La ciudad que habito; entre, bajo y sobre olivares. La provincia habitada, campos del Sur de desesperantes e infinitas hileras de olivos que dibujan las venas del paisaje. Predios de frontera. Tierra de tránsito.
Así es y ha sido esta tierra. O al menos, lo parece. Tierra de paso. Y ese es precisamente el título de un poemario presentado ayer por su autor, Juanma Molina Damiani. Una obra que recoge poemas curados en la barrica de la vida. De creación pausada, macerados en el tiempo y la reflexión.
Es Damiani, según su propia definición, “producto de Jaén”. Modelado pues con el barro del conformismo y la arcilla de la rebeldía. Hijo de su tierra. Hombre de raíces, irrenunciable y profundamente hendidas en la ciudad. De identidad telúrica, por tanto, que encierra una renuncia a la trascendencia y la universalidad que algunos sueñan más allá de la frontera de su propia existencia y que él alcanza con sus poemas en ese reducto que habita.
No es el único. Le antecedieron otros. Aquellos que marcaron ese camino y a los que reconoce como maestros, de la vida y de la poesía. Y aquellos otros que sin aportar magisterio reconocido, más allá de una forma de vida, apostaron por esta tierra, por esta ciudad y sobre todo, por su casco antiguo, como su espacio vital.
Gentes de brega diaria contra los convencionalismos sociales, pero amantes de las tradiciones como vínculo con el pasado. Conscientes de la importancia de éstas en la robustez de esas raíces, que avalan el legado recibido y la herencia que ellos otorgaron u otorgarán.
Tierra de paso. Inhóspita para los que renunciaron a sus raíces o las desconocen. Para aquellos que permanecen encerrados en sí mismos, aunque lo hagan pertrechados tras muros transparentes. Para los que no entienden de patrias chicas o grandes. Para los que carecen o reniegan del sentimiento de pertenencia. Nómadas voluntarios de sí mismos. Exilados de los otros.
Tierra de paso. Pero en qué tránsito, ¿en el vital o en el geográfico? Quizás en ambos.
Tierra de paso. Pero en qué tránsito, ¿en el vital o en el geográfico? Quizás en ambos.
“…Ay, si un acento,/ tierra vencida, pudiera/ volver tus crepúsculos rondas,/ cantar duradero/ alegría el dolor de tu gente que fue,/ de tu mundo que huye, / y oración sin lamento/ mi relato realista/ del loquerón de este tiempo….”. Versos de Ronda del Rosario, III. "Tierra de Paso". Juan M. Molina Damiani.
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