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lunes, 4 de abril de 2011

El regreso de Iñaki Gabilondo

No vamos sobrados de referentes, ni en lo personal, ni en lo profesional. Es más, diría que la carestía es de tal magnitud, que vagamos huérfanos por estos tiempos convulsos. Por eso el regreso de uno de esos referentes, al menos en lo profesional y pese a sus detractores, es una buena noticia; algo de lo que también estamos escasos últimamente.
Vuelve Iñaki Gabilondo. De lunes a viernes, en versión videoblog en las webs de la Cadena Ser y El País (http://blogs.cadenaser.com/la-voz-de-inaki/ y http://blogs.elpais.com/la-voz-de-inaki/). Una versión que se ha estrenado hoy lunes y que reproduce el formato de sus breves y certeros comentarios/editoriales en el informativo de Cuatro; que marcaban diferencias con el resto de informativos, aproximándolos al modelo estadounidense y otorgándoles ese plus cualitativo de informativo de autor.
Sin embargo, este regreso no esconde la delicada situación del Grupo Prisa y su deriva, incrementada con el desembarco de los inversores estadounidenses y reflejada en la marejada de fondo por la oferta del grupo de Roures para la incorporación de Gabilondo a La Sexta y la oposición de Prisa por su condición de consejero de la SER y Unión Radio y la no menos importante de imagen e icono de prestigio de esta cadena durante las últimas décadas; lo que algunos denominan “periodista de cabecera”.
Las decisiones empresariales, las fusiones de cadenas de televisión y los nuevos mecanismos de censura modelo Berlusconi derivados de éstas nos seguirán privando de sus entrevistas, pero nos queda la mesura de su tono y el rigor de sus análisis, compartidos o no, como un contrapunto deseable al ruido de la caverna.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Boicot a Prisa

No voy a respaldar un boicot en Facebook o en sitio alguno contra el grupo Prisa. Porque pienso que ese no es el camino.
El único boicot que entiendo, pero no comparto, es el de aquel o aquellos que libremente decidan o han decidido no comprar El País, As o Cinco Días, no oír la Cadena Ser, Radiolé o Los 40 Principales, no ver Cuatro y darse de baja en Digital Plus.
Mi único boicoteo es decir lo que pienso y lo que no me gusta. Seguiré comprando El País, porque todavía puedo soportarlo.
No me gusta el Cebrián que se comporta como un perro rabioso; el que ha llevado a la deriva a El País, arrastrando hoy al grupo Prisa en esa deriva.
No me gusta el Fernando Garea que publica informaciones para dejar en evidencia al presidente del Gobierno, sin citar una sola fuente (El País, 14 de septiembre de 2009). A pesar de que lo tengo por buen periodista tras su paso por El Mundo, Público y el propio El País, y por supuesto en sus intervenciones en las mañanas de Tele 5.
No me gusta el químico metido a periodista Javier Moreno, al que Cebrián puso de director de El País, y que avergüenza a propios y extraños con las 5 páginas de ayer domingo dedicadas al Comité Federal del PSOE, a la salida de Solbes… (El País, domingo 20 de septiembre de 2009, páginas 14-18), y su “intervención” en la Defensora del Lector, “EL PAÍS y Zapatero: una crítica incómoda” (El País, domingo 20 de septiembre de 2009) defendiendo el “periodismo” y “la dignidad de la Redacción y todos los profesionales que hacen posible El País”, una dignidad que mancha con frecuencia y en demasía, al igual que la dignidad de sus lectores, con su comportamiento “periodístico”, la limpia y el envío a galeras de parte de esa Redacción que dice defender y su complicidad en empujar a El País a la deriva.
No me gusta el escritor Juan Cruz, cuando en la columna Cosa de Dos, “Lo incierto” (El País, domingo 20 de septiembre de 2009) insiste en la media verdad para negar el monopolio de Prisa en la televisión de pago y de paso arrearle al ministro Sebastián; cuando sabe como todo el grupo Prisa y los que no somos el grupo, que ese monopolio se daba en la práctica.
No me gusta el colaborador Enrique Gil-Calvo sumándose con su artículo “Autonomía” (El País, Lunes, 21 de septiembre de 2009) a la corriente de opinión general del grupo Prisa; aunque su análisis de la situación económica actual de España, tanto interna como externa, es magnífico; el último párrafo arrastrando por el fango a Zapatero resulta cuando menos sospechoso en las actuales circunstancias.
Pero El País es también otros muchos como Javier Pradera y José María Ridao (a los que no he leído pronunciarse sobre el tema), como Forges, Romeu, El Roto, Peridis, como Enric González (que si se ha pronunciado, también con elegancia y cerrando filas), como Miguel Ángel Aguilar, Josep Ramoneda o como Maruja Torres, Javier Marías o Ramón Lobo. Y El País también fue Máximo, Francisco Umbral, Manuel Vázquez Montalbán, Eduardo Haro, Antonio Gala, José María de Areilza, Juan Cueto…
De Cuatro sólo me interesa Iñaki Gabilondo y sus editoriales diarios de lunes a jueves, aunque alguno sea para criticar con elegancia al presidente del Gobierno y cerrar filas con Prisa. {Es importante recordar en estos momentos de tribulación su entrevista al entonces presidente del Gobierno, Felipe González, en TVE; de obligada emisión para estudiantes de Periodismo; una entrevista de manual}.
Y de la Ser… me han decepcionado algunos de sus periodistas y su mal estilo. No Francino, me aburren su caca, culo, pedo, pis y su somos guays, pero sólo te decepciona aquel del que esperas algo; Carles Francino me parece un buen presentador de informativos de televisión y un mal conductor de un programa de radio como Hoy por Hoy. Si me ha decepcionado Angels Barceló, debí seguir la pista que dejó Javier Astasio sobre el desembarco de Barceló en A vivir que son dos días, cuando sustituyó a Fernando G. Delgado; pero no lo hice; así que supongo que me está bien empleado.
No critico el derecho de El País y del resto de medios de comunicación del grupo Prisa a criticar a Zapatero; de hecho es su obligación como medios y como periodistas. Lo que critico es que lo hagan al unísono cuando les han tocado el bolsillo y además pretendan hacernos comulgar con ruedas de molino. La indecencia no está en la crítica si no en el motivo de la crítica: el dinero (la devaluación del precio de su plataforma digital, el estado precario de sus cuentas…) y la pérdida de privilegios en Moncloa a favor del grupo de Roures.
Lo que me preocupa es que alguien de Prisa pueda pensar de verdad que si el PP gobierna tras las próximas Elecciones Generales va a derogar el decreto-ley de aprobación de la TDT de pago. Bastante tendrá el PP con intentar enterrar sus casos de corrupción y disimular el hedor que desprenden.
Tarde o temprano habrá fumata blanca entre Prisa y Zapatero. Ignoro cuándo y el precio a pagar. Si sé que este enfrentamiento sirve o debiera servir para que algunos pierdan su candor, la confianza ciega y puede que para comenzar a tener criterio propio y emplear tiempo en la reflexión. Cabeza fría y corazón caliente.
Yo como informado y deformado renuncio, salvo sorpresa mayúscula, ataque suicida o hundimiento del imperio, a escribir más artículos sobre el particular.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Crisis de fe

