miércoles, 1 de junio de 2016

La invasión de los veladores

Es una invasión en apariencia silenciosa. Estábamos tan pendientes de la amenaza amarilla, ya saben aquello de ‘cuando China despierte’, que apenas hemos opuesto resistencia a esta invasión real de la ciudad. 
No me malinterpreten, no tengo nada contra las terrazas, los denominados veladores de hostelería. Al contrario, me gustan. Son un agradable sitio de encuentro para tomar una rubia con espuma o un café, leer el periódico o conversar con amigos, familiares y conocidos. 
Pero, ¡ay, los peros! Visto lo visto, la normativa municipal que regula su instalación desde 2012 debe revisarse (con especial atención a sus artículos 11 y 12), porque las terrazas se han reproducido como setas, entre otras razones por la Ley antitabaco, y da la sensación de que se da prioridad a la recaudación en detrimento del uso del espacio público. 
Porque se trata de eso, de evitar que en cualquier esquina, en cualquier plaza o calle se instale una terraza invadiendo el espacio público, impidiendo la circulación de los peatones y convirtiendo la de camarero en una profesión más estresante que la de conductor de ambulancia. Y por supuesto, insuficientemente pagada, a juzgar por los equilibrios que deben hacer para llegar a buen puerto con la bandeja. 
Igual que los peatones, que por determinadas zonas de la ciudad deben ir en fila india y ojo avizor para no chocar con los camareros que atienden las terrazas. 
Según la ordenanza municipal un metro y medio de ancho es espacio suficiente para que convivan transeúntes y camareros. Pero la realidad es que unos y otros tienen que tener más reflejos que un piloto de Fórmula 1 para evitar la colisión. 
No se trata de ir con el metro en mano midiendo para ver quién cumple o incumple la normativa por unos centímetros más o menos. Es un tema, como tantos otros en esta ciudad, de sentido común. Si ya sé, el menos común de los sentidos, pero debía valer para revisar la ordenanza y contemplar otros aspectos, más allá del de hacer caja, antes de conceder la licencia. 
Hay espacios de la vía pública en los que es evidente que no puede ni debe instalarse un velador, ni nada que impida el paso a las personas. 
Y por si fuera poco, la normativa municipal en su artículo 29 permite también el almacenamiento de mesas y sillas en esa vía pública, cuando lo lógico es que se realizase en el interior de los establecimientos. 
Puede decirme alguien cuántos kioscos, cuántos veladores hay en los parques del Bulevar, el Seminario o la Alameda. 
Pues eso.
Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 1 de junio de 2016.

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