sábado, 31 de agosto de 2019

Au revoir, agosto

Se va agosto. Y no diré que lo voy a echar de menos. Me gusta su luz, que los días todavía son largos y que habitualmente pasada su primera quincena refresca por las noches. Me gustaba cuando ocasionalmente llovía y después dejaba un olor a tierra mojada. Y me gustaba que terminara porque era la vuelta a casa y el reencuentro con la ciudad, con los amigos… 
Este agosto ha tenido poco de eso y además en lugar de reencuentros me ha traído demasiadas despedidas. Algunas inesperadas, lo que sin duda las hace aún más dolorosas. Otras, aunque lógicas por la edad y por aquello de la ‘ley de vida’, también te aprietan dentro y te pinchan en el corazón. 
Recuerdo muchos agostos, los de la infancia y la adolescencia. Y aquellos otros que llegaron después para aprender a saborear otros aspectos de las vacaciones. Porque agosto debería ser eso, un mes de ocio, días para disfrutar de aquellas cosas que nos hacen felices y nos devuelven de alguna forma parte de aquel tiempo en el que deambulábamos por la vida con despreocupación y la esperanza o la convicción de que el futuro era nuestro. 
Ahora agosto es un mes eterno, de esos que no parece tener fin. Es ese mes en el que la ciudad que habito sí el resto del año está dormida en esta época está muerta. Y los pocos que por la circunstancia que sea nos movemos por ella parecemos, sobre todo durante el día, zombis; muertos vivientes que se encaminan con desgana a donde tengan que ir para acabar lo más rápido posible y buscar un refugio que les aleje de las calles. 
Y aún así, de vez en cuando, como si te ofreciera un espejismo, te devuelve a la vida. Como hace una semana, con la proyección en el cine de verano de “Metrópolis”, de Fritz Lang, con la interpretación simultánea por parte del autor de una banda sonora compuesta para dar más realce a la cinta. Algo que a mi juicio no es necesario, pero te ofrece una experiencia única e inolvidable. Y además confirma que el cine y la música, que el arte, son óptimos antídotos contra la muerte; en particular, contra la muerte en vida. Sería necesario aumentar las dosis para paliar los efectos desoladores de ese ferragosto sin fin. 
Lo bueno es que como casi todo en la vida, pasa, y salvo catástrofe, no volveremos a padecerlo hasta el próximo año. Au revoir, agosto.