domingo, 28 de junio de 2009

Larga vida al Johnny

Leo, veo y oigo que el Johnny no desaparecerá. Y la buena nueva me satisface, pero también me provoca cierta indiferencia. Por lo que fue y por lo que no volverá a ser. Al menos para mí.
Asistí a algún concierto en el Colegio Mayor Universitario San Juan Evangelista de Madrid. No a demasiados, es cierto. Era un colegio mayor diferente, casi un lugar de culto. Jazz y flamenco eran las estrellas del Johnny en una época en la que el pop y el rock made in Spain de la llamada Movida se llevaban el gato al agua. Allí tocaron los grandes y entre algunos de aquellos conciertos recuerdo el de Stéphane Grappelli, una auténtica sorpresa, un tipo que hacía buen jazz con un violín.
El Johnny era un templo de la música en aquel Madrid de los 80, aunque su existencia se remontaba una decada atrás. Más comedido y contenido que otros lugares sacrosantos como Rock-Ola. Pero, un templo de la música. Por eso me satisface que perviva, pese a los aires que soplan desde hace algunos años por esa ciudad. Y me gusta que se mantenga como un centro de cultura, porque siempre ha sido un espacio para la cultura. Una luz para los estudiantes de la Complutense y aledaños y para cualquier persona que gustara de una actuación en directo, en un ambiente único. El sonido era discutible, pero la atmósfera que se creaba allí, sólo la habíamos visto en el cine; en la recreación de los garitos norteamericanos y franceses. Sólo que el Johnny no era un garito y eso le daba más autenticidad y sus propias señas de identidad.
La indiferencia viene provocada por el paso del tiempo. Hay muchos garitos, muchos lugares en Madrid que en su día ocupaban un trozo importante de nuestras vidas y que hoy han desaparecido. Del mismo modo que hay garitos y lugares a los que nunca hemos vuelto. Supongo que por diversos y variados motivos: los recuerdos, la edad, las ausencias… Ignoro si alguna vez volveré al Johnny. En esta vida todo es posible. Pero ya no será el mismo templo de antaño, ni la ciudad será la misma, ni yo tendré 20 años. Todo ha cambiado.
Aún así, larga vida al Johnny.


Fotografía descargada de la página web de la ASOCIACIÓN DE EXCOLEGIALES CMUSANJUAN, www.excolegialescmusanjuan.com.

sábado, 27 de junio de 2009

Vuelvo a Baeza


He vuelto a Baeza. La del Renacimiento entre olivos. La de Machado. La de los ochíos con pimentón. La de los virolos de hojaldre espolvoreados con blanca azúcar. La de la UNIA.
En tiempos en que un amigo virtual deambula entre la realidad y el delirio. En ocasiones tan cercanos. Yo abandono definitiva pero temporalmente la fila de los desheredados y paso a formar parte de la de los privilegiados.
Entre piedras. Hermosas piedras que dan forma a no menos hermosos edificios. Vuelvo, 4 años más tarde, a la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), a su sede de Baeza. Mi amiga Carmen, que siempre tiene un pensamiento para mí en mis malos momentos; no sólo se acuerda de mí, sino que dando muestras de su generosidad me regala además su amistad.
Del blanco al negro. Sin estaciones y sin matices. Me convierto en un privilegiado. No sólo por abandonar la fila de los desheredados, también por la amistad, si no por volver al Palacio de Jabalquinto. Uno de esos hermosos edificios construidos con hermosas piedras. Un lugar donde en un pasado no muy lejano hallé la paz. Donde mis demonios duermen, quizás abrumados por el peso de la historia y por la contundencia de los muros de piedra. Donde conviven los alumnos y docentes de los cursos de verano con las hornadas de turistas que visitan el edificio y se fotografían en él. Y donde esporádicamente he disfrutado del silencio; en un rincón del patio arcado con la fuente en el centro, entre la divisoria del sol y la sombra, contemplando los rayos del sol sobre el agua de la fuente y siguiendo con la mirada el vuelo de los gorriones hasta el pretil de la fuente, donde muere su vuelo y toman el agua en su pico para remontar de nuevo el vuelo.
Vuelvo a Baeza. Y eso es para mí un motivo de celebración. Ahora, escribiendo estas líneas, saboreó por partida doble: un güisquito y “El Arte del Sabor”, el primero es un Chivas, el segundo, una pequeña joya de Bebo Valdés, el pequeño gran Cachao y el inmenso Patato; y de cucharada Paquito D’Rivera. Y mientras celebro, recuerdo. Retrocedo en el tiempo 4 años.
Mi habitación daba a la fachada de la catedral. Durante unos días ondeó sobre su torre una bandera blanca. Pensé que se habían rendido. Juro que lo pensé. Y también, que debíamos ir a tomar posesión del templo. Pensé en una rendición sin condiciones. La aceptación de la derrota tras siglos de luchas. Pero me equivoqué. Debió ser un delirio. Esa bandera blanca formaba parte de una tradición que no recuerdo y coincidía con la visita del nuevo obispo de la provincia a la seo baezana. La realidad.
Entre los delirios, los deseos y la realidad, nuestra vida continúa. Con lo bueno y lo malo, con lo mejor y lo peor. Así vamos. Así nos va. Así me va.

