viernes, 22 de diciembre de 2017

Contra el olvido

Miles de jiennenses salieron el domingo a la calle y no fue por el fútbol. Fue para reclamar a las administraciones que Jaén no permanezca en el olvido. ¿Muchas? ¿Pocas? ¿Suficientes? ¿Insuficientes? Depende del cristal con que se mire. 
Algunos dirán que teniendo en cuenta la población la cifra no es significativa. Otros dirán que lo importante no es el número, sino el hecho de que la gente se movilice y la ciudad despierte. Y habrá quién se cuestione la validez de esta movilización. 
Lo cierto es que la gente salió a la calle cargada de motivos, porque está cansada de que las inversiones vengan con cuentagotas, de que los proyectos se demoren sin justificación aparente, de los continuos enfrentamientos entre esas administraciones que acaba pagando el ciudadano y de que perdamos no ya el tren o el tranvía del futuro sino del presente. 
No es menos cierto que detrás de estas legítimas demandas hay un variopinto mosaico de asociaciones, colectivos sociales y ciudadanos y que aunque lo parezca, no todos reman en la misma dirección. 
Desde el principio está Plataforma “Jaén Merece +” me pareció un caramelo para abrir una vía paralela y utilizarse como el embrión de una candidatura independiente al Ayuntamiento en las próximas Elecciones Municipales o el trampolín para sumarse a alguna candidatura de uno de los partidos existentes. Esto como saben ya ha ocurrido. No digo, es obvio, que todos los que la integran defiendan intereses espurios. Conozco a muchas de las personas que forman parte de las asociaciones unidas a la Plataforma, algunas incluso son amigos, y llevan años partiéndose la cara por Jaén de forma desinteresada; sumando frustración y desengaños (ahí están la cantera de la Fuente de la Peña o la iglesia de Santo Domingo). 
Es cierto que la vida reúne a extraños compañeros de viaje y que el proceso me recuerda al inicio del movimiento del 15-M, cuando muchos se agregaron convencidos de que era contra el otro y al descubrir que iba contra todos, recularon y pasaron a demonizarlo. 
Por eso no es de extrañar que el alcalde Javier Márquez, como otros, quiera sumarse a un uso interesado de la Plataforma y de actos como la manifestación del domingo y se presente en la misma sin pudor, como si no fuera responsable, primero como concejal y ahora como alcalde, de muchos de los males de esta ciudad y de la falta de soluciones a los mismos. Ha asistido a “título personal” se proclama eufemísticamente, como si pudiera dejar en casa su condición de alcalde y como si no fuera una parte del problema o de la falta de respuesta por acción u omisión. 
No conviene abusar de la buena fe y de la credulidad de muchas de esas miles de personas que han salido a la calle, mirándose en el espejo de Granada, para evitar que nos cuelguen el cartel de “cerrado por derribo”. 
Me quedo con lo positivo, Jaén se despereza para dejar de ser territorio del olvido. Se reivindica un presente y un futuro. Y aviso a aventureros, Jaén no merece más cruces, ni nostálgicos cruzados.

Mi artículo para SER Jaén, "La Colmena", del 21 de diciembre de 2017.

