sábado, 6 de abril de 2019

Fila reservada

Imagino que no soy el único que está harto de ver como la situación se repite una y otra vez. Imagino que no soy el único que siente vergüenza ajena cada vez que asiste a un espectáculo bajo techo o al aire libre y contempla la primera fila. 
Sí, esa primera fila, en algunos casos son incluso las dos o las tres primeras, reservada para las autoridades que cuando comienza el espectáculo de turno permanece vacía o casi vacía.
Es una prebenda más de nuestros representantes políticos e institucionales, que pese a tener adjudicado un sitio privilegiado y sin coste para su bolsillo no se dejan ver, salvo excepciones que suelen coincidir con la presencia de algún artista que consideran de relumbrón o la asistencia de alguna personalidad junto a la que creen oportuno fotografiarse.
No voy a descubrir la pólvora por destacar el habitual desapego de la clase política hacia la cultura. De hecho, solo a modo de recordatorio, basta reseñar que en los últimos debates televisados entre los candidatos a las Elecciones Generales no se dedicó un solo minuto a posibles propuestas culturales de los distintos partidos.
No es extraño, ya saben que había una ministra de Cultura que decía no conocer a ‘Sara Mago’, que por el nombre debía ser una chica estupenda, o un presidente del Gobierno que aseguró sin rubor que Antonio Machado había nacido en Soria. La lista de despropósitos es extensa y refleja el desinterés y lo que es más preocupante el escaso bagaje cultural de un elevado número de nuestros representantes políticos. 
En Jaén, como siempre para no desentonar, también hemos tenido de todo. Como aquella concejal, que sin complejos acudía al comienzo de los actos se dejaba fotografiar y se piraba. Supongo que para evitar embrutecerse. Ya saben, hay quien sigue pensando que “El Quijote” es una marca de membrillo. 
Lo lamentable es que esos asientos vacíos los pagamos todos, porque el abono directo o indirecto se realiza con dinero público. El suyo y el mío. Ese mismo dinero que se regatea en otras inversiones necesarias para los ciudadanos. 
La solución es fácil. Lo ideal sería acabar con las prebendas. Pero como eso es improbable, se pueden buscar alternativas. Algo tan sencillo como establecer un tope horario para la retirada de esas entradas y una vez cumplido el plazo, poner a la venta las que no se hayan retirado o permitir a otros asistentes al acto ocupar esas localidades. 
Así se lograría evitar el doble bochorno. Por un lado, la imagen de una primera fila desierta; y por otro, lo que es peor, la falta de respeto a los participantes y promotores del espectáculo y al resto del público.

Mi artículo para SER Jaén, "La Colmena", del 4 de abril de 2019.

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