jueves, 26 de febrero de 2009

Ratones de colegio


En el callejón se han colado 2 ratones. Si hablo con exactitud diré que son tan sólo las sombras de 2 ratones. Pero los dichosos roedores están acabando con mi, no se si mucha o poca, paciencia. Al principio eran tan sólo dos sombras. Inquietantes. Como un preaviso o un anuncio de que iban a llegar para quedarse. Y así fue.
Ahora que ha pasado el 20 de febrero puedo hablar de ello con cierta tranquilidad. Pero hasta ese viernes de carnaval. De locos. Para volverse o volvernos majaras.
Soy debutante en asuntos colegiales. Y además lo hago por partida doble, de modo que la cosa se complica un poquito más de lo habitual. Voy a dejar atrás lo concerniente a esos horarios de adaptación y a esa larga lista de material escolar con marcas determinadas de lápices, colas y demás; no sólo porque ya queda lejana en el tiempo, si no porque es una prueba superada.
Tampoco me voy a extender en lo relativo al aula matinal y al comedor escolar. Básicamente porque a nosotros sólo nos ha supuesto una dosis de organización per la matina y una sobredosis de tranquilidad.
Pero. Siempre hay un pero… las actividades complementarias o extraordinarias o como quieran denominarlas. En Navidad, disfraces de pastorcillos. No problem. Fuimos previsores (a la fuerza ahorcan, era la talla más pequeña). Cuando estaban en la guardería les compramos unos que nos han servido 3 años. Y como no hay 3 sin 4 ó 4 sin 3; el año que viene seguro que les valen también.
¿Y en Carnaval? This is the problem. 10 días antes del viernes señalado nos solicitan que ese día vayan disfrazados de ratoncillos (puestos a elegir, hubiera preferido un disfraz de gato; pero no me dieron a elegir). A priori parece sencillo. Sólo hay que ir a una tienda y comprar los disfraces. ¿Sencillo? ¿Por qué no avisaron a principio de curso de que este año tocaba disfraz de ratón? ¿Por qué a alguna tienda no se le ocurrió preguntar al colegio o a quien corresponda de qué tocaba disfrazarse este año? ¿Por qué había disfraces de todo bicho viviente, incluidos gatos, menos de ratoncitos?
¿Se imaginan el cuadro? Padres y madres recorriendo la ciudad en busca de un disfraz, en mi caso dos, de ratón. Dependientes y dependientas de tiendas y almacenes, al unísono, no, no tenemos disfraz de ratón, vamos a poner un cartel en la puerta. Y supongo que pensando, este año nos vamos a comer los disfraces pequeños y la de pasta que estamos perdiendo. Sí. Porque éstos si pierden. No es que dejen de ganar. Pierden.
Al final, hubo suerte. Mi santa encontró ¡como no! en una tienda de chinos, un par de disfraces de Mickey Mouse y salimos del paso. Otra prueba superada.
Y yo, no es por hacer sangre. No es por acongojarme. Ignoro cuándo y en qué curso hacen la primera excursión; pero presumo que nos avisarán sólo con unos días de antelación. Y ya ven, empieza a preocuparme. Por cierto, y qué disfraz tocará el año que viene.
Como decía soy debutante y por eso no termino de coger el paso o no acabo de enterarme bien de qué va esto. ¿Por qué? Porque ahora resulta que el problema de la educación en Andalucía es adelantar una semana, ni eso, 5 días, el inicio del curso escolar. Dicen que por una cuestión de mejorar la calidad de la enseñanza. Yo pienso que tiene más que ver con eso que llaman conciliación laboral y familiar. Al final es una medida que contenta a unos muchos, los padres, y enfada a unos pocos, los docentes. Y yo como padre, encantando; ahora, el que sea padre y profe a la vez. ¡Uf! Qué follón. Pero ya digo, como soy novato, se ve que no me entero muy bien.
Malditos roedores, me las vais a pagar todas juntas.

