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viernes, 29 de noviembre de 2013

El 'televicidio'

No me gusta que cierren televisiones. Ni periódicos, ni emisoras de radio. Y mucho menos cuando son públicas. Claro, soy periodista, y eso servirá para que algunos justifiquen mi disgusto.
Allá ellos. La realidad es que la desaparición de un medio de comunicación público además de afectar a nuestra calidad democrática (por los suelos últimamente, cierto) causa un perjuicio en la sociedad, difícil de cuantificar, pero de extrema gravedad.
Es verdad, que desgraciadamente y con excepciones, en este país los medios de comunicación públicos son y han sido la voz del amo político de turno, con ejemplos lamentables y vergonzosos no solo para los profesionales, sino para cualquier ciudadano medianamente ilustrado y ajeno al sectarismo.
Pero no es menos cierto que un medio de comunicación público es una garantía para los ciudadanos y para el propio sistema (o debería serlo) de un acceso universal a la información, de transparencia informativa, pluralidad y libertad de expresión, entre otras.
Y por supuesto, es constatable que lo fallido ha sido la gestión y no la condición pública del medio de comunicación. Básicamente, porque como en otros ámbitos de la administración no existen mecanismos de control eficaces.
La televisión de la Comunidad autónoma valenciana, Canal 9, no es (perdón, era) en esencia diferente a la de otras comunidades autónomas. Lo que convierte su cierre en un precedente peligroso, al servicio una vez más de los gestores políticos, y en una amenaza para los trabajadores de los medios de comunicación públicos; y también para los ciudadanos, proclives a confundir la función de entretenimiento de cualquier televisión con otros aspectos menos tangibles pero fundamentales como la información y el servicio público.
La opción nunca puede ser el cierre, salvo motivos espurios achacados a la situación económica, que curiosamente no impele a la toma de medidas en otros ámbitos de la administración (Y me voy a ahorrar a partes iguales la ventaja y la demagogia de recurrir a referencias sobre lo mercado de manera ilegal en ese territorio por gobernantes y adláteres).
¿Era necesaria una reducción de gastos? Indudablemente ¿Era recomendable una reducción de personal? Probablemente ¿Era imprescindible un plan de viabilidad? Indiscutiblemente.
En Valencia no se han contentado con matar al mensajero. Por el mismo precio han acabado con el medio y con el mensaje.

domingo, 14 de octubre de 2012

No hay periodismo sin periodistas

No están los tiempos para sacar pecho. Y da la sensación de que ni mucho menos para reclamar dignidad y reconocimiento. Pero en eso estamos, a la espera de no ser confundidos con algún pecho lata tan habitual en estos días y por supuesto, desde la consciencia de saber que la dignidad y el reconocimiento se ganan día a día y de que se ha dilapidado mucho de ambos entre los empresarios de la comunicación, los políticos, los intrusos, las estrellas, las “estrellitas” y la precariedad laboral.
Algunos, de forma interesada, quieren situar el debate en el soporte, o lo que es lo mismo, en el continente frente al contenido. Otros, también por interés, buscan excusas en la crisis, a sabiendas de que el periodismo ya estaba en crisis antes de la debacle económica.
De modo que entre unos y otros engordan el debe y en el haber tan solo quedan los periodistas. Los profesionales que con aciertos y errores, pero desde la honestidad y el rigor, hacemos posible que la información fluya y que por tanto, se mantenga como un pilar básico e irrenunciable de la sociedad democrática el derecho a la información.
Suena a principio grandilocuente e incluso a algo obvio, pero es importante recordarlo, sobre todo ahora cuando se están cerrando o fusionando medios de comunicación, hay una peligrosa alineación de esos medios con el poder que los aleja de la deseable pluralidad y se aplican expedientes de regulación de empleo (ERES o ERTES) que contribuyen a que más de 4.000 periodistas hayan perdido su trabajo durante 2012.
En Andalucía, tan denostada por ignorantes y oportunistas del norte, los periodistas hemos puesto en marcha dos iniciativas para dentro de nuestras posibilidades dar la vuelta a la situación. Una, Se buscan periodistas (SBP), un proyecto que busca, a través del cooperativismo, crear medios de comunicación y empleo con el asesoramiento y la gestión de los propios periodistas; y otra, impulsada por la Asociación de la Prensa de Sevilla, la campaña #soyPeriodista, para recuperar esa dignidad y ese reconocimiento.  
Porque se puede elegir entre información y desinformación. Y porque no hay periodismo sin periodistas.  
 

viernes, 2 de marzo de 2012

Falta de público

La desaparición de un medio de comunicación, con independencia de su línea editorial, siempre es una mala noticia en una sociedad democrática. No sólo por lo que supone de incremento de las listas del desempleo con los profesionales que trabajaban en ese medio, sino por lo que implica de pérdida de pluralidad informativa y en algunos casos, de ausencia de altavoces para las minorías.
El cierre de la edición en papel de diario Público no es una excepción, y en su caso corrobora esa pérdida de pluralidad informativa y evidencia el desequilibrio existente en España entre medios de comunicación con una línea editorial progresista y aquellos que mantienen una apuesta conservadora; en particular, en prensa y televisión.
Las fusiones de las televisiones privadas (Cuatro y Tele 5, La Sexta y Antena 3) constatan en la práctica la absorción de canales de orientación progresista como Cuatro y La Sexta por otros, Tele 5 y Antena 3, inclinados hacia posiciones más conservadoras. Y si se amplía el espectro a la TDT, la influencia y afluencia de medios conservadores y de extrema derecha son demoledoras, en especial tras la desaparición de CNN+ y la más que probable reconversión de la televisión pública que deja en suspenso el futuro del canal 24 horas y que ya está dando muestras de la injerencia del gobierno del PP en su línea y contenidos informativos.
Si miramos a la prensa, la situación no es mejor. La desaparición de Público supone que sólo El País se mantenga aparentemente como una publicación periódica generalista de tirada nacional de ámbito progresista, frente a publicaciones conservadoras como ABC, La Razón o El Mundo o extremas como La Gaceta.
Este desequilibrio y la consiguiente pérdida de pluralidad informativa además de mostrar con nitidez la involución que estamos viviendo en distintos órdenes, constatan la disminución de garantías para los ciudadanos en su derecho a ser informados verazmente. Un derecho que debía estar salvaguardado por los poderes públicos a través de los medios de comunicación públicos, pero que, con la excepción de RTVE (Televisión Española y Radio Nacional de España) durante la etapa de los gobiernos de Rodríguez Zapatero, carece de salvaguarda porque esos medios públicos en lugar de estar al servicio de los ciudadanos actúan como correa de transmisión de los partidos que sustentan los gobiernos de turno, ya sean estatal o autonómicos.