miércoles, 24 de junio de 2009

Sin preguntas

Una vida sin preguntas implica una vida sin respuestas. Es fácil imaginar en numerosas situaciones cotidianas la necesidad de preguntar y obtener una respuesta. Qué decir cuando la pregunta es un instrumento básico para realizar un trabajo y se niega el uso de la misma.
Esto es algo que está sucediendo cada vez con más frecuencia en España. La comparecencia ante los medios de comunicación sin permitir preguntas al compareciente. Una moda peligrosa que escamotea al periodista el ejercicio de su profesión, la posibilidad de conocer más y sobre todo de contar más, no sólo lo que el compareciente quiere contar. A la vez se vulnera el derecho a saber más del resto de la sociedad.
Hasta la fecha sólo he visto denuncias tibias sobre el particular. Alguna recomendación de alguna asociación de periodistas y poco más. Y me sorprende. Me sorprende y me inquieta que los periodistas, individual y colectivamente, no se rebelen ante una especie de censura que afecta al buen ejercicio de la profesión; que los medios de comunicación actúen como meros altavoces de estos comparecientes, menospreciando el trabajo y el criterio de sus periodistas, y que la sociedad asista impertérrita a este ejercicio de medias lenguas y acepte el consumo de un mal producto.
Es como si compráramos un coche sin motor, un libro sin páginas, un disco que no suena o una barra de pan sin miga. Si lo hacemos una vez, hay excusa, vimos el exterior y cómo íbamos a pensar lo que nos encontraríamos, o mejor dicho lo que no encontraríamos, dentro. Si lo hacemos más veces, es preocupante; la reincidencia supone estupidez o conformismo. O las dos cosas.
Y si a nadie le gusta que le llamen estúpido o conformista, menos le debería gustar serlo.

lunes, 22 de junio de 2009

La quimera del fútbol

El fútbol y la política producen ceguera. En algunos casos la ceguera es sólo temporal, pero en otros, en demasiados, es permanente. Y lo preocupante es que no parece tener cura.
En la ciudad en la que habito ayer tocaba fútbol. El equipo local tenía la posibilidad de ascender a segunda división si ganaba el partido. Había empatado en el partido previo en cancha ajena y ayer con ganar por un gol de diferencia ascendía. No pudo ser. Tocó cruz.
En términos económicos, el ascenso del equipo hubiera supuesto para la ciudad un pellizco, según leí en la prensa local unos 600.000 euros. En el terreno de los sentimientos es difícil evaluarlo, aunque sin duda la euforia y la emotividad se habrían disparado.
Ayer poco o nada importaban la crisis económica, la falta de empleo en una ciudad y una provincia que ha dependido del monocultivo del olivar y de la construcción, sectores hoy en retroceso, el caos circulatorio o las altas temperaturas. Ayer era día de hipnosis colectiva. El campo a reventar, el corazón desbocado y los sueños reducidos a sólo un ensueño.
Cuando fui a comprar el periódico por la mañana en las calles ya se veía a grupos con banderas y camisetas del equipo local, a pesar de que el partido no comenzaba hasta las nueve de la noche.
Esta mañana, a la crisis, al desempleo y a las altas temperaturas se sumaba la frustración; la decepción. He ido a comprar el periódico y no se hablaba de otra cosa. He ido a tomar un café y no se hablaba de otra cosa. Y me temo que en cualquier punto de la ciudad al que vaya esta mañana voy a oír los mismos comentarios y voy a ver las mismas caras de chasco. Ante este panorama, como tantos otros me pregunto qué tiene el fútbol para provocar esta pasión, para subir al cielo o bajar al infierno en 90 minutos. Y sobre todo, ¿por qué la gente no se implica, no se compromete con otras cuestiones de mayor relevancia y que le afecta en aspecto fundamentales de su vida?

sábado, 20 de junio de 2009

Besar la lona

El boxeo está KO. Al menos eso parece si damos por bueno aquello de que lo que no se ve, no existe. Hubo un tiempo en que un campeón de boxeo, mundial o europeo, era una estrella. Hoy un campeón apenas es conocido en un pequeño círculo de profesionales y aficionados.
Hace un par de semanas oí en la SER a Javier Castillejo, “El lince de Parla”, defendiendo la práctica del boxeo. Castillejo es doble campeón mundial, además en dos categorías diferentes, superwelter y medio. Hablaba de un deporte duro, pero no violento. Dureza frente a violencia. Una demostración de que además de los guantes maneja con soltura el verbo.
Recuerdo que cuando era pequeño mi padre me llevó a alguna pelea vespertina en el Palacio de los Deportes de Madrid. Era el aperitivo previo a un combate importante, que yo por edad no podía presenciar. Tiempos en que nombres como Pedro Carrasco, Urtaín, Perico Fernández o Alfredo Evangelista, que llegó a pelear con Cassius Clay, no se confundían con los de un futbolista, un actor o un cantante de éxito.
Yo no soy un apasionado del boxeo, pero me gusta. No sólo por lo que es, por la puesta en escena de los dos púgiles en el cuadrilátero, sino por lo que ha representado, por lo que ha supuesto entre otros ámbitos para la cultura (literatura, fotografía, cine, pintura…). Y porque me parece una metáfora de la vida. De algunas vidas. Caer, besar la lona y levantarse para seguir encajando. Algunos logran mantenerse en pie, hacer bailar los pies, pero otros, vuelven a caer, vuelven a besar la lona.
No ha habido recreación del mundo del boxeo como la de las clásicas películas del cine norteamericano y la lista de actores que han dado vida a boxeadores es interminable: Errol Flyn, Kirk Douglas, Paul Newman, Robert de Niro, Russell Crowe, Denzel Washington, Will Smith y como no, hasta Silvester Stallone y su Rocky.
Cuentan que Hemingway y Picasso eran aficionados al boxeo. Como tal se reconoce el polifacético Gonzalo Suárez. Y el boxeo está presente en las obras de Eduardo Arroyo y Úrculo.
En la ciudad en la que habito hay dos hermanos con apellido de novela de García Márquez, los hermanos Buendía, apasionados por el boxeo. Raúl “Gordito” Buendía es boxeador y su hermano Jesús, es periodista y boxeador. Se han propuesto recuperarlo, así que han organizado varias veladas de boxeo, han montado un gimnasio y hasta una publicación, “Cutman”, que por la crisis se ha convertido en una página web. Incluso han creado el grupo “Cutman” en facebook: http://www.facebook.com/p.php?i=1071111902&k=SWD5YZUXTZ5M5JFCRG3YYQ
Comparten estos proyectos con un negocio de hostelería familiar con nombre evocador, “El Alambique”, y aún así, no se muy bien cómo sacan tiempo para alimentar su pasión. Supongo que con una dosis elevada de tesón y sacrificio, que me hace pensar en aquella expresión de “tipos hechos de otra pasta”.
Imagino que los hermanos Buendía no son únicos y que habrá muchos tipos como ellos, dispuestos a que el boxeo siga ocupando una parte importante de sus vidas y de las de otros, aunque de vez en cuando haya que besar la lona.
A mí me parece que la historia de estos hermanos y la de otras gentes son de interés para el resto de la sociedad; del mismo modo que pienso que el boxeo debería ocupar un espacio en la sección deportiva de los medios de comunicación, audiovisuales y escritos, del que en un alarde de hipocresía hoy no dispone.
El País es uno de esos medios de comunicación que no informa sobre el boxeo, pero al menos lo reconoce y no se esconde: “El periódico no publica informaciones sobre la competición boxística, salvo las que den cuenta de accidentes sufridos por púgiles o reflejen el sórdido mundo de esta actividad. La línea editorial del periódico es contraria al fomento del boxeo, y por ello renuncia a recoger noticias que puedan contribuir a su difusión”. Principios. Política Editorial 1.4. EL PAIS, Libro de Estilo, junio 1990.
A mí como lector de El País, viejo lector, me gustaría que cambiase esta política informativa, que además contrasta con la de otros medios del grupo Prisa, basta recordar que Canal Plus emitía combates de boxeo. Y también me gustaría que el resto de medios de comunicación que discriminan el boxeo, no lo hicieran, porque a pesar de lo que pueda parecer y puedan creer o desear algunos, lo que no se ve, también existe.
Ilustración: "Panamá", de Eduardo Arroyo

viernes, 19 de junio de 2009

Hortensia Bussi de Allende

Hortensia. Que bonita flor. ¡Y que mujer! Debe de ser difícil vivir a la sombra del mito. Debe de ser difícil compartir las ideas, los objetivos, los sueños y los anhelos. Debe de ser difícil ver como el otro se va, aceptar que el otro se va y tú quedas sola, defendiendo lo mismo por lo que murió el presidente allá en el 73, en un 11 de septiembre que habita en los rincones de nuestra memoria.
Hortensia Bussi representaba el legado del presidente Allende, pero también del hombre Salvador Allende. Y más, la dignidad, la esperanza, la solidaridad y no sólo en Chile y para Chile. El aliento del socialismo en el Cono Sur. Y también el testimonio contra los escuadrones de la muerte, contra las dictaduras de los militares a sueldo del vecino norteamericano… Y el recuerdo de tantos, Orlando Letelier, Carmelo Soria, Víctor Jara, Ignacio Ellacuría, Monseñor Óscar Romero…
Madres de mayo ante la argentina Casa Rosada y viuda de septiembre en el chileno Palacio de la Moneda y una causa común: verdad y justicia.
Hoy sabemos que la flor se ha marchitado, pero su esencia permanece.
Foto: EFE/Santiago, publicada en elmundo.es

jueves, 18 de junio de 2009

Seis meses y medio

Ese ha sido mi tiempo de cocción para hacer caldo. De gallina, por supuesto. Ese es el tiempo que ha tardado mi móvil en sonar para que al otro lado alguien me preguntara si estaba disponible. Y ese ha sido el tiempo de aplicación de la receta de la tranquilidad, del todo va ir bien, del seguro que vas a tener suerte y del que vas a encontrar trabajo pronto. Ignoro si seis meses y medio es mucho o poco tiempo. A mí me ha parecido una eternidad.
Pero sí, puedo decir que abandono la fila de los desheredados. Aunque es un abandono temporal. Un billete de ida y vuelta. Y aún así lo he comprado con los ojos cerrados y pienso disfrutar del viaje.
Me prometo a mi mismo no pensar, por lo menos durante un tiempo prudencial, en lo que ocurrirá cuando el viaje haya terminado. Me prometo no pensar en el reingreso, si nada o nadie lo impide, en la fila de los desheredados. Y no estoy seguro de poder cumplir esta promesa, pero tengo 3 meses por delante para intentarlo.
Después volveré para engrosar las estadísticas, para ser de nuevo un número frío y una excusa o un argumento para los jugadores de ventaja, para los que nunca pierden porque juegan la partida con las cartas marcadas y sólo apuestan las pertenencias de otros. Vida, trabajo, esperanza, miseria, en efectivo o en especie, da igual porque ellos siempre ganan. O al menos lo creen, mientras sueñan con un escenario de 5 millones de sin empleo.
No están para el drama, ni para el melodrama. Y su única tragedia es no reventar la banca con el 5, que además como todos sabemos, incluso ellos, tiene mala rima.

martes, 16 de junio de 2009

Salir y escuchar

Salir a la calle y escuchar a la gente. No parece algo difícil. A mí me gusta callejear, por mi callejón y por otras calles y plazas. Debe ser hábito de gato. Así que mientras deambulo observo y escucho a la gente.
He estado unos días en Barcelona. Una visita que me ha permitido entre otras cosas pasear por el barri d’Horta (el barrio de Horta). El viernes me acerqué a la Plaça Eivissa (Plaza Ibiza) y me senté en una mesa del Quimet. Es un bar de esos de toda la vida, al que me llevó mi santa hace algunos años. Me senté fuera, en la misma mesa que hace unos meses, pedí un café y le eché un vistazo al periódico que había comprado en el kiosco de enfrente. En Barcelona tienen la costumbre de ponerte dos azucarillos con el café; yo suelo consumir sólo uno, pero me hace gracia esa costumbre. Barcelona me gusta, entre otras cosas, porque es tierra de habanos y de café.
Había otras mesas ocupadas, la de mi derecha, por dos tipos que leían el periódico, uno cada uno. A mi izquierda, un par de mesas más allá, había un par de abuelos y una abuela, a los que se sumaron al poco de estar yo allí otro par de abuelos y otra abuela.
Las abuelas de Barcelona, es algo en lo que coincidimos mi santa y yo, son diferentes a las de otros lugares, igual que las dependientas de las paradas (puestos) del mercado. La ves y enseguida dices, es de aquí. Muy maqueadas, muy pulcras y muy dispuestas. Da la sensación de que son ellas las que llevan la voz cantante, por lo menos a las de la mesa de al lado era a las que más oía; mientras los abuelos corroboraban sus comentarios. Pasaban de unos temas a otros con soltura y no tenían el menor problema en mezclarlos, que si la gente estaba cansada de los políticos y de sus promesas y por eso no había votado, que si era una indecencia el fichaje de ese futbolista por el Madrid, el luso de los 100 millones, y que como estaban los precios en el mercat d`Horta (mercado de Horta).
Yo no hablo catalán, pero entiendo una conversación por el contexto en que se desarrolla y por el conocimiento de algunas palabras o expresiones. De todas formas, los abuelos y la abuela que estaban sentados cuando yo llegué hablaban catalán, pero la abuela que vino más tarde hablaba castellano. Así que ellos hablaban en catalán y ella metía baza en castellano. No problem. En realidad, el problema lingüístico es una batalla oportunista de algunos medios de comunicación a la que algunos partidos políticos se unen, también de forma oportunista, para sacar réditos.
En las calles de Cataluña no existe el problema. Si alguna vez alguien, sin darse cuenta, por una cuestión natural y de hábito, ha hablado en mi presencia catalán con otra persona de la reunión, lo primero que ha hecho es pedirme disculpas y traducir al castellano lo que había dicho. Como es evidente cuando escucho conversaciones ajenas nadie me pide disculpas. Ni en Barcelona, ni en Madrid, ni en la ciudad en la que habito. Y cuando no entiendo algo, lo pregunto.
Mientras me tomaba el café, ojeaba el periódico y observaba y escuchaba el entorno, pensaba en lo fácil que es hacer lo que yo estaba haciendo en ese instante. Y sin embargo, lo difícil que resulta para algunos salir a la calle y escuchar.
En el siglo XXI, con un sinfín de nuevas tecnologías, seguimos teniendo problemas para comunicarnos y lo que es peor aún, no sabemos escuchar. Así nos va.
Foto: La terrassa del Quimet, Edu Soteras.

martes, 9 de junio de 2009

Un camino a la memoria

Sucede en Zamora. En un pueblo llamado Santa Marta de Tera. Entre los nubarrones y el negro panorama se abre paso un rayo de sol, un rayo de esperanza. Una juez, Tania Chico, contra el olvido; una juez que abre el camino a la dignidad y a la justicia.
Contra pronóstico y frente a gentes de manos limpias, mentes sucias y corazón negro esta juez ha dado la orden de abrir una fosa común y buscar a ocho fusilados, desaparecidos de la Guerra Civil, los cuatro de Destriana de León y otros cuatro de Benavente.
A pie de fosa la juez recogía los testimonios de los familiares de los desaparecidos. Justicia, dignidad, reparación, emoción, angustia y alegría se daban cita en el cementerio local. La doctrina contra los golpistas del 36 dictada desde la Audiencia Nacional por el juez Garzón, hoy más que nunca convertido en pieza a abatir, se hacía realidad en este pueblo castellano.
Es otro paso hacia la dignidad y la justicia de los ausentes y de sus familias. Seguro que vendrán más y que esta valerosa juez verá como compañeros de toga la secundan en su caminar contra el olvido. En fosas, cunetas y pozos los habitantes de las profundidades de la tierra esperan para ver la luz con los ojos de sus descendientes. Pese a las serpientes que reptan en cámaras y tribunales los desaparecidos ilustrarán la memoria con sus nombres y sus huesos. Esperemos que también contribuyan a identificar a los verdugos.

lunes, 8 de junio de 2009

Preocupación

Debe ser la nota predominante en los dos principales partidos nacionales. Tras la euforia y decepción iniciales, los datos arrojan posos de amargor en la victoria y de dulzura en la derrota. La realidad es tozuda, ha ganado el PP y ha perdido el PSOE, pero las lecturas de los resultados electorales muestran más flexibilidad y evidencian que en política uno más uno no son siempre dos.
Las direcciones de ambos partidos deben estar muy preocupadas. Ambas son conscientes de que las elecciones europeas señalan el fin de un ciclo, pero de quién. En el PSOE saltan las alarmas porque han entrado en una dinámica de perder elecciones, las gallegas, las europeas…, porque son incapaces de movilizar a su potencial electorado y porque los supuestos “referentes” del partido, al margen del ZP, es decir Blanco y Pajín, son un fiasco y la autocrítica continúa en el cajón de las utopías. Sin embargo hay esperanza, porque cuando lleguen las elecciones generales la crisis será historia, porque esperan que el candidato oponente siga siendo Rajoy y porque piensan que si hay voto de castigo se ha recogido ya en estas elecciones.
En el PP saben que esto no da más de sí. Han ganado las elecciones europeas con un cartel electoral que representa lo contrario de lo que defiende Rajoy y su junta directiva dentro del partido conservador, el ala derecha del partido; y a pesar de la crisis y del lógico desgaste del partido en el gobierno sólo han logrado un par de escaños más y unos 500.000 votos de diferencia con respecto al partido gobernante, insuficiente para ganar las elecciones generales. Por un lado quieren dar a entender que Rajoy ha ganado las elecciones, cuando es evidente que no se presentaba, y por otro, apuntan a que ha ganado el ex presidente, que tampoco se presentaba, porque el candidato y la línea de la campaña electoral seguían los planteamientos del sector ultraconservador del partido. La cuestión es si se abrirá la veda y de aquí a final de año habrá nuevo cartel electoral para Moncloa. Sin embargo hay esperanza, porque esta victoria puede ayudar a desgastar más a un gobierno sin respaldo parlamentario y a ganar tiempo para lograr convencer a algún partido nacionalista como CiU para que respalde una moción de censura (que a buen seguro no van a presentar) o para que un gobierno acorralado convoque elecciones anticipadas.
Si miramos al resto de Europa, estas elecciones arrojan curiosas paradojas como que los partidos que representan el sistema responsable de esta crisis han conseguido mayor respaldo en las urnas (más de 100 escaños de diferencia) que aquellos que buscan soluciones a la crisis o que los votantes de izquierdas penalizan a sus partidos por escándalos económicos y por la crisis (caso de Gordon Brown en el Reino Unido) y los votantes de derechas respaldan a sus partidos a pesar de escándalos de corrupción (caso del PP en Madrid y Valencia, en España o caso de Berlusconi en Italia).
Mientras en Europa se dispara la abstención, en España se mantiene el mismo desinterés que hace 5 años por todo lo relacionado con las instituciones europeas. Ni frío, ni calor. Y mientras en Europa avanzan partidos xenófobos (caso británico) o partidos de ultraderecha (caso holandés), en España no hay temor a una irrupción de formaciones políticas de esta índole porque ese espectro ideológico está sumergido en una sola formación política. Para lo bueno y para lo malo.
¿Y los ciudadanos? También preocupados. Los españoles y los del resto de Europa; principalmente los que han ido a votar, porque no entienden que más del 50 por ciento de sus conciudadanos no lo hayan hecho. Y porque cuesta entender que los partidos cuya política económica nos ha llevado a la crisis sean capaces de sacarnos de ella. Europa es azul y el panorama negro. Así que, otra paradoja, miramos a USA y esperamos que The Big Hope se convierta también en la “salvación” para Europa.