lunes, 23 de febrero de 2009

El monarca no quiere que le escriban

La Casa del Rey apuesta por la mordaza. Desde su punto de vista, parcial. Pero al fin y al cabo, mordaza. En el siglo XXI, la real censura.
El monarca no quiere que le escriban y cierra la puerta a la prensa. Actos oficiales, si; pero fuera de eso, recepciones y demás, ¡ni agua! Disuelvan los corrillos de los plumillas. ¡A la calle! a integrarse en la fila de los desheredados.
Negar el acceso a la prensa a las fuentes, en especial, en las ocasiones en que ese acceso se produce de forma relajada, alejado de cámaras y micrófonos, con libertad y sin encorsetamientos, no es beneficioso para los periodistas, pero tampoco para el resto de la sociedad, incluida la Casa Real.
Atrás queda el papel de la prensa en la Transición, en la consolidación de la democracia y en el mantenimiento de la propia monarquía. Y por supuesto, el monarca y su séquito olvidan la sensibilidad y discreción de la prensa en general hacia los deslices, en determinados momentos demasiado frecuentes y sonoros, del propio monarca y de otros miembros de la Familia Real. Salvo un par de portadas de “El Jueves” y las salidas de tono de algún iluminado de las ondas y un conocido ex cortesano, la prensa ha tenido un trato exquisito con la Corona española.
Aún así la regia respuesta ha sido hacer caso omiso de la petición de la presidenta de los periodistas españoles. Ni por vía epistolar ni por vía oral, la respuesta ha sido la misma, si tú hablas en nombre de 14.000, yo hablo en nombre de Uno, y como a la postre pesa más la corona que la pluma, nones.
También quedan atrás las esperanzas de algunos románticos bien pensantes, que se frotaban las manos con la llegada de una periodista al núcleo duro de la Familia Real. Algunos se atrevieron a aventurar el cambio evidente de su excelso marido, tanto en el trato con la prensa como con el pueblo, y lo atribuían a la influencia de la antigua colega de profesión. Incluso la propia presidenta de los periodistas sentenció, si estuviera ejerciendo la profesión sería la primera en condenar el veto.
Con estos mimbres no parece una cuestión de desinformación y si el resultado de un mal consejo o la ausencia de un buen consejero. Y extraña que el monarca, siempre bien aconsejado, abra ahora sin motivo aparente este frente con la prensa. Es cierto que es difícil suplir a su mejor y más leal consejero, su padre, Don Juan, el rey sin trono y sin corona, y al ex jefe de la Casa Real, Sabino Fernández, pero cuesta creer que entre sus más cercanos no exista alguien capaz de poner fin a este absurdo veto y desaconsejar la mordaza.
En vísperas de otro aniversario de aquel 23-F en que descubrimos que teníamos un rey, sería estúpido y anacrónico tener que debatir sobre una cabeza sin corona o una corona sin cabeza, del mismo modo que es estúpido y anacrónico debatir sobre las plumas para la censura o sobre la censura para las plumas.

Sueños de Quesada



Sueños y ensueños. Ambos han sido necesarios y han hecho posible la construcción del Museo Zabaleta, en Quesada (Jaén). Con mucho retraso, es cierto, porque esta provincia es de ritmo lento y cada proyecto demora su puesta en marcha e incumple los plazos previstos y parece que nunca se va a concluir. Dicen que al final todo llega. Y a este museo, en diciembre de 2008, le llegó su hora, le ha llegado la vida.
El sábado, gracias a la Asociación de la Prensa de Jaén (APJ) y al Ayuntamiento de Quesada, tuvimos la oportunidad de conocer esta pinacoteca de autor. De volver a Zabaleta. Y, han de creerme, merece la pena.
Parece mentira que un pueblo tan pequeño, incrustado en el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas, haya generado tanto talento: los pintores Rafael Zabaleta y José Luis Verdes, y el jurista y crítico de arte Cesáreo Rodríguez-Aguilera. Se ve que la naturaleza es diestra y esparce hombres de luz sin miramientos geográficos. E insisto, parece mentira, que a fecha de hoy haya tanto desconocimiento sobre los tres; en particular, sobre el maestro Zabaleta.
Ya se que me repito con este pintor universal, hasta la fecha de universo reducido. Ya se que a muchos les suena a chino, y no precisamente por sus retratos y sus dibujos a tinta china. Y también se que si Jaén es la gran desconocida de Andalucía, que decir de uno de sus numerosos y pequeños pueblos repartidos por una geografía arisca de trazados sinuosos.
Sueños y ensueños. Y pasión. Mucha pasión. La del propio pintor por su pueblo, por sus gentes y por su entorno, como epicentro de su obra. Y la de aquellos que han hecho posible que una parte sustancial de la misma repose en este Museo Zabaleta, para nutrir el universo onírico personal y a la vez, estimular los sentidos.
El arte es vida y aquí fluye como el agua en época de lluvias en la cercana cueva de Tíscar.


Nota: Permítanme que vuelva a recordarles que la exposición Zabaleta 101, con motivo del centenario del pintor quesadeño, visita 3 ciudades españolas durante 2009, Almería, Barcelona y Madrid. Recuerden, abran los ojos y no dejen de verla. Y si quieren seguir con los ojos abiertos, vengan al Museo Zabaleta de Quesada.

jueves, 19 de febrero de 2009

De cine

Los parados contamos los días de la semana. De lunes a viernes. No se porqué, pero los contamos. Como si fuera importante. Creo que es para que llegue el fin de semana cuanto antes. Como un retorno a la “normalidad”. Como si el resto de la semana fuera un poltergeist.
Y deambulamos. Sin prisa y sin rumbo. Penando por la falta de empleo. Segismundo, más que pecado cometí. Vagamos. Callejeamos. Como el gato. Y como el vagabundo.
El cineasta Fernando León agrupó a los sin empleo bajo el paraguas de ‘los lunes al sol’. Ayer fue miércoles, para mí un miércoles al sol. Deambulé y callejeé. No me quejo. No fue un mal día, tampoco bueno, pero no fue malo. Los días anteriores fueron peores. Han sido jornadas duras. Recibí un golpe inesperado y me costó recuperar el aliento.
Allí estaba yo en el centro del cuadrilátero, sin el baile de pies básico para cualquier aprendiz de púgil, quieto como una estatua, con la guardia baja. Relajado. Y recibí un golpe bajo, que me hizo doblar la rodilla. Los golpes bajos no duelen por ser bajos, duelen por quien te los da. Bueno, también duelen, porque todos los golpes duelen, pero éste me dolió más por quien me lo propinó. Así que he estado acusando el maldito golpe varios días, abriendo la boca como un pez para coger algo de aire, braceando para recuperar el resuello. Y a la vez apretando los dientes, para que el demonio que llevamos dentro no saliera del abismo donde intentamos aislarlo. Y acordándome de los cubanos y su sempiterno son “ya tú sabes, lo que no mata, engorda”.
Pero yo ni muero, ni engordo. Vana esperanza. La de engordar, se entiende. La otra, la ilusión de salir adelante, el anhelo de reingresar en el mercado laboral lo vamos minando cada día. Hasta el tipo más optimista debe estar apesadumbrado. Primero era el 2009 el año en que íbamos a vivir (sobrevivir) peligrosamente y ahora, nos anuncian que el 2010 tampoco va a ser el año de las luces. ¡que no son gigantes mi señor Don Quijote, que son molinos! O al menos la rueda del molino. Esa con la que nos hacen comulgar, a creyentes y a paganos, cada día. El 2011, como la cosa siga así, que nos den arsénico, por compasión.

viernes, 13 de febrero de 2009

Peta qué

Se lo que son los petas, y los petazetas; si me aprietan, incluso los petaplofs, pero los petaflops…
Bueno, el caso es que ibeeme (IBM), no confundir con yvemea, ha decidido construir un ordenador, con 20 petaflops. Y claro, dicho así, como que amedrenta, no por el número, sino por el nombre. Uno se pone a pensar, obviamente sin saber qué son los petaflops del demonio, y llega a la conclusión de que debe ser el no va más, un maquinón vamos.
De modo que con este excedente de tiempo y esa curiosidad que mata al gato, también al del callejón, me puse a indagar sobre qué eran los dichosos petaflops. Resulta que “peta” es un término para mil billones, que hombre, también amilana, porque te hace mirar a los amigos de otra forma, ni mejor ni peor, pero distinta. Me explico, ahora cuando un amigo te dice que se ha hecho un peta, se te agrandan los ojos y no sin cierta admiración piensas ¡qué pulmones!; también piensas, ¿cómo habrá metido los mil billones en un Abadie 500?, y, mil billones, ¿cuál será la producción del Ketama? Y además pienso, como te hagan una foto o te pillen lo llevas claro, mira a Phelps, ni ocho medallas le han salvado, 3 años de castigo por andar con la manteca.
Y Flops. Pues FLOPS, son las siglas de “las operaciones en punto flotante por segundo”, es decir las tareas que puede realizar en un segundo. Vale. Aquí es cuando me empiezan a petar las neuronas. Ya sé que se peta por más abajo, pero al menos cuando petan las neuronas no huele. Es que lo de las operaciones por segundo lo entiendo, pero lo del punto flotante… se me hunde.
Ya puedo buscar chalecos salvavidas, flotadores, alitas, burbujas, las vigilantes de la playa y hasta la zodiac de la Cruz Roja. Me hundo sin remedio.
Por si con esto no tuviera bastante, me entero de que han bautizado al ordenador con el nombre de “Sequoia”. Aquí vuelvo a petar. Se puede saber quién elige estos nombres. Me pasa igual con los caballos y los toros, fuera de Blanquito y Negrito, peto. No es baladí; a modo de recordatorio: Bucéfalo, Babieca, Rocinante, Islero, Burlero, Avispado…, donde esté el burrito Pepe.
La máquina, este superordenador, “ocupará 96 estanterías del tamaño de una nevera en una zona del tamaño de una casa grande (unos 318 metros cuadrados)”. Vamos, como para irse a vivir dentro del computer. Mejor no doy ideas, que después de las ‘soluciones habitacionales’ y los minipisos, a cualquiera se le ocurre reciclar las cpu y construir un residencial “modelo pin y pon”.
A mi no me petan los ordenadores, convivo con ellos por necesidad, como con el microondas. De hecho, una vez me tuve que mudar porque con el ordenador petábamos el piso donde vivíamos mi santa y yo. Of course, antes de que nacieran los ‘gurripatos’. Y de hecho, no entiendo para que tanto mega, terabyte y tanto flops, petaflops y demás zarandajas, si a la hora de la verdad, cuando más lo necesitas, el ordenador se cuelga. En fin, que el día menos pensado, peta.

Petar = Agradar. Peer. Golpear en el suelo
Figuradamente, petar = Explosionar. Llenar.

jueves, 12 de febrero de 2009

El perdón del banquero

Ayer fue mi cumpleaños. Cuatrero por partida doble, pero sin excesos. La falta de laboro impele a un ajuste radical; una tartita y unas velas para que mis hijos soplasen más que yo, y para de contar. Aún así, a primera hora de la mañana recibí un regalo inesperado, 4 ex banqueros británicos pedían perdón por llevar a la city londinense al desastre. La disculpa no soluciona las consecuencias de su nefasta gestión, pero al menos reconforta y constituye un paso fundamental para tratarse lo suyo, porque ya se sabe que para recibir ayuda, primero hay que reconocer que se tiene un problema.
No soy un ingenuo. O tal vez sí. Por un momento trasladé este acto público de constricción al suelo patrio e imaginé a nuestros banqueros expuestos en la plaza mayor entonando el mea culpa. Imposible. Aquí estamos sobrados de soberbia y faltos de moral. ¿Cómo calificar sino la concesión de un préstamo de ¡70 millones! a un club de fútbol para fichar a un jugador?
Cuentan en las ondas que el banco de Botín afloja la mosca para hacer realidad el sueño blanco, traer al luso. Una amoralidad. El banquero se retrata y también, el club de fútbol. En tiempos confusos, alimentemos el panem et circus. No hay dinero para las empresas, no hay dinero para los ciudadanos, pero no problem para un club de balompié. Si se complican las cosas, porque los clubs de fútbol no puedan o no quieran pagar la seguridad social o cumplir con el erario público, organizamos otro evento deportivo como el mundial de nefasto recuerdo y una amnistía. Ya quisieran para sí tanta generosidad los países hispanoamericanos con su deuda externa. Así se condona la deuda y se ajusta la cuenta de resultados.
¿Y el chico en cuestión? Muy bueno con el balón en los pies, pero rápido de lengua y lento de cabeza. Antes de esta sobredosis de amoralidad del banco y de su ¿futuro? club, él en sintonía se soltaba hace unas semanas ante los medios de comunicación anunciando que valía ¡100 millones! A mí desde siempre me han dicho, ¡nene, tú vales mucho!; pero se ve que me ha faltado un agente, un descubridor y básicamente, un mecenas. Me da que se me ha pasado el arroz. De modo que a día de hoy no dan por mí ni un euro. C’est la vie, unos tanto y otros…
El número de parados se dispara, las empresas cierran, la crisis no toca fondo. ¡Ay! si la amoralidad cotizase en bolsa. ¡Ay! si en vez de un iluso fuera el luso.

martes, 10 de febrero de 2009

Periodistas en la calle

Hoy 10 de febrero de 2009 era un día histórico para Jaén, por vez primera en la historia la Junta de Andalucía celebraba su Consejo de Gobierno en la ciudad. Y este día pasará además a la historia por el éxito de la concentración de periodistas, convocada por la Asociación de la Prensa (APJ) con el lema "No más despidos de periodistas", para llamar la atención sobre la situación laboral de los periodistas. Los profesionales de la información que desarrollan su labor en Jaén están alarmados, igual que en el resto de Andalucía y de España, tanto por la pervivencia de la precariedad laboral como por el despido de periodistas o la cicatería en sus contratos o relaciones laborales, tales como la obligación de hacerse autónomo para desarrollar el trabajo, la reducción de colaboraciones, los horarios stajanovistas, la falta de pago... escudándose en la crisis. Informar con rigor y veracidad, y garantizar el derecho a la información han hecho que los periodistas dejen a un lado su propia situación laboral y mientras informaban de la precariedad, del cierre de empresas, de los eres y los despidos de otros miles de trabajadores, mantenían a la sociedad en la ceguera más absoluta respecto a su propia realidad laboral. La prensa es, sin duda alguna, uno de los pilares del estado de derecho y de la democracia, al menos de la española, pero la precariedad laboral del periodista significa a medio y largo plazo una merma en la calidad de la información y el avance de la desinformación. Una sociedad menos informada o mal informada es una sociedad menos libre. Y ese es un asunto que nos concierne a todos, a los periodistas y al resto de la sociedad.

Foto: Francis J. Cano

NO MÁS EXPLOTACIÓN NI DESPIDOS DE PERIODISTAS

lunes, 2 de febrero de 2009

Recetario para la crisis

En la penumbra del callejón la vida no me sonríe, pero aquí sigo. La semana que viene es mi cumpleaños. Me gustaría regalarme la exposición de Bacon en Madrid; pero no va a ser posible, salvo milagro. Y yo no creo en los milagros, tampoco en la casualidad, aunque es probable que exista. Es el sino del sin trabajo. Superávit de tiempo igual a déficit en los bolsillos.
Tampoco creo en recetas mágicas, pero en esto he de confesar que me alcanza la duda. Con la crisis de nunca acabar todo el mundo tira de receta, desde los chef gurús al maitre broker, desde el prime minister o en su defecto el ministro cocinillas hasta el pinche de la oposición y desde el ama de casa hasta el mariano hoy cocino yo. En la teoría, al margen de los agoreros del fin del mundo y del crack, crash, son legión los que adoctrinan desde las ondas, desde el papel, desde la parada del autobús, desde la panadería o en el ascensor. Una pincelada por aquí, un recorte por allá… y esto de la crisis no dura más de seis meses, a lo sumo hasta después del verano.
Y yo dudo. De todo y de nada. Pero el caso es que dudo. De los que nos adoctrinan, de los agoreros, y si me aprietan de uno que pasaba por allí, que no dijo nada pero miró; miró como si supiera más que el resto. Y yo dudé, pero me pareció un banquero.
Al resto, que también somos legión, nos tienen, entre unos y otros aburridos; unos pagando el pato, otros temiendo pagarlo y los más, con las vísceras asomando por la boca. Engordando como el socorrido pato, para acabar en foie. Delicatessen del sistema.