viernes, 11 de febrero de 2011

Minutos de gloria

Los medios de comunicación crean monstruos. En realidad, no es cierto. Lo parece, pero sólo se limitan a hacer visible ese monstruo que todos llevamos dentro. Ese mismo que no se resiste a un mínimo de 3 minutos de gloria y que si le dejan está dispuesto a permanecer horas en la pantalla del televisor u ocupando páginas de periódicos y minutos en las ondas.
No, los medios de comunicación y los periodistas no creamos los monstruos, pero sí somos responsables de abrirles la puerta, de alimentarlos y de permitirles que permanezcan entre nosotros hasta que sucumben por la aparición de nuevos monstruos o son víctimas de su propia vacuidad.
A raíz de la aprobación y entrada vigor de la denominada Ley antitabaco hemos asistido, diría que atónitos e impertérritos, a la irrupción en nuestra rutina de una serie de personajes anónimos dispersos en varios puntos geográficos de España, cuyos logros eran ser propietarios de establecimientos hosteleros, bien bares o bien restaurantes, que se negaban a cumplir la mencionada ley.
A priori parecía simplemente una demostración de ignorancia o una campaña publicitaria gratuita para poblaciones y negocios. Ciertamente no son más que un grano de arena en el desierto, pero los medios de comunicación en lugar de cumplir su función de denuncia han optado por el amarillismo y por actuar de altavoz de uno de estos propietarios, casi elevando lo excepcional a lo ejemplar.
Ha ocurrido en la región que habito. Pero en defensa de los andaluces, al margen de aquellos que demuestren tener tan poco respeto por la ley como el propietario en cuestión, he de dejar constancia de que el tipo no es de aquí, sino que es uno de tantos a los que se ha acogido en esta hospitalaria tierra sin exigirle pedigrí alguno o rh positivo o negativo.
Así que ante la receptividad de los medios y un añadido de estupidez colectiva, el tipo, propietario de un asador en Marbella, se ha crecido y amparándose en la libertad de expresión ha mezclado churras con merinas (gobierno, marxismo, terrorismo...), para acabar presumiendo de criadillas y amenazar hasta al lucero del alba.
En materia avícola respondo con lo que me otorgó la naturaleza, un par como al resto de los mortales de sexo masculino, aunque dejé aparcada la ley de “misco” en tiempos de juventud, y los excesos de testosterona, vengan del premier italiano o de este neofascista de medio pelo que olvida que las leyes pueden no gustarnos pero eso no impide que haya que cumplirlas, además de producirme vergüenza ajena, me parecen una innegable muestra de falta de argumentos.
Y no me consuela pensar y mucho menos constatar aquello de que somos así. Porque me parece lamentable y denunciable la actitud de este individuo; vergonzosa como ciudadano y como profesional la actitud de los medios de comunicación ofreciendo minutos y páginas de cobertura a las bravatas de este tipo, y absolutamente desmesurada la sanción económica impuesta por la Junta de Andalucía, cuyo abono, me temo, se hará con la pasta que aflojen algunos medios de comunicación privados que no van a dudar en ofrecerle un cheque en blanco para que siga su vomito mental en horario de máxima audiencia.
La basura no distingue ni entiende de géneros, creo que ya tenemos la parejita. La indocumentada, analfabeta e ignorante estrella de la televisión española de Berlusconi ya tiene partenaire. La bobería ilustrada incrementa la cuota de pantalla. El reloj de los minutos de gloria no necesita que le den cuerda y continúa devorando horas. Ya se que los ignorantes somos los otros, porque ellos se lo llevan calentito, pero que tiempos aquellos en los que las páginas de un periódico envolvían el pescado y no había duda sobre dónde estaba el besugo.

domingo, 13 de junio de 2010

La muerte del mensajero

Uno de los mayores anhelos de los gobernantes es matar al mensajero. En particular, cuando los gobernantes son partidarios del totalitarismo, aunque se vistan de demócratas, y cuando los medios de comunicación han puesto sobre la mesa una variada oferta de corrupciones y abusos del poder, con la implicación directa o indirecta de esos gobernantes y/o sus allegados.
En Italia, Berlusconi, Il nuovo ducce, ha dado un paso más para lograr ese viejo anhelo de matar al mensajero con la aprobación en el Senado de la denominada “Ley mordaza”, una ley que impedirá a los medios de comunicación difundir las escuchas telefónicas realizadas a los presuntos implicados en la comisión de delitos. Es decir, que privará a los medios de comunicación de difundir escuchas como aquella en que se demostraban las relaciones de un ministro de Berlusconi con la Mafia.
Una ley, la de Berlusconi, que seguro aprobaría, si pudiera, el Partido de los Trabajadores (antiguo PP) en España, para evitar la difusión de escuchas telefónicas como las del caso Gürtel e impedir de esta forma que los españoles conocieran la existencia de esta trama de financiación ilegal del PP y la implicación y estrecha relación de relevantes dirigentes del partido con los cabecillas del negocio. Por supuesto, ambas presuntas.
A lo que se ve, la proliferación de medios públicos (convenientemente controlados por el gobierno de turno), la publicidad institucional (concedida al arbitrio de esos mismos gobiernos), la subvención al papel de las publicaciones, la autorización de monopolios de comunicación, la concesión de nuevas frecuencias de radio y televisión o la propiedad de medios de comunicación (caso de Berlusconi) no colman las ansias de intervención de esos gobernantes, siempre molestos con periodistas y medios de comunicación que mantienen viva la esencia del periodismo crítico con el poder, sea el que sea y venga de donde venga.
Al otro lado del Atlántico, otro demócrata, Hugo Chávez, El caudillo, desde las antípodas ideológicas a Berlusconi bebe en la misma fuente de los deseos para matar al mensajero e incrementa la presión y la persecución contra medios como Globovisión, insensible a la bonhomía de su gobierno.
Los intentos del poder por silenciar a los medios de comunicación y periodistas críticos no son nuevos. Pero sí preocupantes, en un tiempo en que la crisis golpea a periodistas y empresas de comunicación y cuando el debate se centra en el soporte del futuro (del papel al digital) y la viabilidad económica de su comercialización.
Ese futuro de los medios de comunicación, principalmente de la prensa, no es trivial, pero convendría no adormecerse con él y permanecer impasibles ante ataques como el de Berlusconi con la promulgación de leyes mordaza. Muerto el mensajero, el soporte es irrelevante.
Imagen: Portada de La Repubblica, el pasado viernes, 11 de junio de 2010, tras la aprobación de la "Ley mordaza" por el Senado italiano.

