Uno de mis peques dice sin rubor y con absoluto desconocimiento de lo que dice, con independencia de cómo lo diga, que sus padres son “pierodistas”. Oírlo de su boca, además de arrancar la consabida sonrisa, enorgullece; del mismo modo que es un orgullo ejercer la profesión que se ha elegido y para la cual uno se ha formado.
En demasiadas ocasiones, el periodismo y los periodistas son objeto de mofa, crítica y descrédito en las sociedades modernas. Y en algunas de esas ocasiones los ciudadanos llevan razón en su apreciación sobre la profesión y los profesionales que la ejercen. Aunque sería de agradecer la misma mofa, crítica y descrédito para otras profesiones que como ésta tienen malos profesionales y gente sin decencia ejerciéndolas.
Frente a esas profesiones, tan poco dadas a la crítica o a la denuncia de las malas praxis, el periodismo, tachado erróneamente de corporativista, asume que la crítica no sólo procede de fuera, sino que tiene su origen en la propia profesión. Porque actuaciones puntuales nos avergüenzan y lo hacen por partida doble, como ciudadanos y como profesionales.
El Campeonato del Mundo de Fútbol que se está celebrando en Sudáfrica nos ha brindado uno de esos momentos de bochorno profesional. Y los periodistas, en lugar de dar la callada por respuesta o mirar hacia otro lado, exponemos en la plaza pública a aquel que desde la profesión nos causa sofoco y provoca esa mofa, crítica y descrédito en la sociedad.
Ya conocen la historia, una periodista está en Sudáfrica cubriendo el torneo para una cadena privada de televisión de España. Es decir, ejerciendo su profesión como el resto de periodistas españoles y extranjeros. El pecado de esta periodista es ser la actual pareja del capitán y portero titular de la Selección Española y haber abandonado una cadena de televisión privada, La Sexta, para fichar por otra, Tele 5.
Estos mimbres y la ubicación de la periodista en el césped tras la portería española, lugar designado por la FIFA para los periodistas de las televisiones con los derechos de emisión del Mundial, sumados a una repentina atención por parte de los tabloides sensacionalistas británicos por su relación con el capitán de la Selección, han llevado a otro periodista, que representa a los periodistas de Madrid y ha representado durante años a los del resto de España, a agredir verbalmente a esa periodista, acusando a su cadena, Tele 5, de “maltrato” y calificando de “vergüenza” la ubicación de la periodista en el campo.
La “pierodista” ofendida se llama Sara Carbonero y el “pierodista” ofensor Fernando González Urbaneja; aunque a mí, como a mi peque, se me traba la lengua y tiendo a denominarle, sin rubor y con absoluto conocimiento, “Comadreja”. Lo que ni me enorgullece, ni me arranca sonrisa alguna.
En demasiadas ocasiones, el periodismo y los periodistas son objeto de mofa, crítica y descrédito en las sociedades modernas. Y en algunas de esas ocasiones los ciudadanos llevan razón en su apreciación sobre la profesión y los profesionales que la ejercen. Aunque sería de agradecer la misma mofa, crítica y descrédito para otras profesiones que como ésta tienen malos profesionales y gente sin decencia ejerciéndolas.
Frente a esas profesiones, tan poco dadas a la crítica o a la denuncia de las malas praxis, el periodismo, tachado erróneamente de corporativista, asume que la crítica no sólo procede de fuera, sino que tiene su origen en la propia profesión. Porque actuaciones puntuales nos avergüenzan y lo hacen por partida doble, como ciudadanos y como profesionales.
El Campeonato del Mundo de Fútbol que se está celebrando en Sudáfrica nos ha brindado uno de esos momentos de bochorno profesional. Y los periodistas, en lugar de dar la callada por respuesta o mirar hacia otro lado, exponemos en la plaza pública a aquel que desde la profesión nos causa sofoco y provoca esa mofa, crítica y descrédito en la sociedad.
Ya conocen la historia, una periodista está en Sudáfrica cubriendo el torneo para una cadena privada de televisión de España. Es decir, ejerciendo su profesión como el resto de periodistas españoles y extranjeros. El pecado de esta periodista es ser la actual pareja del capitán y portero titular de la Selección Española y haber abandonado una cadena de televisión privada, La Sexta, para fichar por otra, Tele 5.
Estos mimbres y la ubicación de la periodista en el césped tras la portería española, lugar designado por la FIFA para los periodistas de las televisiones con los derechos de emisión del Mundial, sumados a una repentina atención por parte de los tabloides sensacionalistas británicos por su relación con el capitán de la Selección, han llevado a otro periodista, que representa a los periodistas de Madrid y ha representado durante años a los del resto de España, a agredir verbalmente a esa periodista, acusando a su cadena, Tele 5, de “maltrato” y calificando de “vergüenza” la ubicación de la periodista en el campo.
La “pierodista” ofendida se llama Sara Carbonero y el “pierodista” ofensor Fernando González Urbaneja; aunque a mí, como a mi peque, se me traba la lengua y tiendo a denominarle, sin rubor y con absoluto conocimiento, “Comadreja”. Lo que ni me enorgullece, ni me arranca sonrisa alguna.