Si hacemos caso a Julio Verne se tarda menos en dar la vuelta al mundo que en investir a la presidenta de Andalucía. 80 días sirvieron a Phileas Fogg para ganar una apuesta, hallar esposa y alcanzar la gloria. Y 81 días han llevado a Susana Díaz al esperpento, por supuesto sin la maestría de Valle-Inclán.
El injustificado adelanto electoral, sustentado en el miedo a "que viene Podemos", y la consiguiente ruptura con Izquierda Unida han parido un ¡pacto con Ciudadanos! La derecha a la derecha del PP; y solo para lograr la investidura.
Puede que el acuerdo recogiera también que las alcaldías de Granada, Almería y Jaén pasaran en compañía de otros a ser ocupadas por el PSOE. Pero el propio Albert Rivera, otro demócrata de toda la vida, descolgó el teléfono y donde se había dicho digo se dijo Diego, lo firmado fue papel mojado y la vida sigue igual. O casi igual.
Porque ahora tenemos a la par presidenta de Andalucía y nuevos, en algunos casos viejos, alcaldes. Han botado, con "b", a los alcaldes de Sevilla, Huelva, Córdoba y hasta a Teófila en Cádiz. Y se mantiene De la Torre en Málaga con el apoyo de Ciudadanos, cuyos votos valen lo mismo para un roto que para un 'descosío'.
En Granada, tras la llamada de Rivera, a Torres Hurtado le han puesto fecha de caducidad como a los yogures, aunque ignoramos si se le aplicará la 'doctrina Cañete' o como todo apunta, cederá el bastón a su delfín después de las elecciones generales, en virtud del acuerdo ¡cómo no! con Ciudadanos.
Rodríguez-Comendador salva en Almería in extremis el sillón (hay que ver lo que da de sí una llamada de teléfono) y vivirá con la amenaza permanente de la moción de censura. Es decir que como Santa Teresa, vivirá sin vivir en sí.
Y en Jaén, al esperpento del alcalde que no quiere ser alcalde se ha sumado Ciudadanos; nadie mejor para ello que una "hija política" del populista Checa, que primero firma con el PP, a última hora amaga con el PSOE y Jaén en Común, para acabar permitiendo a Fernández de Moya seguir en un sillón que le quema y del que si puede dará la espantá.
Menos mal que los buenos resultados electorales del PSOE en la provincia nos evitarán el esperpento de volver a ver la Diputación provincial convertida en el cementerio de los candidatos y ex alcaldes derrotados. Se anuncian caras nuevas y aire fresco.
Y con aire fresco se va el ex presidente Griñán del Senado. Otro esperpento. Dimite como senador autonómico un minuto antes de que le abran las puertas de la plaza de la Marina para irse.
¡Ay, don Ramón María! Esto si que son comedias bárbaras.
Artículo emitido en SER Úbeda el 16 de junio de 2015.