martes, 1 de diciembre de 2009

Lo que no es periodismo

A conciencia he querido dejar transcurrir unos días antes de pronunciarme sobre un hecho que a mi juicio debería haber generado debate o reflexión entre los periodistas, al margen de la posición empresarial o ideológica de los medios de comunicación, como es el editorial reproducido en común por varios medios de comunicación (periódicos y emisoras de radio) catalanes sobre el Estatuto de Cataluña.
No pretendo entrar de forma pormenorizada en el contenido de ese editorial, principalmente porque no es el objeto de mi reflexión y secundariamente, porque ya otros se han ocupado, a mi juicio con desatino y sospechosa celeridad, en contestar a ese editorial y en tirar de gasolina para apagar el fuego. Tampoco voy a detenerme en el “papelón” del Tribunal Constitucional y la injustificable demora en pronunciarse sobre la constitucionalidad del citado estatuto, favoreciendo la entrada en escena de jugadores de ventaja con naipes marcados.
Lo cierto es que el conocimiento de la publicación del editorial inducía a pensar en un origen alejado del ejercicio del periodismo y más cercano a intereses de otra índole. De hecho no había que ser un lince para intuir que el Partits dels Socialistes de Catalunya (PSC) y probablemente, el propio PSOE podían estar detrás o al lado de esta iniciativa, entre otras cosas por la presencia de los hermanos Nadal; Rafael, el periodista, director de El Periódico de Catalunya, y Joaquim, el político, conseller de Política Territorial i Obres Públiques, porque el editorial representaba un paso más en la estrategia abierta por el president Montilla con sus declaraciones anteriores sobre el estatut y porque deliberadamente se dejaba al margen a los medios de comunicación estatales o pertenecientes a grupos de comunicación de ámbito estatal (Prisa, Correo, Unidad Editorial…), a mi juicio con vistas a que estos se revolviesen contra la iniciativa y siguieran alimentando la hoguera con el pataleo por la discriminación o por contentar a sus parroquianos españolistas y para marcar esa línea divisoria de la catalanidad mal entendida, discriminando a una emisora “tan sospechosa” como Radio Barcelona.
No es mi intención determinar si el editorial y las declaraciones de Montilla constituyen en sí mismas una presión al Tribunal Constitucional para condicionar su informe a favor de los intereses de los políticos catalanes y sus acólitos. Entre otras cosas, porque estaríamos como con las penas máximas en el fútbol, debatiendo sobre sí ha habido suficiente contacto o no para pitarlas. O hay presión o no la hay; el resto es alharaca.
En el periodismo tienen cabida el análisis, la información y la opinión. También la prudencia, el rigor y la responsabilidad. Elementos de los que adolece la decisión de difundir un editorial en varios medios de comunicación a la par sin que exista justificación para ello, confundiendo la grandeza del periodismo con la servidumbre.
Lamento que varios medios de comunicación por intereses desconocidos para mí (aunque imaginables) traten de atizar el fuego en Cataluña para hacerle el caldo gordo al sistema político catalán y tratando de “estimular” a los catalanes para que se sientan agraviados en su dignidad (sic) respecto a un estatuto que a los catalanes como a la mayoría de los españoles les importa bien poco, como han demostrado todos en los respectivos referéndum realizados (incluido obviamente el de Cataluña), con participaciones mezquinas, con manifiesto desinterés y absoluto desconocimiento de lo que es un estatuto y para qué sirve, con una clara despreocupación sobre el asunto y sobre todo, hastiados de los políticos y sus componendas.
También lamento la irresponsabilidad de que se publique este editorial, de forma nada inocente, en la misma semana en que se jugaba un Barcelona-Real Madrid de fútbol, para mezclar una vez más churras con merinas y dar aliento y coartada a los violentos que acuden a los espectáculos deportivos a buscar bronca y no a disfrutar o padecer con su equipo. No ha pasado nada, salvo la exhibición habitual e inofensiva de pancartas, pero estoy seguro de que sí hubiera pasado algo, los promotores de ese editorial común estarían ahora rasgándose las vestiduras en editoriales y tribunas.
Me temo que una vez más ha primado la deformación frente a la información. Y eso, pueden creerme, aunque algunos lo piensen y a otros les interese que se piense, no es periodismo.



