Frente
a los tiempos de alegría que jaleaba El Cigala, ahora corren tiempos de rabia.
En algunos casos, contenida; en otros, mal disimulada, y en los menos, pese a
las apariencias, a flor de piel.
Hay quien manifiesta esa rabia a gritos y también quien lo hace a golpes. Y hay quien recurre a la palabra, construyendo poemas para dar forma a aquella arma de futuro preconizada por el poeta.
Rakel Rodríguez opta por gritar y golpear recurriendo a la palabra. Construye una rabiosa poesía y una poesía de la rabia, la que le genera la realidad más cercana, pero también aquella distante por los kilómetros pero próxima por la conciencia. Y como el maestro Manuel Lombardo, lejos de esconder esa ira, que nace dentro fruto de lo externo, le da forma y la conduce por las líneas paralelas de las estrofas, para que no nos perdamos en los erróneos paralelismos de los lerdos.
Groenlandia, revista y editorial, ha apostado por Rakel y su rabia en versos y le ha editado ese poemario, Rabia, que navega por la Red para las cabezas inquietas y enrabietadas. También para el resto.
Hay quien manifiesta esa rabia a gritos y también quien lo hace a golpes. Y hay quien recurre a la palabra, construyendo poemas para dar forma a aquella arma de futuro preconizada por el poeta.
Rakel Rodríguez opta por gritar y golpear recurriendo a la palabra. Construye una rabiosa poesía y una poesía de la rabia, la que le genera la realidad más cercana, pero también aquella distante por los kilómetros pero próxima por la conciencia. Y como el maestro Manuel Lombardo, lejos de esconder esa ira, que nace dentro fruto de lo externo, le da forma y la conduce por las líneas paralelas de las estrofas, para que no nos perdamos en los erróneos paralelismos de los lerdos.
Groenlandia, revista y editorial, ha apostado por Rakel y su rabia en versos y le ha editado ese poemario, Rabia, que navega por la Red para las cabezas inquietas y enrabietadas. También para el resto.
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