viernes, 8 de diciembre de 2017

Por amor al arte

Supongo que ya lo saben, el próximo lunes 11 de diciembre abrirá sus puertas el Museo Íbero de Jaén. Un proyecto cuyo origen se remonta dos décadas, con unas obras que comenzaron en 2009, que acabarían en 2012, luego en 2015 y hasta hoy; más de 11.000 metros cuadrados para seis siglos de historia y una inversión cercana a los 30 millones de euros.
Tras años de demora y a pesar de ser considerado un museo único se abre sin estar acabado y se anuncia que será inaugurado por el Borbón, cuya presencia en Jaén no nos traerá más que unos minutos televisivos en las cadenas nacionales y algo de bochorno al contemplar a más de uno de nuestros políticos de andar por casa haciéndose hueco para aparecer en la foto. Auguro momento de codos y caderas. Y espero reconocimiento público y lugar de honor para la Asociación de Amigos de los Íberos, los verdaderos padres de la criatura. 
Ya he comentado en anteriores ocasiones que esto de las inauguraciones de la obra pública me parece anacrónico, anticuado e impropio de regímenes democráticos y que cuando lo que se inaugura se hace con tanto retraso sería mejor abrirlo al público sin más. 
Pero si se trata de inaugurar, mejor con un erudito en la materia de renombre internacional o puestos a pedir, con la mismísima Dama de Elche. Se podía haber pedido su cesión al Museo Arqueológico Nacional por un tiempo determinado para exponerla en Jaén en el nuevo Museo. Ese sí hubiera sido un buen reclamo y una buena excusa para viajar a Jaén. 
Aún así, espero que este Museo Íbero se convierta en ese referente que necesitan la ciudad y la provincia y que las dote de esa singularidad que no hemos sido capaces de alcanzar con nuestra riqueza patrimonial, tanto cultural como natural, o con nuestro aceite de oliva. El Museo lo merece porque es cierto que su contenido es excepcional y Jaén alguna vez se tendrá que levantar sobre piedras, cruces y cadenas, aunque luego vuelva a la siesta y al ronquido. 
Por cierto y hablando de arte, ahora que a nuestros gobernantes les aflora lo artístico y el Ayuntamiento con el alcalde a la cabeza restituye merecidamente al artista José Ríos después del maltrato a su obra, no estaría de más que ese repentino amor al arte se rubrique con la recuperación de las obras extraviadas del propio Ríos y de otras como “Inercias”, del desaparecido David Padilla. La estructura como muchos sabemos se arrumbó en un almacén municipal, pero las aguadas como sospechaba el propio David colgarán de alguna pared. Seguro que más de un concejal y ex concejal saben de lo que hablo.

Mi artículo para SER Jaén, "La Colmena", del 7 de diciembre de 2017.

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Los trenes perdidos

Los trenes pasan de largo por Jaén. Los que van sobre raíles, que muestran el aislamiento de la provincia y el olvido en el ámbito de las comunicaciones; y los otros, esos que vienen del Norte con las arcas llenas y que son sinónimo de inversiones y por tanto, de futuro. 
Estos últimos duelen más, porque abren la brecha con otros territorios cercanos y nos condenan a recibir las migajas o ni eso. Y siempre hay excusa, que no se había realizado la solicitud a tiempo, que no cumplimos los requisitos o que fulanito, con mando en plaza, ha dicho que aquí sí y allí no. 
El último episodio ha sido la Inversión Territorial Integrada (ITI). Unos millones de euros que, como anticipo de la Lotería de Navidad, anuncian Estado y Junta de Andalucía que caen en Linares y su comarca. Como si ese dinero fuera a cegar ese pozo sin fondo que ha supuesto Santana Motor para esa comarca y para el desarrollo del resto de la provincia. 
Ya conocen la cantinela, tanto PP como PSOE habían pedido los fondos para la provincia. Que si no vienen para el resto de la provincia y solo lo hacen para Linares, bien; pero que la culpa de que no vengan para todos es del otro. 
Dice el secretario de Estado de Economía y ex alcalde de Jaén, Fernández de Moya, a quien cualquier día nombrarán “persona non grata” por estos lares, que los fondos solo vienen a Linares y su comarca; que si Europa, que si así lo ha pedido la Junta…, y la delegada del Gobierno de la Junta, Ana Cobo, ni confirma, ni desmiente. 
Nos tratan como a niños o como a idiotas. O las dos cosas. Y nosotros respondemos como niños y como idiotas. Yendo a votar a uno cada cuatro años y echándole la culpa al otro. 
La realidad es que Jaén no tiene peso en los centros de toma de decisiones; ni en Madrid, ni en Sevilla. Exportamos figurones y figurantes y a cambio nos envían asientos de primera fila para ver pasar los trenes. 
Todo es una pose, un calculado rédito electoral que oscila diputado arriba o abajo pero que asegura el control de la provincia y lo fundamental, las riendas del partido correspondiente por participación directa o interpuesta. 
Así van pasando los años y Jaén se desangra. Los indicadores económicos nos siguen situando en los últimos puestos entre las provincias del resto de Andalucía y de España. 
Ocupamos el vagón de cola. Y para nuestra desgracia ni siquiera es el vagón de uno de esos trenes que vienen del Norte. Me temo que a nadie importa que ese vagón sea el de un tren que esté en marcha, que descarrile o siga parado en un andén perdido entre olivos sin estación de destino.
 
Mi artículo para SER Úbeda, del 4 de diciembre de 2017.