Nota.- Mi absoluta solidaridad con los 3 cooperantes catalanes presuntamente secuestrados en Mauritania y con sus familias y amigos.

martes, 1 de septiembre de 2009

Basura

Los humanos somos unos grandes generadores de basura. Hay animales que también generan residuos, pero ni de lejos alcanzan las cifras de detritus producidas por los humanos. Estos residuos son fácilmente reconocibles en nuestro entorno, no se salva ni la naturaleza ni la urbe. Y sin embargo, los más nocivos son los que asimilamos por oídos y ojos, propagados por la boca a través de la voz y cuyo origen supuestamente está en el cerebro.
Algunos de estos residuos no son aptos para paladares exigentes, mientras otros constituyen la dieta diaria de consumidores voraces, aunque a pesar de unos y otros la ingesta de inmundicia forma ya parte de nuestra rutina.
Podríamos establecer diferentes tipos o categorías de residuos, pero no vale la pena porque al final no cambia su condición de desecho. La basura es basura, con independencia de quien la arroja.
Basura es el anuncio indiscreto por parte de una ministra y fuera de plazo en el calendario, ¡estas cosas no se hacen en pleno mes de agosto!, de una subida de impuestos por parte del gobierno de la nación. Del mismo modo que es basura su presunta máscara de globo sonda o los matices posteriores de otros ministros e incluso del presidente del gobierno.
Basura es que el jefe de la oposición, incapaz de limpiar su propia basura en Valencia, Madrid y Baleares, permita el veto a las preguntas de los periodistas o la expulsión de éstos de una sala cuando comparecen los dirigentes de su partido o él mismo para esparcir la basura del gobierno y no dar cuentas de la propia. Porque también es basura acusar sin pruebas a diestro y siniestro y no asumir responsabilidades, recibir regalos y asegurar que se han pagado cuando eso no es cierto o confundir deliberadamente trajes con anchoas para camuflar bolsos de Vuitton.
Basura es el silencio y la servidumbre de medios de comunicación y periodistas ante el poder político, ante las ruedas de prensa sin preguntas, ante las grabaciones y declaraciones “enlatadas” y ante los mítines o actos públicos televisados.
Y basura por excelencia es lo que arrojan algunas televisiones, no me refiero a los vertederos abiertos al público en los telediarios, sino a esos programas instalados en la sobremesa y en el ¡prime time! de algunas cadenas; a los que se une un extenso catálogo de despojos durante el estío.
Y por supuesto, es basura que un medio de comunicación como El Mundo dedique tiempo, talento y esfuerzo de sus profesionales y espacio en sus páginas a criticar la telebasura, para acabar “fichando” al residuo del tomate, muñequito diabólico con pretensiones de convertirse en monarca de los desperdicios, y rendir una columna a sus pies.
Demasiada basura y pocos o ningún basurero para recogerla.

