lunes, 7 de enero de 2013

La marcha de Meneses

Se fue Enrique Meneses. Igual que se marchó Saramago. Igual que se marcharán otros. A ciertas edades hay normalidad en la partida, tanto para quien se va como para los que se quedan. La cuestión es quién toma el relevo.
El oficio de escribir siempre está necesitado de nuevas incorporaciones, porque hay exceso de escribientes y son rara avis los que tienen algo que decir. Y porque cada vez son menos los que en una disciplina u otra, literaria, periodística, científica, filosófica… impregnan el oficio o la profesión con su compromiso vital.
El testigo de Meneses queda en manos de aventajados alumnos como Gervasio Sánchez, Fran Sevilla, Ramón Lobo o Mikel Ayestarán. Otros nos conformamos con la admiración, aún siendo consciente de que ésta es preámbulo de la idolatría y por ello hay que administrar la dosis correcta, para contemplar a la persona admirada sin traspasar el recibidor y evitar un deslumbramiento que haga perder la perspectiva. Y es difícil no deslumbrarse con quien nos contó el brillo del sol en Sierra Maestra; algo incomprensible para quienes habitan bajo nubarrones.
Ayer abrí su blog para ver si había escrito algo nuevo durante estos días navideños, pero seguía parado en el mes de noviembre. Esta mañana he amanecido con la noticia de su muerte. Seguiré intentando aprender de lo escrito, a la espera de otros relatores y de que vuelva a brillar el sol.
Hubo un tiempo en que los alumnos se levantaban cuando el maestro entraba en el aula. Era una muestra de respeto, no de sumisión. Hoy toca ponerse en pie para la despedida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario