martes, 17 de marzo de 2015

¿Ingobernable?

El domingo saldremos de dudas. Los resultados de unas elecciones son la única encuesta real. El resto, las que hemos conocido hasta ahora, son un síntoma. Pero con horquillas tan amplias, con tanta 'cocina' y tanta interpretacion interesada, una misma encuesta acaba por servir para una cosa y la contraria. Y eso sin contar las que se invalidan por sus propias características técnicas.
Aún así hay elementos comunes, que a día de hoy son innegables. La coincidencia en dar como ganador de las elecciones al PSOE; eso sí, con el peor resultado de su historia en una consulta autonómica andaluza.
(Dicen que las comparaciones son odiosas. Es verdad, en unos casos más que en otros y es inevitable ver que en Madrid, el PSOE presenta a un candidato de prestigio, como el catedrático y ex ministro Ángel Gabilondo, y en Andalucía, a Susana Díaz, una Belén Esteban de la política).
La confirmación de que el voto conservador se fragmenta y ya no es patrimonio del PP. Ahora se reparte entre PP, Ciudadanos, UPyD y una parte del PSOE. El poder que acarició Arenas se desvanece con un candidato, Moreno Bonilla, al que no conocen ni los suyos.
La entrada en tromba de Podemos en el Parlamento andaluz, a costa de PSOE, PP e IU. Y la apuesta a última hora de los poderes en la sombra por Ciudadanos, en detrimento de UPyD y como un báculo más llevadero que el PP para los socialistas en una supuesta alianza postelectoral.
Nos queda por confirmar si existe realmente un voto oculto, contrario al PSOE y al PP, que recaerá principalmente en Podemos y en menor medida en Ciudadanos y UPyD.
Lo cierto es que con estos mimbres Andalucía es ingobernable. Y salvo sorpresa mayúscula, tripartito incluido si la aritmética lo permite para desalojar al PSOE de la Junta, lo más probable es un gobierno en minoría del PSOE y nueva convocatoria electoral en Andalucía tras las Generales.
De lo que no hay duda es de que habrá cambios de consejeros en el Gobierno andaluz y ya suenan nombres, de mujer, en consejerías relevantes. Al tiempo. 

Artículo emitido en SER Úbeda el 17 de marzo de 2015

jueves, 12 de marzo de 2015

La vieja máquina de escribir


He visto una foto esta mañana de una vieja máquina de escribir y no he podido evitar la tentación. No veía el momento de llegar a casa. Buscar la llave, pequeña y antigua, que abre la caja y liberar por unos minutos de su encierro a la Smith Premier. Necesitaba golpear sus teclas, sentir deslizarse el carro y oír su timbre.
Todo objeto antiguo tiene una parte tangible, la que se puede tocar y contemplar. Y una parte intangible, que pertenece al ámbito de las emociones y los recuerdos. Quería disfrutar de ambas.
He encontrado la pequeña llave en una caja rectangular de metal, donde parecía inútil junto a varias de sus hermanas, de diferentes grosores y longitud y ojo ovalado. Obviamente he tenido que probar unas cuantas hasta que he logrado dar con la que abría la cerradura. Al hacerla girar y oír el clic no he podido disimular una infantil mueca de satisfacción. He levantado hacia atrás la tapa de madera. Y la he visto.
Me ha venido a la memoria aquella Underwood con la que jugaba en mi infancia. Aquella máquina que pesaba como el plomo y que siempre estaba en una de las habitaciones de la casa de mi abuela materna y que con el paso de los años acabó en un arcón en el rellano de las escaleras que llevaban del patio principal a la primera planta, donde se hallaba la zona destinada a vivienda.
Y cómo no, me he visto de adolescente, en el salón de la casa de mi abuela paterna, practicando con la Smith Premier; un monstruo de hierro comparada con la Olivetti portátil que utilizaba en mi casa. Sigue huérfana del tipo con el carácter de la "a" y la cinta se quedó en el camino. Pero se conserva mejor que muchos ordenadores.



lunes, 2 de marzo de 2015

La Cuesta del Chapiz

Hacía más de 30 años que no subía la Cuesta del Chapiz. De hecho esa última vez que la subí lo hice en coche. Aquel utilitario al que teníamos que cerrar los retrovisores para poder circular por algunas calles del Albaicín (Albayzín), en esa Granada moruna que ya tenía el aroma del rock.
Y hace unos cuantos años menos de la última vez que subí hasta el Mirador de San Nicolás. Era un frío lunes en el que callejeamos desde la calle Elvira hasta la iglesia de San Nicolás para disfrutar desde allí de esas vistas de la Alhambra que han traspasado fronteras. 
Lo hicimos casi en solitario, igual que la primera vez que subí, a los nueve años, la misma edad de mis piratas. Nada que ver con el gentío que lo ocupaba ahora. El sábado subimos por ellos, porque no lo habían hecho nunca y para que disfrutaran de esas vistas y de la subida por la Cuesta y las calles empinadas del Albayzín. Y si no llega a ser por la amabilidad de un matrimonio de la tierra, ya entrado en años, y por su generosidad para compartir aquello que le ha sido dado a partes iguales por la naturaleza y la mano y el ingenio humanos, no hubieran podido alcanzar el borde del mirador y contemplar el palacio nazarí. 
Entre el turisteo, los mercaderes y los vecinos del barrio cuesta dar un paso por los accesos y el propio mirador. Y como en cualquier espectáculo gratuito aquellos que ocupan la primera fila no la abandonan ni cuando los artistas ya han despejado el escenario, esperando incluso ese bis que nunca llega a producirse. 
Pero sigue mereciendo la pena. La subida pausada por la Cuesta. Regulando para que las piernas no te pasen factura al día siguiente por la inactividad acumulada. Los escalones empedrados antesala del mirador. Y la imagen serena de la Alhambra recortando el cielo, fija frente a tí como un óleo irrepetible y sin embargo, una y otra vez reproducido. 
Y la bajada en dirección a la calle Elvira;  también lenta, para disfrutar con las puertas y los detalles de los Cármenes, los recovecos de calles y plazas, nuevas vistas de la ciudad y la certeza del poso de antaño en el barrio.