viernes, 5 de abril de 2019

Arnal & Vera


Ha pasado Javier Arnal por Jaén. Se ha marchado pero aún permanece el eco de su voz. No se borra el rastro, perdura como la cola de un cometa. Quebrada y profunda resuena en algún lugar de la noche. 
Es una mezcla carnal y gutural; un quejío que le nace dentro, entre el vientre y el pecho. Pero con eso no basta, como cualquier don todo depende del uso que se le dé, del mimo que reciba. Modulación, vibración, intensidad, volumen… y un contrapunto que traza la imaginaria línea del equilibrio: la voz de Vera Acacio. 
Se adentra ahora su música en el terreno de lo experimental, pero aún así por instantes evoco a Tom Waits y a Leonard Cohen. El tránsito entre la voz rota y el salmo ¡Hallelujah! 
Reparte sus besos de sonoridad grave en la sala de El Mercado. Besos de bar, afilados y húmedos, la mejor arma para frenar el avance de la intolerancia. Y duda Arnal, porque su guitarra se llama Besos, sí los kisses se pueden afinar. No tengo ni idea, pero quiero creer que el que desafina es el desamor y que los besos siempre cantan bien. 
Es un concierto en familia, porque la sala da para lo que da y porque todos o casi todos nos conocemos. Un jueves de una fría noche en la ciudad dormida no puedes esperar ni pedir mucho más. Ni aunque tengas la mejor voz para entonar la plegaria. 
Traen también Arnal&Vera el viento del desierto y la claridad del crepúsculo. El sonido de un western con guitarras y sin pistolas. El rastro en la arena de las huellas, la culebra y el escorpión. El recuerdo de un cacto sangriento y el balanceo de la soga del ahorcado. Y cómo no, el aullido del coyote en la garganta de Arnal. 
Reconozco que me fascina y me atrapa esa voz. Incluso más allá de la música. Me conduce por un laberinto en espiral, por el empedrado de un caleidoscopio. Y me devuelve a uno de aquellos periplos lisérgicos de vuelo libre y rostro mojado sin necesidad de mover los pies. 
Entre la música, las risas y las rubias con espuma hay espacio para la sorpresa. Un regalo, “El pasodoble del mar”, una pieza que cuelga de la banda sonora de una película de Imanol Uribe. Más arena; y salitre, el ruido inconfundible de las olas al romper en la orilla y la voz de Arnal, siempre esa voz, como un faro; con la luz de Vera. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario