domingo, 29 de noviembre de 2009

Romanticismo

Leo con alborozo y un ápice de melancolía el anuncio de la reapertura, el jueves de la próxima semana, del Museo Romántico de Madrid (El País, Sábado, 28 de Noviembre de 2009). Tras unos años cerrado para su restauración, que a mí se me han antojado demasiados, el museo reabrirá su puerta con un aumento del 50 por ciento en los objetos a exponer.
Es un pequeño museo en la madrileña calle de San Mateo, en el que se encuentran cuadros y objetos bastante interesantes y por encima de todo, para mí, el gabinete de Don Mariano de Larra, incluida la pistola que se llevó su vida.
Viví unos pocos años en la calle San Lorenzo, transversal a San Mateo, en una corrala del siglo XVIII. Así que pasaba a menudo por la puerta del museo y en varias ocasiones lo visité. Una de sus curiosidades es que en 1936 su dirección recayó sobre Rafael Alberti.
A mí me fascinaba el espacio dedicado a Larra. Era mi primer año de facultad y aunque mi opción no se debía por entero a Don Mariano, es innegable que leer su obra fue una influencia de peso para la inoculación de ese veneno que desde hace años consumo voluntariamente y al que, como los grandes románticos aseverarían, doy más de lo que recibo.
Hablar de literatura romántica en España es hablar de Larra, de Espronceda, de Bécquer, del Duque de Rivas o de Rosalía de Castro. Algunos como Bécquer, de poesía demasiado almibarada, pero de fascinantes leyendas. Mientras que hacerlo de pintura es por encima del resto, Francisco Goya. Pero al margen del genio aragonés, hay otros maestros como Madrazo, Esquivel, Casado de Alisal o Alenza, alguno de los cuales viste las paredes de este museo.
Soy consciente de que la cultura, aunque al alcance de todos, continúa siendo tabú para demasiada gente. Me pregunto cuántos madrileños y cuántos visitantes de la ciudad no conocerán este museo y otros similares. Al ser de pequeñas dimensiones su visita es relativamente corta, dependiendo del grado de ensimismamiento del visitante, y se puede acompañar de otra rápida visita al Museo Municipal de Madrid, ubicado en la calle de Fuencarral, en el Antiguo Hospicio; ya la fachada es un deleite para la vista. Y para terminar la ronda con buen sabor de boca, puede uno acercarse a la calle de Colón, junto a la plaza de San Ildefonso, a la bodega de la Ardosa, de la que cuentan que fue la primera en servir en Madrid la Guinness negra y que tuvo entre su clientela al propio Goya.
Puedo asegurarles que este gato prefiere la rubia, pero de vez en cuando no ha hecho ascos a mojar sus bigotes en la espuma de esa pinta negra al más puro estilo british. Tan al estilo, que la prima pinta que tomé en un pub londinense a final de los ochenta me llevó directamente a la Ardosa. Debe ser como dice Luis García Montero (“Los bares”, El País, Sábado, 28 de noviembre de 2009) que “se agradecen mucho más las sorpresas de los bares en las ciudades extrañas, porque nos dan amparo igual que la luz de otoño, y la sensación de pertenencia es más amplia, más generosa, hasta convertir en intimidad el mundo extranjero. Descubrir un bar significa querer volver, sentirse parte de una forma de vida, sumergirse en la íntima alegría de las repeticiones”. En esto, también hallo algo de romanticismo.
Foto: Estancia del Museo Romántico, de la web del museo http://museoromantico.mcu.es/historia.html

