Regreso
tras dos semanas de vacaciones de una Barcelona que languidece por momentos. He
encontrado una ciudad menos tensa que en ocasiones precedentes, pero también
una ciudad menos alegre; consciente de que no hay cabida para coartadas o
cortinas de humo, en la que se impone el pragmatismo de sus gentes mostrando a
quienes quieren ver el distanciamiento cada vez mayor entre los gobernantes y
sus gobernados.
He
deambulado más de lo acostumbrado. Sin rumbo y sin prisa. Observando y
escuchando. Deslizándome por las calles del barrio gótico y el Raval, las
plazas de Gracia, el recuperado Borne o el familiar barrio de Horta.
Contemplo
la estelada y la senyera colgadas en algunos balcones y ventanas, como hicieran
otros en distinto territorio con la roja y gualda, y pienso cuán fácil es caer
en lo mismo que se repudia; en como los nacionalismos, central o periférico,
utilizan iguales elementos para defender lo contrario, que en el fondo no deja
de ser lo mismo.
En
Nochebuena almorzamos en El Glop, cerca del paseo de Gracia. También almorcé
allí las navidades pasadas, sólo que entonces había que esperar turno para
acceder a una mesa y asumir que las viandas se tomarían su tiempo para llegar a
nuestros platos. Este año no, llegamos a la par que Lluís Homar y sus hijos.
Nos sentamos en mesas paralelas, separadas por otra mesa ocupada por una
pareja.
Recuerdo
a Homar en el papel de Mandalay en la adaptación cinematográfica de “Un día
volveré”, de Juan Marsé. Gran reparto para un film fallido de una novela que me
cautivó y recomiendo, como casi todas las de Marsé. Contemplo la naturalidad
con la que se desenvuelve, ajena a cualquier pose; lejos del divismo de otros
actores con mayor reconocimiento y menor experiencia y talento. Y por supuesto
alejado del protagonismo artificial de tanto famoso de medio pelo.
Mientras
doy cuenta de unos cargols a la llauna,
una escalivada y una torrada amb bull blanc pienso en el añorado
Manuel Vázquez Montalbán. Siempre que recalo en Barcelona pienso en él y cuando
paso por vía Laietana o sus inmediaciones me lo imagino cambiando de acera para
evitar el paso por la puerta de la comisaría.
Apuro
un café solo para entregarme a una copa de pacharán con hielo y recreo esa
Barcelona de Vázquez Montalbán, de Eduardo Mendoza, de Marsé y del propio
Homar. Esa ciudad entrañable y cosmopolita que parece hoy menos entrañable y
cosmopolita. Donde ahora el fuego del dragón calcina la rosa.
Comienzo
el año paseando una vez más por la Boquería, esquivando turistas y deteniéndome
en las paradas donde se ofrece un amplio surtido de setas. Me tomo mi tiempo
para observar las distintas variedades, los nombres de las que no conozco, su
tamaño, forma y color y miro el precio ante la presencia inquieta de un par de
vendedores que amablemente se ofrecen a despachar lo que demande.
Subo
por las Ramblas de las Flores, que ya no son las mismas ramblas desde que desterraron
los puestos de flores. Atravieso la plaza de Cataluña y dejo atrás la Casa
Batlló y la Pedrera para perderme en el barrio de Gracia. ¡Cómo me recuerda a
Malasaña! Bajo Verdi y desemboco en la plaza de la Revolució de setembre para
tomar una cerveza en la Unión. La mitad del local está vacío y en el otro medio,
las mesas están ocupadas por gente que ha acabado o interrumpido su jornada
laboral para almorzar. Me siento en un pequeño velador en el centro y a la entrada.
Observo, pongo la oreja y acabo ojeando un diario en catalán. Son más de las
tres, pero continuo sin prisa, aunque si con rumbo. Pago cerca de dos euros por
una cerveza de barril, más de lo que me cuesta un tercio en la ciudad que
habito; ya saben los peajes de la gran ciudad.
Cruzo
la plaza, con algo de demora porque me detengo a ver unos puestos ambulantes, y
al llegar a la esquina descubro, no sin cierta frustración, que el Sureny ya no
existe. Imagino que será por la crisis, la subida de impuestos, la disminución
del consumo… esa realidad que nos golpea con mayor o menor contundencia y que
no entiende de telas colgadas en balcones y ventanas o prendidas en el pecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario