lunes, 29 de abril de 2013

Lecciones de agua

 
La naturaleza nos empequeñece para devolvernos nuestra verdadera dimensión. Es una lección gratuita que imparte el agua, trazando una cascada del cielo a la tierra y abriendo una boca en la roca, desde donde emana su sabiduría.
En esa caída libre elabora un imaginario manual de obligada lectura, que no todos alcanzan a comprender en su totalidad y contextualidad. Cada gota de agua es una palabra, una grafía que da forma al antiguo relato de la vida, aquel en el que el hombre, consciente de sus limitaciones, no soñaba siquiera con someter a la naturaleza y tan solo aspiraba a una convivencia en armonía con un entorno que le superaba y guardaba el secreto de su esencia.
Desde entonces la naturaleza habla; y en ocasiones, grita y hasta ruge. Sin renunciar a la belleza. Pero desoímos la llamada e incluso hacemos oídos sordos a esa melodía que agua, aire y animales interpretan en un tono que reclama silencio y que desde la consciencia o la ignorancia desvirtuamos con nuestros propios gritos.
Nuestra condición de urbanitas, con excepciones, nos sirve de coartada para arrollar espacios naturales que debíamos contribuir a preservar. Apenas unas horas en uno de esos rincones sirven para reflejar la soberbia, alardes de una sabiduría de la que se carece y que afianza la convicción de superioridad frente a elementos naturales como esa cascada, denominada La Cimbarra, que nace en el río Guarrizas para descender hasta nuestros pies en el Parque natural de Despeñaperros.
A pesar del tiempo vivido no hemos aprendido las lecciones de la naturaleza. Desatendemos sus señales y nos privamos de escuchar el rumor del agua que muta en susurro y arrastra frases sabias para aquellos que no renuncian a comprender.
 
 
Foto: Cascada de La Cimbarra, en Aldeaquemada (Jaén), Parque natural de Despeñaperros.

lunes, 22 de abril de 2013

Nada es gratis

No hay nada gratis. Y menos lo que viene de nuestros gobernantes. Un político, si puede, nos cobrará dos o tres veces por lo mismo. Y a ser posible, en B y en sobre.
Se anunció con alharaca que el Ministerio de Economía cedía a Jaén el edificio del Banco de España a coste cero. Y claro nos vino a la cabeza aquella tonadilla de la infancia, ♫ que buenos son los padres salesianos, que buenos son que nos llevan de excursión ♫. Y la excursión nos hacía olvidar el resto.
La realidad es que la cesión del edificio del Banco de España a Jaén ya la estamos pagando. No solo por la contrapartida, aún desconocida y por tanto sin cuantificar, que tendremos que satisfacer por dar uso a un edificio cerrado y sin uso, sino por la espera. El capricho de un alcalde para salir en la foto con un ministro demora la entrega del edificio de Moneo.
Sería comprensible si fuera con Obama o hasta con la mismísima Merkel, pero ¡con Cristóbal Montoro!, ministro devaluado donde los haya y que prefirió encabezar la lista del PP por Sevilla en las Generales a hacerlo por Jaén. Algunos aún no se han dado cuenta de que para retratarse no necesitan hacerse la foto.
Jaén no tiene quien la quiera. Y siempre le toca pagar. Pagó ¡más de cien millones! para construir un tranvía y ahora paga por no utilizarlo. Paga por autovías que tardan más de diez años en finalizarse. Paga por las obras de un futuro museo íbero en el cual no se realiza obra alguna. Paga por un APA III donde se iban a construir viviendas, un aparcamiento, un instituto… y lo único que sigue habiendo es un solar. Paga como si fuera rico, y cuando le comen las letras, escandaliza descubrir que su patrimonio es el de los pobres.
Y mientras en otras provincias andaluzas, PP y PSOE se ponen de acuerdo para reclamar a Madrid y Sevilla las inversiones pendientes (pasadas, futuras y presentes); en Jaén se reúnen los dirigentes de ambos partidos, uno, alcalde de la capital, el otro, presidente de la diputación, para recordarse aquello de y tú más, tu gobierno peor y de tu partido ni hablamos; para no alcanzar acuerdo alguno y eso sí, hacerse la foto.
Otro fiasco que tendremos que asumir los ciudadanos. Con lo que pagamos y con lo que nos hacen pagar. En especie, en recortes, en retrasos, en servicios y como no, en dinero. Y a ser posible, en B y en sobre.
Que buenos eran los padres salesianos, que nos llevaban de excursión.
 

Artículo emitido en SER Úbeda el 22 de abril de 2013.

sábado, 13 de abril de 2013

El despertar de las aguas

La sierra no es el hábitat natural de un gato de callejón. Deambular casi 3 horas por senderos, algunos reales, otros intuidos y los menos, inexistentes, y por tanto, argumento para la imaginación, es un esfuerzo considerable; no diría que titánico, pero exigente para quien halla uno de los mayores placeres en sentarse en un velador junto a un ventanal, con una taza de café humeante y oloroso y un periódico. Máxime si esos senderos se empeñan en subir, bajar, dibujar diagonales imposibles y serpentear, de una manera espasmódica que asustaría a las propias serpientes, y acompañar esos trazos de piedras y ramas colocados en lugares y a alturas propicios para el golpe, cuya ubicación solo puede ser idea de una mente a medio camino entre la broma y la perversidad.
Y aun así, el espectáculo ofrecido por la naturaleza en el corazón de Mágina es de tal belleza, que hasta un gato de callejón es capaz de arrumbar la nostalgia por la ausencia de su asfalto y sus paredes y seguir con los ojos abiertos cada pincelada que dota de luz y color al lugar.
Hay en cada primavera un despertar. Un desperezarse que sacude el entorno; agua, roca, tierra, árbol, tronco, tallo…. vida. El mismo despertar que agita las aguas del río. Esa misma agua que desalojada de las nubes durante un invierno que no parecía tener fin provoca ahora el florecimiento de la primavera. Aquella primavera cantada por los poetas, que hoy muta las palabras en imágenes.
Cabalga el agua sobre el lecho del río. Casi con furia. Como si abriera las venas de la tierra, para salir y volver a entrar en ella. Se abre paso el río Cuadros por Mágina, desechando cualquier artificio, sin necesidad de molduras que lo encorseten y propicien la distracción de aquellos capaces de contemplarlo y aprehender ese despertar al que acompaña un murmullo, que bien pudiera ser el llanto de las rocas.


Foto: Río Cuadros, en el corazón de Mágina (Jaén).