viernes, 5 de junio de 2009

El veto

Vetar a un medio de comunicación, negarse a concederle una entrevista o a participar en un debate, máxime cuando hay una convocatoria electoral, es un error. Y además un déficit democrático.
Se equivoca el candidato del PP en las Elecciones Europeas, el decimonónico Mayor Oreja, al no conceder entrevistas a los medios de comunicación del Grupo Prisa (El País, SER y Cuatro). Y se equivoca no porque sea el grupo Prisa, objetivo number one en la diana del ex presidente Aznar, sino porque atenta contra los derechos de la audiencia de estos medios, de los que leen El País, oyen la SER y ven Cuatro.
Con su veto, el candidato del PP escamotea a un elevado número de votantes la posibilidad de recibir información sobre su candidatura y su programa a través de los medios de comunicación que consume de forma habitual y también hurta esta oportunidad a una audiencia ocasional. Pero además con esta actitud y esta decisión transmite una imagen negativa de su persona y de su candidatura, arroja una sospecha sobre los profesionales de estos medios e incluso sobre la propia audiencia y todo desde un maniqueísmo conceptual o mental alejado de la realidad y cuyo origen posiblemente resida en el hecho de confundir la línea ideológica de un grupo de comunicación o de un medio de comunicación con la de sus profesionales y con la de su audiencia.
En democracia debe primar la palabra, el buen uso de la palabra, y un escenario natural para ese uso son los medios de comunicación. Discriminar a unos medios y por tanto a su audiencia, justificando esta discriminación en problemas de agenda y sin aclarar el criterio por el que se elige a unos medios de comunicación en detrimento de otros, no contribuye a avanzar en la construcción del estado democrático y si a la fragmentación social, al trazado de imaginarias líneas divisorias cuyo resultado desde una perspectiva histórica ya conocemos. Aquí y en el resto de Europa.

miércoles, 3 de junio de 2009

Adiós en Granada


Ambas coinciden en el tiempo, aunque los motivos son bien distintos. Granada asiste a las despedidas de Miguel Ríos y de Luís García Montero. El cantante alcanza los 65 años y se jubila. Al poeta y profesor universitario lo “jubila” la Granada ultramontana, la que subyace bajo la epidermis de la ciudad, la misma que la convirtió en modelo reaccionario tras el golpe del 36 y pasó a la historia de la miseria universal por dar ‘paseíllo’ a otro García y poeta, de nombre Federico.
Miguel Ríos es sin lugar a dudas un viejo rockero, aunque lo de viejo lo dice su partida de nacimiento, porque viéndole la cara cualquiera afirmaría con rotundidad que tiene un pacto con el diablo o que ha descubierto el elixir de la eterna juventud.
Si hubiera nacido en Estados Unidos o en Gran Bretaña sería una estrella internacional, pero como nació en Granada, en una España de tiempos oscuros, no se le valora en lo que realmente vale; salvo sus amigos y compañeros y un puñado de admiradores.
En sus inicios se hacía llamar, por exigencias del guión, Mike Ríos, “el rey del twist”, aunque visto lo visto y fundamentalmente oído, lo suyo era el rock y el blues. Tuvo su particular bajada a los infiernos, con estancia en el talego incluida. Y también su momento de gloria en los años 70 con el “Himno de la Alegría” y especialmente, a principio de los 80 con la edición del disco doble “Rock and Ríos” y su gira correspondiente. En su haber, varios programas de televisión, uno en TVE, ¨”Que noche la de aquel año”, y dos, en Canal Sur, “Fiebre del Sur” y “Buenas noches, Bienvenidos”. En este último, a mi juicio el mejor y una forma de demostrar que la cultura tiene un espacio en la televisión, contó con la participación, en El Club de los Poetas Nuestros, de su amigo Luis García Montero; a cuyos poemas pondría música en su disco “60MP3”.
A mí Miguel Ríos siempre me ha parecido un tipo honesto, comprometido con aquellas cosas y personas que merecen un compromiso, y además la imagen del rock and roll en España. Ahora dice que se va a cantar durante dos años las ‘memorias de la carretera’ y adiós, porque no quiere ser un viejo en el escenario.
García Montero también se va. Y también me parece un tipo honesto y comprometido. Supongo que más de una universidad y de una ciudad se disputarán su presencia y su cátedra. Se va a su casa, entre otras cosas por defender a Francisco Ayala y a Federico García Lorca, por batallar contra el sectarismo, por luchar contra la intolerancia, por evitar que florezca la semilla de la intransigencia. Y supongo también que harto de darse de bruces contra esa parte rancia de una sociedad y de una ciudad, contra una universidad que alberga el huevo de la serpiente y contra una justicia que se acata pero que cada vez se entiende menos.
Nos dejan su música, su poesía, su compromiso y una decisión no compartida. Detesto las despedidas, pese a su condición de inevitables. Así que frente al adiós, siempre espero un hasta luego.
Fotografía tomada de la página oficial del viejo rockero, http://www.miguel-rios.com/.