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lunes, 29 de marzo de 2010

La voz de Saviano


Roberto Saviano es para algunos un escritor italiano que ha osado escribir un libro sobre la Mafia, “Gomorra”. Para otros, ni eso. Pero Saviano es mucho más que ese escritor sin pelos en la lengua a la hora de escribir y hablar sobre la Mafia o sobre Silvio Berlusconi (¿pero no es lo mismo?, se preguntarán algunos).
Saviano encarna hoy al perseguido, al amenazado. Y a pesar de esa persecución y de estar amenazado de muerte, es la voz del ciudadano frente al poder. Es el hombre solo, armado con la palabra y carente de servidumbres.
La voz que denuncia la mordaza de Berlusconi hacia los pocos medios de comunicación que le son hostiles; la elaboración de leyes a medidas para garantizar la impunidad ante los delitos, incluida la del propio Berlusconi, el papel que juega la Mafia en la política, en las finanzas, en la sociedad italianas…. la misma voz que este fin de semana alertaba a sus compatriotas de que son ellos quienes han de estar vigilantes para que no se altere el proceso electoral (Este fin de semana se han celebrado en Italia las Elecciones Regionales, con un descenso de la participación y un matizado triunfo del centro-izquierda).
Saviano es la voz que zarandea a Italia, la conciencia y la dignidad de esa Italia derrumbada, corrompida y humillada a los pies de “Il nuovo ducce”, pero es una voz sin eco. Porque salvo los directores de La Reppublica y L’Unitá, y Di Pietro pocos parecen escuchar a Saviano. Algo terrible si se observa a esa cosa del centro-izquierda italiana, huérfana de liderazgo y lo que es más reprobable y lamentable, huérfana de palabras.
En España no tenemos un Saviano. Carecemos de una voz del ciudadano frente al poder. Sólo nos equiparábamos a Italia en lo concerniente a jueces valientes, ellos tenían a Falcone, y nosotros, a Garzón. A Falcone lo asesinó la Mafia y a Garzón lo ha llevado a los tribunales la extrema derecha. ¡Porca miseria!
Foto. Roberto Saviano. La Reppublica.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Las voces del Titanic

El lunes pasado un amigo y colega, Asensio López, presentó en la ciudad que habito un libro sobre la situación económica, bajo el sugestivo título de “Las voces del Titanic”.
A mí la primera vez que oí el título del libro me gustó. Asensio dice que ese título está formado por dos metáforas, una, la de las voces, referida a los entrevistados, y dos, la del Titanic, el nombre del famoso barco hundido en su primer viaje transatlántico, que sería la economía. Lo que no le han dicho muchas de esas voces es que son responsables del hundimiento del Titanic, algo que evidentemente tampoco van a reconocer.
Ya saben que la provincia en la que habito de forma recurrente es mencionada como un “mar de olivos”, así que no parece descabellado acudir a un barco bajo las aguas para abordar su presente económico y de paso, intuir el futuro de otros barcos por esas mismas aguas.
A mí el título me evocaba no sólo las voces y el barco hundido que dan título al libro y por supuesto, no sólo la economía. La primera vez que oí el título del libro pensé en muchas voces mudas bajo el agua y en muchos barcos hundidos, por supuesto todos ellos, voces y barcos, menos afortunados que el Titanic en su capacidad de trascender. No en cuanto a su final.
Algunos, con mayor o menor fortuna, han intentado e intentan que esas voces no permanezcan mudas; mientras, otros, hacen todo lo posible porque permanezcan apagadas. Pese a que no hay más sordo que él que no quiere oír.
Respecto al Titanic de la economía, no albergo duda sobre quienes componían la marinería, aunque pienso que es necesario identificar al capitán, porque de lo contrario podemos caer en la tentación de pensar que hay demasiados capitanes. O lo que está ocurriendo, entregar la nave al mismo capitán para que vuelva a hundirla.
Las palabras son caprichosas y apenas una n y una l separan a capitán de capital, pero no conviene distraerse con ello, ni con trabalenguas, porque el resultado es el hundimiento del Titanic. Y todos sabemos quien se queda sin chalupa o sin chaleco salvavidas.
Deseo a mi amigo Asensio que tenga mejor singladura como autor que la del Titanic, y pasee su proa por este “mar de olivos” y por otros mares lejanos. A ser posible, disfrutando de la travesía y recuperando voces para que no enmudezcan bajo las aguas.