martes, 17 de octubre de 2017

El bando de las banderas

Tenemos un alcalde por accidente. Los ciudadanos ni le votamos ni le elegimos. En eso se parece al Rey de España. En eso y en haber desperdiciado la oportunidad que les brindaba la actualidad para desempeñar el papel de garantes de la convivencia. El Rey, probablemente porque no pudo o no le dejaron; el alcalde, probablemente porque no ha querido. 
Márquez ha optado por echar gasolina al fuego y ha emitido un bando propio de aquella España rancia que hoy reviven con indisimulado fervor algunos, incluso otros que durante años han esgrimido condición de demócratas y ahora se despojan de la máscara. 
Anima el alcalde a los jiennenses “a que engalanen sus balcones y ventanas con la bandera de España, como símbolo de la unidad que a todos nos representa, y que señala como nación soberana, democrática, plural e indivisible” (leer entonando con el estilo del NO-DO); a sabiendas de que por desgracia hoy la bandera no es símbolo de unidad, más bien lo contrario, porque los radicales se apoderaron de ella renunciando a esa unidad y prostituyéndola para convertirla en seña de identidad de ese pasado de ‘una, grande y libre’. Los demócratas no hemos sido capaces de revertir ese uso y el huevo de la serpiente sigue anidando en lo más profundo de una parte de esta sociedad, como de sobra saben el alcalde y sus acólitos. 
Afirma el ubetense Antonio Muñoz Molina que hay que “defender la cordura” y eso no se logra “esgrimiendo banderas en apariencia hostiles entre sí pero idénticas en su utilidad como armas arrojadizas”. 
Eso debería ser evidente hasta para el alcalde. ¿Qué le gustan las banderas?, pues coja la de la esperanza, la de la convivencia, la de un proyecto de ciudad..., la del futuro. Pero no, elige otra y esa no es una elección casual ni inocente, opta por ella de manera intencionada para ponerla una vez más al servicio de unos intereses determinados, que curiosamente siempre se inclinan hacia el mismo lado. 
Añade Muñoz Molina que “estamos a merced de la estupidez, del fanatismo, de la ceguera, del desbordamiento del odio, de las consecuencias imprevisibles y casi siempre desastrosas de la frivolidad”. 
Quería banderas en las calles. Ahí las tiene, señor alcalde; vaya a la plaza de las Palmeras y las verá portadas por neonazis. Los animadores de la Fiesta Nacional. Profetas de la unidad y apóstoles de la paz.

Mi artículo para SER Jaén, "La Colmena", del 12 de octubre de 2017.

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