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lunes, 8 de septiembre de 2025

A veces la vida vuelve

 


A veces la vida vuelve. O una parte de ella que tenías aparcada, pero que no te abandona porque forma parte de tu bagaje, de eso que llevas en tus alforjas. No importa si ha pasado mucho o poco tiempo, no importa si lo viviste con intensidad y ahora, aunque siga ahí, ocupa un segundo plano. Está ahí; y siempre va a estar ahí.
¿De qué les hablo?, de una de mis debilidades: la música. Y en concreto, la música cubana. No sé cuántos discos tengo de música de la Isla. Tampoco los libros que tengo o los que leí sobre la música de allá.
Confieso que algunos de esos discos estaban en el olvido. Almacenaban polvo por la falta de escucha. Aunque ese olvido no implica, ni puede llevar anexo nunca, desapego. Amo esa música, lo mismo que la literatura de Cuba y la propia Isla.
Y por mor de las circunstancias, la semana pasada eso volvió a removerse en mi interior. Un encuentro sobre la conexión del jazz y la herencia cubana, organizado por la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) en su Sede Antonio Machado de Baeza (Jaén), donde laboro, me puso en contacto con músicos cubanos y con personas que compartían esa pasión.
Conocí y conversé con Ariel Brínguez, Rodney Barreto e Iván ‘Melon’ Lewis. Y sobre todo les escuché. En la jam session que nos ofrecieron con alumnos del encuentro en el Café Teatro Central de Baeza y en el concierto que Ariel e Iván nos brindaron en la UNIA, para compartir su Alma en Cuba.
La vida es un cruce de caminos, donde debemos dar espacio al intercambio; en mayor o menor medida, con desigual acierto. En mi conversación con Ariel hablaba de 'Los Fakires'; una agrupación musical de Santa Clara (Cuba) en la que participó su abuelo, también saxofonista. De hecho, fue su director y uno de sus fundadores. El soplo me lo había dado su mánager, Nuria Becerra.
Le dije a Ariel que creía que tenía un disco de 'Los Fakires'. Pero no estaba seguro. Podía haberlo comprado, tenido en las manos y no haberlo hecho. Podía haber leído sobre su edición o haber escuchado o leer a alguien reseñarlo.
El caso es que estuve dándole mecha al magín intentando visualizar la portada del disco. Y, emulando a Arquímedes, proclamé (eso sí, recatadamente) mi particular ¡eureka!. La carátula era una imagen de 'Cascarita', voz de la agrupación que luego pasó a quinteto y creo que más tarde, en su último tiempo, a cuarteto. Y lo tenía. Lo tengo entre esos discos que almacenaban polvo.
Lo busqué, esperando que tuviera libreto en el que referenciase al abuelo de Ariel. No había libreto, ni referencia. Sólo ese cd, que como tantos otros, como la música, en general, nos trae a nosotros lo que no vivimos, lo que no conocimos, pero que ahora podemos escuchar y conocer para aprender y/o disfrutar. Los puentes tendidos que en una intersección de caminos nos abre la vida.
Y en ese regreso, que es un reencuentro, he vuelto a abrazar la música de la Isla.



martes, 29 de noviembre de 2016

El adiós de Fidel

Al final era un ‘viernes negro’. Y el sábado despertamos con la noticia de la muerte de Fidel. No tengo lágrimas para la muerte de dictador alguno, pero si hay tristeza en el corazón por el adiós del revolucionario. Aquel barbudo que con otros como él lideró desde Sierra Maestra una revolución, “la revolución más hermosa” en palabras de Vargas Llosa, que daba esperanza a un continente, incluso más allá. 
Decía Cabrera Infante que las revoluciones mueren cuando triunfan y que lo que viene después es otra cosa. Quizás tenga que ver con la esperanza truncada en decepción, con los sueños y la realidad. O con esas dos Cubas, una física, que es la Isla, y otra que es la que se lleva en el corazón.
Cuba siempre ríe y llora, de alegría y tristeza. Y sangra, se duele, grita… y vive. Porque hay en la Isla un canto a la vida, hasta en la muerte. A Cuba se la ama. Y no es por llevarle la contraria a Pablo Neruda, pero no se apagarán las guitarras, aunque la patria vuelva a estar de duelo y la tierra vuelva a oscurecerse. 
Esta vez no mandó parar Fidel, paró él; aunque la realidad es que llevaba desde 2006 parado, el tiempo en que ha tardado en morir el hombre para alimentar diez años más el mito. 
Murió Fidel y hay quien festeja desde el odio y desde el rencor, pero en el fondo es una celebración de dolor; los unos, por la pérdida del comandante, del compañero Fidel; y los otros, por el abandono de la Isla, por el no retorno, por la herencia de hombres sin tierra legada de padres a hijos. 
Y también hay hienas que nunca pisaron la Isla, que no saben ni quieren saber y ríen porque es su condición. Presos de su naturaleza como el escorpión de la fábula. Y levantan las copas de la ignorancia para brindar contra el muerto al que desconocen. 
A pesar de los detractores, le acompañarán las palabras de Martí hasta su tumba de Santa Ifigenia. Sin que ahora importe demasiado que pueda ser cierta su apropiación de la figura del Padre de la Patria. Ya saben “sin ser martiano, no se puede ser bolivariano; sin ser martiano y bolivariano, no se puede ser marxista y sin ser martiano, bolivariano y marxista no se puede ser antiimperialista”. 
“La muerte es la cosecha” y en algún cielo ya se dibuja una nueva revolución. Fidel Castro, el Che Guevara y Enrique Meneses se han reencontrado en una Sierra Maestra que no aparece en los mapas; una cordillera eterna de sueños, de ideales, de esperanzas. Y Meneses, una vez más, estará ahí con la cámara de fotos y la máquina de escribir. 
¡Socialismo o muerte! Siempre será 26 de julio. Nunca faltarán quince para luchar. Ni uno para contarlo.
¡Hasta la victoria, siempre!

Foto: Fidel Castro, por Enrique Meneses. Fundación Enrique Meneses.

martes, 20 de julio de 2010

La RaRa

Hace años que nuestros caminos se cruzaron. Dice que no tiene hijos, pero desde que la conozco no ha dejado de alumbrar criaturas.
En varias ocasiones he estado tentado de escribir un artículo sobre ella, pero soy conocedor de su pudor y consciente de que no le agradan los halagos. Así que aunque sea merecedora de ese artículo y de esos halagos, los pospondré una vez más.
Rakel Rodríguez es escritora y editora. Sabiendo de la dificultad para muchos autores, incluida ella, de publicar sus obras, se lanzó a la aventura editorial y creó Ediciones RaRo. Una apuesta romántica, frenética y limítrofe con la locura en un país en el que la cultura, sobre todo la que surge al margen de la “oficialidad”, está bajo sospecha.
Eso no le ha impedido publicar varios libros, de autores e ilustradores noveles y de algún autor consagrado, como el poeta jiennense Manuel Lombardo.
Ediciones RaRo está donde ella va. Valladolid, Granada, Jaén, Cabo de Gata… Y ahora, desde Hong Kong, nos llega su última criatura. Una revista, La RaRa, ideada en España y ultimada en la antigua colonia británica.
En origen, una publicación periódica de artículos y colaboraciones, en la que había reservado un apartado para la literatura y para la que echó mano de algunos de sus habituales “raros”, entre los que me hallo.
Al final, La RaRa es una revista literaria, cuyo primer número ha resultado ser un puente que cruza el Atlántico; desde España a Cuba, con parada en Matanzas. Y que se estrena con la publicación de 2 inéditos del escritor cubano Pedro Juan Gutiérrez.
En diciembre de 2009 o enero de 2010, no recuerdo la fecha con precisión, Rakel me pidió dos artículos para su revista. Uno, generalista (que no tiene cabida en la revista, dado el magnífico rumbo tomado), y otro, sobre libros. Escribí este último sobre el escritor cubano Abilio Estévez. Sin saber entonces que se incluiría en una publicación dedicada a la literatura de ambos lados del Atlántico, y en particular en un número sobre la Isla.
El periodismo y la Isla son dos pasiones en mi vida. De modo que al recibir ayer la revista y ver que abordaba la literatura cubana sentí una enorme alegría por participar en este proyecto. Sin embargo, al conocer su contenido y a las personas que participaban en ella, me he sentido abrumado y descolocado. Nunca soñé o imaginé compartir las páginas de una publicación con autores de esta talla y calidad. Ahora todos somos “raros” y La RaRa es nuestra casa común. Visítenla. Serán bienvenidos.

lunes, 19 de julio de 2010

Cubaneando


A la vuelta de la esquina, la vida puede sorprenderte. Y en ocasiones, ni siquiera hay que doblar la esquina. Es cuestión de saber elegir el momento y el lugar. Y el sábado era uno de esos días en que la correcta elección era garantía de una sorpresa memorable.
Ocurrió en la provincia que habito, en Alcalá la Real, en una nueva edición, y van 14, de Etnosur, los Encuentros Étnicos en la Sierra Sur. Podría hablarles de la perfomance “Los libros arden mal”, de Manuel Rivas, una fusión de música y literatura. Un poco larga, a mi juicio, pero una delicatessen para paladares finos, y un buen entrante para lo que vendría después como plato del chef, una muestra inolvidable del mejor repertorio interpretativo de la música cubana.
Pasadas las doce y media de la noche, ya en la madrugada del domingo, los músicos de Cuban Sound Project ocuparon el escenario. Una orquesta cubana, al más genuino estilo de una big band, y heredera de las grandes orquestas cubanas como la Aragón, de conjuntos como el de Arsenio Rodríguez o el de Miguelito Cuní y Chapottín e incluso del legado del Bárbaro del Ritmo, Benny Moré, y más recientemente, de Adalberto y su son o de Los Van Van, de Juan Formell.
Y acompañada de Pancho Amat, el maestro del tres cubano, y con la presencia de Reinaldo Creagh, que a sus 92 años y pese a disolver La Vieja Trova Santiaguera, por la avanzada edad de sus componentes y su negativa a seguir viajando, ha cruzado de nuevo el charco para ofrecer su inigualable versión de “El paralítico”, del Trío Matamoros, con pasos de baile incluidos (puede que sea su última gran aparición sobre un escenario).
De este lado del Atlántico, el pirata Santiago Auserón, más Juan Perro que Auserón, que rindió emotivo recuerdo a grandes de la música tradicional cubana como Faustino Oramas “El Guayabero” o Francisco Repilado “Compay Segundo”; y la siempre inolvidable Carmen París, interpretando un solo al piano, dentro de la más pura tradición cubana, y ofreciendo ese dúo irrepetible con Auserón para interpretar “25 años”.
Metales, tumbadoras, piano, el tres de Amat…. Descarga incluida como fin de fiesta. Un recorrido, con excepciones, alejado de los temas clásicos de la música cubana, pero rindiendo culto a las variadas formas de interpretación de los maestros cubanos, tanto en la instrumentación como en la interpretación.
Ya, ya se que son muchos los que piensan que la música cubana es sólo salsa y que incluso la confunden con lo que acompaña a muchos guisos, matando el sabor y disfrazando las materias primas. Pero también existen el danzón, el son, el cha-cha-chá la guajira o el guaguancó. Y degustarlo en Etnosur, fue cubanear.

jueves, 1 de julio de 2010

El sacrificio de Fariñas

Guillermo Fariñas es un periodista cubano con apellido evocador de puro gallego. Un disidente del régimen de los hermanos Castro, cuya huelga de hambre reclamando la libertad de los presos políticos enfermos le ha situado en la antesala de la muerte. Una huelga de hambre que reanudó tras la muerte de otro disidente cubano, Orlando Zapata, enfermo por su estancia en las cárceles cubanas. De modo que su más que previsible muerte no va a ser la primera y tal y como pintan las cosas, ni la última.
Renunciar a la propia vida, en defensa de unas ideas, puede ser entendido como una soberana estupidez o como un acto de filantropía. Es obvio que implica un compromiso y una profunda convicción, aunque para los hermanos Castro no es más que un chantaje, ante el que por supuesto no piensan ceder.
La revolución muere justo en el momento de su triunfo. No es literal, pero es una máxima expresada por Guillermo Cabrera Infante en referencia a la revolución cubana y aplicable a cualquier otra. Lo que viene después es otro proceso y su desarrollo es por tanto distinto al propio proceso revolucionario.
Esa disparidad entre la revolución y el periodo posterior al triunfo de la revolución explica y avala la posibilidad de un cambio en los planteamientos y actitudes de aquellos que un día fueron revolucionarios y gobernantes los días posteriores. Si es evolución o involución es opinable, pero lo que no admite discusión es ese cambio de actitud.
El revolucionario y el disidente tienen varios elementos en común: luchan contra el poder establecido, reclaman libertad y un sistema político diferente al implantado y están dispuestos a dar su vida para lograr que su lucha y sus reclamaciones alcancen el éxito. Porque un revolucionario siempre es un disidente y un disidente aspira a convertirse en un revolucionario.
A la vista de la actualidad y la realidad cubana, los antiguos revolucionarios y los disidentes vigentes son incapaces de establecer roles distintos a los aprendidos y heredados. Así que la muerte sigue ocupando el espacio central de esa realidad cubana, y mientras los gobernantes dejan que la muerte sea el desenlace natural de las huelgas de hambre de los presos opositores, los disidentes continúan ofreciéndose para el sacrificio. El resultado es el inmovilismo y la inexistencia de vías alternativas para transformar esa realidad, lo que hoy en Cuba convierte en inútil la renuncia a la propia vida en defensa de unas ideas.

martes, 27 de abril de 2010

Cubanía

No hay revolución en el siglo XX más hermosa que la ‘revolución de los claveles”, ni alguna que levantara más esperanza que la ‘revolución de los barbudos’. La primera fue un ejemplo de cómo finiquitar una dictadura con el dictador de Portugal, Salazar, ya muerto; es decir, como desbaratar la herencia. La segunda, para desalojar del poder en Cuba al dictador Batista, fue un sueño. Ninguna de ellas se fraguó contra el poder legalmente establecido, sino contra la falta de libertad y los abusos de dos dictadores. Algo muy distinto a lo que pasó en países como España y Chile, donde un sector del ejército se levantó en armas para subvertir el gobierno legal (algo que parece innecesario recordar en la primera década del siglo XXI, pero que conviene hacer ante tanto “revisionismo” histórico interesado).
Como cantaba Pablo Milanés en referencia a Cuba, “amo esta isla”, aunque yo obviamente no soy del Caribe. Y amé y soñé esa revolución que se produjo cuando yo ni siquiera aún había nacido.
Una revolución que como recuerda Guillermo Cabrera Infante en su obra póstuma “Cuerpos divinos” (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, 2010), fue el final de un proceso: "Las revoluciones son el final de un proceso de las ideas, no el principio, y es siempre un proceso cultural, nunca político. Cuando interviene la política -o mejor los políticos- no se produce una revolución, sino un golpe de Estado, y el proceso cultural se detiene para dar lugar a un programa político. La cultura entonces se convierte en una rama de la propaganda. Es decir, las ilusiones de la cultura, el sueño de la razón, se transforman en pesadilla".
Sólo he estado una vez físicamente en Cuba, en la parte Oriental de la Isla, Santiago de Cuba, y en La Habana. Pero del mismo modo que visité París de la mano de Alfredo Bryce Echenique desde un ‘sillón Voltaire’ con “La vida exagerada de Martín Romaña” y “El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz” o Barcelona, con Manuel Vázquez Montalbán y Eduardo Mendoza, siempre de una forma u otra (literatura, música, cine….) vuelvo a la Isla.
Ahora retorno a La Habana con la obra póstuma de Cabrera Infante y de la mano de Juan Goytisolo (‘La Habana de un infante en nada difunto’, El País, domingo, 25 de Abril de 2010), como también hiciera no ha mucho con Juan Cruz en otras páginas del mismo diario (‘Caín resucita en noviembre’, El País, viernes, 12 de marzo de 2010).
No he leído este libro de Cabrera Infante, porque la economía de guerra impuesta por la falta de laboro me imposibilita su compra, pero coincido con Goytisolo en su respuesta a uno de los héroes del Granma, el comandante William Gálvez, cuando en un encuentro reciente entre ambos el militar afirmó que Cabrera “no era cubano”; “No hay escritor, escribe Goytisolo, que lo sea más que él. La Habana y Guillermo son ya indisociables. Los vencedores se truecan siempre en fiscales de la historia, pero no estoy muy convencido de que ésta les absuelva, como sinceramente creían hace cincuenta y tantos años”.
Las dictaduras nunca pudieron acallar las palabras de escritores y trovadores. Cuando se trata de Cuba, siempre recomiendo la lectura de “Persona non grata”, del escritor chileno y Premio Cervantes, Jorge Edwards. Y de Cabrera Infante, me quedo a pesar de “Tres tristes tigres”, con “La Habana para un infante difunto”.
Para mí hay otros escritores cubanos asociados a La Habana como Alejo Carpentier, Reinaldo Arenas, José Lezama Lima o Abilio Estévez. Y otros escritores y trovadores que han hecho gala de su cubanía; pero es cierto, como dice Goytisolo, no hay escritor más cubano que Guillermo Cabrera Infante; ni músico, con permiso de Benny Moré, que Bebo Valdés.

