lunes, 28 de febrero de 2011

Al parecer

Veo un informativo de una cadena nacional de televisión y escucho a su corresponsal en Libia informando sobre los últimos acontecimientos de ese país. Nada más empezar su crónica oigo su primer “al parecer”, una fórmula que vuelve a repetir en el cuerpo de esa crónica. Imagino que por olvido o desconocimiento de que en periodismo las cosas no parecen, son; porque cuando sólo parecen no son nada, ni siquiera noticia. Y tampoco las urgencias o las dificultades, que intuyo que son muchas en el país africano, para elaborar una información justifican que no se contraste esa información.
Es una periodista joven y entiendo que tiene mucho camino por recorrer, que probablemente le falta rodaje y que su etapa de aprendizaje no haya hecho más que empezar. También se que se aprende más de los errores que de los aciertos. Pero no puedo evitar pensar en aquellos profesionales que impartían magisterio con sus crónicas y que fueron invitados a prejubilarse, porque una televisión pública cuyo máximo responsable es un octogenario los consideraba viejos para hacer su trabajo.
Cuando rompemos los eslabones naturales y renunciamos a los referentes pasan estas cosas. Lo fácil sería culpar a la corresponsal, pero ella sólo es víctima del vacío generado y de la orfandad a la que todos hemos sido condenados.

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