domingo, 4 de noviembre de 2012

Descreimiento

Se mantiene la esperanza, pero avanza el descreimiento. Tiempos de zozobra e incertidumbre en los que van cayendo como naipes empujados por la corriente de aire aquellos asideros que parecían seguros.
Los mismos que comienzan a mostrarse en su fragilidad. Y se desmoronan o se fragmentan como el cristal para transformarse en punzantes gotas que dibujan una amenaza.
El Estado, la Nación, la Justicia, la Prensa, la Ley…hasta el mismo Dios se tambalea como referencia. Y pese a que algunos se aferran a su fe (la religión, el dinero…) como faro que ilumine el camino, no es menos cierto que son legión los que no ven otra vía que el naufragio.
Y entre esa legión de descreídos, a los que otros no dudan en calificar de cínicos, es seguro que habitan los que venderían su alma, si la tuvieran, al diablo; los que desearían tener algo o alguien en que o quien creer y los que respiran desde la noche de los tiempos en el descreimiento.
Es posible que esa pérdida de referentes traiga consigo la idea de vulnerabilidad, pero de igual modo puede ser fuente de fortaleza; porque paradójicamente la desnudez, una vez despojados de artificios, es una manifestación de fe en el ser humano.
Si hay esperanza, y pese a ese creciente descreimiento, podemos mantener el rumbo. Abandonar el dogma, para retornar al conocimiento.

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