jueves, 26 de noviembre de 2009

La dignidad de Gelman

Andaba yo leyendo a Gelman, ignorando que a su vez el poeta argentino andaba por nuestro país para presentar un nuevo libro (“De atrásalante en su porfía”, Visor) y para participar como jurado del Premio Cervantes.
Me enteré en las páginas del periódico (El País, 24 de noviembre de 2009), cuya información se acompañaba de una hermosa foto del poeta, realizada por Cristóbal Manuel. En esa foto, Gelman descansa la barbilla en sus manos y mira de frente al fotógrafo con unos ojos que a mí me parecen una clara e inequívoca expresión de dignidad.
Descubrí a Gelman hace muchos años por casualidad. Por aquella época rebuscaba en los estantes de la biblioteca de la facultad y de la de Noviciado y leía sin patrón libros de autores que conocía de oídas o incluso de autores como Gelman desconocidos para mí.
Más tarde conocí su historia. La misma historia que aún hoy me sigue produciendo escalofríos y revuelve algo en mi interior.
Javier Rodríguez Marcos cuenta esa historia en su artículo de El País; lo hace en apenas 8 líneas. Muy breve y sucintamente. Provocándome los mismos escalofríos y revolviéndome el interior.
En la tarde del pasado lunes, ¡qué ironía de la vida!, comentaba esa historia con mi santa y continuaba con los escalofríos. Es una de esas monstruosas historias de la dictadura argentina y de la profesionalidad y del compromiso con la patria de sus militares.
El hijo y la nuera de Juan Gelman fueron detenidos, torturados y asesinados por los militares represores argentinos. Sólo que la nuera estaba embarazada, y sus asesinos tuvieron la bondad y la caballerosidad de esperar a que alumbrara una niña, antes de asesinarla, como previamente habían hecho con su marido; el padre de esa niña que fue entregada a un policía uruguayo. La niña, la nieta de Gelman, creció en una familia que creía la suya. Hasta el año 2000, cuando su abuelo la encontró, transcurridos 23 años de su nacimiento y del asesinato de sus padres.
Gelman reconoce que en el año 1977 ya conoció “la suerte que habían corrido mi hijo y mi nuera”. Imagino, a pesar de ese conocimiento, la angustia, el dolor y el sufrimiento vividos durante más de dos décadas.
En estos tiempos estamos huérfanos de poetas o al menos eso podríamos pensar, pero voces como la de Juan Gelman nos traen la dignidad, igual que su mirada, y sus palabras, la certeza de la memoria.

La dispersión del jazmín/ llena el cuarto/ cercado por la mañana./ Han desaparecido los barcos/ que navegó mi juventud en/ un vacío incesante. Ahí se hunden,/ rozan el luto sucio/ de una lengua cortada./ La memoria es una cajita/ que revuelvo sin solución. No encuentro/ umbrales. ¿Es/ una forma de la emoción?/ A medias sola, odiada,/ prospera su ira de fuego.

“Desaparecidos”, Juan Gelman. “País que fue será (México 2001-2004)”. Visor de Poesía, 2004.

Foto: Juan Gelman, de Cristóbal Manuel (El País, 24 de noviembre de 2009).


miércoles, 25 de noviembre de 2009

Los derechos de Haidar


Mujer y saharaui son hoy en España y desgraciadamente desde hace unos días los rasgos de la violencia. La violencia que ejercen los gobiernos de España y Marruecos sobre un pueblo, en el pasado y en el presente, que una mujer, Aminatu Haidar, simboliza hoy en el aeropuerto de Lanzarote.
La violencia contra una mujer no sólo es física, también se puede agredir con la expulsión de la tierra sobre la que pisa tu pueblo, con la oferta de un pasaporte a cambio de aceptar una nacionalidad, la marroquí, que representa la negación de tu pueblo y de tu tierra y como no, con el caramelo de un estatuto de refugiado que lleva implícito el reconocimiento de súbdito alauita.
Extranjeros en su tierra y refugiados en Tinduf (Argelia), esa es la doble condición del pueblo saharaui en tierra propia o extraña. Es evidente que el Sahara no es Israel y que el pueblo saharaui es uno de los olvidados de las grandes potencias mundiales y sólo habita en el corazón de su gente y en la de algunos occidentales, entre ellos españoles de víscera generosa y otros, con mala conciencia. El caso es que son los únicos que mantienen las manos tendidas hacia el pueblo saharaui, dan aliento a sus reivindicaciones y actúan como altavoces de esta causa internacional que el sátrapa alauita quiere reducir a un asunto doméstico.
Hoy, 25 de noviembre, Día contra la Violencia de Género, se cumplen 10 días de la huelga de hambre iniciada por Aminatu Haidar en el aeropuerto de Lanzarote en protesta por su deportación y en defensa de su tierra y de su pueblo. Esta mujer lucha con lo único que le han dejado, su vida; magullada y exenta de libertad aún guarda arrestos para hacer llegar su voz a Occidente. Mientras, sus agresores no han sido detenidos, ni por supuesto interrogados o torturados, no han sido llevados ante juez alguno y tampoco llevarán pulseras con gps para localizarlos, ni deberán guardar una distancia de seguridad con su agredida. No han sido identificados, pero eso era innecesario porque todos conocemos sus nombres y su filiación. Incluido el de la joven ministra que hoy se desgañitaba en el hemiciclo del Congreso de los Diputados y que llenaba su boca de derechos y defensa de las mujeres, a todas luces excluyentes.

Foto: Diario El País, 19/11/2009.

martes, 17 de noviembre de 2009

La metáfora de la vida

No hay recreación del boxeo como la realizada en el cine. Del mismo modo que no hay mejor estampa de un boxeador que su posado con los guantes en alto y la mirada desafiante para ser atrapado en la cámara de un fotógrafo o en el lienzo de un pintor. Tampoco creo que haya mejor descripción de un perdedor o del mito caído que la del boxeador y su KO vital, realizada con palabras por algunos literatos.
Como tantas otras cosas el boxeo no admite medias tintas, lo que un poeta denominaba pastelitos de merengue. O te gusta, o lo detestas. Si no te gusta, no hay nada que hacer; te parecerá una atrocidad, una demostración de barbarie, que dos personas suban a un ring a enfrentarse a puñetazos. Que el sudor se mezcle con la sangre, y que los cuerpos abandonen el baile nacido en sus pies para acabar serpenteando por el aire antes de caer a la lona. No querrás entender nada de las reglas del pugilismo y mucho menos de la nobleza de los boxeadores. Del camino de sacrificio exigido para enfundarte unos guantes, de las horas en el gimnasio golpeando un saco, de las miles de fintas dibujadas ante el contrincante imaginario o de los sueños encerrados en un cuadrilátero de 16 cuerdas.
Si te gusta, incluso aunque no sea de forma apasionada, eres capaz de ver esas cosas y de disfrutar el ambiente especial de los combates en directo. El sábado en la ciudad que habito se celebró una velada de boxeo y una vez más, no pude ir. Era la VI Velada de Boxeo que promovían los hermanos Buendía, Raúl y Jesús, ya saben esos dos hermanos con apellido de novela de García Márquez y apasionados del boxeo. Me hubiera gustado ir, pero celebrábamos el cumpleaños de mis peques y ellos sí son mi pasión.
Dicen que las pasiones pueden cegarnos, mientras que una degustación nos hace apreciar los más variados aspectos de lo degustado. Para mí el boxeo se acerca más a la degustación que a la pasión. Quizás porque me sigue pareciendo una metáfora de la vida, que me hace sentir simpatía e incluso admiración hacia el encajador, el boxeador que se faja en el cuadrilátero y que acaba mordiendo la lona para volverse a levantar. Puede que ese boxeador algún día alcance la victoria o puede que nunca lo haga, pero es capaz de recibir, caer y levantarse una y otra vez para alcanzar un sueño. No dudo de que su bolsa de dinero por el combate es inferior a la del campeón, pero su bolsa de la vida será infinitamente superior.

