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miércoles, 19 de marzo de 2014

La Rabia de Rakel


Frente a los tiempos de alegría que jaleaba El Cigala, ahora corren tiempos de rabia. En algunos casos, contenida; en otros, mal disimulada, y en los menos, pese a las apariencias, a flor de piel.
Hay quien manifiesta esa rabia a gritos y también quien lo hace a golpes. Y hay quien recurre a la palabra, construyendo poemas para dar forma a aquella arma de futuro preconizada por el poeta.
Rakel Rodríguez opta por gritar y golpear recurriendo a la palabra. Construye una rabiosa poesía y una poesía de la rabia, la que le genera la realidad más cercana, pero también aquella distante por los kilómetros pero próxima por la conciencia. Y como el maestro Manuel Lombardo, lejos de esconder esa ira, que nace dentro fruto de lo externo, le da forma y la conduce por las líneas paralelas de las estrofas, para que no nos perdamos en los erróneos paralelismos de los lerdos.
Groenlandia, revista y editorial, ha apostado por Rakel y su rabia en versos y le ha editado ese poemario, Rabia, que navega por la Red para las cabezas inquietas y enrabietadas. También para el resto.

viernes, 7 de enero de 2011

Agoreros

Los agoreros de la caverna siguen empeñados en pintar de negro el porvenir. Dedican el hoy a negarnos un mañana. Y ni siquiera la llegada de un nuevo año o el final de uno difícil de olvidar les permiten abrir las ventanas para al menos decolorar sus negros presagios.
No hay tregua. Rechazan la existencia del ave fénix, a la par que por si acaso pisotean las cenizas, mientras engalanan a buitres y cuervos con las plumas del águila real y jalean al mirlo blanco como poseedor de la solución universal a nuestros problemas.
Ni ellos mismos se lo creen, salvo los extraviados sin remedio. Y aún conscientes de que se les acaba el tiempo, persisten en su negra letanía de lo venidero como método infalible para llenar las arcas y emular el sueño del poder.
Presumen de notarios de la realidad, pero no pueden esconder o disimular su semejanza con la pitonisa de barraca de feria, ni ese aire de adictos a la guija. Y sin embargo, suman adeptos que esparcen la semilla del Apocalipsis como papagayos.
Maestros de todo, elaboran en la rebotica de la razón la fórmula magistral para librarnos de la ‘maldad’ con nombres y apellidos, pero tienen la precaución de no ingerirla porque saben que están los primeros en la lista del desalojo.
Vociferan. Con la esperanza de que confundamos sus gritos con la melodía, porque inútiles para cantar el futuro, graznan para ensombrecerlo. Enemigos declarados de la pausa y prófugos del silencio. Si al menos se mordieran la lengua.