domingo, 29 de diciembre de 2013

G.C. que estás en los cielos

La muerte de Germán Coppini nos ha cogido a la mayoría con el pie cambiado. Como cualquier noticia inesperada. Pensaba que era de la quinta de Santiago Auserón y ahora descubro que era apenas 4 años mayor que yo.
Eran tiempos de sexo, drogas y rock and pop. Una época donde primaban las ganas de divertirse, donde se abrió un espacio a la transgresión y donde confluyeron gentes de diferentes talentos y una apreciable capacidad creativa en disciplinas varias, aunque era la música y las bandas las que actuaban como canalizadores.
Se etiquetó cuando ya comenzaba a mutar con la denominación de La movida y el paso del tiempo y los desmesurados manoseos la han desvirtuado hasta convertirla hoy incluso en la excusa para crear una especie de tour nocturna por los lugares que acogían conciertos y exposiciones y eran frecuentados por los protagonistas directos e indirectos; entonces lugares casi malditos y hoy medio conventos.
Claro que había templos. Rock Ola, como catedral, y luego iglesias y capillas como Caminos, el Teatro Martín, El Salero, El Garaje Hermético, La Vía Láctea, El Pentagrama, El Kwai o La Bovia. Y otros que vinieron más tarde para disfrute de los feligreses.
El centro era Madrid, pero acogió a bandas de distintas procedencias, Los Ilegales, de Gijón; Loquillo y los Trogloditas, de Barna; Derribos Arias, de Euskadi. Y desde Galicia llegó Coppini con Siniestro Total, el punk gamberro que tanto nos hizo menear el bullarengue.
Lo que vino después es conocido, Coppini abandonó Siniestro para formar Golpes Bajos; del punk gamberro pasó a un pop elegante con letras menos frescas pero más profundas. Por eso recibió el bautismo de la traición.
Demasiado epíteto para un tipo que simplemente quiso probar otras veredas en la música y que si existiera derecho para recriminarle, por cuestión de gustos, se le podrían pedir cuentas por aquel disco infumable que editó con Nacho Cano. Poco más.
Nunca entendí la animadversión a Coppini. Aun gustándome más en aquella época Siniestro Total, reconozco que Golpes Bajos era un grupo magnífico y que ambos son parte de un legado que nos deleitó, y lo sigue haciendo, a muchos.
No creo que se pueda, ni deba hablarse de traición; pero si existe alguien merecedor de ese calificativo, hay otros con más papeletas, como, con permiso de Fernando Márquez “El Zurdo”, la ‘Petarda del bótox’. E incluso en este caso me parecería excesivo para alguien que a fin de cuentas ha suplido la falta de talento con la largueza de morro.
Éramos jóvenes y teníamos ganas de diversión. Unos eran los actores principales y el resto los secundarios; pero sin unos y otros aquello no hubiera sido posible. Hoy muchos de aquellos sitios ya no existen y los que perviven, no tienen mucho que ver con lo que fueron. Tampoco nosotros.
Cuando voy al Foro frecuento alguno de ellos. Como si quisiera o pudiera atraparlos 30 años más tarde. Quizás intentando revivir lo que ya no existe más allá de unos discos, unas viejas grabaciones y fotografías y los recodos de la memoria.
De vez en cuando ocurre algo que nos devuelve por un instante a aquellos años. Como ahora la muerte de Coppini o en su día la de Enrique Sierra. Y nos hace pensar que eso del cielo siempre quedó lejos para adoradores de la noche con chupa de cuero, pero que no habrá cielo real o ficticio igual a aquel. Y que no es momento para morir, pero puedes morir en cualquier momento.

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