Es domingo. Vengo de comprar El País y el pan, junto a un maravilloso libro desplegable “La Selva Tropical”, que se podía adquirir hoy por un euro junto al periódico y que ha encantado a mis peques.
Leo la apertura a cuatro columnas de El País, “Zapatero radicaliza el discurso en defensa de su gestión de la crisis” y observo la coincidencia con el discurso del PP y las acusaciones de radical a Zapatero. Tiempos de ver, escuchar y leer. Tiempos de crisis económica, moral e ideológica. Tiempos de crisis de fe (no hablo de religión). Habrá fumata blanca. Y desencanto, decepción y deserción. Es el precio a pagar.
Alguien no ha medido bien o ha calculado mal la estrategia. El grupo Prisa ha perdido ya dos batallas, la de la TDT de pago, que toca su bolsillo, y la de sus lectores, oyentes y telespectadores, que debiera ser más dolorosa.
No es una cuestión de principios, pero de ser así, puede haber una renuncia o una moderación. El PSOE renunció a ser marxista como vía para acceder al poder, quizás el grupo Prisa deba renunciar a otra premisa de otro marxismo: “Más madera que es la guerra”.
No me gustan las guerras. Y tampoco me gusta la tempestad de papel y ondas en la que estamos inmersos. La conversión de palabras e imágenes en una galerna. Su uso para atizar la hoguera, que lejos de dar calor nos va a achicharrar a todos. Con quemaduras de mayor o menor grado, pero quemados.

