Su soporte no será el papel. Son de otra generación, marcada por lo electrónico, por las nuevas tecnologías. Pero con 6 años me pide el periódico y eso me hace pensar que hay esperanza.
Desconocerá
lo que es el olor y la mancha en los dedos de la tinta fresca de un periódico
al salir de la rotativa. Tan sólo será un recuerdo de su padre que hará suyo
por eso de haberlo escuchado seguramente en más de una ocasión de aquí a que
sea mayor. Y le costará entender el proceso de elaboración de un periódico a
costa de pasar horas y horas en una redacción, porque en su época ese proceso
pasará en muy poco tiempo de la “mesa” del redactor a la pantalla de un
dispositivo móvil. Una inmediatez en la distribución que no deberá acompañarse
de la precipitación en la elaboración.
Ignoro
si en ese momento quedará algún diario en papel, como elemento diferenciador
del resto de periódicos o como última aventura para románticos y nostálgicos.
Pero imagino que no, que se habrá impuesto la electrónica y los árboles habrán
ganado una inesperada batalla.
Pero
hoy, verlo con un diario de papel en las manos me lleva a pensar que hay
futuro para el periodismo, porque mientras existan lectores, existirán periódicos y mientras haya
periódicos, se necesitarán periodistas que garanticen la calidad de sus contenidos.
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