jueves, 30 de junio de 2011

El llanto de Córdoba

Llora inconsolable Córdoba. De favorita para convertirse en Capital Cultural Europea ha pasado a ser la gran derrotada. El compromiso, la generosidad y el esfuerzo de los cordobeses no han recibido el premio que merecían. Y ni siquiera su historia y su tradición cultural se han visto reconocidas.
Sin dudar de los merecimientos culturales de las ciudades designadas, es difícil saber cuáles han sido los desmerecimientos de Córdoba, ante el desconocimiento sobre los criterios seguidos para la elección final.
Más allá de las expresiones culturales, Córdoba es sinónimo de valores y entre ellos destaca el de la tolerancia. Aquella que permitió la convivencia entre las denominadas 3 culturas: cristiana, judía y musulmana; la misma que permitió florecer un legado que ha llegado hasta nuestros días.
Valores reales, alejados de cualquier atisbo especulativo y por tanto ajenos a la variable de ser o no ser, que unidos a la cultura y a ese compromiso, generosidad y esfuerzo de los cordobeses constituyen a simple vista una marca imbatible. De ahí la desolación de una ciudad y de sus habitantes, cuya luz sirvió para iluminar el mundo en tiempos pretéritos y en los actuales no alcanza para alumbrar la mente de unos pocos.
Dicen que de las derrotas se aprende e incluso que contribuyen a fortalecernos. Y también dicen que es de buenos perdedores felicitar al vencedor. Aún así, hoy es más fácil sumarse al llanto del derrotado que a la alegría del triunfador.

lunes, 27 de junio de 2011

El poeta silencioso

La voz de Cohen suena de fondo. Como las de Tom Waits o Lou Reed es una voz inconfundible. Desgarrada por la vida. De tipos que se lanzan al abismo y caen de pie, pero que sangran por el trayecto, produciéndose heridas de esas que el tiempo apenas cicatriza y el viento del invierno con un leve soplo reabre.
Me prometí escribir unas líneas sobre él cuando se anunció que le habían otorgado el premio Príncipe de Asturias de las Letras. Y siempre trato de cumplir mis promesas, aunque en ocasiones tarde más de lo deseable en hacerlo. En ese tiempo de demora irrumpió la noticia, en realidad la que irrumpe es la muerte, del adiós de Peter Falk. Conocido por su personaje del teniente Colombo, a quien yo, sin embargo, prefiero recordar por la interpretación del veterano ángel del Cielo sobre Berlín, de Win Wenders.
Y ese recuerdo me devolvió inevitablemente a Leonard Cohen. A los cielos y los infiernos vitales, alejados de aquellos paraísos y avernos ficticios de los que necesitan creer. Y eso me lleva a Fernando Trueba, a su grito al mundo, tras recibir el Oscar, de que no cree en Dios y sí en Billy Wilder, un dios con sentido del humor.
Entre dioses y demonios, quizás exista quien busque ángeles a su alrededor e incluso quien sin perder la lucidez pueda contemplarlos. Se que hay quien como Trueba no cree en Dios y eso no le impide aprender a vivir con sus propios demonios. Hay quien renuncia a la simetría, porque desconfía del equilibrio y reniega de que la existencia del yo vaya indivisiblemente unida a la del otro.
Quisiera escribir de Cohen en blanco y negro. Avanzado ese invierno cuyo viento hurga en las cicatrices hasta reabrirlas. Pero lo hago en los inicios de un estío luminoso, que en el Sur se disfraza de infierno.
Escucho I’m your man. Creo oír pasos deslizándose sobre la arena, pisadas de los que huyen de los sueños rotos escondidos en canciones de amor. Y pienso en los pasos del propio Cohen sobre las piedras del monasterio; aquel al que se retiró y en el que los monjes le bautizaron como El Silencioso.


Imagen: Cielo desde Berlín, tomada de www.fotogramas.es

sábado, 25 de junio de 2011

Los menos

Atrapados en un mundo de cristal. Dependientes de su fragilidad, producto de sus dudas o de sus temores, tienen una pésima consideración de sí mismos, con independencia de su valía real. Viven instalados en la sombra y cuando el foco de luz, ocasionalmente, derrama su haz sobre ellos, sólo aspiran, salvo los verdaderamente idiotas, a que ese instante, fugaz como cualquier instante, pase y apenas les roce la luz; para regresar al territorio de las sombras o a lo sumo, hacer posada en la penumbra.
Son conscientes de que no son únicos y se reconocen, más de lo que quisieran, en sus iguales. Presos de los reflejos del rostro, el gesto o la actitud. Caminan ligeros, con la cabeza habitualmente gacha y con la mirada viva, pues su curiosidad por lo que les rodea supera a su pudor; aunque no puedan evitar en más de un lance desear ser engullidos por la tierra.
Transitan permanentemente por la senda de la reflexión en busca de respuestas. Opinan con la certeza del que sabe que puede errar y viven convencidos de que el conocimiento sobre cualquier asunto siempre es escaso. Lo que les conduce, también con más asiduidad de la deseada, a inevitables meteduras de pata.
Si pudieran escapar, saldrían corriendo. Pero la ausencia de brújula y la consciencia de que no hay escapatoria les mantienen de pie, pegados a la realidad e inmunes a los cantos de sirena.
Sueñan con no despertar, para no olvidarse de soñar.