viernes, 18 de septiembre de 2009

A saco

Las relaciones entre prensa y poder siempre se han caracterizado por la dificultad de las mismas, por el intento del poder de someter a la prensa y por el esfuerzo de ésta para no ser sometida; algo que no siempre logra, voluntaria o involuntariamente.
Sí, es cierto que hay prensa sumisa, tanto medios de comunicación como periodistas. Del mismo modo que con frecuencia, demasiada frecuencia, se olvida el papel y la relevancia de la prensa en la sociedad moderna.
Por ello y otras cuestiones en la mente de todos no debería extrañarnos el comportamiento de algunos presidentes de gobiernos democráticos como los de Argentina, Venezuela o Italia, con algunos medios de comunicación o algunos periodistas, por lo general críticos con los gobernantes y su forma de gobernar. Y tampoco debe sorprendernos el comportamiento de algunos medios o grupos de comunicación.
En Argentina, los Kirchner (aunque gobierne Cristina, son una Sociedad Limitada de gobierno) no están satisfechos con haber enviado 200 inspectores de hacienda al periódico Clarín; si, he dicho 200, y es sabido que el envío no fue por un desacuerdo con la información deportiva o cultural del diario; han decidido además llevar una Ley de Medios (Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual) al Congreso que entre otras cosas reduce las licencias de emisión para radio y televisión y obliga a su renovación cada 2 años [ha sido aprobada, ahora deberá pasar al Senado, por 147 votos a favor, 4 en contra, una abstención y 104 diputados fuera del Parlamento]. Es decir, un ejercicio público de intimidación desde el poder, para amedrentar y amordazar a los medios de comunicación y disuadirlos de publicar, como el caso de Clarín (grupo de comunicación con más de 200 medios), informaciones sobre la fortuna acumulada por el matrimonio gobernante y muchos de sus amigos, y que dibuja un futuro de intervencionismo estatal.
En Venezuela, el presidente Hugo Chávez ha cerrado en mes y medio 31 emisoras de radio y 2 cadenas de televisión y ha ordenado la apertura de un nuevo proceso, y van 4, contra la cadena de televisión Globovisión, en esta ocasión acusándola de incitar al golpismo. Sin duda un ejemplo de comportamiento democrático, respeto a la pluralidad y sentido de la autocrítica, como demuestra el presidente venezolano constantemente en su programa dominical televisivo “Aló presidente”. Un programa que se emite a través del Sistema Nacional de Medios públicos de Venezuela; creado en 2008 por el propio Chávez e integrado por las cadenas nacionales Venezolana de Televisión, ViVe, TVes, la internacional TeleSur y otras cadenas de ámbito regional, junto a las emisoras de radio, Radio Nacional de Venezuela e IVKE Mundial. Un sistema que ha suscitado numerosas críticas entre ellas, las de la Asociación Human Rights Watch (HRW), que señala en un informe que la financiación estatal de estos medios los convierte en voceros del gobierno.
En Italia, ¿qué decir de Italia y de su presidente Silvio Berlusconi, il nuovo ducce, a estas alturas? Juez y parte, Berlusconi legisla para favorecer a su imperio mediático y hostiga a la competencia con la ley o con la amenaza. Entre sus dianas favoritas dos diarios L’Unita, el periódico fundado por Antonio Gramsci, y La Reppublica, y una cadena de televisión RAI 3, a las que como buen “totalitarista” ha añadido un enemigo externo, El País, del grupo español Prisa; una enemistad originada porque el diario español publicó las fotografías de las fiestas del jefe de gobierno italiano en su finca de Cerdeña, y acrecentada con un enfrentamiento directo con el corresponsal en Italia de este diario en una rueda de prensa, con nuestro querido presidente presente y haciendo la estatua “por cortesía”. Ausentes Manuel Vázquez Montalbán y Leonardo Sciascia, dos pérdidas universales, nos asimos, yo al menos, a José Saramago y su “la cosa Berlusconi” (Tribuna en el diario El País, 6 de junio de 2009), y a Andrea Camilleri (entrevista en el diario El País, 18 de septiembre de 2009), donde tacha a Berlusconi de “bufón delirante”.
Y en España, los gobiernos democráticos han favorecido sistemáticamente a medios o grupos de comunicación y a “amigos”, por lo que Zapatero no iba a ser menos que sus predecesores. A la vez que asistíamos al alineamiento de los medios de comunicación en torno a los partidos políticos, llegando incluso en ocasiones a marcarles el camino o la estrategia a seguir. Eso sí, la intimidación por el gobierno de turno se ha producido reduciendo o eliminando publicidad institucional, negando o concediendo licencias de radio y televisión (analógicas o digitales) y variando las condiciones de titularidad y emisión. Sólo en 2 ocasiones, que yo recuerde, se han cerrado por motivos no económicos medios de comunicación, los diarios Egin y Egunkaria, por su presunta relación con el terrorismo. Y rara vez los tribunales habían supuesto una amenaza real, salvo para El Jueves y alguna otra publicación humorística por “recrearse” en la Familia Real (sospechosa y vergonzosamente intocable); eso hasta ahora que la Justicia (la Fiscalía de Madrid) pide 3 años de cárcel e inhabilitación de un periodista de El Mundo, Antonio Rubio, subdirector del diario, por “revelación de secretos”; sencillamente, por hacer su trabajo.
Ahora y a cuenta de la aprobación de la TDT de pago por el Gobierno, por decreto-ley, El País hostigado por Berlusconi pasa de perseguido a perseguidor, para cobrarse una pieza de caza mayor: el presidente del gobierno, aunque al final tal vez se conforme con una pieza menor, el ministro de Industria, Turismo y Comercio, Miguel Sebastián.
Junto a El País se han apuntado a la cacería los principales medios del grupo Prisa, es decir, Cadena Ser y Cuatro, incluidos sus periodistas más conocidos; algunos como Iñaki Gabilondo y Enric González, con elegancia y mensaje inequívoco de cierre de filas en torno a Prisa, y otros con mal estilo, innecesario e impropio, abusando y recreándose en las verdades a medias, como, siento decirlo, algunos periodistas de la Cadena Ser.
El escenario se ha completado con el silencio calculado del grupo Vocento, el editorial de El Mundo elogiando al presidente del gobierno y recriminando al PP no haber votado a favor del citado decreto-ley, y la entrada a saco de los columnistas de diario Público, cuyos accionistas son hoy los principales beneficiarios de la aprobación de la TDT de pago.
Prensa y poder político nos están dando un espectáculo lamentable, con salidas de tono y esperpentos como la visualización de un doble frente antinatural si atendemos a la historia reciente de España, PP – grupo Prisa por un lado y PSOE – El Mundo por el otro. Más que un alineamiento parece una alienación, pero también dicen que la política hace extraños compañeros de viaje.

