lunes, 21 de noviembre de 2016

Persecución


Siempre pregunto que porqué correr si nadie te persigue. La realidad es que sé de lo inútil de correr porque hay cosas de las que no se puede escapar. Todos en mayor o menor medida estamos sumidos en una persecución. A mí me persigue una canción: “En cualquier fiesta”, de La Mode. 
Decían que fue premonitoria de lo que pasaría con aquello denominado “Movida madrileña”. No lo sé. A mí siempre me pareció una canción de despedida, un adiós irrevocable. 
Pero siempre vuelve. Puede que porque en el fondo no se acaba de ir, no termina de sonar y está en bucle en algún lugar de mi existencia. Quizás tenga que ver con aquella ‘Persistencia del tiempo’ que plasmara en lienzo el genio Salvador Dalí. Quizás sea ese tiempo perdido sin ser gastado, en letra de Fernando Márquez “El Zurdo”. Quizás sea la derrota sin memoria. O solo la búsqueda sin acierto de respuestas a demasiadas preguntas, de aquel otro tiempo perdido ‘proustiano’ o de aquel destinado a llegar. 
Quizás solo quede la certeza de las cicatrices como mapa contra el olvido en una tierra partida. Y en uno de sus pliegues se oculte una oportunidad para aquellos a los que se les negó una y otra vez el giro de los pies en la pista de baile. 
Recuerdo que en mi casa contaban que cuando era pequeño daba vueltas sin parar cuando oía la música. Como un derviche girando sobre sí mismo con los brazos por encima de la cabeza en busca del éxtasis.
A lo mejor la vida es un baile inconcluso a la espera de una noche cualquiera y una fiesta. Aunque es probable que nunca te inviten a la fiesta y también que si lo hacen no seas más que el convidado de piedra. O el maniquí. Ahí reside el engaño.

¨Las fiestas se dan sobre todo para aquellos a quienes no se invita”, Etienne de Beaumont.

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