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sábado, 22 de julio de 2017

Para pensantes

Si alguien me preguntara para qué sirve un libro la primera respuesta sería que para leer. Una obviedad, dirán. Pero qué es leer en realidad; no lo duden, mucho más que reconocer las letras engarzadas en palabras, descifrar las palabras enhebradas en frases y comprender el significado de las frases sosteniendo versos o construyendo relatos. Leer es también compartir, soñar, viajar, disfrutar, vivir... 
Si alguien me preguntara qué es “Parapensares” le diría que es un libro para leer. Y también un libro para pensar y para reír. 
Es la última criatura de mi amigo Miguel Agudo. Poeta y ahora ‘parapensador’. La ha editado “La Isla de Siltolá” en su colección “Aforismos”. No tiene que ver con sus otras criaturas editadas por la misma editorial, “Amorexia” y “CUANDO HERODES LA TIERRA”, su ‘pequeño arlequín’ de portada inspirada en la primera edición de “Greguerías”, de Don Ramón Goméz de la Serna; aunque quizás existiera algo de premonición en esa inspiración ramoniana, porque el propio autor reconoce que sus ‘parapensares” son aforismos a modo de greguerías. 
Son puro entretenimiento, pero como ya he advertido no buscan solo la risa fácil, son además una invitación para despertar a la mente, una provocación para ver si duerme y es por tanto un caso perdido o por el contrario, comprobar que está viva y acepta el juego. 
Porque también se trata de eso, de enredarse en los pensamientos, en los guiños y en los giros de las palabras y recorrer el camino que propone su creador para llegar a un destino diferente al que señala el punto de partida. Esa senda que solo puede trazarse con talento y con un profundo sentido del humor. 
Para pensar, para reír y sobre todo, para leer.

martes, 24 de mayo de 2016

El 'pequeño arlequín'

Lo bueno de tener amigos poetas es que te abren las puertas de sus libros y te invitan a entrar. Te dejan que recorras las páginas y que invadas sus poemas sin ni siquiera esperar un gesto de aprobación, pero sin duda satisfechos por la mirada cómplice que no necesita adornarse con palabras. 
Los poetas tienden puentes de estrofas y de versos para comunicar esas islas que somos todos, porque todos en alguna ocasión nos hemos sentido como la tierra solitaria y abandonada, incluso perdida, rodeada por el océano. 
Miguel Agudo, poeta, me ha regalado uno de esos puentes. Un ‘pequeño arlequín’ para el ‘disfrute’ que proviene de una isla que no existe, un islote de poesía llamado Siltolá. O tal vez sí exista, porque las islas no solo se encuentran en océanos y mares, también las hay en los mapas de la imaginación y como no, está la propia Siltolá que estos libros de poesía han convertido más que en isla en un archipiélago de letras, al que se llega por caminos de tierra y agua y a través de puentes siempre expuestos a desvanecerse y ser engullidos por el pensamiento. 
“CUANDO HERODES LA TIERRA” es el primer poemario publicado por Miguel Agudo, galardonado con un “Accésit del primer ‘Premio Fundación ECOEM de Poesía’, que descubrió la luz un 23 de abril de 2009, “con cubierta inspirada en la primera edición de las ‘Greguerías’ de Ramón Gómez de la Serna”. 
No es este ‘pequeño arlequín’ un puente nuevo y por tanto desconocido para mí, porque ya tuve la ocasión de recorrer el camino en “Amorexia”, otro poemario de Miguel, publicado también por La Isla de Siltolá, en su colección TIERRA, en 2014. 
Y además pude adentrarme en sus “Imágenes en cursiva” de su “Pliego de la Visión”, publicado en julio de 2015 por Grafi-Grau. Un puente de poesía visual que inevitablemente conduce a la sonrisa, que de alguna manera debe ser un preámbulo a la isla de la felicidad; esa tierra que solo se habita un instante pero cuyo recuerdo llevamos siempre con nosotros. 
Me detengo en el último poema de “CUANDO HERODES LA TIERRA”, ‘Qué heredaremos’, dedicado a la poeta polaca Wislawa Szymborska, y en su último verso “… todo menos la tierra”. 
Prosigamos pues tendiendo puentes.