Nos merecemos
políticos que no nos mientan. Y sin embargo, seguimos votando a aquellos
políticos que nos mienten. Aceptamos la mentira como parte del discurso
político y como un elemento propio del ejercicio de la política. La conjugación
perfecta entre el poder de la mentira y las mentiras del poder político.
Damos por buena
aquella frase pronunciada por el profesor y ex alcalde de Madrid, Enrique
Tierno Galván, de que “los programas electorales se hacen para no ser
cumplidos”. Una aseveración muy criticada en su día y que incluso fue
calificada por algunos de cínica, que los años han demostrado como un análisis
certero de la realidad política española y que no hace más que constatar la
capacidad de reflexión del viejo profesor y su visión de aquel presente y del
posterior futuro. Y por supuesto, su ironía, que algunos confundieron y siguen
confundiendo con el cinismo.
Y a tal extremo
hemos llegado en esa aceptación que incluso admitimos programas electorales, no
ya que no se vayan a cumplir, sino que ni siquiera existen como tales y luego,
cuando se alcanza el gobierno se hace y deshace sin reparos y se justifica
cualquier actuación con un manido “estaba en nuestro programa electoral”,
confiados en que siempre habrá quien admita ver burros volando.
El catálogo de
la mentira política es generoso en amplitud y variedad. Y como es evidente
abarca tanto el ámbito doméstico como el mundial. Sin duda en este último y en
la memoria colectiva se sitúan las palabras de Bush padre sobre la subida de
impuestos: “Yo soy el que no subirá los impuestos. Mi oponente dice que los
subirá como último recurso, o como tercer recurso. Pero cuando un político
habla así, sabes que es un recurso que estudiará. Mi oponente no descartará
subir los impuestos. Pero yo lo haré. Y el Congreso me empujará a subir los
impuestos y yo diré que no. Y me empujará de nuevo, y todo lo que les puedo
decir es “Lean mis labios: Impuestos nuevos no.” (“Read my lips: No new taxes”),
pronunciadas en el Discurso de aceptación de la candidatura a la presidencia
por el Partido Republicano el 18 de agosto de 1988. Mentira
que se encargaría el mismo de descubrir siendo ya presidente de Estados Unidos.
El actual
presidente de España, Mariano Rajoy, se ha mostrado como alumno aventajado de
Bush padre y no ha dudado en emular sus pasos; afirmando que no subiría los impuestos,
para una vez elegido presidente desvelar también su mentira
y subirlos.
Pero si hubiera
que destacar dos temas en la historia reciente sobre los que se ha mentido
desde la esfera política sin importar las consecuencias y la voluntad
ciudadana, dejando a un lado los lamentables casos protagonizados también (¡qué
curioso!) por presidentes estadounidenses como son las mentiras de Nixon sobre
el Watergate y las de Clinton en el ‘caso Lewinsky’, serían la guerra de Irak y
los atentados del 11-M en Madrid.
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