miércoles, 21 de octubre de 2015

Parques de piedra

¿Qué quieren que les diga?¿Qué me gusta? Pues, no. No me gusta como han dejado el Parque de la Alameda. Por no gustarme, no me gusta ni el nombre, prefiero la Alameda, a secas, o la Alameda de Capuchinos. 
Ya sé que es una cuestión subjetiva. Como casi todo en la vida. Ya sé eso de que sobre gustos, colores, y demás. Pero no es solo una cuestión estética. También hay aspectos culturales y sociales. 
Se han gastado más de dos millones de euros de nuestro dinero, el mío y el de ustedes. Que no estaría mal que de una vez asumamos todos qué es el dinero público y de dónde procede. Y sobre todo en qué y cómo se gasta. Ya saben, esa transparencia, ejemplo de opacidad. 
Verán, modelos de jardines hay a patadas. Franceses, ingleses, italianos, japones y hasta los colgantes de Babilonia. La Alameda cuenta con un trazado propio, rectangular, y una marcada influencia francesa. Nada que no se pueda adaptar y mejorar en estos tiempos. 
Un espacio singular como éste, incluido en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, merecía como mínimo un trato en consonancia. Es decir, un concurso de ideas para la reforma, una exposición pública de los proyectos y la participación de los ciudadanos, que a fin de cuenta somos los usuarios del parque. Y claro, cumplir con las normas. 
Hemos tenido una demora injustificada en el plazo previsto de las obras porque el ayuntamiento no pagaba y las empresas paraban las máquinas. Y recuerdo que los alumnos del colegio “Jesús-María” corrían riesgo de accidente a diario, mientras se daba trato de favor para acceder a la plaza de toros y se anunciaba cada semana el reinicio de las obras. 
Y hemos obtenido un parque de piedra, con un mirador que parece un mausoleo, sin una sombra, y cuyas vistas son una mole de hormigón; un futuro aparcamiento al que no se adivina entrada y salida y que promete otra frustración colectiva y ser un recurrente tema de debate. 
Con las primeras lluvias, apenas una semana después de su reapertura, ya se aprecian los primeros desperfectos en el Parque de la Alameda. Y eso es un problema de gestión, de mala gestión que nadie asumirá. 
Además y para nuestra desgracia tenemos ejemplos contra el optimismo, como el Parque del Bulevar, un acierto del arquitecto José Antonio Toribio, que hoy es un espacio deteriorado y abandonado, y el ya desaparecido “Felipe Arche”, otro parque de piedra. 
Lo que cuesta pasear en Jaén.

Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 21 de octubre de 2015.

 

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