miércoles, 24 de junio de 2009

Sin preguntas

Una vida sin preguntas implica una vida sin respuestas. Es fácil imaginar en numerosas situaciones cotidianas la necesidad de preguntar y obtener una respuesta. Qué decir cuando la pregunta es un instrumento básico para realizar un trabajo y se niega el uso de la misma.
Esto es algo que está sucediendo cada vez con más frecuencia en España. La comparecencia ante los medios de comunicación sin permitir preguntas al compareciente. Una moda peligrosa que escamotea al periodista el ejercicio de su profesión, la posibilidad de conocer más y sobre todo de contar más, no sólo lo que el compareciente quiere contar. A la vez se vulnera el derecho a saber más del resto de la sociedad.
Hasta la fecha sólo he visto denuncias tibias sobre el particular. Alguna recomendación de alguna asociación de periodistas y poco más. Y me sorprende. Me sorprende y me inquieta que los periodistas, individual y colectivamente, no se rebelen ante una especie de censura que afecta al buen ejercicio de la profesión; que los medios de comunicación actúen como meros altavoces de estos comparecientes, menospreciando el trabajo y el criterio de sus periodistas, y que la sociedad asista impertérrita a este ejercicio de medias lenguas y acepte el consumo de un mal producto.
Es como si compráramos un coche sin motor, un libro sin páginas, un disco que no suena o una barra de pan sin miga. Si lo hacemos una vez, hay excusa, vimos el exterior y cómo íbamos a pensar lo que nos encontraríamos, o mejor dicho lo que no encontraríamos, dentro. Si lo hacemos más veces, es preocupante; la reincidencia supone estupidez o conformismo. O las dos cosas.
Y si a nadie le gusta que le llamen estúpido o conformista, menos le debería gustar serlo.