lunes, 16 de noviembre de 2009

El relevo generacional

Desde la generalidad se puede afirmar que los hombres envejecen peor que las mujeres. A ambos les faltan las fuerzas y les pasan factura los años vividos, pero mientras ellas mantienen el empuje y las ganas para hacer cosas, las que hacían antes y algunas nuevas, ellos apenas consumen su tiempo entre los paseos, el bar y el fútbol.
De hecho podría afirmarse que sin fútbol y quizás la política muchos hombres jubilados no tendrían de qué hablar y a qué dedicar su tiempo. Hay excepciones, por supuesto. Hay hombres jubilados que escriben, leen, viajan más allá del INSERSO, e incluso trabajan.
Pero la mayoría no hace nada o casi nada, y llegan a la rebelión si tienen que iniciar la gran aventura de ir a comprar al supermercado o la no menos aventurera labor de poner o quitar la mesa. Qué decir de otras ocupaciones en el hogar.
La mayoría de los hombres jubilados creen que han cumplido con haber trabajado fuera de su casa hasta los 65 años, si no han tenido la fortuna de acogerse a una prejubilación dorada tipo Telefónica, RTVE (excluyo por razones evidentes prejubilaciones modelo BBVA o similares)… que les libera antes del laboro y les asegura unos buenos ingresos.
Dudo si es la falta de ocupación lo que les lleva a profundizar en el egoísmo o simplemente son los años los que les arrojan a su práctica. Pero mientras ellas siguen entregándose, en ocasiones hasta la extenuación, a marido, hijos y nietos, ellos sólo miran por ellos mismos y tratan de que la vida gire a su alrededor, en función de sus necesidades y apetencias. Incluso acuñan frases o sentencias, de las que no tienen copywrite, pero que utilizan como si fueran sus autores de modo recurrente, tales como “para lo que me queda por vivir”, “yo ya voy a durar poco”… Frases que repiten incesantemente durante días, meses e incluso años, ajenos a la frecuencia de uso y a que tarde o temprano acertarán en su vaticinio.
Ante esta perspectiva daba algo de pavor pensar en la llegada de ese momento y lo más preocupante, abría serios interrogantes respecto a la propia capacidad de comprender que la jubilación es una retirada, a mi entender tardía, del laboro, pero no una dimisión de la vida.
Ya sé que esta reflexión no tiene demasiado valor si a quien la hace se le suponen 7 vidas; pero si un octogenario de ignotos conocimientos televisivos logra el consenso de PSOE y PP y es nombrado director de una de las principales empresas españolas, RTVE, hay esperanza. Eso sí, inversamente proporcional a la de aquellos que no peinan canas. El mensaje es claro, hay futuro, pero antes hay que sobrevivir al presente.
Se va el enterrador Luis Fernández, que nos ha privado del talento, rigor y honestidad de periodistas como Rosa María Calaf. Se marcha sin dar explicaciones, aduciendo motivos personales, y tratando de hacernos creer que hay dignidad en su despedida, cuando no es más que una especie de falsa omertá hacia sus valedores. No ha sobrevivido a su presente. Y le sustituye el ex ministro Alberto Oliart, un tardopresidente para la RTVE, a juzgar por la edad. El relevo generacional. ¿Es que no habrá otra Pilar Miró?

jueves, 12 de noviembre de 2009

La bloguera bloqueada

Yoani Sánchez, premio Ortega y Gasset 2008 de Periodismo (el mismo año que fue galardonado con el premio Gervasio Sánchez) y sin duda la bloguera cubana más internacional, se asomaba hace unos días de nuevo a la actualidad por ser agredida por la policía cubana cuando acudía a una manifestación en La Habana.
Es la paradoja de la Isla, tiene su particular muro de la vergüenza con el bloqueo impuesto por Estados Unidos y que como cualquier muro penaliza a los ciudadanos y mantiene los privilegios de los gobernantes, y a la vez padece el bloqueo que sus dirigentes aplican a cubanos como Yoani.
Entre tanto muro es difícil construir un futuro, en ocasiones cuesta siquiera imaginarlo; pero el pueblo cubano no se da por vencido, busca los resquicios en la pared y abre ventanas al mundo, como el blog Generación Y; ventanas para observar y por tanto, para ser observados.
Y en esas miradas cruzadas hay cabida para todo o para casi todo: alineamiento y oposición, comprensión e incomprensión, apoyo y rechazo… Yoani se ha convertido en un símbolo dentro y fuera de Cuba, lo que le hace sumar detractores y defensores. En ocasiones hay tanta pasión en ese ataque y esa defensa que se acaba por desvirtuar la realidad y por olvidar la historia, constituida por pasado y presente y no sólo por lo que acontece en la Isla hoy o desde el año 1959.
Esa tendencia a mirar la Isla con una perspectiva de sólo medio siglo convierte al viejo comandante en el epicentro de cualquier debate y lo limita a lo blanco o a lo negro, exento de cualquier matiz cromático. Y en esa disputa, la bloguera cubana continúa siendo un símbolo, pero la realidad es que se convierte en la bandera que enarbolan tanto los que atacan como los que defienden; de modo que en España lo mismo sirve para que el diario El País le de un premio, como para que el ex locutor de la COPE de lengua rápida le de bola en su engendro digital.
Yoani Sánchez sufre el bloqueo de sus gobernantes. Es víctima de un muro no tangible levantado por sus gobernantes. A este muro de vergüenza se unen otros muros que sirven para construir celdas individuales y colectivas, instrumentos que cercenan por tanto libertades individuales y colectivas. Además, fuera de Cuba, muchos otros se empeñan en aplicar otros bloqueos y tratan de explicar lo que dice o de utilizarlo en su provecho. Ella no lo necesita. Es filóloga, conocedora avezada de letras y palabras, que plasma bien claras en su blog Generación Y. Para que nadie se confunda.
Porque algunos prefieren seguir nadando en la confusión y optan por no distinguir entre la teoría inequívoca, obra de los ideólogos, y la equívoca aplicación de ésta, fruto de los gobernantes. Por ello no es conveniente confundir la agresión con derechos o valores. Los golpes siempre son golpes y nos hacen peores.
Foto: Yoani Sánchez, AFP.

