regional a Lola Marín y a Manuel Fernández Palomino.
En
el caso de la baezana es obvia su unción como sucesora de su tío Leocadio Marín
en la candidatura municipal. En el de Fernández Palomino, es más el pago por
los servicios prestados que el preanuncio para la alcaldía. Ya ha empezado el
baile en las delegaciones provinciales de la Junta y con los próximos relevos
quedará más claro quién es el candidato o candidata para las municipales. No
habrá sorpresas.
Y hablando de alcaldes, otra más y van… que el de Jaén, Fernández de Moya, se
queda con la maleta a medio hacer para irse a Sevilla. Anunciaron la salida de
Zoido y la entrada de Sanz, un alcalde que confundía las facturas del
Ayuntamiento de Tomares con las del PP a la hora de pagar; pero Rajoy, contra
pronóstico y por sorpresa, mandó parar. Su apuesta para Andalucía es el
ministro Cañete, pero deja que bajo la mesa Cospedal y Arenas se den patadas con
sus candidatos. A Fernández de Moya le quema el sillón de la alcaldía jiennense
y García Anguita no ve el momento de sentarse en él. Éste, como Ana Botella y
Susana Díaz, tampoco necesita que le elijan los ciudadanos. Es de corte
digital.
IU
avanza hacia el sorpasso,
insuficiente para ganar pero, confirmado por las últimas encuestas, generoso
para seguir gobernando. Las cuitas en Jaén, entre el local y el provincial,
forman ya parte del paisaje y su duda mayor ahora es deshojar la margarita de
si interesa alargar la legislatura o forzar un adelanto electoral en Andalucía.
Cuestionada
siempre su capacidad de gestión más allá de la administración local, IU se ha
desmelenado desde la Consejería de Obras Públicas con el anuncio del final ¡en
dos años! de las obras de la Autovía del Olivar.
Lo
que le faltaba al PSOE. Que en una legislatura La Loma disfrute de las
comunicaciones que se le han negado durante más de 10 años. Y desde una
consejería que era la joya del gobierno socialista y cuyos gestores fueron políticos
jiennenses como Francisco Vallejo, Concha Gutiérrez y Mar Moreno. Será por
aquello de que nadie es profeta en su tierra. O será porque los fondos de Bruselas
si tienen fondo. Y no de reptiles precisamente.
Artículo emitido en SER Úbeda el 4 de diciembre de 2013.