En
los premios convive el reconocimiento con la discriminación; porque el hecho de
premiar a uno implica no hacerlo con el resto, de manera que los no
galardonados, aunque habitualmente suelen afirmar sentirse premiados con la
nominación, es probable que lo que realmente sientan es frustración.
Tampoco
es fácil ser jurado, por la dificultad de elegir y por la capacidad de no
sucumbir a presiones para decidir. Y sobre todo, porque casi siempre el fallo
es cuestionado. En muchas ocasiones por causas que tienen más que ver con la
persona galardonada que con el premio en sí.
A
lo que además hay que sumar envidias, insidias, vanidades y sospechas.
Elementos suficientes para que algunos desistan de presentarse a premio alguno
y otros se sientan abrumados por obtener un galardón que los sitúa en el
escaparate, al menos durante algún tiempo. Y por supuesto, también los hay que
emulando aquella anécdota que se relata de Unamuno proclaman el merecimiento de
su premio y lo inmerecido de otros premiados.
En
España acaba de fallarse un conocido premio literario, el Planeta, que, además de asegurar
la publicación y venta de miles de ejemplares de la obra galardonada, está
dotado con una nada desdeñable cuantía en metálico.
El
escritor Lorenzo Silva ha sido el galardonado. Por la novela "La marca del meridiano". Y como pueden suponer la
decisión ha generado comentarios favorables y desfavorables. Incluso, y esto no
deja de asombrarme, entre personas que no han leído una sola obra del autor, ni
siquiera los artículos que de forma periódica publica en prensa o su blog Los trabajos y los días.
Conocí
a Silva este verano, por cuestiones de laboro, y me pareció un tipo estupendo.
Afable y alejado de poses y divismos. En lo literario, me gustan los autores
capaces de crear un personaje al que sucesivas creaciones van dotándole de
nuevas características sin adulterar su esencia. Me pasa con El Gaviero, el
personaje creado por Álvaro Mutis o con el Pepe Carvalho del añorado Manuel
Vázquez Montalbán. Y Silva lo ha conseguido con sus dos personajes, los
guardias civiles Bevilacqua y Chamorro.
También
se acaba de conocer que Andrés Rábago, (OPS, El Roto) ha obtenido el Premio
Nacional de Ilustración. Según el jurado, “por su visión crítica, poética,
aguda e inteligente”. Un premio menor en lo económico si lo comparamos con el
mencionado anteriormente y sorprendente porque lo otorga el Ministerio de
Educación, Cultura y Deporte. Qué quieren que les diga, ¿un tipo con talento,
crítico y ácido con el poder (político, económico…) premiado por el Ministerio
de Wert? Tendré que seguir maullando.
Imagen: Viñeta de El Roto, publicada el 18 de octubre de 2012 en "El País".
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