domingo, 21 de marzo de 2010

Oportunismo

Hay palabras que da igual como se usen, se digan como se digan y sin importar a quién se dicen. Suenas rotundas, con un deje de crítica e incluso de descalificación. Con ánimo de ofensa y con la esperanza de dejar en evidencia al destinatario. Son un compendio de significado e intención.
Las pronunciamos casi arrojándolas sobre el otro y no medimos su grosor, ni reparamos en nuestra condición y nuestros actos. Así que es fácil imaginar que al ser expresadas de forma desmedida, no se calibra la posibilidad de yerro y mucho menos, la de recoger velas y si fuera necesario rendir las naves.
Es más sencillo reducir las imágenes a blanco y negro y trazar líneas divisorias al estilo del “estás conmigo o contra mí”.
Ignoro quien es Joan Antoni Guerrero, salvo que es periodista y que promueve un blog (http://orlandozapatatamayo.blogspot.com) de reciente creación con el nombre del disidente cubano fallecido, Orlando Zapata; en el que se recogen adhesiones contra “el Gobierno cubano” y se defiende “la excarcelación inmediata de los presos políticos cubanos”.
Lo que no ignoro es que ha estado presto para arrojar la sospecha del oportunismo sobre Víctor Manuel y Ana Belén por firmar la mencionada adhesión en forma de carta. Hasta tal punto que el propio Víctor Manuel publicó ayer sábado, 20 de Marzo de 2010, una misiva “A propósito de Cuba”, en la sección de “Cartas al director” del diario “El País”, recordando que ya en el año 2003 se envió una carta parecida al “Gobierno cubano reclamando la liberación de 75 presos políticos (Orlando Zapata entre ellos) y firmada por un numeroso grupo de artistas e intelectuales entre los que me encontraba. ¿Es posible que no tenga noticia de ello el promotor del manifiesto, el señor Guerrero, para manifestar que más vale pronto que tarde al saludar la adhesión de algunos firmantes?”.
Yo nunca promovería un manifiesto como el que ha promovido Joan Antoni Guerrero, aunque también reivindico la excarcelación de presos políticos en Cuba y me sumo a las denuncias por la muerte de Orlando Zapata, resultado de su paso por las cárceles cubanas. Y no lo promovería no por estar en desacuerdo, sino por entender que no me corresponde a mí semejante atribución o protagonismo. Entiendo que son otros dentro de Cuba y fuera de ella, pero especialmente desde dentro, los que deben promover estos actos y el resto, sumarnos y apoyarlos de acuerdo a creencias y valores.
Me parece desafortunado promover un manifiesto de estas características y cuestionar a algunos de los que se adhieren al mismo. Del mismo modo que me parece peligroso erigirse en defensor de la libertad con entusiasmo y escasa memoria; baste recordar que el comandante barbudo antes de convertirse en el dictador de hoy fue un defensor de la libertad; jugándose la pelleja antes, durante y después de su estancia en Sierra Maestra.
No estoy en contra de los manifiestos, sino de aquellos que sin transparencia los promueven. Y lamento la facilidad con que se promueven manifiestos contra la dictadura cubana y la falta de entusiasmo y de iniciativas contra otras dictaduras o contra otras vulneraciones de los derechos humanos, incluso en países democráticos.
Recuerdo una viñeta de Máximo, publicada hace algunos años en “El País”, sobre Ernesto Che Guevara y su icono mundialmente conocido y difundido, la imagen creada por el fotógrafo Korda; reproducía Máximo el icono y añadía “Cuánto vivo, a costa de un muerto”. Pues, eso.

jueves, 12 de noviembre de 2009

La bloguera bloqueada

Yoani Sánchez, premio Ortega y Gasset 2008 de Periodismo (el mismo año que fue galardonado con el premio Gervasio Sánchez) y sin duda la bloguera cubana más internacional, se asomaba hace unos días de nuevo a la actualidad por ser agredida por la policía cubana cuando acudía a una manifestación en La Habana.
Es la paradoja de la Isla, tiene su particular muro de la vergüenza con el bloqueo impuesto por Estados Unidos y que como cualquier muro penaliza a los ciudadanos y mantiene los privilegios de los gobernantes, y a la vez padece el bloqueo que sus dirigentes aplican a cubanos como Yoani.
Entre tanto muro es difícil construir un futuro, en ocasiones cuesta siquiera imaginarlo; pero el pueblo cubano no se da por vencido, busca los resquicios en la pared y abre ventanas al mundo, como el blog Generación Y; ventanas para observar y por tanto, para ser observados.
Y en esas miradas cruzadas hay cabida para todo o para casi todo: alineamiento y oposición, comprensión e incomprensión, apoyo y rechazo… Yoani se ha convertido en un símbolo dentro y fuera de Cuba, lo que le hace sumar detractores y defensores. En ocasiones hay tanta pasión en ese ataque y esa defensa que se acaba por desvirtuar la realidad y por olvidar la historia, constituida por pasado y presente y no sólo por lo que acontece en la Isla hoy o desde el año 1959.
Esa tendencia a mirar la Isla con una perspectiva de sólo medio siglo convierte al viejo comandante en el epicentro de cualquier debate y lo limita a lo blanco o a lo negro, exento de cualquier matiz cromático. Y en esa disputa, la bloguera cubana continúa siendo un símbolo, pero la realidad es que se convierte en la bandera que enarbolan tanto los que atacan como los que defienden; de modo que en España lo mismo sirve para que el diario El País le de un premio, como para que el ex locutor de la COPE de lengua rápida le de bola en su engendro digital.
Yoani Sánchez sufre el bloqueo de sus gobernantes. Es víctima de un muro no tangible levantado por sus gobernantes. A este muro de vergüenza se unen otros muros que sirven para construir celdas individuales y colectivas, instrumentos que cercenan por tanto libertades individuales y colectivas. Además, fuera de Cuba, muchos otros se empeñan en aplicar otros bloqueos y tratan de explicar lo que dice o de utilizarlo en su provecho. Ella no lo necesita. Es filóloga, conocedora avezada de letras y palabras, que plasma bien claras en su blog Generación Y. Para que nadie se confunda.
Porque algunos prefieren seguir nadando en la confusión y optan por no distinguir entre la teoría inequívoca, obra de los ideólogos, y la equívoca aplicación de ésta, fruto de los gobernantes. Por ello no es conveniente confundir la agresión con derechos o valores. Los golpes siempre son golpes y nos hacen peores.
Foto: Yoani Sánchez, AFP.