domingo, 25 de junio de 2023

La ola mala

Estaba en las labores de escritura de este artículo cuando algo se me quebró por dentro. Un mensaje de un amigo anunciándome la muerte de su hijo de 26 años. De repente, lo escrito cambió de dimensión, no porque dejara de ser importante. La esencia era la misma, lo acontecido tras las últimas elecciones, pero el enfoque variaba. 
La cuestión primordial no era ya el resultado de las municipales, los pactos previsibles, aunque sorprendentes para algunos, en Jaén y Baeza o si la Alcaldía es para fulanito o menganita. Ni siquiera la ausencia de acuerdos sobre proyectos y la prevalencia del reparto de sillones y retribuciones. Es decir, la conversión de la política en un mercado en el que la carne de concejal se vende al mejor postor. 
La pregunta que me hago es para qué. O, dicho de otra forma, el futuro. Y todos estaremos de acuerdo, quiero creer, que en ese futuro el objetivo principal es el legado que les dejamos a las futuras generaciones. 
Ya sabemos cuál es la forma de actuar de algunos políticos y cómo gustan de mirar atrás, más proclives a destruir que a construir; devotos de la intolerancia y la regresión. 
Ahora queda averiguar qué hay en la cabeza de algunos votantes. Esos que no han votado pensando en sus pueblos y en sus ciudades y mucho menos en ese legado que estamos obligado de alguna manera a transmitir a los que vienen detrás. Esos que invaden las redes sociales imponiendo el insulto y la mentira, viendo la paja en el ojo ajeno y ciegos ante la viga en el propio. Esos mismos que crecidos y regodeándose en sus fobias te dan un mitin en el puesto de trabajo, en la cafetería o en la cola del banco; descalificando y repitiendo el mismo mantra que determinados periodistas y medios de comunicación elaboran cada día para favorecer a una minoría en detrimento de los intereses y necesidades de la mayoría de los ciudadanos. Ese otro mercado de la voz del amo. 
Pienso en el dolor ante la muerte de un hijo. Pienso en la frustración y, sobre todo, pienso en ese futuro y, de alguna manera, me cuestiono si ante una pérdida de ese calibre merece la pena construir ese futuro. Y la respuesta es sí. Está el compromiso con los que se fueron, pero también con los que están y con los que han de venir. 
Sé que nadie quiere cabalgar la ola mala. Así que varas la tabla en la arena y esperas. Sabes que son rachas, pero cuando las tripas queman más que el sol y las lágrimas son más saladas que el agua del mar esa ola mala parece eterna. No lo es. Vendrá la ola buena y volveremos a surfear. 
En política, la ola mala dura habitualmente 4 años. Y luego brilla el sol. También lo hará en esta Andalucía que se parece a aquella California de ensueño con música de los Beach Boys. Pero por si acaso, el 23 de julio cuando voten, dejen a un lado las fobias y metan la papeleta en la urna pensando en construir. Porque hay pérdidas imprevistas, pero las otras pueden y deben evitarse. 
Recuerden que nadie quiere la ola mala. 
 
 Mi artículo para SER Úbeda (Multimedia Jiennense), del 22 de junio de 2023.

jueves, 1 de junio de 2023

Malevaje

 

La reciprocidad cuando sale del corazón es la mejor forma de intercambio conocida. Un uno de abril se cumplía el sueño de ver en un escenario a “Los Arrabaleros” con el alma de “Malevaje”, D. Antonio Bartrina. Y un dos de junio se repetirá la historia con una leve variación, el escenario estará tutelado por “Malevaje” y será el pibe de “Los Arrabaleros”, Emilio ‘Osvaldo’ Ramos, quien subirá en esta ocasión a las tablas para compartir coplas con el maestro Bartrina. 
Abajo los feligreses reincidentes sacaremos brillo al piso y adobaremos el gaznate para acompañar las tonadas que poblarán el aire de la Sala La Mecánica. Marcaremos los pasos del vagabundo que irremediablemente conducen al tango y la milonga. 
Jaén revivirá otra noche de tango, con la esencia de las dos mejores bandas que bebiendo del rock destilan el licor de Discépolo y Carlos Gardel, ya saben “ese pensamiento triste que se baila”. 
Y aunque están llamados todos, una vez más serán pocos los afortunados; aquellos conocedores de los vaivenes de la diosa fortuna, habituales del quiebro y andariegos del alambre, que no necesitan que nadie les cuente luego el después, ni siquiera el antes, porque sacan boleto de ida renunciando de antemano a la vuelta y conscientes de que la moneda al aire traza el mapa del destino. Vendrán más noches, otras noches, pero nunca serán esta que ahora se anuncia, esa que al día siguiente en los carteles pierde el brillo para hospedarse perenne en la memoria. 
Cuando pase el tiempo no faltarán relatores que en primera persona rememorarán aquella velada de junio en la que el lamento entraba por la cabeza y salía por los pies. Y habrá entonces quien ya tarde maldiga por la ausencia su torpe elección. 
No esperen a que se lo cuenten ¡arránquense, carajo! el ayer siempre es irrecuperable, el hoy es el preámbulo del futuro y el mañana es ese viernes, dos de junio, en que “Malevaje” soplará 'a corta distancia' aires porteños entre los olivos de un sur también plateado.