lunes, 2 de marzo de 2009

Espejos cóncavos y convexos

Iba a escribir sobre periodismo y literatura. Leí algo en Babelia de Andrés Trapiello sobre el periodista Manuel Chaves González y me iba a lanzar sobre el folio blanco. Sólo que no encontré el momento. Cambié de tema, y todo por que me indigné. Una indignación monumental.
Estaba siguiendo la información sobre las elecciones vascas y gallegas. Y lo hacía a través de las cinco cadenas estatales (la 1, Antena 3, Cuatro, Tele5 y la Sexta). Comencé a seguir la información antes del cierre de los colegios electorales, después, los sondeos y a continuación, los primeros resultados con votos escrutados.
En la 1 y en Cuatro, previa y posteriormente a la información, hubo una parte de análisis y opinión. En las tres restantes, en teoría, sólo información.
En las elecciones gallegas, tanto los sondeos como el escrutinio, coincidían en el triunfo del PP y en la obtención de mayoría absoluta para gobernar. Mientras que en el País Vasco, aunque era inapelable el triunfo del PNV, no era tan evidente qué partidos iban a sumar el número de escaños suficientes para lograr la mayoría absoluta y por tanto, para gobernar.
Y en éstas me hallaba, de cadena en cadena como en el juego de la oca, cuando puse Antena 3. Tras la información deportiva, la conductora del informativo del fin de semana, presupongo que periodista, vuelve a la noticia del día, las mentadas elecciones en Galicia y Euskadi. Anuncia, me parece que gustosa, el triunfo del PP en Galicia, mayoría absoluta para el candidato Feijóo. Y en el País Vasco, sin rubor y sin pudor, afirma que Ibarretxe gobernará de nuevo los próximos 4 años.
Y aquí me encendí. Me hirvió la sangre. En esos momentos, con alrededor del 70 por ciento de los votos escrutados, el PNV tenía 30 escaños, el PSE, 25 y el PP, 13. Estos datos se veían nítidamente en pantalla, con una anotación complementaria: mayoría absoluta = 38 escaños; es decir, la suma de los escaños del PSE y del PP en ese instante.
Con 3.000 periodistas en la calle en 2008 y la previsión de que en 2009 entre 3.000 y 4.000 correrán la misma suerte, no deberíamos aguantar esta zafiedad. ¿Qué tipo de periodismo es éste?
Entiendo que los medios de comunicación, incluidas las cadenas de televisión, tienen un sesgo ideológico. Entiendo que ese sesgo se refleje en sus informativos. Pero no entiendo cómo esta presunta periodista puede presentar la ¿información? de forma tan burda, exhibiendo tan mal gusto y peor estilo.
Y no. No es directriz de la cadena, es cosecha propia, porque al dar paso a la conexión con el periodista de Euskadi, de la misma cadena televisiva, éste destacaba también el triunfo del PNV, pero incidía en LA NOTICIA de ese momento, los escaños del PSE y PP sumaban mayoría absoluta.
El resultado de unas elecciones no admite dudas desde la aritmética. En una cámara de representantes hay X escaños y para lograr la mayoría absoluta se necesitan al menos X +1. Si un partido por si mismo no alcanza esa cifra, deberá sumar a sus escaños los necesarios para lograrla. Una obviedad, menos para esta periodista.
Desde el punto de vista político, salvo catástrofe, no se pierden las elecciones y se opta por un amplio abanico de recursos para justificar la bonanza de los resultados. Tales como el porcentaje de votos, el número de votos, la subida, el mantenimiento o la bajada imperceptible pese a…
Estos y otros factores como la participación, los resultados electorales anteriores, los candidatos, la situación nacional e internacional…, nutren los análisis postelectorales y las hipótesis, en ocasiones indemostrables, de cómo habrían variado estos resultados si los candidatos o sus formaciones políticas hubieran hecho esto o aquello.
A mi juicio, un análisis necesita de cierto distanciamiento temporal respecto a los hechos analizados. Si hablamos hoy de las elecciones gallegas es fácil destacar el triunfo del PP con un cartel de perfil moderado sustentado en las ‘redes’ de los viejos caciques territoriales (como bien saben Rajoy y Feijóo, los prohombres herederos de las ollas podridas pasan minuta por los votos prestados). Del mismo modo, es fácil achacar el fracaso de Touriño, Pepiño Blanco y el PSdeG al dislate económico del primero en el capítulo de gastos en bienes tangibles, visibles, y en tiempos de crisis, comparativamente sangrantes. Pese a comparaciones con los también excesivos gastos en los mismos bienes (coche oficial, mobiliario para el despacho) de otros políticos rivales, como Gallardón en la Alcaldía de Madrid.
Si nos centramos en las vascas, un escaño en el aire no varía lo fundamental, el triunfo de los partidos no nacionalistas vascos y la consolidación parlamentaria de una fuerza independentista, Aralar, que entre la palabra y la bomba o el tiro en la nuca elige la palabra, pero altera cualquier análisis. No es lo mismo para el PSOE alimentar al partido de Rosa Díez, la única no candidata que compareció ante los medios en vez de su candidato real a lehendakari, para restar apoyos al PP, que el partido de la exconsejera socialista de Turismo, en un gobierno de coalición con el PNV, tenga la llave para gobernar Euskadi los próximos 4 años. Es bien sabido que en política los oportunistas mezclan populismo y totalitarismo, obvian la aritmética y son proclives a confundir 1 con 38.
Hay tiempo para el análisis y para la información. El domingo por la noche buscaba información y encontré deformación por una mala praxis periodística.
En el callejón del gato de Valle-Inclán, un gallego de Vilanova da Arousa que paseaba con bufanda por Madrid, hay espejos cóncavos y convexos que deforman la imagen de los que se reflejan en ellos.
Ignoraba hasta ayer que a través de una periodista cóncava y convexa el esperpento y la deformación se habían asentado en el noticiero del fin de semana de Antena 3.