jueves, 23 de junio de 2011

Los más

Con la boca cerrada no se les distingue, salvo por la rigidez que adorna sus movimientos, como si tuvieran un palo de escoba ubicado junto a su columna vertebral, cuando se desplazan. Pero cuando abren la boca son inconfundibles. Siempre saben de lo que hablas, de lo que opinas, de lo que estudias, de tu trabajo… y por supuesto, más que tú.
Habrán visitado cualquier rincón del mundo que cites, leído cualquier obra literaria, contemplado cualquier creación artística, degustado cualquier producto gastronómico y vivido cualquier situación imaginable por exagerada e imposible que parezca.
Sus opiniones y conocimientos están por encima de los de los demás y sólo están dispuestos a escuchar al otro si ello les reporta una dosis extra de alimento para su ego o les sirve de excusa para una nueva exhibición de su inagotable e indiscutible talento.
A su juicio, carecen de iguales; así que esa rigidez dorsal puede ir acompañada de una mirada de arriba a abajo adornada con lo más selecto del muestrario del desprecio.
En realidad abundan. No se reconocen frente al espejo, a pesar de su evidente narcisismo. Pero no tienen problemas en desnudar a los demás frente a la ventana, para que puedan ser contemplados públicamente y si es posible ser comparados con ellos a fin de dejar constancia de la aparente distancia que les separa de la estupidez.
Diría que han vuelto, pero en verdad nunca se fueron. Se mantienen apostados en cualquier esquina, sin ser conscientes de que su contribución a la humanidad se limita a provocar el aburrimiento.

jueves, 16 de junio de 2011

Cinco de siete

Hay pocas cosas tan difíciles de revertir como un titular de prensa. Cuando las letras de molde dictan sentencia, la condena es segura, sin juicio y aunque después se demuestre la falsedad del titular. Algo excesivamente habitual en algunas publicaciones periódicas españolas y que sin embargo, no debe esconder la buena praxis periodística de otros profesionales y medios de comunicación.
El juez Baltasar Garzón sabe algo, yo diría que bastante, de esto, pero el daño ya está hecho y se ha conseguido, con la colaboración de no pocos y de variada condición, uno de los objetivos principales de la campaña en su contra, alejarlo del ejercicio de la profesión en España y en especial, de cualquier atisbo de administrar justicia a víctimas y verdugos de la dictadura franquista. Dictadura al frente de la que había un dictador, algo sabido pero que conviene recordar, visto lo visto y leído lo leído, en estos tiempos de bondadoso revisionismo enciclopédico con el golpista y genocida.
Ante el poder desplegado por los responsables directos de la barbarie y por sus herederos, sanguíneos o ideológicos, parece exigua la victoria lograda por Garzón tras recusar el Tribunal Supremo a cinco de los siete magistrados de la Sala de lo Penal que debían juzgarle por presunta prevaricación en su apertura de la causa contra el franquismo y a los que el juez Garzón acusó de falta de imparcialidad.
Ahora que 3 jueces del Constitucional han sacado los colores a los políticos y han interrumpido su baile sobre la tumba de Montesquieu, no está de más que el rubor tinte las caras de los 5 magistrados del Supremo recusados: Juan Saavedra, Adolfo Prego, Juan Ramón Berdugo, Francisco Monterde y Joaquín Jiménez García. Pero además sería deseable que la opinión pública conociera los verdaderos motivos de su hoy evidenciada parcialidad en el proceso contra Garzón y su grado de implicación en esta operación de acoso y derribo contra el juez jiennense.
Afirma Emilio Silva, de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, que “retirar a estos jueces, igual que retirar en su día a Falange de la acusación, lava la imagen del Supremo, pero sigue siendo lamentable que vayan a juzgar a Garzón por abrir esta investigación. Es el mundo al revés” (El País, martes 14 de junio de 2011).
La paradoja y el esperpento continúan vigentes. El juez que abrió la causa contra el franquismo, Baltasar Garzón, sigue siendo el único reo que se sentará en el banquillo de los acusados por los crímenes y desapariciones de la dictadura franquista.

domingo, 12 de junio de 2011

La reivindicación del miedo

Vivir con miedo no es una buena elección. Y sin embargo, el miedo nos acompaña desde nuestros primeros pasos. Aquellos que nos protegen, los que nos muestran el camino, nos abren las puertas al temor. En ocasiones nos inculcan hasta sus propios miedos, a los que cuesta media vida alejar o a los que nunca se logra espantar. Así que vivimos con el temor aprendido y con el heredado.
Vivimos con el miedo a la pérdida. Estigmatizados por la ausencia. Vivimos con el miedo al diferente. Como paradigma de lo desconocido. Vivimos con el miedo a lo que no comprendemos, a lo inalcanzable, a lo que será y a lo que no podrá ser, a la memoria y al olvido, a los afectos y a la carencia de ellos…Y vivimos con el temor supremo, el miedo a la muerte; en cuyo revés se halla el miedo a la vida. Miedos sumados y multiplicados.
El miedo es un laberinto, con infinitos senderos y caminantes sin rumbo, que vagan privados de guijarros blancos y del collar de bellas Ariadnas. Mitad Teseos, mitad Minotauros, avanzamos convencidos de ser Teseos, ignorantes de si adentrarnos en el laberinto supone acercarnos a la salida o quedar encerrados en él. Reclamemos pues el espíritu burlón frente al heroísmo, porque si no podemos vencerlo, al menos hagamos burla del miedo.
Sin olvidar que hay quien agita el miedo como un mandoble para cobrar víctimas o adeptos. Y que hay quien reivindica el miedo como un instrumento para seguir vivo.