jueves, 12 de octubre de 2017

La independencia

Los catalanes no nos odian. Ni nosotros odiamos a los catalanes. Lo que ocurre es que entre medias están los gobernantes, los malos gobernantes, y los cafres, que son pocos en relación al resto pero hacen mucho ruido.
Y ahí siempre hay sitio para los oportunistas. Pero no se asusten, eso se cura leyendo, viajando y utilizando la cabeza para pensar en lugar de para embestir. Y por supuesto, anteponiendo lo que nos une a lo que nos separa. 
Decía el humorista Gila que “el patriotismo es un invento de las clases poderosas” (“para que las clases económicamente inferiores defiendan los intereses de los poderosos para mantener su riqueza y, al mismo tiempo, convencer a la gente normal para que defienda los privilegios de los poderosos”) y el cineasta Oliver Stone que "nacionalismo y patriotismo son dos de las fuerzas más maléficas que hemos conocido en este siglo" (“causando más muertes y guerras y destruyendo al espíritu y muchas vidas humanas de manera más masiva que cualquier otra cosa”). 
A nosotros se nos han juntado el hambre con las ganas de comer, el nacionalismo centrífugo y el centrípeto y los patriotas de boquilla y pecho lata. Y algunos asistimos perplejos a esta guerra de banderas y de falta de valores. El relato, simplificando, ya lo conocen, se incumple la ley para montar un referéndum y la respuesta es el envío innecesario de las fuerzas de seguridad del Estado para ponerlas a los pies de los caballos. Los golpes reales y metafóricos sustituyen a las palabras y el resultado es la fractura social y el resurgir de un fascismo larvado. 
No espero que Rajoy, Puigdemont y Junqueras viren el rumbo o dimitan. En realidad no les importan España ni Cataluña, la situación que han creado les viene bien para sus intereses electorales y que no se hable de su pésima gestión y de la corrupción en sus partidos. 
Lo que cuesta entender es la falta de reflejos de partidos como el PSOE y en particular, su comportamiento en el Parlamento andaluz, votando junto al PP y Ciudadanos una moción de respaldo a Rajoy que los socialistas habían rechazado en el Congreso de los Diputados. 
Desde que fracasó en las primarias de su partido, Susana Díaz es un cadáver político de Despeñaperros para arriba. Ni está, ni la esperan, ni ya se habla de ella. 
La independencia es algo absurdo cuando se apuesta por Europa y su reconstrucción tras la crisis provocada por el “brexit” y desde la convicción de que España y Cataluña tienen encaje en un Estado federal. 
Pero en otro ámbito y desde una perspectiva provincial es defendible; alguien debería plantearse en el PSOE de Jaén la vuelta a los orígenes frente a Díaz e independizarse para no ser arrastrado en la caída. 
Recuerdan aquello de Borrell de matar al padre…

Artículo emitido en SER Úbeda, el 11 de septiembre de 2017.

No hay comentarios:

Publicar un comentario