sábado, 22 de agosto de 2009

La ley de Cebrián

Podría aducir perplejidad. Y mentiría. No me causa perplejidad, tampoco me abochorna y si le veo un punto gracioso. Leí ayer el artículo Un desatino, de Juan Luís Cebrián Echarri (El País, viernes, 21 de agosto) y hoy he leído sus declaraciones en el mismo diario. Y me hace gracia su estrategia de esconderse tras el decreto ley, para al final ir a la parte magra, que a fin de cuentas es la que importa por sus dividendos dinerarios y de poder: la arpobación de la TDT (que a mí me evoca el DDT y la TNT) de pago.
Cebrián ladra. Ladra mucho y fuerte. Sólo que ya no asusta a nadie. Ladra para hacernos creer que tras esos ladridos hay un perro grande y fiero que nos amedrenta, nos provoca pánico y nos hace intuir un ataque, con mordisco incluido. En realidad, detrás de esos ladridos no hay perro fiero, sólo hay un perro cansado al que el tiempo no ha perdonado y además le ha privado del hombre que le daba su sombra, cuyo cobijo le hacía creerse grande y fiero.
Hace tiempo que Cebrián dejó de ser periodista para convertirse en otra cosa y jugar a ser empresario a la sombra de un empresario poderoso, cuyas empresas crecieron entre otras cosas por los favores de “amigos”, entre ellos algunos gobiernos. Pero al desaparecer el poderoso ha perdido el favor de propios y extraños. Cuentan los mentideros de la villa que Cebrián está hoy en día con pie y medio fuera del grupo Prisa y que es persona non grata en la redacción de algunos de los medios de comunicación integrados en ese grupo. También cuentan que su única esperanza y de hecho su única baza era convencer a uno de esos “amigos”, que fue presidente de gobierno, para que a su vez convenciera a un “amigo” mejicano de que comprar el diario del grupo, buque insignia del mismo, era un buen negocio. Sólo que, según cuentan en esos mentideros, los herederos del empresario poderoso no quieren perder la capacidad de fijar la línea editorial de ese periódico, que antaño se denominaba diario independiente de la mañana. Esa capacidad, para entendernos, se cifra en el 51 por ciento de las acciones del negocio.
De modo que el grupo se halla en una situación crítica: ha logrado renegociar contrarreloj y cuando sonaba la campana una deuda millonaria (5.000 millones de euros) con la banca nacional y extranjera. Aún así las cuentas no salían y sus acreedores les exigían la venta de activos, por lo que los mentideros rugían con la puesta en el escaparate del Grupo Santillana e incluso de la Cadena SER. A ello se suman sendos fracasos: la venta de Digital + y la fusión de Sogecable (Cuatro) con Imagina (La Sexta) y un balón de oxígeno, más efectista que real, la venta del 4’5 por ciento de Prisa a In-store Broadcasting Network, LLC (IBN), una distribuidora estadounidense de medios de comunicación, que le ha hecho subir en bolsa un 11’5 por ciento.
Ante este panorama, es fácil comprender la congoja y los nervios de Cebrián ante la aprobación de la TDT de pago, que hoy por hoy beneficia fundamentalmente al grupo con el que quería fusionar Sogecable.
Lo más gracioso de todo es que Cebrián lleva razón en lo que denuncia. Lo triste es que la denuncia se produzca ahora, cuando le han recetado el mismo aceite de ricino que otros ingerían cuando sus “amigos” gobernaban. Ya saben lo que dicen de quien hace la ley.

martes, 21 de julio de 2009

Lecciones de periodismo

Matar al mensajero. Frente a la presunta comisión de un delito, en lugar de pedir explicaciones a sus militantes y cargos públicos y si procede la asunción de responsabilidades, el PP opta de nuevo por disparar al muñeco. Tras el juez Garzón, la Policía, el Gobierno de Zapatero… ahora le toca el turno a la prensa. Pero sólo, y eso es bastante curioso, al grupo Prisa. Se ve que el PP no lee Público o que todavía no le da la relevancia a Roures y compañía que ZP y el propio Roures y sus compañeros de viaje si creen tener.
No contento con matar al mensajero, el PP también osa impartir lecciones de Periodismo. Y sin pudor alguno alude a la libertad de expresión y a la deontología profesional de los periodistas y de los medios de comunicación del grupo Prisa, por si éste no tuviera bastante con su delicada situación económica. No recuerdo clases magistrales de Periodismo del PP cuando El Mundo publicaba informaciones que ponían al Gobierno de González en la picota o cuando sus informaciones coincidían con la teoría de la conspiración del 11-M, secundada por el PP desde el mismo día del atentado, con el papelón estelar del entonces ministro Acebes.
En esto, como en tantas otras cosas, se trata de ser un demócrata; de asumir principios y valores democráticos. Y en este sistema de gobierno, según dicen el menos malo, la prensa es un pilar fundamental. Y por supuesto, la libertad de prensa. Me da igual que sea el PP, el PSOE o cualquier otro partido democrático al que le disguste el papel de la prensa cuando denuncia comportamientos irregulares o delictivos protagonizados por sus dirigentes, militantes o cargos públicos.
La prensa tan denostada, siempre en entredicho por sus servidumbres, sus excesos y su vedettismo es imprescindible, guste o no, en una sociedad democrática. Dicen que no nos enteramos de las cosas o que nos enteramos de pocas; sin la prensa seguro que no nos enteraríamos de nada.

viernes, 5 de junio de 2009

El veto

Vetar a un medio de comunicación, negarse a concederle una entrevista o a participar en un debate, máxime cuando hay una convocatoria electoral, es un error. Y además un déficit democrático.
Se equivoca el candidato del PP en las Elecciones Europeas, el decimonónico Mayor Oreja, al no conceder entrevistas a los medios de comunicación del Grupo Prisa (El País, SER y Cuatro). Y se equivoca no porque sea el grupo Prisa, objetivo number one en la diana del ex presidente Aznar, sino porque atenta contra los derechos de la audiencia de estos medios, de los que leen El País, oyen la SER y ven Cuatro.
Con su veto, el candidato del PP escamotea a un elevado número de votantes la posibilidad de recibir información sobre su candidatura y su programa a través de los medios de comunicación que consume de forma habitual y también hurta esta oportunidad a una audiencia ocasional. Pero además con esta actitud y esta decisión transmite una imagen negativa de su persona y de su candidatura, arroja una sospecha sobre los profesionales de estos medios e incluso sobre la propia audiencia y todo desde un maniqueísmo conceptual o mental alejado de la realidad y cuyo origen posiblemente resida en el hecho de confundir la línea ideológica de un grupo de comunicación o de un medio de comunicación con la de sus profesionales y con la de su audiencia.
En democracia debe primar la palabra, el buen uso de la palabra, y un escenario natural para ese uso son los medios de comunicación. Discriminar a unos medios y por tanto a su audiencia, justificando esta discriminación en problemas de agenda y sin aclarar el criterio por el que se elige a unos medios de comunicación en detrimento de otros, no contribuye a avanzar en la construcción del estado democrático y si a la fragmentación social, al trazado de imaginarias líneas divisorias cuyo resultado desde una perspectiva histórica ya conocemos. Aquí y en el resto de Europa.