martes, 10 de noviembre de 2009

El fotógrafo inusual


No es usual, pero de vez en cuando las buenas personas, que además son buenos profesionales, reciben el reconocimiento público en forma de premio. En esta ocasión se han juntado lo inusual de este hecho con lo tampoco nada habitual de que el premiado en la categoría de Premio Nacional de Fotografía sea un fotoperiodista, Gervasio Sánchez.
Yo no conozco a Gervasio, pero tenemos una amiga común, Carmen Quesada, que me ha hablado en muchas ocasiones de él, curiosamente el jueves y el viernes pasados, el día que le dieron el premio, hablábamos de él por cosas de Facebook, sin saber entonces de su galardón.
Otros que le conocen hablan tan bien de Gervasio como Carmen, así que no debe haber dudas de su bonhomía. Cuando Ramón Lobo participó en el Foro de Etnosur en Alcalá la Real junto a Rosa María Calaf y a Fran Sevilla (qué lujo de trío) contó algo sobre Gervasio cuando ambos coincidieron en Sarajevo; era una historia sencilla, la de un fotoperiodista cordobés afincado en Zaragoza que en una ciudad castigada por una estúpida y cruel guerra (como todas las guerras) acudía todos los días al hospital para visitar a los niños allí ingresados y llevarles caramelos y una sonrisa.
Ese mismo fotoperiodista es el que se desplazó a Sierra Leona para convivir con un misionero español dedicado a rescatar de las garras de otra guerra estúpida y cruel a niños soldado. Gervasio los acogió en su cámara de fotos y los trasladó a las páginas de un libro, donde además contaba la labor de ese misionero y de paso trataba de abrir nuestros ojos.
Con anterioridad a estos niños soldado, Gervasio había fotografiado a víctimas de las minas antipersona en guerras estúpidas y crueles en África y Asia. Sus “Vidas minadas”.Y junto a sus fotos, denunciaba la doble moral de países como el nuestro, cuyos sucesivos gobiernos democráticos venden armas y minas antipersona a los países donde hay estúpidas y crueles guerras.
Gervasio Sánchez no es un tipo cómodo para el poder político y económico, porque con sus fotografías y sus palabras dibuja los excesos de esos poderes y su resultado entre los más desfavorecidos de cualquier esquina del mundo en África, en Asia, en América o en Europa.
Ahora anuncia que su próxima parada en 2011 es España y que su ojo y su pluma se pondrán al servicio de la dignidad y de la justicia para aquellos que desaparecieron y aún hoy permanecen desaparecidos; los ausentes a los que la memoria histórica no logra hacer retornar. “Quiero hablar de otros desaparecidos, los nuestros, porque siento vergüenza de la instrumentalización de la memoria histórica en este país, dividida entre los que no quieren sabe nada y los que quieren ganar audiencia” (Gervasio Sánchez, “Disparos en el frente de la verdad”, El País, sábado, 7 de Noviembre de 2009).
Eso será en 2011, ahora al recibir la noticia de que había sido galardonado con el Premio Nacional de Fotografía 2009 ha querido recordar a otros desaparecidos que sí tienen nombre, Juantxu Rodríguez, Ricardo Ortega, Miguel Gil o Julio Fuentes, fotógrafos y periodistas fallecidos en países en conflicto cuando trataban de que viéramos a través de sus objetivos y de sus palabras. Unos desaparecidos a los que él dignifica con su trabajo desde hace 25 años.


Foto: Gervasio Sánchez, junto a su fotografía "Sofía y Alía", de la serie "Vidas minadas"; de la web http://dombenito.files.wordpress.com/2008/09/gervasio.jpg.

domingo, 8 de noviembre de 2009

El concierto trampa

En la ciudad que habito han intentado dar gato por liebre. Supongo que esto será habitual en muchos eventos organizados con dinero de las arcas municipales. El caso es que para asegurar la asistencia a la entrega de los premios de un festival de cine documental han programado un concierto de Jorge Drexler, entre medias de esa entrega y de la proyección de un documental interpretado por el cantautor uruguayo.
Además, en esta ciudad por obra y falta de arte de su alcaldesa se ha impuesto como norma que cualquier acto organizado por el Ayuntamiento incumplirá su horario, así que el evento previsto para las ocho de la tarde ha arrancado a las ocho y media.
Pese a ello, mi santa y yo, previo pago de la entrada (algo que una vez en el teatro escenario del acto he comprobado que era algo exótico, porque un elevado número de asistentes lo hacían por la patilla), hemos asistido impasibles a la entrega de galardones para disfrutar con posterioridad del concierto.
Parece obvio, uno va a un concierto a escuchar a un cantante interpretar sus temas en directo; pero la obviedad no es tal cuando además tienes que soportar aplausos a destiempo, acompañamientos supuestamente rítmicos y los coros de una parte del público que es capaz de entonar la melodía y de otra parte, mayoritaria, que canta tan mal como yo. Y sin embargo, cuando hay talento en el escenario y se tira de talento, todos esos inconvenientes se convierten en nimiedades.
Es cierto que uno anda algo oxidado en esto de las salidas nocturnas y asistencia a eventos culturales, pero no es menos cierto que a uno por los años le acompaña un cierto bagaje de asistencia a conciertos musicales. De modo que puedo afirmar sin margen de duda que asistimos a un magnífico concierto; con una puesta en escena sobria, porque un artista sobrado no necesita de arropamientos. Y porque ese mismo artista buscaba una comunión con el público a través de su música y sus letras, pero también a través de esa puesta en escena. Quizás, y esto es una impresión, porque daba la sensación de que él tampoco estaba muy a gusto con la fórmula elegida para este concierto, que además cerraba una gira de dos años con 160 actuaciones en 16 países.
Poco puedo decir, salvo que si no han escuchado a Jorge Drexler, lo hagan sin demora. Porque entre otras cosas descubrirán que ya le habían escuchado en bandas sonoras e incluso en algún spot publicitario; al margen, claro es, del bochornoso espectáculo de la candidatura de su tema “Al otro lado del río” a las estatuillas doradas de Hollywood, que para más inri sería agraciado con el Oscar. Ya saben, aquella que interpretó (sic) Antonio Banderas acompañado de Carlos Santana y que el propio Drexler, tras recibir el premio, reivindicó a capella.
La música como tantas otras cosas es una cuestión de gustos, pero en esta ocasión sugiero que además de a la música, presten atención a la letra. Drexler es un poeta, un narrador de lo cotidiano, de lo cercano… un trovador de la vida cuyas virtudes son una guitarra y la voz. La música y la palabra.
El fin de la velada, al gusto del consumidor, entre el concierto y la proyección del documental parieron un intervalo de 20 minutos; demasiado para unos padres que disfrutaban excepcionalmente de una noche de asueto. Tocó cena y después copa. Y el deseo de poder ver ese documental en otro momento, más idóneo, y sin necesidad de trampas y cebos.

