jueves, 4 de octubre de 2012

La semana del cerebro

Me dice un amigo que estamos en la semana del cerebro. Y la verdad es que no sé cómo tomármelo. Primero, porque no sabía que existe una semana del cerebro, y segundo, porque ignoro su significado y por tanto, en qué clave debo interpretarla.
Puede ser una semana dedicada al cerebro con una finalidad divulgativa, desde el ámbito de la ciencia o la salud. Pero la verdad es que aún siendo así, es claro que cuando hablamos de una semana del cerebro lo hacemos con un doble sentido, en el que damos cabida a cerebritos, descerebrados y cualquier ejemplar digno de engrosar la galería de los horrores.
Hablamos por tanto de una extensa lista con sus categorías y subcategorías, donde figuran por derecho propio los que faltaron a clase el día que repartieron cerebros, los cabezas huecas, carentes de cerebro desde el mismo instante de su nacimiento, puede que incluso antes, o aquellos que se pasean con un buen relleno de masa cerebral y un evidente déficit de materia gris. Y por supuesto, aquellos que viniendo de serie con el set completo se niegan a utilizarlo o hacen de él un mal uso, originando los correspondientes y eufemísticos daños colaterales a su alrededor.
Pero puede que esto de la semana del cerebro sea una última oportunidad, al estilo de una semana fantástica de grandes almacenes, durante la cuál pueda adquirirse un cerebro, incluso un 2 x 1 para guardar como repuesto ante calamidades futuras o para compartir con seres queridos y allegados tan escasos o carentes de cerebro como los adquirentes.
Ante la duda sobre la clave para interpretar esta semanita y dado el ejemplo brindado a diario por nuestros próceres y que nadie cuestiona la existencia y el uso del cerebro en los gatos me abstendré de festejar la efeméride, salvo para la chanza entre colegas. Y por supuesto, en mi deambular evitaré frecuentar durante estos días los establecimientos donde pudieran despachar cerebros, ya sea en oferta, de segunda mano o de contrastada calidad. Prefiero esperar a los avances de la inteligencia artificial, aunque me temo que como no aprendemos, ¿por falta de cerebro?, habrá más de un voluntario para implantarse una tontuna artificial junto a la natural.

Imagen: "Retrato de Picasso", de Salvador Dalí (1947).

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