sábado, 24 de junio de 2017

Escuela de calor

Dice mi hijo de 11 años que “seguro que la delegada de Educación tiene aire acondicionado en su despacho”.
Claro. Igual que lo tiene su homólogo en la comunidad de Madrid. Ese lumbreras que receta abanicos de papel de fabricación artesanal y mano de obra colegial para combatir temperaturas de 40 grados durante las horas lectivas. 
Ya, ya sé que climatizar los centros escolares cuesta un dineral. Pero algo habrá que hacer. Y sobre todo, algo se podía haber hecho al construir los centros, orientación, materiales… 
A mis peques les han informado, a tres días del final del curso, de que a partir de las doce, si tienen calor, pueden marcharse a casa. A grandes males, grandes remedios. Es una opción, pero no es la solución. 
A lo mejor hay que replantearse el calendario escolar y evitar clases y exámenes en estas fechas, cuando el sol, pese al dicho, se aleja de la justicia, salvo para convertirse en condena. 
Es fácil comprobar que en el último trimestre baja el rendimiento escolar y que los exámenes de fin de curso son menos brillantes que los de anteriores evaluaciones. ¿No todo es culpa del calor? Por supuesto. Pero 35 grados a la sombra tampoco ayudan. 
Ahora que en Jaén algunos han descubierto su vocación reivindicativa, igual es el momento de solicitar inversiones para los centros escolares de la capital; para que por ejemplo no se repita lo de este invierno con la calefacción del colegio de San Andrés o para que los centros no parezcan cocederos. 
Porque desde luego a quienes llevan peleándolo muchos años, incluso en los tiempos difíciles y sin buscar proyecciones personales o comerciales, no les han hecho demasiado caso. Será por aquello de que contra el vicio de pedir está la virtud de no dar. 
Un político de esa misma vieja escuela de los tiempos difíciles me lo decía la otra tarde ¿y quién paga? La Junta no tiene dinero y el Ayuntamiento, menos. De competencias no hablamos. De voluntades, tampoco, para qué. 
Hay quien cree que Jaén merece una cruz. A fin de cuentas hay muchos dispuestos a cualquier cosa por alcanzar la cresta de la ola, aunque sea de calor. 
A mí me gustan más las olas del mar, con una rubia con espuma y los Beach Boys de fondo. Será porque entre los olivos no se puede surfear.

Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 22 de junio de 2017.

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