jueves, 5 de noviembre de 2009

El hombre infalible

Desconozco, y tampoco tengo interés en saberlo si adquirir el conocimiento supone que no hay marcha atrás, si existe la certeza de la muerte. Pero real, no intuitiva. Me pregunto si en alguna ocasión, previamente a la muerte, hay consciencia de ella. Y no me refiero a un infarto o a un malestar que irremediablemente llegue a ese desenlace. Ni mucho menos a un presentimiento o a un presagio, si no a la infalibilidad.
Supongo que andaba preguntándome estas cosas, porque los primeros días de noviembre son propicios para reflexionar sobre ellas e incluso darle vueltas a la cabeza sin demasiado rigor. Nunca me han gustado los cementerios, ni soy aficionado a necrológicas, por lo que, aunque consciente de lo que significa la fecha del 1 de noviembre porque en Andalucía se sigue la tradición, yo siempre preferí a Larra y su Día de los Difuntos y a Zorrilla y su Don Juan Tenorio.
Así que opto por pensar en las letras en detrimento de los difuntos, aunque en ocasiones, como ahora, sea imposible hacerlo, porque la muerte, caprichosa ella, ha querido llevarse a Francisco Ayala, 70 años más tarde de su visita al presidente de la República española y también hombre de letras, Manuel Azaña.
A sus 103 años, el escritor granadino decía que ya sólo esperaba la muerte; una espera que no le ha impedido mantener claridad y compromiso. Y según hemos sabido hoy, por boca de quien le asistía, fue consciente de que se moría, y en el preámbulo de la muerte fue su anunciador. Lo que implica certeza e infalibilidad.
Al conocerse la noticia, distintos periódicos han sido generosos en fotografías, biografía y panegíricos del autor muerto e incluso prolijos en la inserción de colaboraciones loando al finado. Entre estas últimas, algunas de sus propios amigos como Luís García Montero, abundaban palabras como lucidez, dignidad, ética, comprensión, conciencia… Así que yo también busqué una palabra para él: coherencia; de fácil teoría, pero de difícil práctica. Porque entre otras muchas cosas, Francisco Ayala fue un hombre coherente, en lo personal y en lo literario. Y al parecer, también infalible.
El hombre al que la muerte vino a buscar 70 años más tarde que al presidente Azaña ha merecido en la portada de ABC el título de “la conciencia del siglo”; una conciencia republicana, una conciencia del exilio, exenta de rencor, pero conocedora de quienes carecieron de cualquier conciencia durante 100 años. Qué paradoja la de ABC, reconocer la conciencia de un siglo y no querer reconocer a los herederos de aquellos que carecieron de conciencia y empujaron entre muchos otros a Francisco Ayala al exilio.
Ahora sus cenizas reposarán en Granada.


Foto: Krum Krumov / Fundación Francisco Ayala/ 19 03 2007.
El escritor durante la inauguración de la nueva sede de su Fundación, en el Palacete Alcázar Genil de Granada, en marzo de 2007.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Las voces del Titanic

El lunes pasado un amigo y colega, Asensio López, presentó en la ciudad que habito un libro sobre la situación económica, bajo el sugestivo título de “Las voces del Titanic”.
A mí la primera vez que oí el título del libro me gustó. Asensio dice que ese título está formado por dos metáforas, una, la de las voces, referida a los entrevistados, y dos, la del Titanic, el nombre del famoso barco hundido en su primer viaje transatlántico, que sería la economía. Lo que no le han dicho muchas de esas voces es que son responsables del hundimiento del Titanic, algo que evidentemente tampoco van a reconocer.
Ya saben que la provincia en la que habito de forma recurrente es mencionada como un “mar de olivos”, así que no parece descabellado acudir a un barco bajo las aguas para abordar su presente económico y de paso, intuir el futuro de otros barcos por esas mismas aguas.
A mí el título me evocaba no sólo las voces y el barco hundido que dan título al libro y por supuesto, no sólo la economía. La primera vez que oí el título del libro pensé en muchas voces mudas bajo el agua y en muchos barcos hundidos, por supuesto todos ellos, voces y barcos, menos afortunados que el Titanic en su capacidad de trascender. No en cuanto a su final.
Algunos, con mayor o menor fortuna, han intentado e intentan que esas voces no permanezcan mudas; mientras, otros, hacen todo lo posible porque permanezcan apagadas. Pese a que no hay más sordo que él que no quiere oír.
Respecto al Titanic de la economía, no albergo duda sobre quienes componían la marinería, aunque pienso que es necesario identificar al capitán, porque de lo contrario podemos caer en la tentación de pensar que hay demasiados capitanes. O lo que está ocurriendo, entregar la nave al mismo capitán para que vuelva a hundirla.
Las palabras son caprichosas y apenas una n y una l separan a capitán de capital, pero no conviene distraerse con ello, ni con trabalenguas, porque el resultado es el hundimiento del Titanic. Y todos sabemos quien se queda sin chalupa o sin chaleco salvavidas.
Deseo a mi amigo Asensio que tenga mejor singladura como autor que la del Titanic, y pasee su proa por este “mar de olivos” y por otros mares lejanos. A ser posible, disfrutando de la travesía y recuperando voces para que no enmudezcan bajo las aguas.