martes, 16 de abril de 2019

Reminiscencia de los Cero

Me encontré la valla en Granada, hace casi un año, yendo o volviendo de El Bar de Eric. Y me llamó la atención; así que saqué el móvil, esa maquinita diabólica que creíamos que nos serviría para hablar y se utiliza también y con exceso para mirar o mal mirar, y la atrapé en su interior. 
Descargué la foto y se quedó por ahí en el ordenador. El sábado volvió el recuerdo. Pasé al lado del lugar donde está la valla, pero esta vez venía de Discos Bora Bora, en la plaza de la Universidad, después de un regalo en forma de mini concierto de José Antonio García y El Hombre Garabato y de un single en vinilo para coleccionistas, editado con motivo del Record Store Day. Ya saben, ese homenaje a las tiendas de discos de toda la vida. En la ciudad que habito no hay ninguna, así que para respirar esa atmósfera, para rebuscar en las estanterías y para comprar algún vinilo de antes o de ahora me queda a mano Granada. 
De no recordar mal, era una mañana fresca de mayo. Y por las circunstancias que fuera había poco tránsito por esa vía, algo inusual. Ignoro cuándo habían realizado los operarios su tarea, la noche anterior o en la primera hora de la mañana. Lo cierto es que se habían eliminado de la valla los carteles y la mayoría de sus restos, salvo aquellos donde la goma se agarra al papel y al metal y se resisten al agua y a las espátulas. Y claro, salvo la reminiscencia de los Cero. 
Ya había pasado el año de la ‘Resurrección’. Meses atrás quedaba aquel último concierto de la ‘Maniobra Final” en el Palacio de los Deportes. Y sin embargo, ahí estaban esas tres bandas de papel anunciando la vuelta de 091. Y surgió la duda sobre si aquello era un descuido o algo intencionado. Prefiero pensar que era lo segundo, un homenaje del operario a la banda granadina, el recuerdo imborrable a la espera del nuevo regreso. ¡Qué paradoja! Al final ese vestigio de 2016 se ha transformado en 2019 en presente para anunciar un futuro inmediato. Vuelven. 
Puedo pensar que aquella persona era una visionaria o que utilizó la valla para compartir su deseo, a sabiendas de que no estaba solo en la petición. O simplemente que le pareció inapropiado borrar la huella y consciente de que estaba condenada a desaparecer quiso darle el indulto de la espátula, prorrogar su permanencia para alimentar la esperanza y los sueños. 
Esté dónde esté y sea quién sea, no tengo duda de que ese tipo es un romántico, un nostálgico con los pies en el suelo y por supuesto, alguien con buen gusto musical. Un Ceroinómano.

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